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Mostrando entradas con la etiqueta Palabras al aire [Mercedes Obies]. Mostrar todas las entradas
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2 de junio de 2021

  • 2.6.21
Tú también te has preguntando qué sentido tiene la vida, ¿verdad? Creo que no soy la única cuando digo que hay días en los que me levanto de la cama sin saber qué leches hago aquí, con qué fin, para qué. Siento que todo es como una especie de videojuego en el que ganar es improvisar y tirar sobre la marcha: superar obstáculos, no rendirte, superarte a pesar de retroceder...


Sí, igual que en el Parchís, puedes avanzar al igual que retroceder casillas. Menuda putada, ¿no? Pero luego intento poner orden a todos mis pensamientos inquietos y, bueno, la verdad es que nunca he sido capaz de frenar esta cabecita loca. Y siendo sincera, tampoco quiero.

Me gusta cuestionarme absolutamente todo, ponerlo en duda y buscarle o intentar darle infinitas explicaciones. O ni eso: simplemente dejarlas estar, ahí, una tras otra, llenando todo mi ser de continuas preguntas sin respuestas y algunas de ellas con tantas que termino suturándome. A veces desearía tener un botón para resetearme por completo. Pero no, porque perdería mi esencia y no sería quien soy a día de hoy porque no tendría experiencias en la vida.

¿Somos nosotros quienes controlamos el tiempo o es el tiempo el que nos controla a nosotros? Porque claro, luego nos la damos de superlistillos diciendo que podemos controlarlo todo, con una agenda física o ya en las propias notas del móvil, poniéndonos esas veinte mil alarmas para llegar a la hora que nosotros queremos, claro. Pero la realidad ya sabes cuál es: cuánto más control quieres tener, más imprevistos te salen. Y es así: no hay remedio.

Con esto no quiero decir que seamos unos vividores de la vida y que todo salga sobre la marcha, pero tampoco me gustaría que nos obsesionemos con el control. Ningún extremo es sano.

Bueno, madre mía... Yo aquí contándote mis pensamientos y ni siquiera me he presentado. Soy Mercedes Obies, más "conocida" como merobies, aunque en mi casa me ponen el nombre de todos mis hermanos –que, por cierto, somos siete– menos el mío.

No sé por qué pero también me llaman "Bicho", supongo que por el refrán de "bicho malo nunca muere". Y es verdad: las he pasado perras y aquí sigo, con más ganas y, a veces, con más pereza que nunca. Qué remedio.

Bueno, estarás pensando que menuda loca, que a ver si me aclaro y te hablo de algo que tenga sentido y puedas leer con tranquilidad, como esos típicos libros en los que terminas encariñándote con la protagonista y deseando un final de cuento. Pues no, conmigo no vas a leer nada de eso. Es más, ni siquiera sé cómo he empezado a escribir todo esto. Y, mucho menos, sé cómo lo terminaré, si es que lo termino.

El caso es que me hago millones de preguntas y cuando voy caminando sola por la calle, me encanta ponerme música e imaginarme mil situaciones diferentes en un mismo lugar. Dime, por favor, que tú también has hecho lo mismo alguna vez. Y si no lo has probado aún, hazlo: es una paranoia impresionante.

¿Por qué debemos conformarnos con lo que vemos y no echamos el vuelo a la imaginación? Sé que cuando te diga lo que me imagino, pensarás "esta chica está escribiendo fumada, como mínimo". Pero, de verdad, ahora mismo voy en el tren después de un agotador día de clases y voy mirando por la ventana pensando que hay seres mágicos. Tal cual. Hadas, duendes, dragones... Todo lo que la imaginación sea capaz de crear ya existe en mi mundo paralelo.

Soy un poquito peculiar, un bicho raro. Y eso me encanta. La posibilidad de ser diferente y de tener ese "atrevimiento" de ir más allá de lo que existe.

MERCEDES OBIES

11 de mayo de 2021

  • 11.5.21
Me gusta la sencillez, la plenitud, los instantes de libertad, de tranquilidad, de paz. Me gusta cuando me separo del grupo y me invado en mi mundo, me siento y contemplo todo lo que la vida me regala en cada suspiro, en cada amanecer o en cada atardecer, como en este preciso instante.


Quienes me siguen en estas Palabras al aire me conocen de sobra en ese sentido: soy un alma inquieta pero insegura en muchos ámbitos de la vida. Tantas dudas –o, más bien, tantas preguntas– sin responder o con millones de respuestas de golpe.

A veces me viene todo por sorpresa y me pilla despistada, sin un plan B para seguir. Pero permitidme deciros que así es la vida: caprichosa e inesperada. Te sorprende, te paraliza, te llena de vida y, a veces, en plena tormenta sientes que te la quita.

Quería compartir esta fotografía porque en el momento de hacerla tenía la mente y el alma por mis galaxias y el cuerpo en aquel espectacular lugar. Estaba lidiando con mi lucha interna, recordándome una vez más que puedo: que ayer pude y que mañana podré. Que cuesta, sí, pero los límites nos los ponemos nosotros mismos. Y, qué queréis que os diga, no soy de límites: me gusta abrir mis alas y volar más allá de lo imposible.

MERCEDES OBIES

21 de abril de 2021

  • 21.4.21
Ahora mismo tengo ansiedad y la mejor forma de relajarme es escribiendo. No sé qué saldrá de todo esto, pero necesito soltar lastre y volver a ser yo. Porque ahora mismo hay un monstruo que me está acelerando el corazón y no en el buen sentido. Hace que mi cuerpo se debilite y se me quiten las ganas de absolutamente todo.


