Manuel Ruz Feria fue el encargado de inaugurar anoche la Feria en honor de San Francisco Solano con un pregón cargado de emoción, vivencias personales y profunda devoción hacia el patrón de Montilla. Maestro de profesión y con una vida dedicada a la docencia y a la vida social, cultural y religiosa de la localidad, el pregonero centró su intervención en los dos grandes pilares de las fiestas patronales: la figura de El Santo y el carácter popular de una feria que, este año, conmemora el trigésimo quinto aniversario de su actual emplazamiento en el entorno del Polideportivo municipal.
La Puerta de Aguilar se llenó de público deseoso de escuchar a quien, en 1997, ya pregonó la Semana Santa de Montilla y que, en 2012, volvió a subirse al atril para conmemorar el centenario de la Asociación de Antiguos Alumnos de Don Bosco, entidad que presidió entre 1983 y 1988.
Como presentador del pregonero intervino el reputado psicólogo oscense Pedro Bardají Suárez, presidente del Foro de Estudios Pueblenses y artífice —junto al recordado Francisco Solano Cabello Requena— del hallazgo de la mayor reliquia ósea del Apóstol del Nuevo Mundo, custodiada desde hace décadas en La Puebla de Castro, un municipio de apenas 400 habitantes situado en la comarca oscense de La Ribagorza.
No fue casual, por tanto, la presencia anoche en Montilla de la alcaldesa de esta localidad, Maite Bardají Lanau, que quiso acompañar al pueblo hermano en el arranque oficial de sus fiestas patronales. Por ello, el pregonero quiso dedicar sus primeras palabras a los vecinos de La Puebla de Castro, “que tan extraordinaria acogida nos brindaron en nuestra estancia allí bajo la dirección de Mosén José y un nutrido grupo de la Comunidad Parroquial”.
Manuel Ruz Feria también tuvo palabras para los montillanos ausentes que siguieron el pregón a través de redes sociales. “Gracias a todos por hacerse partícipes esta noche: también estáis aquí con nosotros, dando la bienvenida a nuestra Feria”, manifestó el pregonero, quien también quiso acordarse de “aquellos familiares y amigos que nos precedieron y que hoy nos estarán acompañando desde la baranda del Cielo. Va por todos vosotros”.
A partir de ese momento, el pregón se transformó en un delicado tejido de recuerdos, estampas vividas, agradecimientos sinceros y versos llenos de alma. Ruz rememoró con detalle la feria de su infancia en el Paseo de Abajo, con escenas que muchos de los asistentes sintieron como propias.
“Recuerdo con cariño y nostalgia aquellos días de feria de mi infancia, cuando llegábamos al Paseo de Cervantes con el olor a tierra mojada del albero; la vieja foto de la cámara de Sultani, que para mí tenía un carácter mágico; las chufas y trozos de coco, regados continuamente para que no se secaran; los turrones que rompían el tiempo adecuado y se vendían en las tórridas tardes de nuestros veranos”, apuntó.
También evocó su adolescencia, los puestos de comida, las casetas, las primeras músicas y los primeros amores. “Y ya de adolescentes, las mesillas donde comprábamos esas patatas recién fritas y cuyo sabor aún recuerdo. Y, cómo no, ese plato de gambas y aquellos cartuchos de camarones que Dios sabe las ferias que acompañaban a sus espaldas”, destacó Manuel Ruz Feria, quien también rememoró “las visitas a las casetas donde, con mucha frecuencia, se fraguaban los primeros noviazgos”.
Consciente del paso del tiempo, el pregonero también reflexionó sobre el modo en que ha cambiado la Feria de Montilla con el devenir de los años. “Los antiguos cacharritos de tracción mecánica han sido suplantados por atracciones con la más sofisticada tecnología. Y a las casetas, poco a poco, se unieron las más diversas asociaciones, las hermandades, los partidos políticos, los sindicatos…”, comentó.
Al hilo de lo anterior, el pregonero quiso hacer una llamada de atención, serena pero firme, sobre el riesgo que entraña perder el verdadero sentido de estas celebraciones. “Lástima que, a veces, fijándonos tanto en este primer aspecto, olvidemos en nombre de quién se celebran”, resaltó Manuel Ruz Feria, en alusión al Taumaturgo del Nuevo Mundo.
Y es que el corazón del pregón fue, sin duda, la figura de San Francisco Solano. "Un amigo cercano, un paisano protector, un guía espiritual", al que Ruz Feria rindió anoche tributo desde la palabra emocionada y la memoria viva. “Tenemos la suerte de tener un amigo que está esperando nuestra visita y, como protector de este pueblo, quiere escuchar nuestras alegrías y quebrantos”, señaló, para sentenciar a continuación: “No es un santo más y su reconocimiento no se ciñe solo a nuestro pueblo, pues es patrono de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú”.
