El castillo de El Gran Capitán acogió ayer uno de los actos más significativos para la Cofradía de la Viña y el Vino. Allí fue investido Manuel Bellido Mora como Exaltador de Honor de los vinos de Montilla, en una ceremonia que contó con la colaboración del Ayuntamiento y que buscó estrechar aún más los lazos entre la ciudad y uno de sus comunicadores más queridos y comprometidos con la cultura vitivinícola de la localidad.
El encuentro, enmarcado por los muros centenarios de la fortaleza donde vio la luz Gonzalo Fernández de Córdoba, sirvió también para investir a Manuel Bellido como Señor del Pago del Cuadrado, un título que refuerza su vinculación con el terruño en el que se asientan sus explotaciones familiares y que subraya su papel como defensor de una tradición enológica profundamente arraigada en Montilla.
La presentación del exaltador corrió a cargo de Rafael Aguilar Portero, Cofrade Fino, quien situó la figura del periodista en el contexto de la larga relación entre Montilla y sus vinos. No en vano, fue pregonero de la Fiesta de la Vendimia en 2002.
Durante su intervención, Manuel Bellido quiso dedicar su exaltación a “los gladiadores del vino de Munda”: Antonio Cruz, de Velasco Chacón; Antonio Cabrera, de Bodegas Alvear y Bellido y Carrasco; Paquitín, de Velasco y Alvear; Raimundo Ortiz Reina, de Alvear; José Pino García, de Alvear; Miguel Alférez, de Márquez Panadero; y Rafael García Jiménez, de Alvear. También tuvo palabras de reconocimiento para José Luis Salas, que cada madrugada tomaba como referencia el termómetro del patio de Bodegas Pérez Barquero para dar el tiempo en el programa No son Horas de Onda Cero.
El periodista hiló un emotivo recorrido por la presencia del vino de Montilla en la historia personal y profesional de diversas figuras vinculadas a la Costa del Sol, a la cultura y a la vida diplomática y empresarial. Recordó la labor de Rafael Delgado Ruz, director de Exportación de Pérez Barquero, “que ha estado en cerca de noventa países, la mitad del planeta”, y que ha logrado fidelizar clientes en todos ellos.
También evocó la memoria del poeta y novelista Alfredo Taján, cuya familia encontró en los vinos de Montilla-Moriles un modo de reconstruir su vida tras llegar a España desde Argentina, y cuyos recuerdos familiares, vinculados a Bodegas Alvear y a Montulia, trazaron un puente emocional con la Málaga de los años setenta.
Bellido repasó historias que retratan la expansión del vino montillano por la Costa del Sol, desde la célebre Venta La Butibamba de Mijas hasta los restaurantes de Casares, donde “los paisanos de Blas Infante celebran sus alegrías con finos de Alvear”. También recuperó la memoria del montillano Javier Rodríguez, sobrino del tonelero José Luis Rodríguez, que en su restaurante Ágora pone siempre por delante los vinos de su tierra.
El periodista dedicó un espacio especial a la figura de Mariano Vergara, presidente de la Fundación Unicaja y comisario de la exposición Vino. Arte y Símbolo, un homenaje al significado espiritual y cultural del vino. Sobre él, afirmó que se inclina ante el Palo Cortado “como una verdadera maravilla: casi, casi como una prueba de la existencia de Dios”.
Entre los relatos más singulares que compartió Manuel Bellido destacaron los relativos a antiguos representantes comerciales, como Rafael Navarro Cárdenas, que logró introducir los vinos de Alvear en todos los pueblos de Málaga y alcanzar cifras de venta inusuales, o aquel juez que simultaneaba sus responsabilidades en la Audiencia Provincial con su pasión por los finos, llegando incluso a poner la botella por delante de la toga ante una advertencia disciplinaria.
También evocó al abogado Enrique Crooke Campos, miembro de una familia vinculada históricamente al negocio vinícola, cuya defensa del vino del marco Montilla-Moriles lo llevó a desafiar estereotipos sociales, prohibiciones y rigideces de su tiempo.
Su relato incluyó referencias a historias periodísticas rescatadas por Sebastián Souviron Utrera, a anécdotas de bodas en Montilla de finales del siglo XIX y a episodios recogidos en la literatura, como los descritos por Juan Eslava Galán en De la alpargata al seiscientos.
"Yo, que esencialmente soy una persona educada en el cristianismo, sin embargo me declaro aquí politeísta: mis dioses también son los Olorosos y Amontillados, el Palo Cortado, el Pedro Ximénez y los Finos en todas sus variedades", confesó Manuel Bellido, quien aclaró que "es la polivalencia de lo prodigioso, la Andalucía de la Oh, esta interjección que denota asombro y admiración ante la belleza".
