El Ayuntamiento de Montilla y el Museo Garnelo han condenado el ataque sufrido ayer en el Museo Naval de Madrid por el cuadro Primer homenaje a Cristóbal Colón, una de las obras más reconocidas del pintor José Santiago Garnelo y Alda. El suceso tuvo lugar ayer, coincidiendo con el desfile por el Día de la Fiesta Nacional en la capital de España, cuando dos activistas de Futuro Vegetal —un colectivo de desobediencia civil y acción directa que lucha contra la crisis climática— irrumpieron en una de las salas del museo y arrojaron pintura roja sobre el monumental lienzo de seis metros de ancho por tres de alto.
Estado en el que quedó el cuadro tras el acto vandálico (MUSEO NAVAL)
El equipo de Restauración del Museo Naval trabaja para limpiar el lienzo (MUSEO NAVAL)
La escena, captada por varios visitantes y difundida en redes sociales, desató la confusión y el desconcierto entre el público. En cuestión de segundos, el personal de seguridad redujo a las jóvenes, que habían gritado “¡12 de octubre, nada que celebrar!” antes de vandalizar el cuadro. Tras el ataque, la Policía Nacional procedió a la detención de las dos activistas, que fueron primero “retenidas por un funcionario” del museo hasta la llegada de los agentes. Las detenidas están acusadas de un delito contra el patrimonio y fueron trasladadas a dependencias policiales para tomarles declaración y ser puestas a disposición judicial.
Según el comunicado del grupo activista, la intervención buscaba denunciar “todos los genocidios” y cuestionar lo que consideran “la narrativa colonialista” de las instituciones españolas. “Actuamos contra todos los genocidios. Las instituciones fascistas cuentan otra historia; nosotras rompemos con su narrativa”, publicaron en sus redes sociales. Luna Lagos, portavoz del movimiento, añadió que el 12 de octubre “es la celebración de siglos de opresión, explotación y genocidio de la población originaria de Abya Yala”.
En declaraciones a Montilla Digital, el alcalde de la localidad, Rafael Llamas, quiso transmitir anoche su "estupor e indignación" por "un hecho injustificado sobre una obra de un gran valor pictórico". El primer edil calificó de "ataque frontal al patrimonio" el acto vandálico perpetrado por Futuro Vegetal y se mostró confiado en que los responsables de restauración del Museo Naval "puedan devolverle todo su esplendor lo antes posible".
Por su parte, José Antonio Cerezo Aranda, director honorario del Museo Garnelo, deploró el "brutal ataque" sufrido por la obra de José Garnelo y Alda. "Desde nuestros comienzos, hemos mantenido una cordial relación con el Museo Naval de Madrid, con fructíferos intercambios de información sobre esta obra clave en la representación pictórica de la Hispanidad", recordó.
Para José Antonio Cerezo, "aunque, según las primeras noticias, el lienzo no ha sufrido daños severos, importa el gesto, en nada acorde con el espíritu del cuadro, como encuentro de dos mundos y dos culturas". En ese sentido, se mostró confiado en que El Colón de Garnelo "vuelva a lucir, cuanto antes, con su primigenia belleza" y que "las protestas encuentren un cauce de expresión más acorde con la civilización occidental".
De igual modo, el presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes, condenó ayer "de forma enérgica" los hechos. "Este acto de violencia contra el patrimonio cultural es inaceptable y demuestra una falta de respeto absoluta hacia la memoria artística de nuestra tierra", afirmó el presidente de la institución provincial, quien reivindicó "la enorme figura de Garnelo y Alda, que fue subdirector del Museo del Prado, director la Academia Española de Roma y maestro, entre otros, de Pablo Picasso y de Salvador Dalí".
Estado actual que presenta el cuadro, tras las labores de limpieza (MUSEO NAVAL)
"Su obra es además un tesoro para la provincia de Córdoba y su Museo de Montilla una joya de nuestra cultura", continuó Salvador Fuentes, quien exigió que "se tomen medidas de seguridad y legales para proteger nuestro patrimonio artístico de estos ataques que carecen de cualquier tipo de justificación".
Mientras tanto, el Museo Naval confirmaba a las 21:13 horas que su equipo de restauradores trabajaba en la reparación del cuadro, asegurando que la institución “continuará exhibiendo con orgullo las páginas de la historia de España escritas desde la mar”. Y apenas una hora y diez minutos después, las mismas fuentes daban por concluidas las labores de limpieza de la obra que, según las primeras estimaciones, no habría sufrido daños de consideración, dado que la pintura utilizada en el ataque sería biodegradable.
