La Diócesis de Córdoba ha ofrecido esta mañana una experiencia cultural y espiritual singular con el inicio de las visitas teatralizadas En casa del Maestro Ávila, una propuesta que ha abierto sus puertas al pasado en la vivienda donde residió san Juan de Ávila y que mañana domingo vivirá sus dos últimos pases.
La casa oratorio de san Juan de Ávila se convirtió esta mañana en un espacio habitado por la memoria. Entre muros cargados de historia, los dos primeros pases de esta visita teatralizada, celebrados a las 11.00 de la mañana y a las 12.30 del mediodía, registraron una extraordinaria acogida por parte del público, que respondió con interés y emoción a una iniciativa pensada para acercar, de manera viva y cercana, la figura del llamado Maestro de Santos. Mañana domingo, 14 de diciembre, tendrán lugar los dos últimos pases, con idéntico horario y carácter gratuito, previa reserva a través del correo electrónico museo@diocesisdecordoba.es.
La actividad, impulsada por la Diócesis de Córdoba con la colaboración del Grupo de Teatro "Madre Encarnación" y del Colegio San Luis y San Ildefonso de Montilla, propone un recorrido inmersivo por el siglo XVI. No se trata solo de una visita guiada, sino de una experiencia sensorial en la que el teatro, la palabra y el espacio se entrelazan para recrear escenas cotidianas, enseñanzas y episodios significativos de la vida de san Juan de Ávila. El guion, firmado por Antonio Salas Tejada, junto a la dirección de Antonio Luque-Romero Rodríguez, sostienen una puesta en escena que invita a escuchar, observar y, sobre todo, a sentir.
Y es que el objetivo de la propuesta va más allá de la divulgación histórica. A lo largo del recorrido, los actores encarnan al humanista, al predicador y al hombre de fe que marcó a toda una generación, permitiendo al visitante asomarse a su pensamiento, a su manera de entender la educación y a su compromiso con la renovación espiritual de su tiempo. Todo ello sucede en el mismo espacio que habitó durante sus últimos años en Montilla, lo que añade autenticidad y emoción a la experiencia.
San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo, en la provincia de Ciudad Real, el 6 de enero del año 1500. A lo largo de su vida desarrolló una intensa labor intelectual y pastoral, fundando centros de Teología y Humanidades en Baeza, Granada y Córdoba, además de colegios en ciudades andaluzas como Jerez de la Frontera, Priego de Córdoba, Montilla, Úbeda, Sevilla, Alcalá de Guadaira, Palma del Río y Écija. Su influencia, además, trascendió fronteras y llegó a orientar espiritualmente a figuras de primer orden como san Francisco de Borja, san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús o Fray Luis de Granada.
En 1535 llegó a Córdoba, llamado por el obispo Álvarez de Toledo, donde entabló relación con fray Luis de Granada. Desde allí organizó predicaciones por numerosos pueblos andaluces, especialmente en las Sierras de Córdoba, logrando conversiones muy sonadas entre personas de alto rango. Gran dominador de la oratoria, su estilo retórico fue descrito por Francisco Terrones del Caño, quien destacó la pasión y la disposición interior con la que se dirigía a los fieles, "siempre con el propósito de ganar almas para Cristo".
Por otro lado, su pensamiento quedó reflejado en los memoriales que preparó para los concilios de Trento y Toledo, textos que consolidaron la relevancia de Montilla como foco intelectual y religioso durante el Siglo de Oro. Mantuvo amistad con el obispo Cristóbal de Rojas, intervino en la conversión del Duque de Gandía, futuro san Francisco de Borja, y del portugués João Cidade Duarte, que más tarde sería conocido como san Juan de Dios. Su labor evangelizadora se extendió también por el sur de La Mancha y Extremadura, al tiempo que animó la creación de la Compañía de Jesús y organizó la Universidad de Baeza.
Enfermó en 1554, aunque continuó activo durante quince años más. Su estado de salud empeoró en 1569 y falleció el 10 de mayo de ese mismo año en Montilla, donde fue enterrado en la iglesia de La Encarnación, hoy Basílica Menor Pontificia de San Juan de Ávila.
En este templo, situado en la calle Corredera, reposan sus reliquias en el altar mayor. La construcción del edificio comenzó en 1726 y no se concluyó hasta 1949, tras más de dos siglos de avatares históricos, convirtiéndose en uno de los principales referentes patrimoniales y espirituales de la ciudad.
El reconocimiento a su figura alcanzó un hito el 7 de octubre de 2012, cuando el Papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia Universal. Aquel día fue vivido con especial intensidad en Montilla. Además, algunos vecinos viajaron hasta Roma para presenciar un acontecimiento que situó definitivamente al asceta manchego junto a otros grandes doctores nacidos en España, como san Isidoro de Sevilla, santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz.
Más de una década después, iniciativas como En casa del Maestro Ávila recuperan esa memoria y la traducen en una propuesta cultural y espiritual accesible, capaz de emocionar tanto a creyentes como a amantes de la historia. Una invitación a detener el tiempo por unos minutos y a dejarse acompañar por la voz de un hombre cuya palabra, cinco siglos después, sigue encontrando eco.