Durante el pregón de apertura de la Feria de Montilla, Manuel Ruz Feria también recordó, con emoción, uno de los momentos más emocionantes de su vida: la llegada del cráneo de San Francisco Solano a Montilla, el 2 de julio de 1989. Cuatrocientos años después.
Como presidente de la comisión que hizo posible este hito histórico, Manuel Ruz Feria fue testigo privilegiado de aquel acontecimiento multitudinario. “La llegada a nuestra ciudad se revistió de un baño de multitudes. Nada más entrar empezaron a repicar todas las campanas de nuestras iglesias. El alcalde y la Corporación Municipal lo estaban esperando para darle la bienvenida al más grande de sus hijos”, rememoró el pregonero, quien subrayó que aquella llegada fue mucho más que un acto religioso: fue el reencuentro de un pueblo con su alma. “Fue todo un pueblo el que jubilosamente le daba la bienvenida al más ilustre hijo nacido de su tierra”.
Combinando sus versos con reflexiones cargadas de simbolismo y ternura, Manuel Ruz Feria se refirió a las coplas tradicionales a San Francisco Solano, que desde hace una década forman parte del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, gracias al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Unas coplas que sonaron a las puertas de la Casa Consistorial, al igual que las Sevillanas de El Santo, a cargo del Coro La Tradición, bajo la dirección de Darío Manuel Jordano.
El pregonero también recordó cómo la devoción a un santo que es patrono de Montilla pero, también, de otras tan importantes como Lima, Potosí, Cartagena de Indias, Santiago de Chile o La Habana, ha cruzado fronteras, desde su Montilla natal hasta La Puebla de Castro, donde su figura ha prendido con fuerza gracias a la investigación y la fe compartida.
El pregón concluyó como había empezado: con una invitación a celebrar la vida, sin olvidar lo esencial. “Celebremos nuestra Feria de El Santo 2025 con muchísima alegría. Lancemos al viento nuestro orgullo de sentirnos protegidos por este gran santo”, concluyó Manuel Ruz Feria, quien recibió una ovación cálida, de esas que nacen del respeto y el afecto.
Y es que Montilla agradeció anoche a su pregonero no solo sus bellas palabras de apertura de las fiestas patronales sino, fundamentalmente, su entrega, su memoria generosa y su manera de recordar a sus vecinos que la Feria no es solo fiesta: es también fe, tradición y encuentro.
Tras el emotivo pregón de Manuel Ruz Feria, la Agrupación Musical "La Unión" encabezó la singular comitiva que, en pasacalles, fue la encargada de avisar del inminente inicio de las fiestas en honor al patrón de Montilla, cuya inicio oficial tuvo lugar justo en la medianoche con el encendido de la portada de feria, que rememora los desaparecidos Arcos de la Puerta de Aguilar.
La Puerta de Aguilar se llenó de público deseoso de escuchar a quien, en 1997, ya pregonó la Semana Santa de Montilla y que, en 2012, volvió a subirse al atril para conmemorar el centenario de la Asociación de Antiguos Alumnos de Don Bosco, entidad que presidió entre 1983 y 1988.
Como presentador del pregonero intervino el reputado psicólogo oscense Pedro Bardají Suárez, presidente del Foro de Estudios Pueblenses y artífice —junto al recordado Francisco Solano Cabello Requena— del hallazgo de la mayor reliquia ósea del Apóstol del Nuevo Mundo, custodiada desde hace décadas en La Puebla de Castro, un municipio de apenas 400 habitantes situado en la comarca oscense de La Ribagorza.
No fue casual, por tanto, la presencia anoche en Montilla de la alcaldesa de esta localidad, Maite Bardají Lanau, que quiso acompañar al pueblo hermano en el arranque oficial de sus fiestas patronales. Por ello, el pregonero quiso dedicar sus primeras palabras a los vecinos de La Puebla de Castro, “que tan extraordinaria acogida nos brindaron en nuestra estancia allí bajo la dirección de Mosén José y un nutrido grupo de la Comunidad Parroquial”.
Manuel Ruz Feria también tuvo palabras para los montillanos ausentes que siguieron el pregón a través de redes sociales. “Gracias a todos por hacerse partícipes esta noche: también estáis aquí con nosotros, dando la bienvenida a nuestra Feria”, manifestó el pregonero, quien también quiso acordarse de “aquellos familiares y amigos que nos precedieron y que hoy nos estarán acompañando desde la baranda del Cielo. Va por todos vosotros”.
A partir de ese momento, el pregón se transformó en un delicado tejido de recuerdos, estampas vividas, agradecimientos sinceros y versos llenos de alma. Ruz rememoró con detalle la feria de su infancia en el Paseo de Abajo, con escenas que muchos de los asistentes sintieron como propias.
“Recuerdo con cariño y nostalgia aquellos días de feria de mi infancia, cuando llegábamos al Paseo de Cervantes con el olor a tierra mojada del albero; la vieja foto de la cámara de Sultani, que para mí tenía un carácter mágico; las chufas y trozos de coco, regados continuamente para que no se secaran; los turrones que rompían el tiempo adecuado y se vendían en las tórridas tardes de nuestros veranos”, apuntó.