Me duele. Me duele el pecho cada vez que intento coger aire para respirar: me cuesta mucho. Y cuando la ansiedad se me presenta, nunca viene sola. Viene acompañada de pensamientos negativos que me hacen sentir culpable por todo, hasta por vivir. A esas personas que nunca han sufrido ansiedad les parecerá una auténtica burrada todo esto pero, por desgracia, es así.

Lloro desconsoladamente y no hay forma alguna de calmarme en estos momentos. Estoy en plena batalla. Son muchos años lidiando con la ansiedad y con todas las inseguridades, miedos, agobios y estrés que lleva consigo. Es agotador, lo juro. Siento que no puedo más, que el mundo se me hace enorme y que me come de golpe.

Lo intento. Pero vuelve. Vuelven esos tocs, necesito dejar todo bien, siento que determinadas cosas me dan mala suerte y no las vuelvo a tocar. Es más, las tiro porque me vuelvo loca. Necesito tener algo como forma de amuleto, para que me dé suerte. Y así, miles de cosas más que me hacen consumirme porque dejo de ser yo la que decide por sí misma y es mi mente envenenada la que me hace ser esclava.

A pesar de todo esto que estoy sintiendo ahora mismo, necesito escribir para recordarme los pasos tan grandes que he dado a nivel personal. Y es que, después de pedir ayuda profesional, estoy cada vez mejor. Poco a poco.  Ahora estoy en plena tormenta y, cuando pase, sé que acabaré agotada. Pero, una vez más, después de todo, volveré a tener el control sobre mí.

MERCEDES OBIES

10 de abril de 2021

  • 10.4.21
Cuando sales de una tormenta desastrosa, caótica y jodida, piensas que la calma se ha olvidado de ti, que tanto huracán ha alejado todo suspiro de paz. Y, de alguna manera, pierdes la esperanza con todo. Desconoces qué es estar bien contigo misma, qué es eso de reír de corazón y no de fuerza. Te olvidas de la magia que tienen los abrazos. Y te propones que, en adelante, nadie vuelva a derrumbarte jamás. De ninguna manera.


Con el tiempo, te das cuenta de que cada vez estás mejor, que te vas conociendo poco a poco, que te estás dando todo aquello que nunca te habías atrevido a regalarte por sentir que sería egoísta. Y llega. Llega ese día en el que mandas todo a tomar viento.

Te sueltas la melena, las garras y las ganas de devorar el mundo con más fuerza que nunca. Te has hecho invencible. Tuya. Disfrutas tanto de ti misma, de la soledad, que ya no le permites a cualquiera entrar y ponerte todo patas arribas. Estás feliz.

Y uno de esos días, en los que piensas que te comes el mundo de un bocado... ¡Boom! El mundo te atrapa y te sorprende. Pero, esta vez, vas segura, sin miedos, confiando, apostando. Esa luz infinita que se cruzó en mi camino, esa luz que me ha hecho más infinita que antes, me está haciendo amar la vida como jamás la había amado.

Y, de verdad, sucedió sin más: sin esperarlo y, mucho menos, sin ser buscado. Cuando alguien está para ti, da igual el tiempo, el sitio y las circunstancias. Todo se alinea y hace que lo imposible sea posible.

Había cambiado y ya estaba dando pasos de gigante, superando cosas que me atrapaban de mi pasado. Me costaba mucho, pero me lo había propuesto. Me tiraba yo sola la torre encima y no me preguntéis por qué, porque no sabría responder al cien por cien. Supongo que seguía teniendo miedo. Al final es enfrentarte a algo que te aterra y que tiene una parte de ti atrapada.

Pues bien, desde que él se cruzó en mi camino, me ha dado impulso y confianza. Me ha hecho sentir como en casa en cualquier lugar. Me abraza y me siento protegida, feliz, en paz. Ha estado a mi lado cuando he luchado contra los monstruos de mi cabeza, contra ese miedo aterrador y esos recuerdos desgarradores.

He vencido y él ha estado ahí en cada caída, en cada "no puedo más", regalándome un suspiro: "sí puedes". Y joder, sí que he podido con eso y con todo lo que se me cruce. Me ha dado la chispa final de la búsqueda de mi esencia. Me ha dado vida y amor incondicionales. Me ha regalado lo mejor que se le puede dar a alguien en la vida: confianza, lealtad y sinceridad.

MERCEDES OBIES

24 de febrero de 2021

  • 24.2.21
Vivo el momento, el aquí y ahora. “El más tarde” lo tengo muy lejos. Tanto, que casi ni lo siento. Creo que tengo suerte. Después de tanto caos he aprendido lo más guay de todo esto: de reírme a carcajadas, de bailar en mitad de la calle. Me da igual el qué dirán, cómo me miren y cómo piensen sobre mi forma de vivir esta vida. Mi vida.


Voy pisando sin saber si es suelo estable, pero no me detengo y sigo avanzando. Por mí y por todo lo que me queda. Porque sí, porque sé más que de sobra que no todos los pasos serán firmes y seguros. La mayoría de ellos me harán tambalearme e incluso caer. Puede que me haga daño, que lleguen esos días en los que me cuestione todo y no vea sentido a nada; y otros en los que sienta que me como el mundo de un solo bocado. Puede ser todo lo que te permites vivir.