El acto de ayer simbolizó, además, la recuperación por parte de la Cofradía de la Viña y el Vino de la incorporación de personalidades a la Orden de Exaltadores, una tradición que tuvo una notable vitalidad en los primeros años de la entidad y cuya huella permaneció hasta el año 2000. Una recuperación que, en palabras del secretario de la Cofradía, Luis Navarro García, supone un paso necesario para reforzar la proyección cultural y emocional del vino de Montilla.
“La Orden de Exaltadores tiene mucha trascendencia para la Cofradía y la composición de sus integrantes se caracteriza por su calidad y prestigio literario, artístico o humano, así como por su cercanía con la ciudad de Montilla y, lo más importante, por su amor a la cultura y tradiciones vitivinícolas de este privilegiado rincón del mundo”, afirmó.
Fundada en 1990, la Cofradía de la Viña y el Vino ha demostrado desde entonces un compromiso sostenido con la promoción de los vinos de la Denominación de Origen Protegida Montilla-Moriles. Sus actividades incluyen Exaltaciones y Salutaciones al Vino, ceremonias de investidura y el impulso de iniciativas culturales que buscan difundir las cualidades de los caldos montillanos. Entre sus integrantes llegaron a figurar personalidades como Mario Vargas Llosa o Antonio Gala. Asimismo, la entidad organiza la Ruta de los Lagares de Montilla-Moriles y fomenta hermanamientos con otras denominaciones de origen.
En 2023, la Cofradía recibió el reconocimiento de la Fiesta de la Vendimia de Montilla durante un acto celebrado en el Patio de La Marquesina de Bodegas Pérez Barquero, un gesto que puso de manifiesto su contribución constante a la cultura del vino en la comarca.
Entre los proyectos más recientes de Bellido destaca el documental que ultima estos días sobre la vida nocturna de Torremolinos en los años sesenta y la irrupción del rock and roll andaluz, con el respaldo de Canal Sur, la Diputación de Málaga y el Ayuntamiento de Torremolinos.
La investidura celebrada ayer no solo reconoció la brillante trayectoria de un periodista meticuloso y cercano, sino que reafirmó una ligazón emocional y cultural que lleva décadas construyéndose. Una relación en la que el vino, Montilla y el propio Manuel Bellido han sido y siguen siendo parte de una misma historia compartida.
El encuentro, enmarcado por los muros centenarios de la fortaleza donde vio la luz Gonzalo Fernández de Córdoba, sirvió también para investir a Manuel Bellido como Señor del Pago del Cuadrado, un título que refuerza su vinculación con el terruño en el que se asientan sus explotaciones familiares y que subraya su papel como defensor de una tradición enológica profundamente arraigada en Montilla.
La presentación del exaltador corrió a cargo de Rafael Aguilar Portero, Cofrade Fino, quien situó la figura del periodista en el contexto de la larga relación entre Montilla y sus vinos. No en vano, fue pregonero de la Fiesta de la Vendimia en 2002.
Durante su intervención, Manuel Bellido quiso dedicar su exaltación a “los gladiadores del vino de Munda”: Antonio Cruz, de Velasco Chacón; Antonio Cabrera, de Bodegas Alvear y Bellido y Carrasco; Paquitín, de Velasco y Alvear; Raimundo Ortiz Reina, de Alvear; José Pino García, de Alvear; Miguel Alférez, de Márquez Panadero; y Rafael García Jiménez, de Alvear. También tuvo palabras de reconocimiento para José Luis Salas, que cada madrugada tomaba como referencia el termómetro del patio de Bodegas Pérez Barquero para dar el tiempo en el programa No son Horas de Onda Cero.
El periodista hiló un emotivo recorrido por la presencia del vino de Montilla en la historia personal y profesional de diversas figuras vinculadas a la Costa del Sol, a la cultura y a la vida diplomática y empresarial. Recordó la labor de Rafael Delgado Ruz, director de Exportación de Pérez Barquero, “que ha estado en cerca de noventa países, la mitad del planeta”, y que ha logrado fidelizar clientes en todos ellos.
También evocó la memoria del poeta y novelista Alfredo Taján, cuya familia encontró en los vinos de Montilla-Moriles un modo de reconstruir su vida tras llegar a España desde Argentina, y cuyos recuerdos familiares, vinculados a Bodegas Alvear y a Montulia, trazaron un puente emocional con la Málaga de los años setenta.
