El Cristo de la Oración en el Huerto ha presidido esta mañana una misa de campaña en la Plaza de la Rosa, con la que la Hermandad de Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza ha querido conmemorar el cuarto centenario de la hechura de la imagen a manos de Pedro Freila de Guevara.
La celebración, organizada por una comisión organizadora presidida por Mariano Núñez, bajo la supervisión del sacerdote Fernando Suárez Tapiador, ha comenzado a las 10.00 de la mañana, después de que el "Señor de las manos abiertas" haya abandonado la ermita de Nuestra Señora de la Rosa, sede canónica de la cofradía, en el mismo paso que, cada Jueves Santo, lo lleva por las calles de Montilla. Esta vez, no para recorrerlas, sino para presidir una ceremonia desde la misma plaza que ha sido testigo de su salida en las últimas décadas.
Este acto conmemorativo —que ha estado marcado por el calor que, desde primera hora de la mañana, se dejaba notar en la localidad de la Campiña Sur— no habría sido posible sin una investigación que rescató del olvido un capítulo fundamental de la historia religiosa montillana. En 2011, el historiador Antonio Luis Jiménez Barranco dedicó una serie de trabajos en los que documentó, en primicia, varios de los trabajos que Pedro Freila Guevara realizó para Montilla. De este modo, hizo pública la escritura notarial que confirmó la autoría de la imagen en su blog, Perfiles montillanos.
La imagen —tal y como explicó Jiménez Barranco en esta investigación que, sin duda, supuso un punto de inflexión para la propia hermandad y para el conocimiento del patrimonio devocional montillano— fue encargada al escultor Pedro Freila de Guevara, maestro mayor de Córdoba, por los fundadores de la antigua cofradía de la Limpia Concepción y Oración en el Huerto.
El acuerdo se firmó el 20 de abril de 1625 y recogía detalles minuciosos sobre la hechura de "una imagen y figura de Cristo nuestro redentor de la oración del huerto, de madera, que pueda mover las piernas y brazos y el rostro y parte del pecho encarnado", tal y como detalla la escritura original hallada por Antonio Luis Jiménez.
Como curiosidad, el tamaño de la imagen se fijó tomando como modelo a Nuestro Padre Jesús Nazareno que, ya entonces, se custodiaba en la iglesia de San Agustín de Montilla. "Además, el contrato incluyó la creación de tres figuras más: los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, así como un ángel portador de un cáliz", explica a Montilla Digital el autor de la investigación, quien detalla que el precio acordado ascendió a 155 ducados, que serían abonados en tres plazos. A su vez, la entrega del conjunto completo se fijó para el Carnaval del año siguiente, 1626.
La cofradía que promovió la creación del grupo escultórico nació en un contexto muy particular: el auge del fervor inmaculista en los primeros lustros del siglo XVII. En ese ambiente de piedad popular, surgió en Montilla una hermandad devota de la Limpia Concepción, que se estableció en la antigua ermita de Nuestra Señora de los Remedios, más tarde convertida en convento-hospital de San Juan de Dios, donde hoy se levanta el Ayuntamiento de la localidad.
"Aquella cofradía eligió como día de salida el Miércoles Santo y lo hizo con una identidad muy definida", explica Antonio Luis Jiménez, quien añade que, tal y como recogían sus constituciones, "todos los oficiales y cofrades debían estar juntos en esta iglesia, vestidos con sus túnicas y capirotes blancos de penitente y escapularios azules y, sobre ellos, la insignia de Nuestra Señora de la Limpia Concepción".
El cortejo, encabezado por el gremio de alfareros y seguido por el de hortelanos —muy relevante en la Montilla de entonces y del que el Señor de la Oración en el Huerto era patrono—, procesionaba con hachas encendidas y estandartes azules.
El paso del Cristo se cubría con un palio de tafetán azul, sostenido por varas de haya, mientras que los apóstoles aparecían vestidos también con túnicas moradas y capas azules. "El ángel, con su cáliz, cerraba la escena", detalla el autor de Perfiles montillanos.
Fruto de sus investigaciones, Jiménez Barranco ha podido reconstruir con detalle esta escenografía. "Cristo aparecía arrodillado implorante con las manos abiertas, dirigiendo su mirada al cielo, vestido con una túnica de terciopelo morado con bocamangas de tafetán galoneadas en oro".
Pero, a lo largo de estos cuatro siglos, la historia de esta imagen también ha estado marcada por periodos de silencio y pérdida. La cofradía de la Concepción Dolorosa dejó de existir en el siglo XIX, víctima de la desamortización y de los cambios ideológicos que sacudieron la religiosidad popular.
De hecho, durante décadas, la imagen del Cristo permaneció al margen del culto público. No fue hasta el año 1943 cuando la Hermandad de Jesús Preso la incorporó a su cortejo procesional del Jueves Santo. A partir de entonces, volvió a caminar por Montilla cada primavera, tal y como ha hecho hoy en su breve paseo por la Plaza de la Rosa, donde ha vuelto a estar acompañada por los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Preso.
Junto al Cristo, también se recuperó la imagen mariana de la Dolorosa, restaurada y rebautizada como María Santísima de la Esperanza. Además, desde el año 1996, un nuevo ángel confortador, obra del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra, acompaña al Señor en su paso.
Y así, cuatro siglos después de su creación, el Señor del Huerto sigue presente. No solo en la madera policromada de su imagen, sino en el tejido emocional de Montilla. Esta misa de campaña, que ha contado con representantes institucionales y de las propias cofradías de la localidad, ha sido una forma de mirarlo de nuevo, de agradecerle su presencia callada, de reconocer que la fe también se construye con memoria. Con cada oración en silencio. Con cada mirada al cielo y las manos abiertas.