Si me caigo, puedo recomponerme de nuevo y conocer todo lo que estaba tan dentro de mí. A veces necesitamos equivocarnos, rompernos, perdernos, para ver todo lo que podemos llegar a hacer, conseguir, aprender. Por eso, disfruta. Sé tu mejor versión, saca toda la plenitud de tu esencia. El tiempo vivido jamás volverá, la vida es ahora. ¿Disfrutamos?

MERCEDES OBIES

13 de febrero de 2021

  • 13.2.21
No entiendo lo que está pasando. No sé si todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor es la verdadera vida o es un simulacro de ella. ¿Hemos vivido? ¿Estamos viviendo? Cada día me hago más preguntas y todas terminan en lo mismo. ¿Qué es la vida? ¿Realmente somos dueños de nuestro destino? ¿O nos hacen creer eso y simplemente estamos manipulados como sociedad? Me vienen tantas cosas a la cabeza que, sinceramente, no sé por dónde empezar.


Siempre me he preguntado qué es vivir y por qué en muchas ocasiones de mi vida no siento que estoy viviendo. ¿Vivir no era estar viva? Tú y yo estamos viviendo. Cada uno guía su camino, su vida como quiere. Pero, si te apartas un poco del camino y lo ves desde más lejos, te das cuenta de que el resto de personas va hacia la misma dirección. No todas toman el mismo trayecto, pero todas llegan al mismo final.

He intentado correr en dirección contraria y no por tener miedo de llegar al final, sino por el simple hecho de sentir que, a pesar de los incontables caminos que existen, todos se guían por lo mismo: los de arriba.

Aléjate un poco más y mira todo tu alrededor. Contémplalo y no tengas prisa. Piensa todas las veces que has encendido la televisión. Siempre son noticias negativas: asesinatos, despidos, pandemia, miedo, incertidumbre... Si existen cosas buenas, ¿por qué no nos hablan de ellas? Porque la vida digna no la ponen al alcance de todo el mundo. Cuando debería ser un derecho vital poder vivir de verdad. Pero no es así.

Estudia. Estudia mucho para conseguir un buen trabajo. Es una de las frases que más me han repetido desde pequeña. Estudia y asegúrate un futuro. Y cuánto más le escucho, más me pregunto: ¿qué es de todas esas personas que quieren enriquecerse y no pueden? ¿Por qué querer saber sale tan caro? Dinero por unos conocimientos básicos. Y si después de conseguirlo quieres seguir estudiando, pagas el doble. Tanto dinero para luego ¿qué? Llegar a la cola del paro. De echar currículos en cualquier esquina y cruzar los dedos para tener un pellizco de suerte.

Te dicen que estudies para que te prepares. Pero que alguien me diga quién nos prepara de verdad. Te estoy hablando de estudiar como podría estar preguntándote por qué siguen muriendo personas de hambre. Y es que, si siguiera preguntando, no acabaría jamás. Pero quiero que llegues a entender todo lo que me está quemando por dentro.

Quien tiene la información tiene el poder; y quien tiene el poder, lo tiene todo. Ya no hablo de dinero. Qué fácil es llevar a las personas al rebaño con mentiras, manipulaciones y no dándoles la visión completa de la puñetera realidad.

Nos hacen vivir con miedos. Con la incertidumbre de lo que nos pasará mañana. ¿Cuántas familias están siendo desahuciadas por no llegar a fin de mes? ¿Cuántas han movido cielo y tierra para intentar conseguir vivir? Pero no pueden. No pueden vivir porque tienen la soga puesta al cuello. 

Trabajan, pero sus sueldos son de vergüenza. Porque trabajan sin parar y, aun así, no les llega para lo esencial. ¿No os estáis dando cuenta? ¿Cuántas personas hay intentando sobrevivir? Dejándose la piel día a día. Luchando para cumplir los caprichos de otros.

Volvemos a lo de antes: ¿por qué dicen que estudies para conseguir un buen futuro si conozco a personas con varias carreras, másteres y doctorados y están en la puta calle? Porque primero entra el primo de no sé qué colega; luego, este que da bombo y esta que está buena. Así de duro y así de claro. Podría ponerlo con otras palabras más bonitas, pero bienvenidos a la realidad que nos toca soportar.

Y habrá quien me diga: pues yo he estudiado y trabajo en lo que me gusta. ¡Qué suerte tienes! Poder invertir tu bien más preciado, tu tiempo, en algo que te hace sentir bien y es recompensado. Que si se quiere, se puede. Me he dicho mil veces esta frase. Millones, para ser exacta. Y cada vez estoy más segura de que me la repito por no rendirme ante el egoísmo de otros.

“Si se quiere, se puede”. Desde pequeña he pensado que he nacido para hacer algo bueno en la vida. No tengo ni la más remota idea de cómo hacerlo. Pero lo que sí tengo claro es que por mucho que me manipulen y quieran marcarme el camino, no podrán. Aunque tenga que dejarme la piel en él para seguir, pienso dejar huellas por un cambio mejor.

Si yo estuviese leyendo esto, me gustaría saber cuáles serían los cambios. Pues bien, cuando hablo de “cambios hablo de igualdad. De ponernos a todos en la misma línea. Con las mismas posibilidades para elegir. Si trabajamos de algo, que el sueldo sea digno y nos haga llegar a casa sin la ansiedad por no llegar a fin de mes. Que podamos seguir creciendo y aprendido.

