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COLEGIO PROFESIONAL DE PERIODISTAS DE ANDALUCÍA

Mostrando entradas con la etiqueta Negro sobre blanco [Aureliano Sáinz]. Mostrar todas las entradas
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25 de diciembre de 2022

  • 25.12.22
Todo el mundo sabe que ya se acabó el Mundial de Catar (dichosa manía de poner Qatar en inglés). Todo el mundo sabe que la copa se la llevó la Selección argentina. Todo el mundo ha visto la pasión desatada en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires. Todo el mundo ha escuchado que a Messi se le entronizado como “el mejor jugador de la historia del fútbol” (saltándose a la torera a Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, magnífico jugador y gran persona).


Algunos se enteraron de que Catar es un Estado teocrático, que se rige por leyes islámicas, en el que muchos de los derechos humanos son ignorados, a pesar de que este país, cuya enorme riqueza proviene del petróleo, tiene ciudades futuristas en las que murieron 6.500 trabajadores inmigrantes durante las obras de la construcción de los estadios y que vivían en régimen de semiesclavitud.

Algunos aficionados continúan creyendo que los jugadores de su equipo “sienten sus colores”, tal como ellos mismos los sienten, sin que todavía se hayan hecho conscientes de que el espectáculo global en el que se ha convertido este deporte se rige por los criterios crematísticos del mercado.

En fin, todavía algunos siguen con una pasión incondicional a las estrellas del balompié, como si fueran héroes o santos que han venido de las alturas para salvarnos de un mundo caótico, violento, con terribles catástrofes y desigualdades, por lo que se les venera e, incluso, se les hacen plegarias para los saquen de unas vidas saturadas de problemas.

No soy, como se puede deducir, el primero en considerar que el fútbol es una auténtica religión, no solo en Argentina, aunque este país se lleve la palma. Esto ya nos lo llevan contando sin parar los medios de comunicación, dado que, por ejemplo, a Diego Armando Maradona puede vérsele en estampas de esos pequeños altares que algunas familias crean en sus domicilios y al que se le reza pidiendo distintos favores.

Y es que, en el fondo, no es muy disparatado decir que el fútbol globalizado, en el que ahora nos movemos, se ha convertido en una auténtica religión, pues, tal como nos apuntaba el psicólogo Erich Fromm, existen los distintos cultos socialmente reconocidos a los que se puede estar adscritos, pero que, en lo más recóndito del ser, los sentimientos o las pasiones más profundas serían lo que de verdad mueve a los individuos.

Como era de esperar, Messi ya está junto a Maradona en el corazón de muchos argentinos que veneran a ambos como héroes o santos a los que nombran con total respeto y admiración, lanzándoles plegarias, al tiempo que sienten que los dos les dan sentido a sus turbulentas vidas, sacándolos del anonimato y llenándoles de ese orgullo del que tan necesitados se encuentran.

Pero la “subida de Messi a los cielos” ya estaba profetizada hace años por la omnipresente publicidad (otra de las fuentes que generan grandes sumas de dinero a estos héroes de nuestro tiempo y a los equipos a los que pertenecen).

Por si alguien tuviera alguna duda de lo que indico, muestro la imagen profética de una marca de ropa juvenil en la que aparece el antiguo jugador del Barcelona y ahora del PSG francés. Ahí le vemos con la cara todavía aniñada, sin la barba ni los tatuajes que posteriormente empezaría a lucir.

Con el fin de convencernos de este milagro, a la marca MESSIAS-STILE se le ocurrió que podría oscurecer la ‘S’ y el guion del nombre para que los lectores pudieran ver de modo destacado y con las letras doradas el término MESIAS, como si el jugador fuera un flamante profeta que baja del cielo (o sube hacia él) para ofrecernos una buena nueva a todos los mortales.

Además, para que no quede duda de la bondad de este nuevo líder, en el centro de su camiseta porta el mensaje “In love we trust” (“Creemos en el amor”), por lo que no le falta el mensaje de paz y bondad que años atrás nos traía.

Y es que parece ser que a este mundo tan prosaico, tan frío, tan cargado de malas noticias, tan duro a veces de soportar, y ante la pérdida de otras convicciones, le viene bien que todos confiemos en que el astro argentino tiene algo de mágico, de sobrenatural, por lo que si creemos en él y le seguimos incondicionalmente nos hará felices a todos los sufridos terrícolas (al menos durante el tiempo en el que lo veamos jugando en los campos de fútbol y embelesándonos con sus increíbles jugadas).

AURELIANO SÁINZ

18 de diciembre de 2022

  • 18.12.22
La guerra desatada por la Rusia de Putin contra Ucrania el 24 de febrero de este año 2022, en la que hemos podido visionar algunas de las imágenes del horror, y que no es necesario que ahora las describa, ha roto la idea que teníamos de que las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial no las íbamos a volver a conocer en el suelo europeo.


Bien es cierto que el desmembramiento de la antigua Yugoslavia en la década de los noventa conllevó a los enfrentamientos de las repúblicas que conformaban este estado, con graves atentados a los derechos humanos contra la población civil, hasta que finalmente acabó configurándose un nuevo mapa de pequeños países que tiempo atrás se habían encontrado unidos en una república federal.

Sin embargo, dentro del conflicto ruso-ucraniano que ahora parece enquistado, no solo se ataca a un país soberano, sino que también se ha barajado la amenaza de una guerra nuclear por parte de Rusia como respuesta a una hipotética participación de fuerzas militares de países de la OTAN.

A estas alturas del conflicto bélico, las interpretaciones de las causas y de las implicaciones de las distintas naciones y estamentos de poder pueden ser diversas, ya que las miradas hacia esta guerra no se acaban desde una única perspectiva. Y puesto que la tan deseada paz parece a estas alturas algo difícil de lograr, me ha venido a la mente una pequeña obra de Erasmo de Róterdam (1466-1536), Lamento de la paz, que merece la pena ser leída, puesto que la religión también forma parte de los factores que se dan cita en numerosas batallas entre países.

El origen de este texto se encuentra en que este destacado escritor y filósofo de los Países Bajos entrevió las guerras de religión que comenzarían a desatarse en suelo europeo a comienzos del siglo XVI y que acabarían extendiéndose a lo largo del siglo siguiente.

De este modo, el autor del Elogio de la locura, su obra más conocida y publicada con anterioridad en 1511, hace hablar en primera persona a la Paz, de forma que el nuevo libro resulta ser una invectiva contra la guerra y sus infinitos males, apelando a favor de la concordia y la tolerancia entre los pueblos.

Erasmo de Róterdam siguió siendo sacerdote de la Iglesia católica, confesión que nunca abandonó a pesar de que todos los trabajos que publicó acabaron censurados e incluidos en el Índice de Obras Prohibidas en el Concilio de Trento. También, desde el otro lado, fueron rechazadas por la mayoría de los pensadores protestantes seguidores de Lutero, Calvino o Zuinglio.

Para aproximarnos a su decidido pensamiento contrario a las guerras que se iniciaban entre católicos y protestantes en el siglo XVI, extraigo algunas de sus ideas vertidas en Lamento de la paz, ya que parece que vuelven a tener actualidad por el apoyo que ha mostrado el patriarca Kirill de la Iglesia ortodoxa rusa al defender abiertamente el belicismo de Vladimir Putin, y que ha sido contestado por parte de Volodímir Zelenski anunciando la separación de la Iglesia ortodoxa de Ucrania de la de Rusia.

“Todos los libros sagrados”, nos dice, “sean del Antiguo o del Nuevo Testamento, no hablan más que de la paz y la concordia, pero la vida de los cristianos es un embrollo de intrigas y guerras. ¿De dónde viene esa barbarie que ninguno de los ejemplos de Cristo es capaz de vencer ni mitigar? Que los cristianos se atengan de una vez a la doctrina de Cristo y vivan en paz como les enseñó, o que dejen de llamarse en vano de cristianos. ¿Hasta cuándo tendremos que esperar para advertir que sus vidas contradicen la belleza del nombre que ostentan? Ya pueden adornar con cruces sus templos y sus hábitos, que Cristo no reconocerá símbolo alguno, salvo el de la concordia que él mismo prescribió”.

