Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna de Montemayor y el Cristo del Mayor Dolor de Rute afrontan la recta final del viaje de regreso a su belleza original. Lejos de sus altares y del bullicio de las procesiones, ambas imágenes reposan desde hace tiempo en el taller de restauración de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol, donde el tiempo parece detenerse y cada gesto se mide con precisión.
La primera, obra anónima del siglo XVII venerada en Montemayor, y la segunda, tallada en el XIX y perteneciente a la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen de Rute, comparten ahora un mismo destino: recobrar el esplendor que los siglos habían velado.
En el caso del Cristo Amarrado a la Columna, su retirada del culto el pasado 27 de abril marcó el inicio de un meticuloso proceso destinado a rescatar su encarnadura original y reparar las zonas castigadas por el tiempo. Su devoción está profundamente arraigada en Montemayor, gracias al constante cuidado de la Cofradía de la Vera Cruz de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Soledad, que lo custodia en la Ermita de la Vera Cruz.
Por su parte, la imagen del Mayor Dolor de Rute ha llegado al taller gracias a las ayudas del Programa de Restauración del Patrimonio Cofrade 2024 de la Diputación de Córdoba. Esta iniciativa ha vuelto a poner en manos de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol un trabajo de gran responsabilidad, en el que la precisión técnica se combina con el respeto absoluto a la esencia de cada obra.
Hace solo unos días, la delegada de Presidencia, Gobierno Interior y Vivienda de la Diputación de Córdoba, Marta Siles, quiso conocer de cerca el proceso y visitó el taller. Entre pinceles finísimos, luces cálidas y la serenidad propia del oficio, pudo observar cómo la madera policromada volvía a revelar sus matices originales, ocultos tras capas de suciedad y repintes acumulados durante décadas.
No es la primera vez que la labor de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol deja huella en el patrimonio sacro de la provincia. En Montilla, por ejemplo, se recuerdan intervenciones como la recuperación del Cristo de la Agonía de la Ermita de Belén, la preservación de la Virgen de la Amargura, la restauración de María Auxiliadora o el trabajo sobre la antigua titular de la Hermandad del Nazareno, la Madre de Jesús.
En otros municipios, han firmado piezas tan relevantes como la Virgen de la Pasión y Ánimas y los ángeles que acompañan a la Virgen de Araceli, en Lucena, o su participación en la restauración del conjunto escultórico del Rescate de Málaga.
Su trayectoria incluso alcanzó proyección nacional en la exposición conmemorativa del cuarto centenario de Pedro Roldán, celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Allí devolvieron a la vida el grupo de Santa Ana y la Virgen Niña del Convento de Santa Ana de Montilla, así como los bustos relicarios de Santa Apolonia y una Virgen Mártir del Monasterio de Santa Clara, piezas en las que eliminaron repintes, cera y suciedad acumulada durante siglos.
Ahora, entre Montemayor y Rute, la historia vuelve a confiarles un reto doble. Cuando estas imágenes regresen a sus templos, lo harán con el brillo que tenían en sus primeros días, recordando a sus fieles que el arte, cuando se cuida, es capaz de vencer al tiempo.
La primera, obra anónima del siglo XVII venerada en Montemayor, y la segunda, tallada en el XIX y perteneciente a la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen de Rute, comparten ahora un mismo destino: recobrar el esplendor que los siglos habían velado.
En el caso del Cristo Amarrado a la Columna, su retirada del culto el pasado 27 de abril marcó el inicio de un meticuloso proceso destinado a rescatar su encarnadura original y reparar las zonas castigadas por el tiempo. Su devoción está profundamente arraigada en Montemayor, gracias al constante cuidado de la Cofradía de la Vera Cruz de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Soledad, que lo custodia en la Ermita de la Vera Cruz.
Por su parte, la imagen del Mayor Dolor de Rute ha llegado al taller gracias a las ayudas del Programa de Restauración del Patrimonio Cofrade 2024 de la Diputación de Córdoba. Esta iniciativa ha vuelto a poner en manos de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol un trabajo de gran responsabilidad, en el que la precisión técnica se combina con el respeto absoluto a la esencia de cada obra.
Hace solo unos días, la delegada de Presidencia, Gobierno Interior y Vivienda de la Diputación de Córdoba, Marta Siles, quiso conocer de cerca el proceso y visitó el taller. Entre pinceles finísimos, luces cálidas y la serenidad propia del oficio, pudo observar cómo la madera policromada volvía a revelar sus matices originales, ocultos tras capas de suciedad y repintes acumulados durante décadas.
No es la primera vez que la labor de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol deja huella en el patrimonio sacro de la provincia. En Montilla, por ejemplo, se recuerdan intervenciones como la recuperación del Cristo de la Agonía de la Ermita de Belén, la preservación de la Virgen de la Amargura, la restauración de María Auxiliadora o el trabajo sobre la antigua titular de la Hermandad del Nazareno, la Madre de Jesús.
En otros municipios, han firmado piezas tan relevantes como la Virgen de la Pasión y Ánimas y los ángeles que acompañan a la Virgen de Araceli, en Lucena, o su participación en la restauración del conjunto escultórico del Rescate de Málaga.
Su trayectoria incluso alcanzó proyección nacional en la exposición conmemorativa del cuarto centenario de Pedro Roldán, celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Allí devolvieron a la vida el grupo de Santa Ana y la Virgen Niña del Convento de Santa Ana de Montilla, así como los bustos relicarios de Santa Apolonia y una Virgen Mártir del Monasterio de Santa Clara, piezas en las que eliminaron repintes, cera y suciedad acumulada durante siglos.
Ahora, entre Montemayor y Rute, la historia vuelve a confiarles un reto doble. Cuando estas imágenes regresen a sus templos, lo harán con el brillo que tenían en sus primeros días, recordando a sus fieles que el arte, cuando se cuida, es capaz de vencer al tiempo.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA
FOTOGRAFÍA: DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA















































