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Aureliano Sáinz | ¿Qué sucede en Colombia?

Desde principios de mayo estamos recibiendo noticias inquietantes de Colombia, ese país de habla hispana colindante con Venezuela del que, por otras razones, este segundo se había convertido en el foco de los incansables ataques de la derecha política, como si todos los males se concentraran en la tierra de Simón Bolívar.


Colombia, como país que tiene el doble se superficie que España y que posee una población que supera los 50 millones de personas, tiene su propia historia, alberga una enorme riqueza cultural y humana, apenas es conocido por nosotros, a pesar de los lazos que nos unen.

Así, las noticias puntuales que nos llegan son flases que apenas nos posibilitan entender el levantamiento popular que se ha producido contra la subida de impuestos que el Gobierno de Iván Duque aprobó y que suponía una sobrecarga a una población que soporta crisis que se van superponiendo unas a otras.

Puesto que recientemente escribí sobre Chile, me ha parecido oportuno hacerlo en esta ocasión con este otro país hermano. En este caso pensé que lo mejor sería hacerlo con la profesora María Isabel Mena, del grupo Culturales –al que pertenezco–, formado por profesores universitarios de México, Colombia, Chile, Argentina y España, y que quincenalmente se reúne telemáticamente para abrir debates de diversos temas de interés común.

Sobre María Isabel Mena, sucintamente, quisiera indicar que es licenciada en Historia por la Universidad del Valle y magíster en Investigación Social Interdisciplinaria. En la actualidad está realizando su tesis doctoral en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Coordinadora del movimiento pedagógico “África en la escuela”, en 2017 fue galardonada con el grado de Honoris Causa en Cultura de Paz por la fundación Amigos de la Unesco. Ex asesora externa del Ministerio de Cultura y del Ministerio de Educación. Imparte docencia en la cátedra sobre derechos humanos, raza, enseñanza de la historia, infancia de la negritud en universidades tanto nacionales como internacionales.

—Para comenzar, María, me gustaría que nos hablaras de tu país, ya que, a pesar de que los lazos históricos que unen a los españoles con el pueblo colombiano son muy fuertes, lo cierto es que las noticias que nos llegan de los países de lengua hispana suelen ser pocas y de tono impactante, como las manifestaciones y la represión que se están produciendo por estas fechas en Colombia.

—Te puedo asegurar, Aureliano, que Colombia es una nación de gente muy buena, trabajadora y pujante. Seguramente algunas personas habrán escuchado que, dado que estamos atravesados por tres cordilleras, esa bendición nos otorga una especie de paraíso, lo que permite tener frutos todo el año, variedad de animales, plantas y recursos minerales en abundancia. Por ejemplo, el nacimiento de las ballenas jorobadas en nuestro territorio es una prueba de esa maravilla territorial.

Paradójicamente, esa bendición también precipita que seamos uno de los países más desiguales de América Latina. Para dar una idea de ello, las personas más ricas en Colombia son cinco familias desde la época de la colonia, y el resto, casi cuarenta millones de ciudadanos, vive en la extrema pobreza, al punto que el rebusque es la única fuente de empleo para millares de hogares.

Vivir tanta gente en condiciones de marginalidad llevó a que los niños y jóvenes, entre otros grupos, sean presa fácil de la delincuencia común, como también de los actores ilegales que hoy nos convierten en el segundo país en víctimas de la guerra interna que desangra al país, día a día. Casi ocho millones de víctimas. Es un dato espeluznante. Y el 70 por ciento de ellas son de raza negra, lo que da una idea particular de la textura social de mi país.

—Con lo que nos dices, cuesta imaginar el abismo de desigualdad y violencia que nos comentas, más aún, teniendo en cuenta la diversidad racial que hay en tu país… Puesto que tú eres de raza negra, te invitaría a que nos explicaras el origen de la población negra en Colombia y nos contaras qué representa en el conjunto del país.

—Gracias por esta pregunta. Te comento que las élites colombianas sufren un exacerbado narcisismo, se sienten descendientes directos de los europeos, por lo que han mantenido una idea de pureza racial que contrasta con una mínima ojeada al territorio colombiano, donde el ojo se percata inmediatamente que somos un pueblo bastante colorido, producto del fenómeno histórico de la trata y la esclavitud africana.

Hoy somos alrededor de cinco millones de ciudadanos los que nos reconocemos como parte de la comunidad negra en Colombia. Este no es un dato menor, ya que el Estado nacional siempre ha querido negar esa presencia por la vía del subregistro de esta población y, con ello, bajarle la temperatura a las demandas por la dignidad que aparecen desde el mismo momento de la historia africana.

—Tú has sido una gran defensora de la negritud y, en concreto, de la negritud colombiana. Ya que eres profesora, ahora te pregunto: ¿cómo la viven los niños y niñas negros su identidad racial, ya que este es el tema de tu tesis doctoral?

—Es cierto. Parte de mi activismo se basa en la visibilidad de los niños negros que parecen no existir ni en la academia colombiana, ni en la política pública, ni curiosamente para el mismo movimiento de la negritud que moviliza una agenda bastante nutrida por la eliminación del racismo y la discriminación racial.