No comparto con este gran humanista que el Antiguo Testamento (no así el Nuevo Testamento) sea un referente de la paz, pues no hay más que acercarse al mismo para conocer los horrores nacidos de las batallas que se describen en el mismo.

Otras ideas que me parecen relevantes, y que extraigo de Lamento de la paz, son las siguientes: “Las guerras alejan de sí la fuente de felicidad humana y atraen la marea de todas las calamidades”; “Los animales no se matan entre ellos dentro de su misma especie: la víbora no muerde a la víbora y el lince no desgarra al lince”; “Los hombres discuten, pelean o combaten encarnizadamente y no hay saqueo, masacre, robo, destrucción sacra o profana, ni alianza lo bastante santa que los pueda apartar de su furia, aunque esta los condene siempre a la ruina”; “En las familias ha irrumpido la malvada discordia que incluso divide a aquellos a quienes tantos lazos unen”, etc.

Lo que nunca podría imaginar Erasmo de Róterdam es que, con el paso de los años, habría pequeñas máquinas voladoras llamadas drones que desde el cielo bombardearían y matarían a la población civil y todo con la bendición de Kirill, el patriarca moscovita.

No me extiendo más, dado que, tal como apuntaba el pensador holandés, parece que las distintas confesiones religiosas carecen de una fuerza de convicción suficiente cuando se trata de alejar el fantasma de la guerra e, incluso, se convierten en factores que las justifican, aún en contra de los principios de paz que suelen predicar, como estamos ahora viendo en esta terrible guerra en Ucrania.

AURELIANOS SÁINZ

11 de diciembre de 2022

  • 11.12.22
El dibujo libre, sobre el que llevo investigando más de tres décadas, se ha mostrado como un excelente medio para conocer las ideas, las emociones y los sentimientos más recónditos de las personas, y de modo muy singular en los escolares y estudiantes de distintos niveles educativos, puesto que a través de él nos es posible penetrar en ese mundo tan difícil de escrutar como son las creencias y las pasiones del ser humano.


Los lectores que siguen los artículos que semanalmente publico en Andalucía Digital ya se habrán familiarizado con el conocimiento de los sentimientos de los niños y adolescentes a través del dibujo de la familia. En esta ocasión quiero hacer una pausa en este tema tan apasionante para presentarles una investigación que llevó la psicóloga Ester Alonso y que, asesorada por mí, se publicó en la revista Psichologies.

El objetivo de este trabajo era conocer la idea que tenían de Dios los escolares que compartían las aulas y pertenecían a familias, residentes en España, de distintas creencias religiosas. Para ello se les hizo la siguiente propuesta: “Dibuja tu Dios”. Una vez que hubieron terminado el dibujo se les invitó a que escribieran en otra hoja lo que habían querido representar en sus dibujos.

Para la publicación en Psichologies se seleccionaron siete dibujos de niños y niñas de diferentes credos y que son los que mostraré en este artículo. Tengo que aclarar que, de alguna manera, había que buscar los más representativos de cada uno de las creencias registradas y que, de nuevo, los presentaré en el mismo orden en el que aparecieron en la revista. Por otro lado, y como preservación de la privacidad, solo se indicaba en la revista el nombre del niño o de la niña que había realizado el dibujo. Veamos, pues, los resultados.


Este primer dibujo corresponde a Pablo, perteneciente a una familia católica no practicante, según nos dijeron los padres de este niño de 6 años. El pequeño, una vez terminado el dibujo, comentó: “Dios es un amigo que vive en el cielo. Ve todo lo que hacemos y nos concede deseos. Aunque creas que no habla, desde el cielo se comunica con nosotros a través de los deseos que nos concede, porque Dios nos quiere a todos por igual”.

En el artículo, aparte del comentario de los escolares, cada dibujo se acompañaba de un breve extracto de la interpretación que yo realizaba, y que en este caso decía: “Pablo ofrece una imagen de Dios amable, que se separa de la muerte, la culpa y la redención de los pecados que transmite la Iglesia católica. Por otro lado, la utilización de los colores luminosos aporta la imagen de un ser poderoso, cargado de serenidad y bondad”.

El siguiente trabajo corresponde a Marco, un chico de 11 años de familia protestante. El comentario lo realizó en la propia hoja en la que realizó el dibujo, por lo que directamente podemos leer: “Dios es inteligente. Tiene poder sobre todos y es creador de todo. Es bueno, grande y fuerte. Sabe hacer todo y nos cuida”.


La breve reflexión que realicé era la siguiente: “Para Marco, Dios está en el cielo, ya que lo sugiere a través de una rayita, viendo todo lo que pasa abajo en la Tierra. Lo curioso es que su poder y fuerza quedan expresados a través del dibujo de los músculos que le traza. Por otro lado, la idea de la Trinidad la resuelve mediante el dibujo de tres nubes en las que incorpora el nombre de cada una de las personas que la forman. En la parte de abajo, muestra el mundo en el que viven las personas”.

El tercer dibujo pudiera parecer el más desconcertante de todos, puesto que Sofía A., una niña de 6 años de familia china, lo que dibujó fue una casa con muchas ventanas y gran diversidad de colores en la fachada. La pequeña nos dijo lo siguiente: “La amistad es lo mejor. Creo en la amistad. En esta casa vivo yo con todos mis amigos”.


Para comprender el significado de este dibujo en relación a la propuesta que se le hizo hay que tener en cuenta que las raíces de la familia eran budistas y en el budismo la idea de un Dios creador del universo no aparece.

Es más, en el idioma tradicional del chino mandarín, según me comentó una profesora universitaria amiga de origen chino, la palabra “Dios” no existe. Ello no quita que la pequeña Sofía representara la casa como símbolo de protección y de paz, de modo que su incipiente idea de espiritualidad está ligada a los conceptos de felicidad y de amistad.

En cierta ocasión que mostré a mis alumnos esta investigación, uno de ellos no estaba muy conforme con el cuarto dibujo que apareció en la revista, correspondiente a Rosario, una niña de 9 años de familia católica practicante.


Por mi parte, le indiqué que seleccionamos el tema que más se había repetido en los dibujos de los niños, puesto que todo investigador debe mostrarse neutral, independientemente de sus gustos o creencias. Lo peor que puede hacer es distorsionar lo que los sujetos investigados manifiestan.

Pues bien, lo que escribió Rosario era muy breve: “Es el mismo Dios que dio la vida por nosotros y que ahora está en los cielos”. El breve comentario que se acompañó al dibujo y que realicé fue el siguiente: “Rosario manifiesta claramente que ha interiorizado la religión católica que transmite la iglesia de Roma. Tiene presente la idea de culpa, de la redención de los pecados a través de la crucifixión y la generosidad extrema del creador que muere por la humanidad”.


En nuestro país vive un gran número de musulmanes, por lo que no era de extrañar que aparecieran dibujos de escolares de esta confesión religiosa. Para el artículo seleccionamos el trabajo de Abdurraman, un chico de 13 años de familia islámica. Lo que escribió acerca del dibujo fue lo siguiente: “Dios es el único. Él envió a Moisés, a Jesús y a nuestro profeta Mohammad. Cada uno tiene un mensaje: evocamos a adorar a un solo Dios y que el Islam es la última religión”.

El comentario que realicé y que acompañó al dibujo fue el siguiente: “Dios no se puede dibujar en el Islam y Abdurraman expresa sus creencias mediante el dibujo de una mezquita y de la fiesta del Ramadán. La composición denota la madurez gráfica propia de un preadolescente. Puesto que es un dibujo libre, manifiesta que ha interiorizado y razonado conceptos propios de la religión familiar”.


Sofía B., la chica de 10 años, autora del sexto dibujo, pertenece a una familia judía practicante. Una vez que terminó el dibujo, escribió lo siguiente: “Para mí, Dios es alguien muy bueno al que pedimos muchas cosas. Por ejemplo, que nos dé suerte en los estudios, fuerza y que nos proteja a mí, a mi familia y a mis amigos”.

La comunidad judía en nuestro país no es excesivamente numerosa; no obstante, el judaísmo tiene gran relevancia porque es el origen y forma parte de las tres grandes religiones monoteístas. Teniendo en cuenta la imagen creada por su autora, el texto que le acompañó fue el siguiente: “Esperar la llegada del Mesías es una creencia específica del judaísmo ortodoxo”.