Bellido repasó historias que retratan la expansión del vino montillano por la Costa del Sol, desde la célebre Venta La Butibamba de Mijas hasta los restaurantes de Casares, donde “los paisanos de Blas Infante celebran sus alegrías con finos de Alvear”. También recuperó la memoria del montillano Javier Rodríguez, sobrino del tonelero José Luis Rodríguez, que en su restaurante Ágora pone siempre por delante los vinos de su tierra.
El periodista dedicó un espacio especial a la figura de Mariano Vergara, presidente de la Fundación Unicaja y comisario de la exposición Vino. Arte y Símbolo, un homenaje al significado espiritual y cultural del vino. Sobre él, afirmó que se inclina ante el Palo Cortado “como una verdadera maravilla: casi, casi como una prueba de la existencia de Dios”.
Entre los relatos más singulares que compartió Manuel Bellido destacaron los relativos a antiguos representantes comerciales, como Rafael Navarro Cárdenas, que logró introducir los vinos de Alvear en todos los pueblos de Málaga y alcanzar cifras de venta inusuales, o aquel juez que simultaneaba sus responsabilidades en la Audiencia Provincial con su pasión por los finos, llegando incluso a poner la botella por delante de la toga ante una advertencia disciplinaria.
También evocó al abogado Enrique Crooke Campos, miembro de una familia vinculada históricamente al negocio vinícola, cuya defensa del vino del marco Montilla-Moriles lo llevó a desafiar estereotipos sociales, prohibiciones y rigideces de su tiempo.
Su relato incluyó referencias a historias periodísticas rescatadas por Sebastián Souviron Utrera, a anécdotas de bodas en Montilla de finales del siglo XIX y a episodios recogidos en la literatura, como los descritos por Juan Eslava Galán en De la alpargata al seiscientos.
"Yo, que esencialmente soy una persona educada en el cristianismo, sin embargo me declaro aquí politeísta: mis dioses también son los Olorosos y Amontillados, el Palo Cortado, el Pedro Ximénez y los Finos en todas sus variedades", confesó Manuel Bellido, quien aclaró que "es la polivalencia de lo prodigioso, la Andalucía de la Oh, esta interjección que denota asombro y admiración ante la belleza".
El acto de ayer simbolizó, además, la recuperación por parte de la Cofradía de la Viña y el Vino de la incorporación de personalidades a la Orden de Exaltadores, una tradición que tuvo una notable vitalidad en los primeros años de la entidad y cuya huella permaneció hasta el año 2000. Una recuperación que, en palabras del secretario de la Cofradía, Luis Navarro García, supone un paso necesario para reforzar la proyección cultural y emocional del vino de Montilla.
“La Orden de Exaltadores tiene mucha trascendencia para la Cofradía y la composición de sus integrantes se caracteriza por su calidad y prestigio literario, artístico o humano, así como por su cercanía con la ciudad de Montilla y, lo más importante, por su amor a la cultura y tradiciones vitivinícolas de este privilegiado rincón del mundo”, afirmó.
Fundada en 1990, la Cofradía de la Viña y el Vino ha demostrado desde entonces un compromiso sostenido con la promoción de los vinos de la Denominación de Origen Protegida Montilla-Moriles. Sus actividades incluyen Exaltaciones y Salutaciones al Vino, ceremonias de investidura y el impulso de iniciativas culturales que buscan difundir las cualidades de los caldos montillanos. Entre sus integrantes llegaron a figurar personalidades como Mario Vargas Llosa o Antonio Gala. Asimismo, la entidad organiza la Ruta de los Lagares de Montilla-Moriles y fomenta hermanamientos con otras denominaciones de origen.
En 2023, la Cofradía recibió el reconocimiento de la Fiesta de la Vendimia de Montilla durante un acto celebrado en el Patio de La Marquesina de Bodegas Pérez Barquero, un gesto que puso de manifiesto su contribución constante a la cultura del vino en la comarca.
Entre los proyectos más recientes de Bellido destaca el documental que ultima estos días sobre la vida nocturna de Torremolinos en los años sesenta y la irrupción del rock and roll andaluz, con el respaldo de Canal Sur, la Diputación de Málaga y el Ayuntamiento de Torremolinos.
La investidura celebrada ayer no solo reconoció la brillante trayectoria de un periodista meticuloso y cercano, sino que reafirmó una ligazón emocional y cultural que lleva décadas construyéndose. Una relación en la que el vino, Montilla y el propio Manuel Bellido han sido y siguen siendo parte de una misma historia compartida.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR



























