Con todo, el acto vandálico sufrido ayer por esta obra de José Santiago Garnelo y Alda va más allá de lo material. En Montilla, la noticia cayó como un jarro de agua fría porque el pintor no solo es una figura reconocida en los manuales de historia del arte, sino también un símbolo local, una herencia artística que forma parte del alma cultural de la ciudad. Además, Primer homenaje a Cristóbal Colón es una de sus obras más monumentales y complejas, y su presencia en el Museo Naval ha sido motivo de orgullo para generaciones de montillanos.
Primer homenaje a Cristóbal Colón fue pintado en 1892 y presentado en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, no recibió la acogida esperada. Un año más tarde, y tras algunos retoques, conquistó la Medalla de Oro en la Exposición Universal de Chicago.
El investigador Daniel Ortiz Pradas, Doctor en Historia del Arte y profesor de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, profundizó hace veinte años en ese episodio y en la enigmática historia de las dos versiones de la obra.
En su estudio, publicado en el primer número de la revista J. Garnelo, Ortiz Pradas plantea que “tras el fracaso obtenido en la primera Exposición, Garnelo retocara el lienzo, añadiendo o cambiando ciertas partes del cuadro, las más criticadas sin duda, buscando una mayor aceptación en el siguiente certamen”. Y es que, según explica el especialista, la crítica de 1892 “se centró en la excesiva teatralidad de la escena, llegando incluso a comparar la rama del árbol con el decorado de un teatro”.
El resultado de esos cambios —hoy visibles en la versión vandalizada ayer en el Museo Naval— fue, en palabras del autor, doble: “Con estos cambios, el pintor obtuvo dos cosas: la primera, engrandecer la figura de Colón y dotarlo de un mayor protagonismo dentro de la escena; y la segunda, ganar en dinamismo y vitalidad”.
La pintura, de formato apaisado, representa la llegada de Cristóbal Colón a la isla de San Salvador, en el archipiélago de los Lucayos. Inspirado en el diario del propio navegante, Garnelo muestra el instante en que los indígenas entregan obsequios al Almirante de la Mar Océana.
En la versión definitiva, dañada ayer por las activistas de Futuro Vegetal, el artista introdujo elementos de fuerte carga simbólica, como “la gran cruz que aparece detrás de Cristóbal Colón, como símbolo de la presencia religiosa en el Nuevo Mundo”, o la sustitución de un papagayo por un recién nacido, “que subraya el carácter heroico, casi divino, del Almirante”.
Ortiz Pradas, que ha dedicado años al estudio de José Santiago Garnelo y Alda, destaca que “por muchas críticas que se le puedan hacer a esta pintura, su calidad y técnica resultan innegables y es, sin duda, una de las piezas más destacables de la colección del Museo Naval”. La luz que se desliza sobre la piel de los cuerpos, dice el investigador, fue “muy alabada en su tiempo” por su delicado juego de contrastes y sombras.
Garnelo, formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pertenece a la llamada “segunda generación de pintores de historia”. Supo combinar el rigor académico con una sensibilidad moderna, cercana al realismo y al estudio del aire libre. Su Primer homenaje a Cristóbal Colón no es solo una escena histórica: es también una reflexión sobre el encuentro de dos mundos, el poder de la fe y la ambición humana.
Por eso el ataque de ayer ha resultado especialmente doloroso en Montilla, pues no se ha tratado únicamente del daño físico a un cuadro, sino de la herida simbólica que deja sobre la memoria colectiva y sobre un artista cuya obra forma parte del patrimonio emocional de la localidad, donde falleció el 29 de octubre de 1944, para ser enterrado en el panteón que su familia tiene en la Parroquia de Santiago Apóstol.
El incidente reabre, además, un debate más amplio: el de la vulnerabilidad del arte ante la protesta. En los últimos años, museos de toda Europa han sido escenario de actos similares, en los que obras maestras se convierten en víctimas colaterales de causas reivindicativas. En este caso, la pintura de Garnelo, que durante más de un siglo ha sobrevivido al paso del tiempo, vuelve a ser protagonista —aunque ahora por un motivo triste y ajeno a su grandeza—.