“De este modo, Sofía a sus 10 años ya ha entendido que el enviado de Dios tiene que venir a la Tierra para confirmar al pueblo elegido, por lo que aparece bajando de las nubes. Plásticamente es un buen dibujo, tanto por la composición como por los colores, al tiempo que ofrece una imagen amable del Mesías, el enviado del Creador al que se le pide ayuda a través de las oraciones”.

Finalmente, el último trabajo corresponde a Shyam, un chico de 11 años de familia hindú. Su dibujo es el que más nos puede sorprender a los ojos de los occidentales, puesto que el desconocimiento de las religiones orientales en nuestro país es enorme y si se sabe algo son cosas un tanto superficiales.

Lo más curioso es que Shyam escribió en español y en hindi el mismo texto, siendo el siguiente: “Primero le rogamos a Ganesh. Los padres de Ganesh son Mahadev y Parvati. Ganesh tiene cuatro manos. Ganesh da ojos a los ciegos, dinero a los pobres y también hijos a los que no tienen”.


El comentario realizado fue el siguiente: “En un dibujo muy elaborado, se presenta una imagen de la cultura hindú, perfectamente reconocible, dado que ha sido plasmada de manera muy fiel, ajustándose a las creencias que Shyam ha recibido de su familia. Puesto que el autor vive en España, donde las creencias religiosas son muy diferentes a las de su familia, esta realidad le impulsa a ceñirse lo más posible a la religión de su cultura de origen”.

Como colofón a este trabajo, quisiera decir que vivimos constitucionalmente en un país aconfesional, en el que todas las creencias, religiosas y laicas, tienen cabida, y, teóricamente, con igual trato hacia ellas, aunque todavía se esté lejos de una cultura de la tolerancia, en el sentido de que la pluralidad debe ser verdaderamente respetada, tanto en los ámbitos públicos como en las relaciones particulares. Cuando llegue ese momento podemos empezar a pensar que caminamos en la dirección de una sociedad madura, en la que la paz social empieza a ser un hecho real y palpable.

AURELIANO SÁINZ

4 de diciembre de 2022

  • 4.12.22
Hay un conocido dicho popular que dice “La cara es el espejo del alma”. Con ello esta frase nos viene a manifestar que a través del rostro no solo expresamos nuestras emociones, que pueden ser entendibles por los gestos, sino también la personalidad de cada uno de nosotros.


Hemos de comprender, sin embargo, que estas formas de sabiduría popular no pueden entrar en matizaciones, por lo que acudo a Castilla del Pino para indicar que la cara es la parte del cuerpo especializada en la expresión, convirtiéndose en un medio privilegiado de comunicación extraverbal; aunque este autor, de manera acertada, explica la diferencia que, según él, se da entre cara y rostro.

Así, en su obra Conductas y actitudes, nos indica que la cara “se define por los rasgos que posee: redonda, labios gruesos, cejas espesas, nariz ancha, etcétera, y esos rasgos se mantienen con pocas variantes a lo largo de tiempo. [No obstante] sobre esa cara con sus rasgos de relativa permanencia aparece el rostro”. A lo que añade: “El rostro, en cambio, se hace para cada situación, para cada interacción con algún otro, por lo que se dice coloquialmente que para cada situación ponemos una cara distinta. En realidad, la cara es la misma, pero hemos hecho y ofrecido rostros distintos”.

Las líneas anteriores se podrían sintetizar en la idea de que la cara se define por sus rasgos físicos, visibles, y su estabilidad; en cambio, el rostro lo definimos por los gestos que habitualmente manifestamos en nuestras interacciones con los demás. Estas ideas iniciales vienen bien para dar continuidad al estudio iniciado sobre el dibujo de las emociones, al tiempo que explicar el significado del que he seleccionado para la portada.

En este caso, el alumno quiso manifestar que la propia cara sirve para crear gestos que acaben engañando al otro que nos mira. Así, con la cara se puede ofrecer un rostro amable y sonriente que, en el fondo, oculta lo que interiormente siente el sujeto. Para ello ha acudido a dibujar la parte que faltaba con un color azul intenso y agresivo, que para nada corresponde con la sonrisa que muestra en la foto que se realizó y que fotocopió en blanco y negro para realizar el trabajo en la clase.


Como bien sabemos, el mundo de los sentimientos o pasiones es verdaderamente complejo. Y si ahora entramos en las emociones negativas, por fuerza, tenemos que citar una de ellas que forma parte de la estructura emocional de todos nosotros, al igual que de todas las especies animales. Me estoy refiriendo al miedo, emoción en la que deseo detenerme esta vez, ya que, aparte de sus aspectos individuales, tiene unas dimensiones colectivas o sociales, tal como estamos comprobando desde unos años para acá.

Quizás, este sea uno de los sentimientos negativos más estudiados en el campo de la psicología de las emociones. Así, sobre los miedos innatos, el psicólogo Arthur T. Jersild nos indica que, entre los temores primigenios que se manifiestan en la infancia, se encuentran el miedo a la oscuridad, a los extraños, a la soledad, a los ruidos y a la falta de apoyo físico, o miedo a caer. A medida que se crece irán apareciendo otros miedos como los relacionados con ciertos animales, a las criaturas imaginarias, al daño físico y a la muerte, cuando se comienza a saber que la vida tiene un límite que no podemos negar.

A estos miedos básicos, se sumarán otros de tipo psicológico: miedo al fracaso, al ridículo o a ser diferentes (física, social o intelectualmente). Y si ya nos ubicamos en la adultez, no podemos dejar fuera miedos sociales como son, por ejemplo, el relacionado con las enfermedades contagiosas (como hemos vivido con el covid) o a la pérdida del trabajo (o no ser capaces de encontrarlo), ya que esto último se ha convertido en uno de los problemas endémicos más extendidos en la actualidad.

Con lo expuesto, podemos comprender que las expresiones faciales del miedo son muy diversas: desde la controlada emocionalmente, manifestada por la seriedad del gesto, pasando por aquella en la que aparecen la contracción y la rigidez de las facciones del rostro, con mirada encogida, los labios muy pegados, y mirando hacia aquello que lo provoca, tal como intentó hacerlo la alumna autora de uno de los dibujos anteriores.

En ocasiones, al miedo se une el gesto de sorpresa, especialmente cuando percibimos un acontecimiento inesperado que lo entendemos como una amenaza física a nuestra integridad. Esta unión de emoción, asombro y temor queda reflejada en el dibujo del alumno que acudió a los rotuladores para completar la mitad de su rostro.


Otro de los autores al que podemos acudir para comprender la estructura emocional del miedo es el profesor y escritor José Antonio Marina, quien, en su excelente obra Anatomía del miedo, nos dice lo siguiente: “Un sujeto experimenta miedo cuando la presencia de un peligro le provoca un sentimiento desagradable, aversivo, inquieto, con activación del sistema nervioso autónomo, sensibilidad molesta en el sistema digestivo, respiratorio o cardiovascular, sentimiento de falta de control y puesta en práctica de alguno de los cuatro programas de afrontamiento: huida, lucha, inmovilidad, sumisión”.

Me parece de interés esta explicación, puesto que apunta a cuatro respuestas que podemos dar y que las compartimos con las demás especies animales. Así, por ejemplo, un animal como la gacela echa a correr ante el aviso de un peligro; el toro, por el contrario, embiste; otros, como el avestruz, se inmovilizan escondiendo la cabeza creyendo ahuyentar el peligro; finalmente, los lobos realizan gestos de sumisión ante el macho dominante.

Estas distintas respuestas -huida, lucha, inmovilidad o sumisión- aparecen en las distintas especies animales cuando atisban el peligro. En el ser humano, que posee una psicología mucho más compleja que la animal, los miedos acaban en reacciones de tipo psicológico, traduciéndose en ansiedad, agobios, sentimientos de culpa, disminución de la autoestima, depresiones…, ya que, a fin de cuentas, somos seres sociales.

Tendría gran interés (aunque desbordaría la extensión de este artículo) el análisis del uso que en la actualidad se hace del miedo en un mundo globalizado y virtual como una de las grandes herramientas que se utiliza para lograr la sumisión de sectores de la población para que acepten determinadas condiciones sociales o para que apoyen determinadas posiciones políticas o ideológicas.