A pesar de ello, se documentan pocos casos de racismo con niños escolarizados y ese es el objetivo central de mi tesis doctoral: explorar cómo se expresan los niños pintando su negritud a sabiendas de la existencia de un color, conocido como ‘color piel’, que los obliga a colorear el cuerpo con esa única tonalidad. Esa situación hay que frenarla, porque les causa sufrimiento y les obliga a socializarse en cuerpo ajeno. En consecuencia, hay una identidad racial ambigua desde ese tipo de sujeto y, por mi parte, estoy encantada de contribuir a dar a conocer esta situación.

—Pasemos a otro tema. Durante años, Colombia vivía sumida en un largo conflicto armado en el que participaban las guerrillas de las FARC y el ELN, las que mayor tiempo de existencia han tenido en América Latina. Para resolverlo, se abrió un proceso de paz de las FARC con el Gobierno que culminó el 24 de noviembre de 2016. ¿Cómo se ha vivido ese proceso con la guerrilla más numerosa de tu país?

—El proceso de paz tiene muchas complejidades. Así, desde que se armó la guerrilla hasta hoy no se ha podido resolver porque hay fracciones de las hegemonías colombianas a las que les conviene la guerra, para venderle al ciudadano que es necesario la creación de ejércitos locales de quien pueda pagarles.

De este modo, el surgimiento del paramilitarismo está atado a esa idea de que el Estado no protege a la ciudadanía, ni ha sido eficiente en la eliminación de los carteles de la droga o las armas. Pero sí logra movilizar su artillería cuando se trata de la gente de a pie que grita y clama por los bienes más básicos de la sociedad: empleo, salud, educación. La ausencia total del Estado para responder por los derechos más elementales hizo que grandes grupos de guerrilleros no se desmovilizaron y, por ello, la masacre de líderes siguió contando víctimas en paralelo a ese proceso. Además, sectores de los paramilitares o autodefensas, no sintieron confianza en el mismo Estado para dejar su actividad delictiva, así que existe un proceso de paz en medio de la guerra.

—Si pasamos a la actualidad nos encontramos con un fuerte conflicto social. ¿Cómo se origina ese estallido social que por estas fechas sacude a Colombia? ¿Cuáles son los motivos de esa movilización tan grande? ¿Por qué esa represión tan brutal en la que participa el ejército?

—Las personas comprometidas en Colombia siempre participan en movilizaciones porque las trampas del Estado están al orden del día. La corrupción, el clientelismo y demás males de los gobiernos de turno, hacen que siempre estemos a la vanguardia de las querellas por un buen vivir; sin embargo, a pesar de las protestas por el incremento desmedido de impuestos que llegan directo al bolsillo de los políticos, este presidente presentó un texto desvergonzado que generó el estallido que hoy nos hace famosos en el mundo entero.

Vale decir que encima de todos los males sociales de este pobre país, se pretendía gravar más la base de la canasta familiar de productos, como los huevos, que se volvían inalcanzables para las familias colombianas. De ese tamaño fue la gota que derramó la copa. La gente se lanzó a la calle a pesar de las dramáticas muertes por covid, bajo el lema de que si el virus no te mata, el gobierno lo hace sin ningún sonrojo.

Este histórico paro derrumbó la reforma aprobada, también al ministro de Hacienda y algunas estatuas coloniales, al tiempo que generó unos bloqueos sin antecedentes en la historia reciente colombiana. Por supuesto que el costo en vidas humanas es la página más dolorosa de esta historia, y demostró que el modelo político se derrumba en mil pedazos. Para seguir pegando el país a su antojo, se requiere la fuerza desmedida del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) y la militarización de territorios enteros. Por ello han muerto todas esas personas, que no estaban haciendo otra cosa que protestar pacíficamente contra el estatus quo.

—En medio de esta situación tan convulsa de tu país, para finalizar, me gustaría que brevemente nos apuntaras cuáles son tus horizontes de esperanzas y hacia dónde crees que camina tu país.

—Mis estudios tienen que ver con la escuela y los sujetos negros que transitan por esa institución. No puede haber lugar a la desesperanza si, después del paro, nace un país garante de los derechos humanos. Entonces, creo, que todo este tiempo de sacrificio valió la pena. Es posible que siga el baño de sangre porque el gobierno no quiere entender que los jóvenes están especialmente decididos a cambiar la estructura en la que ellos no tienen futuro. Estudian con todo el esfuerzo de su parentela para que al salir de un pre o posgrado y resulta que no encuentran fuentes de empleo. Y si eres un joven negro peor será la situación.

Así que, Aureliano, quiero agradecerte esta entrevista que me haces porque ayuda a que muchas personas puedan entender lo que está pasando en Colombia y posibilite que nos sigan acompañando en una sociedad cuya única aspiración es vivir dignamente. Un abrazo también para los lectores de estas columnas.

AURELIANO SÁINZ
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