La celebración, organizada por una comisión organizadora presidida por Mariano Núñez, bajo la supervisión del sacerdote Fernando Suárez Tapiador, ha comenzado a las 10.00 de la mañana, después de que el "Señor de las manos abiertas" haya abandonado la ermita de Nuestra Señora de la Rosa, sede canónica de la cofradía, en el mismo paso que, cada Jueves Santo, lo lleva por las calles de Montilla. Esta vez, no para recorrerlas, sino para presidir una ceremonia desde la misma plaza que ha sido testigo de su salida en las últimas décadas.
Este acto conmemorativo —que ha estado marcado por el calor que, desde primera hora de la mañana, se dejaba notar en la localidad de la Campiña Sur— no habría sido posible sin una investigación que rescató del olvido un capítulo fundamental de la historia religiosa montillana. En 2011, el historiador Antonio Luis Jiménez Barranco dedicó una serie de trabajos en los que documentó, en primicia, varios de los trabajos que Pedro Freila Guevara realizó para Montilla. De este modo, hizo pública la escritura notarial que confirmó la autoría de la imagen en su blog, Perfiles montillanos.
La imagen —tal y como explicó Jiménez Barranco en esta investigación que, sin duda, supuso un punto de inflexión para la propia hermandad y para el conocimiento del patrimonio devocional montillano— fue encargada al escultor Pedro Freila de Guevara, maestro mayor de Córdoba, por los fundadores de la antigua cofradía de la Limpia Concepción y Oración en el Huerto.
El acuerdo se firmó el 20 de abril de 1625 y recogía detalles minuciosos sobre la hechura de "una imagen y figura de Cristo nuestro redentor de la oración del huerto, de madera, que pueda mover las piernas y brazos y el rostro y parte del pecho encarnado", tal y como detalla la escritura original hallada por Antonio Luis Jiménez.
Como curiosidad, el tamaño de la imagen se fijó tomando como modelo a Nuestro Padre Jesús Nazareno que, ya entonces, se custodiaba en la iglesia de San Agustín de Montilla. "Además, el contrato incluyó la creación de tres figuras más: los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, así como un ángel portador de un cáliz", explica a Montilla Digital el autor de la investigación, quien detalla que el precio acordado ascendió a 155 ducados, que serían abonados en tres plazos. A su vez, la entrega del conjunto completo se fijó para el Carnaval del año siguiente, 1626.
La cofradía que promovió la creación del grupo escultórico nació en un contexto muy particular: el auge del fervor inmaculista en los primeros lustros del siglo XVII. En ese ambiente de piedad popular, surgió en Montilla una hermandad devota de la Limpia Concepción, que se estableció en la antigua ermita de Nuestra Señora de los Remedios, más tarde convertida en convento-hospital de San Juan de Dios, donde hoy se levanta el Ayuntamiento de la localidad.
"Aquella cofradía eligió como día de salida el Miércoles Santo y lo hizo con una identidad muy definida", explica Antonio Luis Jiménez, quien añade que, tal y como recogían sus constituciones, "todos los oficiales y cofrades debían estar juntos en esta iglesia, vestidos con sus túnicas y capirotes blancos de penitente y escapularios azules y, sobre ellos, la insignia de Nuestra Señora de la Limpia Concepción".
El cortejo, encabezado por el gremio de alfareros y seguido por el de hortelanos —muy relevante en la Montilla de entonces y del que el Señor de la Oración en el Huerto era patrono—, procesionaba con hachas encendidas y estandartes azules.
El paso del Cristo se cubría con un palio de tafetán azul, sostenido por varas de haya, mientras que los apóstoles aparecían vestidos también con túnicas moradas y capas azules. "El ángel, con su cáliz, cerraba la escena", detalla el autor de Perfiles montillanos.
Fruto de sus investigaciones, Jiménez Barranco ha podido reconstruir con detalle esta escenografía. "Cristo aparecía arrodillado implorante con las manos abiertas, dirigiendo su mirada al cielo, vestido con una túnica de terciopelo morado con bocamangas de tafetán galoneadas en oro".
Pero, a lo largo de estos cuatro siglos, la historia de esta imagen también ha estado marcada por periodos de silencio y pérdida. La cofradía de la Concepción Dolorosa dejó de existir en el siglo XIX, víctima de la desamortización y de los cambios ideológicos que sacudieron la religiosidad popular.
De hecho, durante décadas, la imagen del Cristo permaneció al margen del culto público. No fue hasta el año 1943 cuando la Hermandad de Jesús Preso la incorporó a su cortejo procesional del Jueves Santo. A partir de entonces, volvió a caminar por Montilla cada primavera, tal y como ha hecho hoy en su breve paseo por la Plaza de la Rosa, donde ha vuelto a estar acompañada por los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Preso.
Junto al Cristo, también se recuperó la imagen mariana de la Dolorosa, restaurada y rebautizada como María Santísima de la Esperanza. Además, desde el año 1996, un nuevo ángel confortador, obra del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra, acompaña al Señor en su paso.
Y así, cuatro siglos después de su creación, el Señor del Huerto sigue presente. No solo en la madera policromada de su imagen, sino en el tejido emocional de Montilla. Esta misa de campaña, que ha contado con representantes institucionales y de las propias cofradías de la localidad, ha sido una forma de mirarlo de nuevo, de agradecerle su presencia callada, de reconocer que la fe también se construye con memoria. Con cada oración en silencio. Con cada mirada al cielo y las manos abiertas.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR




































































