Como es necesario ir cerrando, no me extendiendo más en este espacio que, lógicamente, debe ser breve. Solo quisiera apuntar que el miedo tiene grados, que va de lo que llamamos temor, que suele ser algo muy próximo y cotidiano, a los estados de pánico, más excepcionales, que los sufren aquellos sujetos que por sus caracteres o por los acontecimientos se sienten desbordados. A fin de cuentas, es lo que desearon manifestar las alumnas de los dos trabajos precedentes, que se dibujaron con gestos aterrados para dejar plasmados en sus rostros el miedo como terror amenazante.

AURELIANO SÁINZ

27 de noviembre de 2022

  • 27.11.22
Cada vez somos más conscientes de que conocer el mundo de las emociones es de vital importancia para nuestras vidas. Paso a paso se tiende a pensar que no solamente es la razón la que preside o debe presidir nuestras existencias, ya que los sentimientos nos acompañan desde que nacemos, por lo que son inseparables de las formas de razonamiento.


Relacionado con lo anterior, debo apuntar que a lo largo de muchos artículos he ido explicando el desarrollo emocional de niños y adolescentes a través de los dibujos de la familia realizados en las aulas de Educación Infantil y Primaria. Pero no solamente deben ser en las primeras edades cuando se estudien los sentimientos a partir de las representaciones de las familias y los miembros que las componen; también quienes van a ser futuros docentes conviene que conozcan el complejo mundo de las emociones para que puedan entenderse a sí mismos y a los escolares con los que trabajarán en el futuro.

Las emociones pueden ser estudiadas desde el punto de vista conceptual, es decir, tratando de conocerlas en los seres humanos, en los que habitan tanto las positivas (amor, alegría, confianza, sinceridad, autoestima, etc.) como las negativas (miedo, tristeza, culpa, ira, vergüenza, celos, envidia, rencor, etc.).

Bien es cierto que en algunos casos esta separación no es tan nítida, pues algunas de las denominadas negativas, caso, por ejemplo, del miedo, sirven para la supervivencia del individuo. También hay otras que son ambivalentes, es decir, que pueden cumplir una función positiva o negativa, dependiendo del motivo o estímulo que las hace emerger.

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que el rostro es la parte del cuerpo que las expresa con mayor nitidez, pues, tal como nos dice Carlos Castilla del Pino en su libro Conductas y actitudes, “la cara es la parte del cuerpo especializada en la expresión. (…) El lenguaje extraverbal está al servicio de la comunicación de nuestras emociones. (…) La lectura del rostro es fundamental para comunicarnos, para saber a qué atenernos respecto del otro".

Una vez que comprendemos el valor comunicativo del rostro, y con el fin de formar a quienes van a ser docentes, un grupo de profesores de la Facultad hemos llevado a lo largo de varios cursos un trabajo práctico que, basándonos en la experiencia Dibuja tu media cara, les planteábamos un trabajo similar a los alumnos y alumnas para que comprendieran la complejidad de las emociones.

Así pues, les indicábamos que se fotografiaran con la intención de que expresaran alguna de las emociones que habíamos analizado en clase. Realizada la fotografía, deberían hacer una fotocopia en blanco y negro en tamaño A4, para que, una vez dividida por la mitad, la pegaran a una hoja blanca y dibujaran la otra parte, con las técnicas que quisieran. He de apuntar que, además de avanzar en las técnicas gráficas, todos disfrutaban con la reconstrucción de sus rostros, que, en algunos de los trabajos, recordaban a los cómics.


Hubo que insistirles que esta actividad no era un tipo de selfi en el que se pretende quedar muy bien, sino que se buscaba la capacidad de expresar las diversas emociones del rostro, por lo que había que alejarse de algo tan habitual como son esas imágenes ideales que tanto abundan en las redes sociales. Por otro lado, se pudo comprobar que las emociones negativas son más fáciles de expresar con el rostro. De todos modos, en esta primera parte, comentaré algunas de las positivas, o cercanas a ellas, como son las dos que acabamos de ver y que manifiestan la alegría como una emoción básica del ser humano, aunque en el segundo caso la alegría se une a la sorpresa.


Todos sabemos, desde que somos pequeños, que la risa y la sonrisa son los gestos más habituales para manifestar la alegría. De igual modo, sirven para expresar la felicidad, que sería como un estado de bienestar estable, que tanto cuesta lograr, y que se suele revelar a través de la sonrisa y la serenidad del rostro. Es, a fin de cuentas, lo que han pretendido el alumno y la alumna de los dos trabajos precedentes.


En la actualidad, los emoticonos se han extendido y popularizado dentro de los mensajes digitales, ya que las palabras presentan limitaciones en el campo de las comunicaciones emocionales. Así, para indicar el amor se acude a emoticonos en los que aparecen corazones; sin embargo, en los dibujos libres se logra mayor expresividad. Por ejemplo, en el primero de los anteriores rostros la alumna deseaba manifestar el ‘enamoramiento’, por lo que acude a la mirada vuelta hacia arriba, junto con una leve sonrisa. Su compañera, en cambio, apuntó a la idea de paz y de sosiego interior, por lo que se muestra con los ojos cerrados (emociones algo complicadas de expresar a través de un emoticono).


Una emoción ambivalente es la duda, pues puede tener efectos contrapuestos, según el tema del que se trate y de la persona afectada. Si, por ejemplo, esperamos la confirmación de una buena noticia, pero no sabemos cuándo la recibimos, esa incertidumbre se vive con cierto nivel de inquieta alegría. Es lo que manifiestan las dos alumnas precedentes, de modo que sus miradas no son frontales, sino que los ojos se desplazan hacia los lados para dibujar esta emoción. Sin embargo, hay otras dudas que acaban agobiándonos, en función de la relevancia del tema que nos provoca incertidumbre.


De modo similar a la duda, otra emoción ambivalente es el asombro, ya que puede tener un sentido positivo o favorable, o negativo en el sujeto que se siente invadido por esta emoción. Así, la alumna que aparece en la portada de este artículo muestra un rostro en el que los ojos se abren mucho ante lo que se encuentra contemplando (aunque, por la forma de realizar el rostro y el esbozo de una cierta sonrisa podemos entender que es algo favorable). Otro modo de manifestar el asombro se logra a través de un rostro con una boca bien abierta, tal como lo expresan el alumno y la alumna precedentes.

Para cerrar esta primera entrega sobre el dibujo de las emociones, quisiera agradecer a los estudiantes que participaron en esta experiencia, por el entusiasmo con la que la acogieron y que tan buenos resultados se lograron.

AURELIANO SÁINZ

20 de noviembre de 2022

  • 20.11.22
Uno de los sentimientos básicos del ser humano es el de la autoestima, muy ligado a otros como el amor (propio), la alegría y la felicidad, que, a fin de cuentas, son indicios de sentirse bien consigo mismo. Por otro lado, debemos entender que la autoestima, además de los sentimientos indicados, se encuentra estrechamente relacionada con dos factores de tipo psicológico: la autoimagen y el autoconcepto, que se irán formando a medida que se crece.


Vemos, pues, que la autoestima aúna los campos afectivos y cognitivos de la persona, de modo que comienza a gestarse en la infancia a partir de elementos emocionales, como resultado de las expresiones de cariño de los padres hacia los hijos, para, posteriormente, y a medida que se adquiere autonomía, ir afianzando la imagen que se tiene de sí mismo, y de la que se supone se recibe de los demás, junto con los valores y cualidades que configuran el mapa del autoconcepto personal.

El fondo complejo de la autoestima proviene de que, ya como adultos, somos conscientes de que formamos parte de una sociedad altamente problemática, en la que tenemos que afrontar numerosos retos en nuestras relaciones cotidianas. En la actualidad, por ejemplo, las nuevas tecnologías, los medios de comunicación y las redes sociales nos sitúan frente a una cultura de la información en la que la rapidez y la instantaneidad han modificado los hábitos y comportamientos de tiempos pretéritos.

Ya no son solo las experiencias y las relaciones interpersonales directas, o las obtenidas a través de lecturas las que conforman el conjunto de nuestros conocimientos. Ahora se amplían, se multiplican y se diversifican por el conjunto de datos virtuales que recibimos de entornos muy alejados del nuestro, por lo que solemos vernos desbordados frente a acontecimientos en los que no podemos actuar, lo que genera cierta impotencia frente a una realidad que nos hace dudar de nosotros mismos.

