El Ayuntamiento de Montilla instalará el próximo domingo, a las puertas de la Casa Consistorial, las placas Stolpersteine que recordarán a los montillanos que murieron en el campo de concentración nazi de Gusen. Será un acto público cargado de simbolismo y de memoria, una oportunidad para detenerse –aunque solo sea un instante– y mirar al suelo para no olvidar lo que ocurrió, ni a quiénes les ocurrió.
No es casual que estas pequeñas piezas de cemento recubiertas con una lámina de latón se coloquen justo en la acera. Tampoco que lo hagan frente al lugar donde vivieron las víctimas o, en su defecto, en espacios de paso común, como será en este caso.
Porque el proyecto Stolpersteine, ideado por el artista alemán Gunter Demnig y extendido ya a más de veinte países, pretende precisamente eso: que los ciudadanos tropiecen, simbólicamente, con el recuerdo de aquellos que un día fueron arrancados de sus vidas, de sus casas y de su tierra.
En Montilla, tal y como avanzó este periódico, será posible a partir de ahora gracias al impulso de la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine Córdoba y Jaén, que ha hecho posible la incorporación de la localidad a esta red internacional de memoria. La iniciativa busca, además, localizar a los familiares de las once personas homenajeadas –nueve de ellas fueron asesinadas y otras dos puestas en libertad– para invitarles al acto y rendirles, también a ellos, un reconocimiento colectivo.
Entre los nombres que quedarán grabados en estas baldosas de la memoria figuran los de José Carrasco Navarro, Antonio Jordano Jordano, Luis Luque Espejo, Ángel Ramírez Muñoz, Tomás Rodas Castro, Miguel Torres Alcaide y los hermanos Juan y Manuel González León. Nueve de ellos fueron asesinados en los campos de concentración nazis, principalmente en Gusen y Mauthausen, entre 1941 y 1942, tras haber huido de una guerra civil y de una dictadura que les negó un lugar donde vivir en paz.
José Carrasco Navarro fue asesinado el 1 de julio de 1941 en Gusen; su nieto, Antonio Carrasco López, mantiene viva su memoria. Antonio Jordano Jordano murió el 23 de enero de 1942 en el mismo campo, mientras que Luis Luque Espejo falleció el 10 de diciembre de 1941.
A su vez, Ángel Ramírez Muñoz fue asesinado el 21 de noviembre de 1941, y sus sobrinos han anunciado su intención de asistir al acto conmemorativo. Tomás Rodas Castro encontró la muerte el 30 de octubre de 1942; Miguel Torres Alcaide, el 28 de noviembre de 1941; y los hermanos González León también perecieron: Juan, el 11 de enero de 1942 en Gusen, y Manuel, el 25 de noviembre de 1941 en Mauthausen.
Se sabe que en 2001, los hijos de Juan y el hijo y nieto de Manuel residían en Sant Joan Despí y Sant Feliu de Llobregat, municipios barceloneses a los que emigraron en los años cincuenta del siglo pasado, llevando consigo el recuerdo de sus padres y de sus tíos.
La mayoría de estos nombres aparecieron por primera vez de forma oficial en el Boletín Oficial del Estado en 2019, cuando el Gobierno de España publicó una lista con 4.427 republicanos españoles asesinados en los campos nazis. El documento, fruto de un trabajo riguroso de investigación coordinado por el historiador Gutmaro Gómez Bravo y en el que colaboró el jiennense Arcángel Bedmar, puso luz sobre décadas de silencio.
Uno de los casos más representativos es el de Manuel González León. Aunque nacido en Lucena, se trasladó de niño a Montilla, donde creció y trabajó como carbonero. Militante del Partido Comunista, combatió en el Ejército Republicano y, tras la caída de Cataluña, cruzó la frontera francesa.
Fue internado en los campos de Barcarès y Saint Cyprien y, más tarde, deportado por los nazis a Mauthausen en julio de 1941. Solo tres meses después, murió en Gusen, con apenas 31 años. Su hermano Juan falleció poco tiempo después, en las mismas circunstancias.
La historia de los hermanos González León quedó inmortalizada en 2010, cuando el Ayuntamiento de Montilla les dedicó una plaza en la confluencia de las calles Poeta Miguel Hernández, San Juan Despí y Alfareros. Aquel homenaje fue un primer paso. El del próximo 21 de junio será, sin duda, un nuevo gesto de justicia y de humanidad.
Porque Córdoba es, tristemente, la tercera provincia española con mayor número de víctimas en Mauthausen-Gusen: 232 en total. Solo Barcelona y Madrid la superan. Y es que este tipo de iniciativas, lejos de mirar al pasado como si fuera una vitrina de museo, lo hacen como quien acaricia una fotografía: con respeto, con ternura, y con la voluntad de mantener vivo el recuerdo. Los stolpersteine no gritan, pero hablan. Y lo hacen desde el suelo, obligando a agachar la cabeza para leer lo que nunca debió ocurrir. En Montilla, muy pronto, esas voces tendrán por fin su lugar.