Que haya más ratos de vida y no de robotización. Más valores. Más humanidad. Más realidad y menos mentiras. Más querer y menos herir. Más progresar por algo mejor y no retroceder para caer en el mismo error de sociedad.

Quiero que nos sintamos plenos en el camino al único final: la muerte. Quiero que desaparezca ese tabú. Ese miedo que existe sobre la muerte. Me da más miedo la vida que la propia muerte porque vivir como estamos viviendo podría considerarse un infierno. La inmensa mayoría vive con el corazón acelerado, desmotivado, perdido y agobiado.

Quiero más bien y menos mal. Quiero un camino que nos enseñe y que, cuando lleguemos, nos sintamos orgullosos de cada paso dado. Bastante difícil es vivir como para permitir que otros nos compliquen la vida más de lo que ya nos la podemos complicar nosotros mismos.

Vivid y dejad vivir.

MERCEDES OBIES

6 de enero de 2021

  • 6.1.21
Estoy segura de que estas líneas serán las más duras que escriba. Digo "duras" porque tienes que verte en la situación de saber separar y separarte incluso de tu familia para poder respirar un poco de paz y tranquilidad.


Desde pequeños, siempre nos dicen que papá y mamá siempre nos protegerán. Que tus hermanos estarán ahí, pase lo que pase. Y sí, puede que en muchas familias esa armonía exista. Y supongo que por eso, esas personas que tienen esa paz familiar no puedan imaginarse la situación que pueden estar sufriendo otras familias.

Continuamente pensamos que todo está bien y, en el fondo, sabemos que en muchas ocasiones no es así. Pero intentamos lidiar con el dolor de la mejor forma posible. A pesar de lo que he dicho antes, de que existen esas familias en las que se respira tranquilidad, también tendrán sus problemas.

La vida no es perfecta y las relaciones, ya sean familiares, de amistades, de pareja e incluso la relación que tenemos con nosotros mismos, no lo son. Existen esos bajones, agobios, estrés, preocupaciones... Al igual que también están esos subidones, la adrenalina, la felicidad, el disfrute, el amor... Podemos decir que hay un poco de cada, un equilibrio. Esa coexistencia del bien y del mal.

Cuando somos felices y nos sentimos en esa plenitud... ¡Buah! Lo gritamos a los cuatro vientos. ¡Qué bien estamos! Pero cuando es al revés, cuando el día no va bien, hay problemas en casa, con la pareja, con algún amigo, o con nosotros mismos... nos callamos. E intentamos poner una buena cara para que así, de alguna forma, no se preocupe nadie. 

Y ese es el mayor problema que tiene el ser humano: no pedir ayuda y pensar que siempre podrá con todo. Pero no, no podemos. Para muchas cosas, el ser humano es muy independiente. Muy solitario y muy suyo. Pero necesitamos de los demás: su cariño, poder compartir momentos...

En varias ocasiones, cuando he aconsejado a alguien que pida ayuda profesional o incluso que no se guarden todo para ellos mismos, que se apoyen en las personas que los quieren, me han criticado. Me han dicho barbaridades como que es una pérdida de tiempo, un malgasto de dinero... Sin irme más lejos, en mi propia familia he recibido esta clase de respuestas al pedir ayuda.

He llegado a sentirme un estorbo, un problema para ellos y para el mundo. Sentía que no aportaba nada bueno. Y acabé en un bucle continúo de malas energías. Veía que cada vez iba a peor, que estaba cargando sola con todo. 

Así que decidí armarme de valor y gritar "basta". Pedí ayuda profesional aún sabiendo que en casa se me criticaría. Pedí ayuda siendo consciente de que, a pesar de estar en el año 2021, existen personas que no valoran la profesionalidad de otros a la hora de ayudar a las personas.

Os cuento todo esto porque necesitaba soltar malas vibraciones. Coger aire y seguir. Y bueno, para todos los que me leéis, ya sabéis que escribir me hace renacer de nuevo. Hacerme más mía y estar más tranquila con mi paz mental y con el mundo entero. Y por cierto, siempre seremos juzgados por alguien: que sean familiares no quiere decir que nunca vayan a hacernos daño.

MERCEDES OBIES

15 de diciembre de 2020

  • 15.12.20
La mayoría de las personas están enjauladas. Por prejuicios, por miradas, por pensamientos... La libertad debería ser eterna y, sin embargo, muchas personas se sienten libres cuando están solas. Cuando disfrutan al cien por cien de sí mismas.


¿Somos libres? Creo que muchas veces no sabemos respondernos a nosotros mismos. Muchas veces no nos sentimos libres no porque no queramos, sino porque nos limitan. Nos cortan las alas. Nos hacen creer que somos pequeños, siendo infinitos.

Nos dicen que no somos capaces porque ellos no lo consiguieron en su día. Nos señalan cuando enloquecemos con la vida, haciendo lo que nos da la puta gana. ¿Y sabéis qué? Que les den a todas esas personas que critican por ser como queremos ser.

La vida está controlada por el tiempo. Maldito tiempo, que es limitado. No se sabe cuándo. Pero sí puedes vivir disfrutando de ti. Siempre habrá alguien que te señale, que te mire, que te hable, que intente hundirte. Personas con miedo a volar.