Sabemos, por otro lado, que, en el proceso de configuración de la personalidad, llega el momento en el que uno tiene que valerse por sí mismo y tomar decisiones relevantes e intransferibles en las que juega un papel crucial la autoestima.

En apoyo a lo indicado, y aludiendo a los orígenes, los psiquiatras franceses Christophe André y François Lelord apuntan a tres factores como los pilares de la autoestima: amor propio, buena autoimagen y confianza en sí mismo. Según los autores citados, “hoy sabemos que el amor a uno mismo depende, en gran medida, del amor que nos prodigó nuestra familia cuando éramos niños y de los alimentos afectivos que nos ofrecieron”.

Llegados a este punto, cabe preguntarse: “¿Cómo podemos conocer los inicios de la autoestima en los niños?”. Desde la perspectiva en la que trabajo, quisiera indicar que el dibujo libre es un instrumento idóneo para indagar en los campos emocionales, por lo que ahora mostraré y comentaré varios dibujos en los que a través de la representación de la familia expresan esa naciente seguridad y confianza hacia sí mismos, que, sin lugar a duda, es, en gran medida, la manifestación de lo que ellos reciben de su entorno familiar.

Por ejemplo, si nos fijamos en el dibujo de la portada, el hecho de que su autora se haya dibujado la primera es una manifestación de confianza en sí misma, ya que se ha seleccionado para comenzar a representar el grupo familiar.


Otra de las manifestaciones de la identidad personal, en el caso de los escolares de Educación Infantil, es el aprendizaje del trazado del propio nombre. Desde que son bebés, han escuchado de sus padres su pronunciación cuando les hablaban; pero el que ellos aprendan a plasmarlo por medio de unos signos llamados letras supone un cierto orgullo personal.

Es lo que manifiesta una niña de 5 años que, al realizar el dibujo de la familia, se sitúa en medio de las figuras materna y paterna, una vez trazada la mesa del comedor. La pequeña, muy contenta, una vez terminado el dibujo de las figuras, escribió el nombre de cada uno de los tres miembros, con la alegría y satisfacción de que ya sabe hacerlos.


Otra manifestación de la autoestima se expresa por medio del tamaño con el que se traza a uno mismo. Esto queda bien reflejado en el trabajo de Adrián, un niño de 5 años que tiene TEA, es decir, Trastorno del Espectro Autista. En su dibujo alcanza un nivel gráfico similar al de otros niños de su edad, de modo que el pequeño se dibuja muy grande, con los brazos hacia arriba, como expresión de júbilo o alegría.

Llama la atención el trazado de dos soles y el hecho de que la figura femenina no represente a su madre, como habitualmente suele suceder, sino a una amiga que tiene en el colegio; pero esto forma parte de ese mundo emocional de niños y niñas con TEA, en el que resulta muy complicado penetrar.


La aceptación de la propia imagen da lugar a que se favorezca la autoestima. Como ejemplo de lo que indico, muestro el dibujo de Paula, una niña que había cumplido los 6 años y que, al pedir en la clase que dibujaran a una familia, me mostró la escena que acabamos de ver.

Dado que la niña es zurda, comenzó representando a su madre en el lado derecho de la lámina y con una larga melena; pasó a dibujarse a sí misma también con un pelo muy largo, incluso superior al de su madre; acabó, en el poco espacio que le quedaba, con la figura paterna. La pequeña autora manifiesta la autoestima y la identidad femeninas por la proximidad a su madre y por el trazado de esas melenas exuberantes.


A medida que se crece, los géneros masculino y femenino comienzan a diferenciarse también por los distintos gustos en los juegos. Como bien sabemos, en el caso de los niños, el fútbol es un juego colectivo con el que tempranamente se identifican.

Es lo que plasma Enrique, de 7 años, que representó a su familia alrededor de su deporte favorito, incluyendo a su hermana que hace de portera. El autor, como señal de autoestima y confianza en sí mismo, se dibuja en el centro de la escena; detrás aparecen su padre y su madre, a los que ha dibujado con un solo brazo, pero esto no es un error, ya que la dificultad del trazado del perfil de las figuras humanas lo conduce a la idea de que los dos brazos van juntos, tapándose el uno al otro en la misma dirección.


La autoestima se puede expresar a partir de la seguridad y el sentimiento de protección que llegan de los padres. De este modo, la autora del dibujo anterior lo manifiesta con bastante nitidez en la escena que ha plasmado. Así, en un plano general cercano al espectador, se representa a sí misma, siendo el centro de atención de la imagen; detrás, traza a su padre y su madre, de menor tamaño, puesto que están algo alejados. Las figuras paterna y materna se muestran, pues, como protectoras de la protagonista de la escena, ofreciéndole afecto y confianza, valores emocionales que recibe de sus progenitores y que son la base de su naciente autoestima.


Para cerrar este breve recorrido por la expresión gráfica de la autoestima, quisiera presentar otro ejemplo de este sentimiento manifestado a través de la cohesión y el cariño familiar. Tal como hemos ido viendo, debemos entender que en estas edades niños y niñas son básicamente receptores de los afectos de los adultos, aunque, lógicamente, ellos tienen también que responder a esas manifestaciones. Es lo que expresa gráficamente la autora del dibujo anterior, una chica de 11 años que ha representado a los miembros de su familia juntos y cogidos de la mano. Por otro lado, ella, que es la última en aparecer, se dibuja con su mascota, un pequeño perro que lo conduce con una correa.

AURELIANO SÁINZ

13 de noviembre de 2022

  • 13.11.22
Quienes son amantes de la lectura, y de modo especial quienes siguen las obras de Luis Landero, ese maestro de la fabulación, ya saben que recientemente le ha sido concedido el Premio Nacional de las Letras Españolas, reconocimiento que, de manera ininterrumpida desde 1984, viene otorgando el Ministerio de Cultura.


Para que se entienda la importancia de este galardón, quisiera apuntar que lo han recibido autores tan relevantes como Julio Caro Baroja (1985), Gabriel Celaya (1986), Miguel Delibes (1991), Carmen Martín Gaite (1994), Francisco Umbral (1997), Ana María Matute (2007) o Rosa Montero (2017), por citar algunos dentro de los treinta y nueve autores nominados. A ello tendría que indicar que once de los premiados también lo fueron con el Premio Cervantes, que es el reconocimiento más grande que se puede obtener por las Academias de la Lengua de los países hispanohablantes.

No descubro nada si digo que Luis Landero es uno de los grandes narradores en la historia de literatura de nuestro país, por el que siento una enorme admiración y sobre el que hablé en este medio cuando publicó El huerto de Emerson, relato de autoficción, que venía a completar El balcón en invierno, en el que se mezclaban sus recuerdos, mayoritariamente de la infancia, con ficciones nacidas de una prodigiosa mente que sigue la estela de los mundos fabulados que en su día marcó Miguel de Cervantes.

En aquel artículo indicaba que conozco a Luis Landero desde que éramos unos críos, puesto que habíamos nacido en el mismo año (1948), en la misma calle (Calzada) del mismo pueblo extremeño: Alburquerque (Badajoz).

Bien es cierto que siendo un adolescente se trasladó con su familia a Madrid, por lo que le perdí la pista hasta que salió su primera novela, Juegos de la edad tardía, publicada en 1989. Esta obra fue un auténtico aldabonazo en el campo de la ficción, ya que al año siguiente recibió el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica por este trabajo.

Al igual que otros que lo leyeron por entonces, yo quedé fascinado con esta novela. A partir de ella le he ido siguiendo de manera regular en las obras que publicaba. Así, por estas fechas, y aunque había visto la luz con anterioridad en 2013, yo terminaba de leer un estudio con el título de Luis Landero, publicado por la Universidad suiza de Neuchȃtel, en el que distintos autores analizaban la mayor parte de las obras que habían salido de una mente hecha para construir relatos fabulados.

El contacto más reciente que he tenido con este amigo de la infancia se ha producido hace pocos días, cuando le pedí que, si le era posible, grabara un breve vídeo para que fuera proyectado durante el homenaje que se le iba a hacer a Antonio López Hidalgo, periodista y catedrático de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, que falleció de forma súbita el pasado mes de mayo.