Como recordaba el propio Ortiz Pradas, “si existen dos versiones diferentes del mismo tema, o si por el contrario, es un lienzo reaprovechado, tiene una importancia relativa”. Lo esencial, afirmaba, es preservar su legado. Y esa es precisamente la tarea urgente que ahora recae sobre los restauradores del Museo Naval: devolver la dignidad a una obra que, más allá de su superficie dañada, sigue latiendo con la fuerza de un tiempo que aún interpela al público.
La escena, captada por varios visitantes y difundida en redes sociales, desató la confusión y el desconcierto entre el público. En cuestión de segundos, el personal de seguridad redujo a las jóvenes, que habían gritado “¡12 de octubre, nada que celebrar!” antes de vandalizar el cuadro. Tras el ataque, la Policía Nacional procedió a la detención de las dos activistas, que fueron primero “retenidas por un funcionario” del museo hasta la llegada de los agentes. Las detenidas están acusadas de un delito contra el patrimonio y fueron trasladadas a dependencias policiales para tomarles declaración y ser puestas a disposición judicial.
Según el comunicado del grupo activista, la intervención buscaba denunciar “todos los genocidios” y cuestionar lo que consideran “la narrativa colonialista” de las instituciones españolas. “Actuamos contra todos los genocidios. Las instituciones fascistas cuentan otra historia; nosotras rompemos con su narrativa”, publicaron en sus redes sociales. Luna Lagos, portavoz del movimiento, añadió que el 12 de octubre “es la celebración de siglos de opresión, explotación y genocidio de la población originaria de Abya Yala”.
En declaraciones a Montilla Digital, el alcalde de la localidad, Rafael Llamas, quiso transmitir anoche su "estupor e indignación" por "un hecho injustificado sobre una obra de un gran valor pictórico". El primer edil calificó de "ataque frontal al patrimonio" el acto vandálico perpetrado por Futuro Vegetal y se mostró confiado en que los responsables de restauración del Museo Naval "puedan devolverle todo su esplendor lo antes posible".
Por su parte, José Antonio Cerezo Aranda, director honorario del Museo Garnelo, deploró el "brutal ataque" sufrido por la obra de José Garnelo y Alda. "Desde nuestros comienzos, hemos mantenido una cordial relación con el Museo Naval de Madrid, con fructíferos intercambios de información sobre esta obra clave en la representación pictórica de la Hispanidad", recordó.
Para José Antonio Cerezo, "aunque, según las primeras noticias, el lienzo no ha sufrido daños severos, importa el gesto, en nada acorde con el espíritu del cuadro, como encuentro de dos mundos y dos culturas". En ese sentido, se mostró confiado en que El Colón de Garnelo "vuelva a lucir, cuanto antes, con su primigenia belleza" y que "las protestas encuentren un cauce de expresión más acorde con la civilización occidental".
De igual modo, el presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes, condenó ayer "de forma enérgica" los hechos. "Este acto de violencia contra el patrimonio cultural es inaceptable y demuestra una falta de respeto absoluta hacia la memoria artística de nuestra tierra", afirmó el presidente de la institución provincial, quien reivindicó "la enorme figura de Garnelo y Alda, que fue subdirector del Museo del Prado, director la Academia Española de Roma y maestro, entre otros, de Pablo Picasso y de Salvador Dalí".
"Su obra es además un tesoro para la provincia de Córdoba y su Museo de Montilla una joya de nuestra cultura", continuó Salvador Fuentes, quien exigió que "se tomen medidas de seguridad y legales para proteger nuestro patrimonio artístico de estos ataques que carecen de cualquier tipo de justificación".
Mientras tanto, el Museo Naval confirmaba a las 21:13 horas que su equipo de restauradores trabajaba en la reparación del cuadro, asegurando que la institución “continuará exhibiendo con orgullo las páginas de la historia de España escritas desde la mar”. Y apenas una hora y diez minutos después, las mismas fuentes daban por concluidas las labores de limpieza de la obra que, según las primeras estimaciones, no habría sufrido daños de consideración, dado que la pintura utilizada en el ataque sería biodegradable.
Con todo, el acto vandálico sufrido ayer por esta obra de José Santiago Garnelo y Alda va más allá de lo material. En Montilla, la noticia cayó como un jarro de agua fría porque el pintor no solo es una figura reconocida en los manuales de historia del arte, sino también un símbolo local, una herencia artística que forma parte del alma cultural de la ciudad. Además, Primer homenaje a Cristóbal Colón es una de sus obras más monumentales y complejas, y su presencia en el Museo Naval ha sido motivo de orgullo para generaciones de montillanos.