Pero sé que tú, que estás leyendo esto, eres de vuelos altos. Todos tenemos miedo alguna vez, pero lánzate. Vuela, vuela alto. Disfruta de las vistas, disfruta de ti. Siéntete libre. Siéntete tan tuyo que jamás puedas ser de nadie. Siéntete pleno. Libérate del qué dirán. Ser diferente, ser uno mismo, es algo que pocas personas se atreven a ser. Y tú lo eres y mucho.

MERCEDES OBIES

25 de noviembre de 2020

  • 25.11.20
Siendo tan pequeño no te das cuenta de todas las cosas que van pasando en la vida. De cómo una pequeña decisión puede cambiarte una gran parte de lo que terminará siendo tu futuro. Ese que vas amoldando sin darte cuenta, o sí. Supongo que a veces sí somos conscientes de algunas cosas, pero nunca tendremos la seguridad de cómo será todo: si irá bien, si llegaremos a todos esos pensamientos que tenemos guardados en las nubes. Los guardamos tan arriba, tan lejos de la realidad en la que tenemos los pies enterrados haciéndonos un poco esclavo de todo lo que hay en la tierra. En nosotros mismos.


Pensamos muchas veces: "esta vida es mía". Joder, y es verdad. Tenemos que decidir cómo encaminarla, con quién compartirla y a quién alejar de ella. Pero la vida va más allá de nuestras propias decisiones. Se juntan días de sol y días de lluvia.

Digo esto porque pasa igual con las personas que nos rodean, que comparten la misma etapa de vida. Nos aportan, nos restan, nos enseñan... Nos hacen cambiar dependiendo de la situación que pasemos con ellas. Nos van amoldando una parte de nosotros.

Algunas personas se vuelven frías por el daño que han recibido de personas rotas. Otras tienen la suerte de llenarse de amor y vivir de amor desde que nacen. Sin embargo, también existen personas que tienen una pequeña dosis de cada. De todo daño que llevan porque lo consideran como una parte de ellos y ese amor que han sentido en destellos de luz. Momentos.

Personas que han llenado un poco ese corazón lleno de cicatrices. Que sigue latiendo porque sigue teniendo todas esas metas allí arriba. En las nubes, deseando demostrar y demostrarse que la vida no es fácil, que hay factores –en este caso, personas– que te harán caer. Y otras que te harán volcar y estar un poco más cerca de la luna.

MERCEDES OBIES

28 de octubre de 2020

  • 28.10.20
Para ser sincera, no tenía ganas de escribir, de volver a charlar sobre todo el infinito de caos que tengo en la cabeza. Estaba y estoy enfadada. Con el mundo. Con todo. Hace tiempo que acepté que soy diferente. Llamadme loca, rara. Me da igual. Pero poneos cómodos que os quiero contar las galaxias que lleváis dentro de vosotros y no dejáis reventar.


Cuando hablo de "galaxias" hablo de esencias, de nuestro ser más puro. De nosotros. Las galaxias a las que me refiero son todas esas cosas que somos y me refiero a ellas como "galaxias" porque son infinitas. Siempre hay más de lo que puedes llegar a imaginar. 

Y sí, como he dicho antes, estoy enfadada con todo. Porque veo que no explotáis y nos os mostráis a vosotros mismos todo el potencial que tenéis dentro. Digo "a vosotros mismos" porque cada uno debe conocer todo (de sí mismo) lo que es capaz de aportar en la vida. 

Explota. Revienta esas galaxias. Esos rincones perdidos. Sentirás un chute de adrenalina. Un viaje por diferentes mundos, que colisionan cuando te cruzas con alguien. Incluso contigo mismo. A veces sentirás que el mundo se te viene encima y te mueres de miedo. 

Sí, sé de lo que hablo porque estoy justo en ese proceso. Estoy conociendo tanto de mí misma que me asusta. Porque viví con los límites, esos que nos ponen, y ahora estoy rompiendo todas esas normas. Porque sé cuánta infinidad de cosas existen. De las que soy capaz de crear y de las que me enseñan el caos de esas personas “raras” que andan a mi lado. Raras porque rompen con la normalidad y se muestran en su verdadera esencia: sin poner límites a lo desconocido. 

Las barreras no existen: son miedos que criamos por no querer aventurarnos, por todo lo que tenemos en la cabeza... 

MERCEDES OBIES

13 de octubre de 2020

  • 13.10.20
Hola tiempo. Hace bastante que no hablaba directamente contigo y hoy me apetece escribirte directamente. Sé que todo esto lo leerán muchísimas personas. Quizá a ellos se les venga alguien a la cabeza. Y es normal. Todos alguna vez hemos vivido en la incertidumbre de la vida. Y más ahora, en un 2020 que nos distancia pero nos une; que nos enseña muchas cosas pero otras tantas nos la arrebata de golpe. 



Te escribo porque sé que, a pesar de quitarnos a seres queridos, de distanciarnos de amigos, parejas o familiares, seguimos sin aprender. Nos creemos invencibles porque aún no nos ha tocado a nosotros. Qué egoístas llegamos a ser, ¿verdad? 

Pero yo no quiero seguir así. Por eso te escribo directamente a ti, tiempo, que has elegido este 2020 para enseñarnos. Me has hecho frenar en seco y contemplar mi alrededor desde las cuatro paredes de mi casa durante meses. He visto cómo la tierra respiraba y volvía a su naturalidad cuando el ser humano no la invadía con su egoísmo: aire más limpio, calles tranquilas, flores que renacían... Paz. 