Esta petición provenía de los organizadores de este homenaje, que también me pidieron otra grabación personal, dada la amistad que me unía con este gran periodista y escritor, al tiempo que me solicitaban que me pusiera en contacto con Luis Landero, ya que sabían que ambos somos de Alburquerque y que Antonio López Hidalgo lo había acompañado en las presentaciones de sus libros en Sevilla. Puntualmente, y de forma cordial, como es su carácter, Luis me remitió ese vídeo que también se vio el miércoles pasado en el salón de actos de la Facultad de Comunicación.

No me quiero extender más, pues corro el peligro de alargarme en demasía; lo que sí deseo apuntar es que el premio citado ha coincidido temporalmente con el cierre de la lectura que yo llevaba de su última novela, Una historia ridícula, en la que Landero continúa con esa forma tan cervantina de construir unos relatos en los que se mezclan situaciones y personajes que se nos antojan en tanto absurdos, lo que, por otro lado, acaba enlazando con el mundo del escritor checo Franz Kafka, al que él tanto admira.

Desde estas líneas, quisiera felicitar a este gran escritor por este reconocimiento, que viene a confirmar de manera inequívoca que forma parte de los más relevantes nombres de la literatura contemporánea de nuestro país, por lo que no viene mal que quienes no lo conozcan se asomen a algunos de sus libros, que, a buen seguro, quedarán deslumbrados por su forma de narrar.

AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO

6 de noviembre de 2022

  • 6.11.22
Uno de los temas que más llama la atención a los alumnos cuando abordamos la evolución de los sentimientos infantiles es la ausencia de algunos de los personajes que componen la familia cuando se les pide a los escolares que la representen en sus dibujos.


Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, esas ausencias están motivadas por conflictos emocionales que viven de un modo intenso en el entorno familiar y que las manifiestan en sus representaciones gráficas. Bien es cierto que son los responsables de las aulas quienes me manifiestan las situaciones en las que ellos viven, pues, la mayor parte de las veces, no conviene preguntarles directamente, dado que no son conscientes de que a través del dibujo nos están contando sus estados anímicos.

Este tema ya lo apuntó el psicólogo francés Louis Corman en su obra clásica El test del dibujo de la familia, cuestión que personalmente he podido comprobar en los trabajos de investigación que he llevado a lo largo de los años. Celos, rechazos, rencores, angustias o sentimientos de abandono, se suelen manifestar en las escenas que libremente plasman ante la propuesta que se les hace en el aula.

Así, en líneas generales, la ausencia de la figura de un hermano o una hermana, habitualmente, se debe a los celos que sienten los autores de los dibujos hacia aquel miembro familiar que no ha dibujado. Este sentimiento negativo se da con mayor intensidad en edades pequeñas. También la ausencia de la figura fraterna se produce cuando el hermano no representado muestra un carácter dominante o abiertamente hostil sobre el que ha realizado el dibujo.

Aunque llame la atención, dado que se suele pensar que en todas las relaciones paterno o maternofiliales son positivas con una abierta atención hacia los hijos, lo cierto es que no todas las familias funcionan con estas características. Hay casos de enorme frialdad, por no decir falta de cariño, por parte de los progenitores. Esto conduce a que en la vida familiar aparezcan situaciones de graves carencias emocionales y de tensión derivadas de conflictos que, en ocasiones, sus protagonistas no saben controlar delante de los menores.

Lógicamente, aunque con rasgos emocionales algo distintos, en las familias monoparentales se da con frecuencia una ausencia, aunque sea simbólica, de una de las figuras parentales. Lo más habitual suele ser la del padre; aunque hay casos de familias monoparentales en los que la ausencia corresponde a la de la madre por su fallecimiento.

Para que comprobemos cómo se manifiesta la ausencia familiar a través de los dibujos de escolares, presento una pequeña muestra de edades comprendidas entre 5 y 11 años, para que comprendamos el significado de esas lagunas emocionales.

Comienzo por el de la portada que corresponde a una chica de 11 años que estudiaba en sexto curso cuando realizó el dibujo de la familia tras habérselo propuesto en su clase. Como podemos ver, en la escena solo aparecen ella y su propia madre, reflejando la ausencia paterna en su propio mundo.

Apreciamos, no obstante, la madurez gráfica de la chica, ya que las dos figuras se muestran en un primer plano alargado, con miradas de medio perfil y un alto grado de realismo de los rostros. Comenzó por la figura que la representa a ella misma, pasando posteriormente a trazar la de su madre. El hacerlo por sí misma, podría ser una manifestación de seguridad; no obstante, hay un cierto sentimiento de soledad que queda insinuado por el amplio espacio de la lámina que queda vacío detrás y al que ambas le dan la espalda. A mi modo de entender, es la manifestación implícita de rechazo a la figura paterna que no aparece en la escena.


El dibujo que acabamos de ver corresponde a un niño de 5 años que vivía con sus abuelos maternos, ya que su madre lo tuvo siendo soltera y lo dejó al cuidado de ellos, puesto que tenía que trabajar fuera de casa para mantenerlo, por lo que no podía prestarle la atención como a ella le hubiera gustado. El problema de la ausencia paterna, generadora de sentimientos de soledad, se le agudizó con la enfermedad y el fallecimiento de su abuela, por lo que se encontró viviendo solo con su abuelo y acompañado de su madre en los días que podía contar con ella.

Por las anotaciones que yo tenía de este dibujo, y que me proporcionó su profesora, debo apuntar que el niño no hablaba con ninguno de sus compañeros de clase. Esto es comprensible, pues el fallecimiento temprano de su abuela fue un impacto importante para el pequeño. Así, en el dibujo solo aparecen su abuelo y su madre; no se dibuja a sí mismo, porque se siente triste, insignificante y carente de valor.


En este caso, nos encontramos con un dibujo en el que falta la figura materna. Se trata del trabajo de una niña de 8 años que la vemos representada junto a su padre, no apareciendo en la escena ni su madre ni los otros dos hermanos que tenía. Comenzó por el trazado de la figura que la representaba, pasando posteriormente a la de su padre. Cuando yo esperaba que continuara con el resto de la familia, me encuentro que la autora traza dos grandes montañas con los picos blancos y cayendo una nevada entre ellos.

Al preguntarle a la niña por qué no aparecía ni su madre ni sus hermanos, la respuesta que recibí es que “no cabían”. No quise interrogarle más pues no quería incomodarla, ya que su respuesta era claramente evasiva. De todos modos, simbólicamente ha acudido a la representación de dos elementos en pico, lo que implica algo punzante (¿padres enfrentados?), y a una nevada que cae entre ellos, como símbolo del sentimiento de frialdad y de rechazo emocional que le producen los miembros familiares ausentes.


Acabamos de ver una escena elaborada por una chica de 11 años. Al finalizar la clase de sexto curso de Primaria en la que se encontraba, y en la que había pedido que realizaran un dibujo de la familia, me entregó este en el que solamente aparece ella misma junto a su hermana mayor.

La escena, como podemos comprobar, es agradable, con los colores vivos y alegres. Por otro lado, ambas llevan unas camisetas en las que se encuentran escritas las frases “I love París” y “I love…”. No obstante, no aparecen ni su madre ni su padre en la escena, lo que verdaderamente llama la atención.

Por la edad de la autora, no me pareció oportuno preguntarle las razones de estas ausencias, ya que comprendí que era indicio de un conflicto emocional que estaba viviendo en casa, según me indicó su profesor. Este conflicto lo expresaba a través del rechazo que sentía hacia sus padres, por lo que buscaba el apoyo de su hermana mayor para sobrellevar la situación emocional que la embargaba.

Para cerrar este breve recorrido por las figuras ausentes en el dibujo de la familia, quisiera indicar que son numerosos los trabajos gráficos que tengo sobre esta cuestión, dado que, al interiorizarse los sentimientos negativos, sus modos de expresión son indirectos y no conocidos por los propios autores. De ahí el gran valor que representa el dibujo libre sobre este tema para conocer el mundo interior de quienes atraviesan conflictos emocionales relacionados con el entorno familiar.