Una obra con una curiosa historia detrás
Primer homenaje a Cristóbal Colón fue pintado en 1892 y presentado en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, no recibió la acogida esperada. Un año más tarde, y tras algunos retoques, conquistó la Medalla de Oro en la Exposición Universal de Chicago.
El investigador Daniel Ortiz Pradas, Doctor en Historia del Arte y profesor de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, profundizó hace veinte años en ese episodio y en la enigmática historia de las dos versiones de la obra.
En su estudio, publicado en el primer número de la revista J. Garnelo, Ortiz Pradas plantea que “tras el fracaso obtenido en la primera Exposición, Garnelo retocara el lienzo, añadiendo o cambiando ciertas partes del cuadro, las más criticadas sin duda, buscando una mayor aceptación en el siguiente certamen”. Y es que, según explica el especialista, la crítica de 1892 “se centró en la excesiva teatralidad de la escena, llegando incluso a comparar la rama del árbol con el decorado de un teatro”.
El resultado de esos cambios —hoy visibles en la versión vandalizada ayer en el Museo Naval— fue, en palabras del autor, doble: “Con estos cambios, el pintor obtuvo dos cosas: la primera, engrandecer la figura de Colón y dotarlo de un mayor protagonismo dentro de la escena; y la segunda, ganar en dinamismo y vitalidad”.
La pintura, de formato apaisado, representa la llegada de Cristóbal Colón a la isla de San Salvador, en el archipiélago de los Lucayos. Inspirado en el diario del propio navegante, Garnelo muestra el instante en que los indígenas entregan obsequios al Almirante de la Mar Océana.
En la versión definitiva, dañada ayer por las activistas de Futuro Vegetal, el artista introdujo elementos de fuerte carga simbólica, como “la gran cruz que aparece detrás de Cristóbal Colón, como símbolo de la presencia religiosa en el Nuevo Mundo”, o la sustitución de un papagayo por un recién nacido, “que subraya el carácter heroico, casi divino, del Almirante”.
Ortiz Pradas, que ha dedicado años al estudio de José Santiago Garnelo y Alda, destaca que “por muchas críticas que se le puedan hacer a esta pintura, su calidad y técnica resultan innegables y es, sin duda, una de las piezas más destacables de la colección del Museo Naval”. La luz que se desliza sobre la piel de los cuerpos, dice el investigador, fue “muy alabada en su tiempo” por su delicado juego de contrastes y sombras.
Garnelo, formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pertenece a la llamada “segunda generación de pintores de historia”. Supo combinar el rigor académico con una sensibilidad moderna, cercana al realismo y al estudio del aire libre. Su Primer homenaje a Cristóbal Colón no es solo una escena histórica: es también una reflexión sobre el encuentro de dos mundos, el poder de la fe y la ambición humana.
Por eso el ataque de ayer ha resultado especialmente doloroso en Montilla, pues no se ha tratado únicamente del daño físico a un cuadro, sino de la herida simbólica que deja sobre la memoria colectiva y sobre un artista cuya obra forma parte del patrimonio emocional de la localidad, donde falleció el 29 de octubre de 1944, para ser enterrado en el panteón que su familia tiene en la Parroquia de Santiago Apóstol.
El incidente reabre, además, un debate más amplio: el de la vulnerabilidad del arte ante la protesta. En los últimos años, museos de toda Europa han sido escenario de actos similares, en los que obras maestras se convierten en víctimas colaterales de causas reivindicativas. En este caso, la pintura de Garnelo, que durante más de un siglo ha sobrevivido al paso del tiempo, vuelve a ser protagonista —aunque ahora por un motivo triste y ajeno a su grandeza—.
Como recordaba el propio Ortiz Pradas, “si existen dos versiones diferentes del mismo tema, o si por el contrario, es un lienzo reaprovechado, tiene una importancia relativa”. Lo esencial, afirmaba, es preservar su legado. Y esa es precisamente la tarea urgente que ahora recae sobre los restauradores del Museo Naval: devolver la dignidad a una obra que, más allá de su superficie dañada, sigue latiendo con la fuerza de un tiempo que aún interpela al público.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: MUSEO NAVAL
FOTOGRAFÍA: MUSEO NAVAL




















