Cómo estando en casa decíamos que era injusto: qué tortura estar tanto tiempo sin poder disfrutar de la vida. ¿Cómo podemos decir eso cuando siguen existiendo zoológicos? Aún así, salimos. Pero seguimos haciendo las cosas igual de mal, o incluso peor. Echamos la culpa a los demás. Pero no nos paramos a pensar ni a entender que, si queremos un cambio, debemos empezar por nosotros mismos. 

Cuántos libros, textos, películas o charlas hablan de ti. De lo pasajero que eres. De que no esperas; de que enseñas pero no permites retroceder para corregir ese error pasado. Nos enseñas a seguir hacia adelante, teniendo en cuenta nuestros actos pasados, para que no repitamos los ya cometidos. Lo que ya debería estar aprendido. 

A pesar de que todos sepamos de ti, no te valoramos y pensamos que jamás llegará ese día que nos apague. Que jamás llegará el momento en que nos quites a quienes más queremos en nuestro día a día. Se habla de muchas cosas pero existe el miedo y, por eso, no nos enfrentamos a la realidad. Vivimos como si todo fuera eterno. 

Has elegido este año. Te has llevado a tantas personas; has alejado, has enseñado, has hecho todo en un tiempo reducido. Y, aún así, seguimos en lo mismo. Culpamos por no querer corregir nuestra parte. Sé de sobra que el 2020 no es un castigo: es el reflejo de todo el mal que llevamos haciendo durante años y que, a pesar de todo lo que nos estás intentando decir, no terminaremos de aprender. 

MERCEDES OBIES

23 de septiembre de 2020

  • 23.9.20
Revolcón de emociones. De subidas y bajadas. De distancia que separa pero une más de lo que se puede imaginar. Mundo repleto de miedo, de apostar poco. De vivir rápido y sentir despacio. Tú y yo. Sin miedos. Arriesgando. Lanzándonos. Dejándonos ser el uno con el otro. Mientras, la vida con su manía de ponérnoslo más complicado de lo que ya es.



Seguimos. Sumamos llamadas y fotos de “te quiero aquí conmigo”. Me lanzo, lo tengo claro. Nos reímos. Hablamos. Sentimos. Extrañamos. Tu esencia. Tu plenitud. Tú.

Te echo de menos. Vuelves. Sumamos más canciones. Más mensajes. Más fotos. Más ganas. Más de todo. Ahí estamos. El uno para el otro. Recortando distancia a través de la pantalla. Arreglando los malos días. Mejorando los buenos.

Porque sin buscarte te encontré. Tienes esa magia de devolverme los nervios de sentir todo por primera vez. Tú allí y yo aquí. No sé cuándo nos veremos. No tengo prisas. Te espero.

MERCEDES OBIES

16 de septiembre de 2020

  • 16.9.20
Me encontré entre la mirada de las personas que andan con prisas. Con la cabeza en cada rincón del mundo. En el pasado, en su futuro. Pero ninguna en su propio presente. Y ahí ando yo, entre el despiste. Pasando desapercibida entre los problemas, la rutina y las despedidas que no aprendemos a afrontar.



Sigo aquí, porque es donde realmente conoces a la gente. Donde sientes por un instante la pureza que puede quedar en el ser humano. Andamos en el más allá, evitando sentir ese fuego cuando vuelves a tener ese cruce de miradas. Pero que evitas. Y lo evitas porque asusta. Porque te acostumbras a vivir en la rutina. En sentir mucho y expresar poco. Así todo es más fácil. O eso te dicen.

Pero yo he decidido frenar y quedarme aquí. Experimentando. Explotando. Sintiendo. Conociendo. Viviendo. Porque sí, porque el tiempo nunca me puso pausas y me hizo correr. Tanto, que descuidé la brisa de una madrugada. Una mirada llena de ganas. Una sonrisa que el nerviosismo delata.

Frené. Me bajé de ese mundo de prisas. Y ahora sé que todo lo que no tiene sentido es lo bonito. Que todo lo que te acelera, te calma. Que no esperar nada te trae todo. Desconecta de todo y encuéntrate entre todos.

MERCEDES OBIES

2 de septiembre de 2020

  • 2.9.20
Cuando dejas de esperar que las cosas pasen, es cuando realmente todo se pone en marcha y sucede. Entiendes que nada es para siempre y que todo eso que antes dolía ya ha dejado de escocer. Comprendes que te necesitas más que a nadie en el mundo. Que no existe amor más real, que el amor propio.



He necesitado tocar fondo de verdad, verme sin fuerzas y sacar luz de la infinita oscuridad. Lo he conseguido. He sentido alivio y esa paz conmigo misma que tanta falta me hacía. Me he encontrado entre tanto caos, entre tanto desastre. Ahora soy consciente de que no tengo ningún límite que sea capaz de frenarme. Porque pienso ir a por todas, pienso ir a por mí.

Sé que el miedo siempre me mantendrá alerta, pero no impedirá que me lance a por lo que quiero. Todos escondemos esa fuerza que no somos capaces de ver. Pero os aseguro que nada ni nadie podrá arrebatarnos nuestra felicidad.

Por eso mismo, me prometo no volver a olvidarme. No volveré a sentirme pequeña ahora que sé que soy infinita. Voy a lanzarme a por todas. Me apetece vivir y aprovechar cada etapa de mi vida. Amaré todo mi caos dentro de tanto desastre. Porque es mi esencia y no voy a descuidarla nunca más.

Por mí, ahora y siempre. Me quiero.