AURELIANO SÁINZ

30 de octubre de 2022

  • 30.10.22
Uno de los debates que dominan el panorama nacional por estas fechas es la denominada Ley Trans, que, de fondo, supone un encontronazo entre el Ministerio de Igualdad y un sector feminista del PSOE, que no está de acuerdo con algunos de sus puntos. El clima de tensión ha llegado a tal nivel que una histórica militante socialista, la exdiputada ‘trans’ Carla Antonelli, se ha dado de baja en señal de protesta a lo que entiende como un alargamiento innecesario de un debate que ya debería estar zanjado y sometida la ley a la aprobación.


No me extiendo en este tema, ya que, sorprendentemente, algo que afecta directamente a una parte muy pequeña de la población –aunque no por ello deja de ser importante– se convierta en un hecho que suponga, para algunas, que la identidad de la mujer queda en entredicho si se aprueba esta ley tal como está planteada.

Curiosamente, parece ser que aquellas que la cuestionan solo piensan en femenino, cuando la ley es para las personas, es decir, para hombres o mujeres que no se identifican con el sexo con el que han nacido, por lo que también hay hombres ‘trans’ o transexuales.

No obstante, si nos fijamos en el fondo de la polémica, podemos imaginar que todo ello supone un importante avance, no solo con respecto a lo que se pensaba acerca de este tema décadas atrás sino también a lo que estaba legislado como negación de derechos que ahora se pretenden aprobar, tanto para hombres como mujeres transexuales. Por otro lado, no debemos nunca olvidar que los avances sociales son el resultado de una lucha reivindicativa permanente que, a pesar de su lento avance, acaba abriéndose paso.

Lo que acabo de apuntar, y aunque no coincida exactamente con la controversia actual, me hace recordar una corriente musical que se gestó hace cincuenta años en el mundo del rock. Corría el año 1972, cuando aparecieron dos magníficos discos, uno de David Bowie y el otro de Lou Reed, en los que se reivindicaba cierta ambigüedad en lo masculino y lo femenino a partir de las letras de sus canciones y de la estética con la que ambos se mostraban, especialmente, en las portadas de sus elepés.


Los títulos de aquellos elepés eran The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie, y Transformer, de Lou Reed. Antes de que viera la luz Ziggy Stardust (forma abreviada de referirnos al disco), el propio David Bowie había hecho pública su bisexualidad en la revista Melody Maker, por lo que crea un alter ego musical con la figura de Ziggy Stardust, una especie de astronauta bisexual y guitarrista zurdo del grupo Spiders from Mars. De este modo, y de manera no consciente, el cantante londinense inauguraba el que habría de llamarse glam rock.

Para el diseño de la portada acudió al fotógrafo Brian Ward, quien tenía su estudio en la calle Heddon de la cosmopolita ciudad. Allí, en un día lluvioso, Ward toma diecisiete fotografías en blanco y negro. Dos de ellas serán las elegidas para la portada y contraportada, tras haber sido previamente coloreadas a mano.

Así, en la portada, aparece David Bowie en la puerta del número 23 de la citada calle, embutido en una especie de mono azul, portando en su mano derecha una guitarra eléctrica, al tiempo que su pie izquierdo se apoya en un cubo de basura. Al ser coloreada la fotografía, se opta por un tono amarillo intenso, tanto para la farola que ilumina la calle como para el rótulo de una peletería en el que se lee K. West.

Puesto que se trata de un disco conceptual, yo aconsejaría oírlo de manera completa. De todos modos, hay un tema inolvidable, Starman, que conviene que lo recordemos ahora.


Pasamos de Londres a Nueva York, que es el lugar en el que podemos situar a Lou Reed en aquel 1972, fecha en la que él también saca su segundo elepé, tras su paso por la Velvet Underground. Recordemos que, tiempo atrás, se cuidaba mucho el diseño de las portadas de los elepés de vinilo, por lo que resulta curioso que el desenfoque causado por un error de revelado llamara la atención del fotógrafo Mick Rock, dando lugar a que finalmente esa fotografía le sirviera para una de las cubiertas más emblemáticas de la historia del rock. Así, Transformer, disco coproducido por David Bowie y Mick Ronson, guitarrista de Spiders from Mars, llegó a ser uno de los discos más importantes de Lou Reed.

Y es que, no por casualidad, dentro del mismo se encontraba Walk on the Wild Side, un tema casi susurrado, en el que el cantante se acompañaba de los sonidos de un persistente bajo y del potente sonido de un saxo, junto con coros femeninos que lo acompañaban. De este modo, Lou Reed logró plasmar una canción que ha traspasado las fronteras del tiempo.


Lejos han quedado los años del glam rock. Ambos artistas ya no están con nosotros. David Bowie nos dejó el 10 de enero de 2016, con un enorme legado musical tras de sí. Algo más de dos años antes, el 27 de octubre de 2013, había fallecido Lou Reed, otra leyenda del rock urbano.

Y si volvemos al punto de partida, puedo imaginarme que ambos verían con buenos ojos la Ley Trans que aún se encuentra debatiéndose en nuestro país. A fin de cuentas, con anterioridad, y con total descaro, ellos se atrevieron a ir rompiendo los rígidos moldes culturales que separaban lo masculino de lo femenino, sin que consideraran que con ello se derrumbarían los pilares de las sociedades británica y estadounidense que, por cierto, sí comenzaron a tambalearse a partir de personajes tan grotescos como Boris Johnson o Donald Trump.

AURELIANO SÁINZ

23 de octubre de 2022

  • 23.10.22
Uno de los países europeos que mejor conozco es Suiza, gracias a las numerosas estancias que he podido disfrutar a lo largo de los años. Sería prolijo comentar las singularidades de este país, ya que en gran medida presenta diferencias significativas con el nuestro, sea por el carácter, el clima, las costumbres, sus tradiciones, la multiplicidad de las lenguas que se hablan en un territorio que, aproximadamente, tiene la extensión de Extremadura y en el que viven algo más de ocho millones y medio de personas.


Dentro de esas singularidades se encuentran las políticas, puesto que Suiza es una confederación de 26 cantones, en los que se hablan alemán, francés, italiano o romanche, junto a otros dialectos de la zona. Esto nos hace ver su complejidad lingüística, aunque queda resuelta por el pluralismo idiomático de gran parte de su población.

Oficialmente, el día de la fiesta nacional es el 1 de agosto, ya que, por tradición, consideran que fue en esa fecha del siglo XIII cuando comenzaron a gestarse los primeros acuerdos de algunos de los cantones para confederarse. De todos modos, las fronteras del actual Estado suizo quedan definitivamente establecidas en el siglo XIX.

Su diversidad de lenguas, culturas y tradiciones se articuló a partir de un derecho que está muy arraigado en la confederación: el derecho a decidir a través de los referendos (utilizo el término referendo, en vez de referéndum, ya que es el aconsejado, pues es mucho más claro de pronunciar el plural en el primer caso).

En ese tema sí que hay una gran diferencia con lo establecido en nuestro país, puesto que, en el caso de España, según el Derecho Constitucional, los referendos son de tipo consultivo, es decir, que sus resultados no son vinculantes: se pueden transformar o no en normas legales. Por lo que yo pueda conocer de algunos países, en ellos los referendos sí son vinculantes, pues no tiene sentido llevar una consulta de esta índole a la población para que, después, los resultados sean meramente orientativos para el Gobierno.

Como todos sabemos, donde se ha dado un conflicto de gran envergadura ha sido con los criterios de independentistas catalanes a partir de lo que llamaron el procés que, según sus deseos, debería culminar con el derecho a un referendo de autodeterminación.

Curiosamente apelaban a las consultas celebradas en Escocia y en Canadá que, según ellos, deberían de servir de ejemplo para el Gobierno español. Ejemplos, a mi modo de ver, bastante aviesos, dado que Escocia era un reino independiente y formó parte voluntaria del Reino Unido en 1707, al tiempo que Gran Bretaña carece de constitución escrita.

Por otro lado, los intentos de la región de Quebec –de mayoritaria lengua francesa– de independizarse de la parte anglófona de Canadá fallaron en dos ocasiones. Y, de igual modo, no se tuvo en cuenta la opinión de los nativos de este país que se oponen tajantemente a que sus pueblos sean divididos y que pudieran considerarse extranjeros los unos con los otros.

Sin embargo, los defensores del supuesto derecho a la autodeterminación nunca hicieron referencia a Suiza, que es un país que celebra referendos con cierta regularidad y que ahora quisiera comentar.