También evocó su adolescencia, los puestos de comida, las casetas, las primeras músicas y los primeros amores. “Y ya de adolescentes, las mesillas donde comprábamos esas patatas recién fritas y cuyo sabor aún recuerdo. Y, cómo no, ese plato de gambas y aquellos cartuchos de camarones que Dios sabe las ferias que acompañaban a sus espaldas”, destacó Manuel Ruz Feria, quien también rememoró “las visitas a las casetas donde, con mucha frecuencia, se fraguaban los primeros noviazgos”.
Consciente del paso del tiempo, el pregonero también reflexionó sobre el modo en que ha cambiado la Feria de Montilla con el devenir de los años. “Los antiguos cacharritos de tracción mecánica han sido suplantados por atracciones con la más sofisticada tecnología. Y a las casetas, poco a poco, se unieron las más diversas asociaciones, las hermandades, los partidos políticos, los sindicatos…”, comentó.
Al hilo de lo anterior, el pregonero quiso hacer una llamada de atención, serena pero firme, sobre el riesgo que entraña perder el verdadero sentido de estas celebraciones. “Lástima que, a veces, fijándonos tanto en este primer aspecto, olvidemos en nombre de quién se celebran”, resaltó Manuel Ruz Feria, en alusión al Taumaturgo del Nuevo Mundo.
Y es que el corazón del pregón fue, sin duda, la figura de San Francisco Solano. "Un amigo cercano, un paisano protector, un guía espiritual", al que Ruz Feria rindió anoche tributo desde la palabra emocionada y la memoria viva. “Tenemos la suerte de tener un amigo que está esperando nuestra visita y, como protector de este pueblo, quiere escuchar nuestras alegrías y quebrantos”, señaló, para sentenciar a continuación: “No es un santo más y su reconocimiento no se ciñe solo a nuestro pueblo, pues es patrono de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú”.
Durante el pregón de apertura de la Feria de Montilla, Manuel Ruz Feria también recordó, con emoción, uno de los momentos más emocionantes de su vida: la llegada del cráneo de San Francisco Solano a Montilla, el 2 de julio de 1989. Cuatrocientos años después.
Como presidente de la comisión que hizo posible este hito histórico, Manuel Ruz Feria fue testigo privilegiado de aquel acontecimiento multitudinario. “La llegada a nuestra ciudad se revistió de un baño de multitudes. Nada más entrar empezaron a repicar todas las campanas de nuestras iglesias. El alcalde y la Corporación Municipal lo estaban esperando para darle la bienvenida al más grande de sus hijos”, rememoró el pregonero, quien subrayó que aquella llegada fue mucho más que un acto religioso: fue el reencuentro de un pueblo con su alma. “Fue todo un pueblo el que jubilosamente le daba la bienvenida al más ilustre hijo nacido de su tierra”.
Combinando sus versos con reflexiones cargadas de simbolismo y ternura, Manuel Ruz Feria se refirió a las coplas tradicionales a San Francisco Solano, que desde hace una década forman parte del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, gracias al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Unas coplas que sonaron a las puertas de la Casa Consistorial, al igual que las Sevillanas de El Santo, a cargo del Coro La Tradición, bajo la dirección de Darío Manuel Jordano.
El pregonero también recordó cómo la devoción a un santo que es patrono de Montilla pero, también, de otras tan importantes como Lima, Potosí, Cartagena de Indias, Santiago de Chile o La Habana, ha cruzado fronteras, desde su Montilla natal hasta La Puebla de Castro, donde su figura ha prendido con fuerza gracias a la investigación y la fe compartida.
El pregón concluyó como había empezado: con una invitación a celebrar la vida, sin olvidar lo esencial. “Celebremos nuestra Feria de El Santo 2025 con muchísima alegría. Lancemos al viento nuestro orgullo de sentirnos protegidos por este gran santo”, concluyó Manuel Ruz Feria, quien recibió una ovación cálida, de esas que nacen del respeto y el afecto.
Y es que Montilla agradeció anoche a su pregonero no solo sus bellas palabras de apertura de las fiestas patronales sino, fundamentalmente, su entrega, su memoria generosa y su manera de recordar a sus vecinos que la Feria no es solo fiesta: es también fe, tradición y encuentro.
Tras el emotivo pregón de Manuel Ruz Feria, la Agrupación Musical "La Unión" encabezó la singular comitiva que, en pasacalles, fue la encargada de avisar del inminente inicio de las fiestas en honor al patrón de Montilla, cuya inicio oficial tuvo lugar justo en la medianoche con el encendido de la portada de feria, que rememora los desaparecidos Arcos de la Puerta de Aguilar.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

























