MERCEDES OBIES

19 de agosto de 2020

  • 19.8.20
Hoy me dirijo a ti. Sí, a ti, que te has tomado unos minutos para leerme. Quiero decirte que sí, que yo a veces también me rompo: que lloro, que siento, que sufro. Que también tengo días en los que me muero de miedo. En los que siento que el mundo se me queda grande. Pero, ¿sabes qué? Aquí estamos tú y yo. Con todas las inseguridades y miedos que podamos tener. Y estoy segura de que en muchas coincidiremos y que no somos tan diferentes como podemos llegar a pensar.



Déjame decirte que hoy seguro que vuelves a estar increíble. Que el día te va a salir redondo y que si te lo propones de verdad, vas a conseguir lo que quieras. Hoy te despegarás de otro de tus miedos. Porque sí, porque sé que eres valiente y que sabrás enfrentarte a lo que se te ponga por delante.

Y cuando acabe el día, túmbate en tu lugar favorito. Y piensa la de cosas buenas que están por llegar y todas aquellas que ya has conseguido. Pero no temas escuchar el dolor que puedas sentir por personas o, simplemente, por recuerdos. Sentir es parte de nosotros.

MERCEDES OBIES

5 de agosto de 2020

  • 5.8.20
Si lo necesitas, llora y saca todo lo malo. Que no te dé vergüenza mostrarte rota. Cuídate, mímate y dedícate ahora todo el tiempo del mundo, todo el que necesites. Deja de dar explicaciones, de cargar con problemas ajenos. Cuida de ti: de tu paz, de tu ser.



Te prometo que los problemas son temporales aunque ahora te parezcan eternos. Te prometo que pasará. No puedo decirte cuándo, pero pasará. Y llegará el día en el que duela menos. Llegará ese día en el que te levantes con más ganas de ti que de cualquiera. Y sé que llegará porque hoy estás más fuerte que ayer y sé que mañana será un poco mejor.

Y no te preocupes si vuelves a llorar. Tal vez necesites que te den ese abrazo que te reconstruye y te hace la vida un poco más fácil. No te preocupes si suena esa canción que te hace llorar por todos los recuerdos que te trae. Es de valientes enfrentarse a algo sabiendo que aún nos duele y quizás sea eso lo que necesites: escucharte una vez más y sacar todo lo que te atrapa por dentro.

Con cariño, tu yo de hace cinco minutos.

MERCEDES OBIES

8 de julio de 2020

  • 8.7.20
Me resulta inevitable no querer arriesgarme una vez más. Que sí, que lo sé. Que aún siento ese pellizco cuando pienso en lo que nos pasó. Que me rompiste en mil pedazos y aún sigo recuperándome. Que sigue habiendo noches en las que me quedo pensando y, sin darme cuanta, me paso las horas enteras recordando. Porque sí. Porque así es el ser humano.



Nos lanzamos al precipicio del amor. Incluso siendo conscientes de que nos vamos a estrellar, aceleramos. Y reconozco que eso fue lo que hice contigo. Tan fuerte, que acabé en mil pedazos. Porque no quise frenar lo que sentía por un mal pasado. Por eso no salió como esperaba.

Aferrándome a esa frase que tanto decimos, “todo saldrá bien”, y olvidando que del caos sale arte, aprendizaje, amor propio, valor, coraje... Que irónico decir que ahora, estando rota, que me quiero más que nunca. Porque he aprendido a recoger esos trocitos y cuidarlos. Con tiempo, sin prisas. Conociendo cada “aquí duele” cuando recuerdo. Y me paro. Pienso. Cuido y protejo.

Y me hago infinita. Porque una vez que aprendes a quererte con todas tus imperfecciones, con tus prontos, con tus “no más”, entonces entiendes la vida. Entiendes que perder es aprender; es ganar, es saber cuidar de ti en momentos delicados. Y valoras, valoras muchísimo más los detalles, las personas que están porque quieren y no por interés.

La brisa de una tarde de verano. La adrenalina de lo nuevo, lo deseado. El besar despacio o rápido. Cuando ponen tu canción favorita en la radio. Las primeras veces. Las ganas. Los encuentros, los abrazos. Y es que, cuando te encuentras, ni el cielo es capaz de limitarte. Porque vas más allá de lo imposible. Porque siendo tuya, tan libre, tan rota, tan tú... Eres infinita(mente) deseada.

Y cuando consigues eso, ningún cabrón podrá arrebatártelo. Se llevará un trocito de ti, porque cuando te rompen te conviertes en mil pedazos y siempre alguno se queda por el camino. Y eso que entregas es parte de tu esencia. Y tienes bien claro que jamás verá tanto como tú diste. Y eso, querida mía, sí que es jodido.

Así que, gracias. Porque ahora me estoy recuperando y me estoy moldeando con las experiencias que me han enseñado. Estoy rota, no lo niego: me duele y no lo oculto. Pero, ¿podrás decir tú lo mismo cuando veas que sin ti he encontrado mi paraíso?

MERCEDES OBIES


24 de junio de 2020

  • 24.6.20
Y pasa, así sin más. Tan rápido que no te da tiempo ni a reaccionar. En cuestión de segundos, en un abrir y cerrar de ojos. En menos tiempo de lo que crees, cambia, te cambian. Ahora todo comienza de cero una vez más. Así que, respira: quizás es la expresión que más has escuchado en tu vida. Pero confía en mí Esta vez todo será distinto. Coge ese aire que tanto necesitas y respira una vez más. ¿Ves? Ahora mejor, ¿verdad?