Sobre este tema hablé en bastantes ocasiones con mi cuñado Markus, que, lógicamente, conocía perfectamente la realidad helvética. Dado su carácter cordial, se encargó de irme enseñando la mayor parte de los territorios de su país, de modo que pude comprobar las grandes diferencias que hay con el nuestro.

Debatimos, cómo no, sobre el sistema político tan singular que Suiza posee y, de modo especial, me interesé por los referendos que allí son tan frecuentes.

Las formas más habituales de consultas vinculantes son aquellas que se producen por la petición ciudadana con cien mil firmas (teniendo en cuenta la población que posee el país, aproximadamente, se correspondería con medio millón de firmas en España).

Pero cuando son temas de Estado, no basta con que una mayoría de quienes han votado se haya pronunciado favorablemente para que se acepte la propuesta. Es también necesario que más de la mitad de los cantones vote a favor. Esto da lugar a que se respete la diversidad de las regiones suizas.

Así, por ejemplo, cuando se llevó a consulta si el pueblo suizo quería integrarse en la Unión Europea se produjo esa doble consideración, de modo que el voto personal fue mayoritario a la pertenencia a esta nueva organización; sin embargo, la mayoría de los cantones votó en contra, por lo que finalmente la Confederación Helvética no se encuentra entre los países de la UE.

Quizás nuestro país necesitara una reforma constitucional de las consultas en referendos, de modo que si se llevan a cabo fueran vinculantes, pues no tiene ningún sentido organizarlas simplemente para recabar la opinión de la población. Y en casos de relevancia estatal, se podría acudir al modelo suizo, de modo que, por ejemplo, para que se produjera la segregación de un territorio tendría que ser aprobado por la mayoría de la población de ese territorio, al tiempo que también lo fuera por el conjunto de los españoles o de las Comunidades autónomas que conforman el país.

Me imagino que para quienes hablan de autodeterminación esto supondría una especie de atentado a la libre soberanía, otras de sus invenciones, pues la España que conocemos no es el resultado de la unión voluntaria de los territorios que la conforman. La historia, nos guste más o nos guste menos, ha caminado por otro lado muy distinto a la fantasía con la que algunos quieren reconstruir el pasado y organizar un futuro idílico (que solo está en sus sueños).

AURELIANO SÁINZ

16 de octubre de 2022

  • 16.10.22
Por estas fechas me encuentro finalizando un libro que llevará por título El dibujo de la familia, con el subtítulo de Análisis del desarrollo de las emociones infantiles a través del dibujo. Es el resultado de muchos años de investigación, por lo que las temáticas abordadas son numerosas. En esta ocasión, traigo una bastante sorprendente, puesto que se trata de la incorporación de amigos en los dibujos a las familias, como si ellos también formaran parte de las mismas.


Digo que es sorprendente puesto que los propios autores saben que sus amigos realmente no pertenecen al grupo familiar; sin embargo, el vínculo emocional naciente de la amistad da lugar a que los integren como otros miembros más. Y es que, sin ser conscientes de ello, van dando paso a que los lazos afectivos fuertes sean razones con suficiente peso para ampliar el grupo con otros componentes con los que no tienen vínculos de sangre, sino lazos de afectividad y cariño con aquellos a quienes han elegido ser amigos o amigas.

Debemos tener en cuenta que un hecho positivo en la evolución histórica de las familias es que cada vez se da más valor a los sentimientos para explicar tanto las uniones de las parejas como los lazos que vinculan a los padres con los hijos, que deben estar cimentados sobre el amor paterno y materno-filial, y no en convenciones sociales que durante mucho tiempo han estado arraigadas en las estructuras familiares.

Con un significado distinto, aunque también fundamentado en el cariño, comprobamos cómo los escolares que tienen algún animal en la casa lo suelen representar como si fuera parte de la misma familia, ya que para ellos las mascotas son un miembro más: les ponen nombres y las cuidan como si fueran pequeñas criaturas a las que hay que prestar el tipo de atenciones que ellas necesitan.

Y si hablamos de relaciones basadas en los vínculos emocionales, no cabe la menor duda de que la amistad es una de ellas, ya que todos necesitamos tener amigos, pues no nos bastan los sentimientos y afectos que surgen en el seno familiar, puesto que somos seres sociales. Conviene, pues, profundizar en el significado afectivo-emocional en la formación de las amistades de la infancia y en los inicios de la adolescencia, para comprender cómo se van gestando esos lazos en las primeras edades.

Para este caso, he acudido a dos trabajos que me parecen bastante acordes con esta temática. Se trata de Amistades infantiles, del profesor estadounidense Zick Rubin, de la Universidad de Waltham y, también, La amistad entre niños y adolescentes, del profesor francés Pascal Mallet.

En el primero de los libros citados, el autor estudia cómo se van formando las relaciones de amistad en niños pequeños. Del mismo quisiera destacar este párrafo: “Las destrezas para la amistad no solo incluyen la aptitud para lograr entrar en las actividades de grupo, sino también la de ser amigo: un compañero de juego que presta atención, aprobación y ayuda. Incluso en el primer año de vida, los niños presentan estilos diferenciados de interacción que pueden hacerles agradables o desagradables para sus compañeros”.

Como ilustración de este tema, he seleccionado cuatro dibujos que nos ayudan a entender lo expuesto. Así, el dibujo de la portada es una escena familiar realizada por una niña de 8 años que es zurda, puesto que comienza a representarse ella misma en el lado derecho de la lámina. Tras dibujarse, representa a su hermano mayor en el centro de la lámina; en tercer lugar, a su padre en el lado opuesto; junto a su padre, muestra a su madre, ambos cogidos de la mano; finalmente, muestra a su amiga jugando al fútbol con ella. Comprobamos la fuerte relación que la une a su amiga, dado que este fue la primera en ser dibujada.


En las edades inferiores es habitual que niños o niñas comiencen a dibujar a la familia empezando por ellos mismos. En realidad, es una manifestación del egocentrismo infantil, que también puede interpretarse como autoestima, ya que, a fin de cuentas, la autoestima es la cara positiva de ese partir de sí mismo.

Es lo que sucede con esta otra escena familiar, cuya autora, de 10 años, inicia la representación del grupo familiar con la figura que la representa. Pasa, posteriormente, a plasmar a su padre, su madre y su hermano mayor. Como podemos comprobar, en quinto lugar, y junto a ella, ha trazado a su “mejor amiga”, tal como ha escrito en la lámina. Es, pues, una clara integración de su amiga dentro de su propia familia como si fuera un miembro más de la misma.


Pareciera, por los dos dibujos que hemos visto, que la expresión gráfica de la amistad dentro de la familia fuera una cosa estrictamente femenina; sin embargo, en ocasiones, también encontramos trabajos de chicos que acuden a represarse con su mejor amigo cuando se les plantea este tema en la clase.

Es lo que acontece con el autor de este trabajo, un chico de 12 años que comienza a plasmar la escena familiar por sus dos mascotas –un perro y un hámster– antes de dibujarse a sí mismo. Posteriormente, aparecen su hermana y su amigo, con los que mantiene una estrecha relación. Cierra el grupo con su hermana mayor y sus padres. De modo similar a las escenas femeninas, el carácter afectivo del autor se expresa por la representación inicial de todo lo que le rodea emocionalmente.


Cierro con esta escena que corresponde a una chica de 12 años, que se encontraba en sexto curso de Educación Primaria. Como puede apreciarse, dentro de la familia ha trazado dos grupos: en la izquierda, el formado por su padre y su madre; en la derecha, el de ella misma con sus dos amigas. En medio, ha puesto a su hermanito y un enorme sol, que les sirve de puente o separación entre ambos grupos.

Hay una clara interpretación del modo en el que la autora ha plasmado a su familia: por un lado, dibuja de manera ordenada a los cuatro que componen el núcleo familiar; pero, al acercarse por edad a la adolescencia, quiere expresar ese naciente sentido de autonomía y el deseo de cierta independencia de sus padres con la inclusión de sus dos mejores amigas, como si las tres formaran un grupo con vida propia. De todos modos, es una expresión del mundo afectivo ampliado con las amistades que en esa época se tienen.

AURELIANO SÁINZ

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