La casa oratorio de san Juan de Ávila se convirtió esta mañana en un espacio habitado por la memoria. Entre muros cargados de historia, los dos primeros pases de esta visita teatralizada, celebrados a las 11.00 de la mañana y a las 12.30 del mediodía, registraron una extraordinaria acogida por parte del público, que respondió con interés y emoción a una iniciativa pensada para acercar, de manera viva y cercana, la figura del llamado Maestro de Santos. Mañana domingo, 14 de diciembre, tendrán lugar los dos últimos pases, con idéntico horario y carácter gratuito, previa reserva a través del correo electrónico museo@diocesisdecordoba.es.
La actividad, impulsada por la Diócesis de Córdoba con la colaboración del Grupo de Teatro "Madre Encarnación" y del Colegio San Luis y San Ildefonso de Montilla, propone un recorrido inmersivo por el siglo XVI. No se trata solo de una visita guiada, sino de una experiencia sensorial en la que el teatro, la palabra y el espacio se entrelazan para recrear escenas cotidianas, enseñanzas y episodios significativos de la vida de san Juan de Ávila. El guion, firmado por Antonio Salas Tejada, junto a la dirección de Antonio Luque-Romero Rodríguez, sostienen una puesta en escena que invita a escuchar, observar y, sobre todo, a sentir.
Y es que el objetivo de la propuesta va más allá de la divulgación histórica. A lo largo del recorrido, los actores encarnan al humanista, al predicador y al hombre de fe que marcó a toda una generación, permitiendo al visitante asomarse a su pensamiento, a su manera de entender la educación y a su compromiso con la renovación espiritual de su tiempo. Todo ello sucede en el mismo espacio que habitó durante sus últimos años en Montilla, lo que añade autenticidad y emoción a la experiencia.
San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo, en la provincia de Ciudad Real, el 6 de enero del año 1500. A lo largo de su vida desarrolló una intensa labor intelectual y pastoral, fundando centros de Teología y Humanidades en Baeza, Granada y Córdoba, además de colegios en ciudades andaluzas como Jerez de la Frontera, Priego de Córdoba, Montilla, Úbeda, Sevilla, Alcalá de Guadaira, Palma del Río y Écija. Su influencia, además, trascendió fronteras y llegó a orientar espiritualmente a figuras de primer orden como san Francisco de Borja, san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús o Fray Luis de Granada.
En 1535 llegó a Córdoba, llamado por el obispo Álvarez de Toledo, donde entabló relación con fray Luis de Granada. Desde allí organizó predicaciones por numerosos pueblos andaluces, especialmente en las Sierras de Córdoba, logrando conversiones muy sonadas entre personas de alto rango. Gran dominador de la oratoria, su estilo retórico fue descrito por Francisco Terrones del Caño, quien destacó la pasión y la disposición interior con la que se dirigía a los fieles, "siempre con el propósito de ganar almas para Cristo".
Por otro lado, su pensamiento quedó reflejado en los memoriales que preparó para los concilios de Trento y Toledo, textos que consolidaron la relevancia de Montilla como foco intelectual y religioso durante el Siglo de Oro. Mantuvo amistad con el obispo Cristóbal de Rojas, intervino en la conversión del Duque de Gandía, futuro san Francisco de Borja, y del portugués João Cidade Duarte, que más tarde sería conocido como san Juan de Dios. Su labor evangelizadora se extendió también por el sur de La Mancha y Extremadura, al tiempo que animó la creación de la Compañía de Jesús y organizó la Universidad de Baeza.
Enfermó en 1554, aunque continuó activo durante quince años más. Su estado de salud empeoró en 1569 y falleció el 10 de mayo de ese mismo año en Montilla, donde fue enterrado en la iglesia de La Encarnación, hoy Basílica Menor Pontificia de San Juan de Ávila.
En este templo, situado en la calle Corredera, reposan sus reliquias en el altar mayor. La construcción del edificio comenzó en 1726 y no se concluyó hasta 1949, tras más de dos siglos de avatares históricos, convirtiéndose en uno de los principales referentes patrimoniales y espirituales de la ciudad.
El reconocimiento a su figura alcanzó un hito el 7 de octubre de 2012, cuando el Papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia Universal. Aquel día fue vivido con especial intensidad en Montilla. Además, algunos vecinos viajaron hasta Roma para presenciar un acontecimiento que situó definitivamente al asceta manchego junto a otros grandes doctores nacidos en España, como san Isidoro de Sevilla, santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz.
Más de una década después, iniciativas como En casa del Maestro Ávila recuperan esa memoria y la traducen en una propuesta cultural y espiritual accesible, capaz de emocionar tanto a creyentes como a amantes de la historia. Una invitación a detener el tiempo por unos minutos y a dejarse acompañar por la voz de un hombre cuya palabra, cinco siglos después, sigue encontrando eco.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR




















