No te pases la vida corriendo de un lado para otro. Ve despacio, disfrutando de cada paso. No tengas prisa. Caminaré a tu lado, siempre contigo. Incluso cuando pienses que estoy lejos, será ahí cuando más cerca estaré de ti. Porque nos entendemos, nos queremos. Y no es que lo hagamos todo perfecto pero es por eso por lo que tanto me gustas. Me das vida. A tu manera, pero me la das.

No son los mejores momentos, no tenemos nada que celebrar. Me atrevería a decir que estás pensando: “joder, solo me vienen problemas uno detrás de otro” o “no puedo más”. Y quizás sea cierto. Estamos hasta el cuello de las malas noticias, de los fracasos, de darlo todo y de no recibir lo mismo. Jode, duele, pero siempre seguimos adelante.

Y no escribo esto para decirte lo mismo que te puede decir cualquier persona. Escribo porque lo único valioso que puedo darte ahora mismo es un poco de mi tiempo. Y qué mejor que dejar estos minutos en una simple nota, que podrás leer y releer las veces que quieras: las que necesites.

Podrás recordar lo que se te puede olvidar con tantas cosas. Recordar que tú puedes, que no estás solo. Me tienes ahí. Que a veces frenar es bueno. Que poco es más. Que llorar satisface más que una risa forzada. Que gritar libera más que callar. Que sentarse y dejar la mente en tu mundo te ayuda mucho más que ponerse a dar vueltas como un loco.

Desconectar está bien. Pero quererse a uno mismo está mil veces mejor. Así que quiérete como jamás te has querido. Y confía en ti. Todo irá mejor. Ya está yendo mejor...

MERCEDES OBIES

10 de junio de 2020

  • 10.6.20
Nos hemos acostumbrado a vivir con prisas, sin cuidar lo que tenemos, sin valorar el tiempo. Parece que se nos olvida que todo acaba, que la vida sigue y no perdona. Que todo pasa pero que nada vuelve. Y me da mucha pena, porque hasta que no nos han obligado –y me incluyo en todo esto– a quedarnos en casa, no nos hemos dado cuenta de la puta suerte que tenemos y lo poco que lo hemos valorado.



Cuando toca casa, queremos calle. Y cuando toca calle deseamos estar en casa viendo Netflix. Quejarse es gratis, qué gran verdad. Y si pagasen por ello, todos seríamos millonarios. Pero digo yo: podíamos parar de quejarnos y dejar de querer buscar un culpable a todo esto.

Párate y piensa. Párate y valora, joder.

Disfruta de la familia, de los tuyos. Vuelve a esos juegos de la infancia. Llévate horas hablando con ese vecino o vecina. Habla de la vida, valora lo que tienes. Escribe una carta, lee un libro, escucha esas canciones que te hacen sentir vivo. Ríete, llora, extraña, siente, echa de menos... Pero, por favor, no dejes que todo siga pasando y empieza a valorar las pequeñas cosas.

Que la distancia, en vez de separar, nos una; nos haga querer mejor; nos haga ser más humanos y menos egoístas. Que estás tú, estoy yo. Estamos todos.

MERCEDES OBIES

27 de mayo de 2020

  • 27.5.20
Es difícil querer en la distancia. Querer verle, sentirle, besarle, abrazarle... y tener que conformarte con una videollamada para, así, sentirlo un poquito más cerca. Ahora lo entiendo. Ahora entiendo a todas esas personas que se enfrentan a esta realidad, que no quieren poner como límite esos kilómetros que los separan. Que dan igual las horas o los días que tardas para verle otra vez. Que cuando sientes, la distancia se mide en ganas, nunca mejor dicho.



Y esperas. Esperas a que vuelva a llegar el día para volver a lanzarte en sus brazos y perderte por completo en él. Esos abrazos que ahora valoras más que nunca desde que son tan escasos, pero necesarios. Y esperas porque sabes que merece la pena.

Esperas porque la sensación que te produce, incluso a miles de kilómetros, es brutal. Sientes cómo esas famosas mariposas las tienes durante todo el día. Que te pones nerviosa por esa llamada. Por ese mensaje preguntándote qué tal te ha ido el día.

El móvil arde porque no te das cuenta de las horas que llevas hablando, riendo, disfrutando de la historia tan bonita que tenéis. Pero la gente no lo entiende. Se limitan a decir que una relación a distancia es una putada. Pues sí, lo es. ¿A quién no le gustaría poder ver a esa persona cuando más lo necesitas?

¿Pero sabéis qué? Merece la pena. Las tardes de cine son a través de videollamadas, poniendo la peli a la vez y compartiendo de forma irónica las palomitas. Los paseos son increíbles porque viajas en cuestión de segundos a dos lugares diferentes. Aprendes a valorar, a cuidar y a experimentar más que nunca todo lo que puedes llegar a sentir por una persona a kilómetros de distancia.

Te das cuenta de lo necesarios que son los pequeños instantes. Esas risas inesperadas, esos momentos en los que estáis y te quedas embobada mirándolo, mirándoos. Y es ahí cuando te das cuenta que no hay nada que pueda con lo que sientes. Porque si quieres, esos “solo puedo verte un rato” se vuelven una puta necesidad que te sirve para recordarte que sí, que el amor existe y que la distancia no tiene el valor de romper algo tan real.

MERCEDES OBIES

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