No es casual que estas pequeñas piezas de cemento recubiertas con una lámina de latón se coloquen justo en la acera. Tampoco que lo hagan frente al lugar donde vivieron las víctimas o, en su defecto, en espacios de paso común, como será en este caso.
Porque el proyecto Stolpersteine, ideado por el artista alemán Gunter Demnig y extendido ya a más de veinte países, pretende precisamente eso: que los ciudadanos tropiecen, simbólicamente, con el recuerdo de aquellos que un día fueron arrancados de sus vidas, de sus casas y de su tierra.
En Montilla, tal y como avanzó este periódico, será posible a partir de ahora gracias al impulso de la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine Córdoba y Jaén, que ha hecho posible la incorporación de la localidad a esta red internacional de memoria. La iniciativa busca, además, localizar a los familiares de las once personas homenajeadas –nueve de ellas fueron asesinadas y otras dos puestas en libertad– para invitarles al acto y rendirles, también a ellos, un reconocimiento colectivo.
Entre los nombres que quedarán grabados en estas baldosas de la memoria figuran los de José Carrasco Navarro, Antonio Jordano Jordano, Luis Luque Espejo, Ángel Ramírez Muñoz, Tomás Rodas Castro, Miguel Torres Alcaide y los hermanos Juan y Manuel González León. Nueve de ellos fueron asesinados en los campos de concentración nazis, principalmente en Gusen y Mauthausen, entre 1941 y 1942, tras haber huido de una guerra civil y de una dictadura que les negó un lugar donde vivir en paz.
José Carrasco Navarro fue asesinado el 1 de julio de 1941 en Gusen; su nieto, Antonio Carrasco López, mantiene viva su memoria. Antonio Jordano Jordano murió el 23 de enero de 1942 en el mismo campo, mientras que Luis Luque Espejo falleció el 10 de diciembre de 1941.
A su vez, Ángel Ramírez Muñoz fue asesinado el 21 de noviembre de 1941, y sus sobrinos han anunciado su intención de asistir al acto conmemorativo. Tomás Rodas Castro encontró la muerte el 30 de octubre de 1942; Miguel Torres Alcaide, el 28 de noviembre de 1941; y los hermanos González León también perecieron: Juan, el 11 de enero de 1942 en Gusen, y Manuel, el 25 de noviembre de 1941 en Mauthausen.
Se sabe que en 2001, los hijos de Juan y el hijo y nieto de Manuel residían en Sant Joan Despí y Sant Feliu de Llobregat, municipios barceloneses a los que emigraron en los años cincuenta del siglo pasado, llevando consigo el recuerdo de sus padres y de sus tíos.
La mayoría de estos nombres aparecieron por primera vez de forma oficial en el Boletín Oficial del Estado en 2019, cuando el Gobierno de España publicó una lista con 4.427 republicanos españoles asesinados en los campos nazis. El documento, fruto de un trabajo riguroso de investigación coordinado por el historiador Gutmaro Gómez Bravo y en el que colaboró el jiennense Arcángel Bedmar, puso luz sobre décadas de silencio.
Uno de los casos más representativos es el de Manuel González León. Aunque nacido en Lucena, se trasladó de niño a Montilla, donde creció y trabajó como carbonero. Militante del Partido Comunista, combatió en el Ejército Republicano y, tras la caída de Cataluña, cruzó la frontera francesa.
Fue internado en los campos de Barcarès y Saint Cyprien y, más tarde, deportado por los nazis a Mauthausen en julio de 1941. Solo tres meses después, murió en Gusen, con apenas 31 años. Su hermano Juan falleció poco tiempo después, en las mismas circunstancias.
La historia de los hermanos González León quedó inmortalizada en 2010, cuando el Ayuntamiento de Montilla les dedicó una plaza en la confluencia de las calles Poeta Miguel Hernández, San Juan Despí y Alfareros. Aquel homenaje fue un primer paso. El del próximo 21 de junio será, sin duda, un nuevo gesto de justicia y de humanidad.
Porque Córdoba es, tristemente, la tercera provincia española con mayor número de víctimas en Mauthausen-Gusen: 232 en total. Solo Barcelona y Madrid la superan. Y es que este tipo de iniciativas, lejos de mirar al pasado como si fuera una vitrina de museo, lo hacen como quien acaricia una fotografía: con respeto, con ternura, y con la voluntad de mantener vivo el recuerdo. Los stolpersteine no gritan, pero hablan. Y lo hacen desde el suelo, obligando a agachar la cabeza para leer lo que nunca debió ocurrir. En Montilla, muy pronto, esas voces tendrán por fin su lugar.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: DEPOSITPHOTOS.COM
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