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La inestabilidad meteorológica marca el Martes Santo en Montilla

La inestabilidad meteorológica marcó ayer el Martes Santo, una jornada que, desde el 11 de abril de 2006 –día en el que la Cofradía Penitencial de la Vera Cruz regresó a las calles de Montilla, tras más de medio siglo de ausencia– constituye uno de los días grandes de la Semana Santa local.


Dos de las tres cofradías que celebran estación de penitencia en esta jornada pasionista decidieron suspender sus desfiles procesionales ante la amenaza que suponían los chubascos intermitentes que comenzaron a hacer acto de presencia en la ciudad desde la misma tarde del Domingo de Ramos, y que llegaron a frustrar la salida de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Juventud en su Presentación al Pueblo, Nuestra Madre María de Nazaret y San Juan Bosco.

La primera hermandad en tomar la decisión de suspender su estación de penitencia fue la Cofradía de la Vera Cruz, la más antigua de la localidad, cuya Junta de Gobierno, reunida en Cabildo de Aguas, y "desde la sensatez y el respeto al patrimonio que atesora", acordaba permanecer en la Parroquia de Santiago Apóstol, donde se habían congregado varias decenas de montillanos que, paraguas en mano, aguardaban la salida del Santo Cristo de Zacatecas y de Nuestra Señora del Socorro.

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Escoltados por el Regimiento Córdoba 10 –que fue distinguido hace algunos años con el nombramiento de Hermano Mayor Honorario de la cofradía– y en presencia del alcalde de Montilla, Rafael Llamas –en su calidad de presidente de la Cátedra Gran Capitán–, los sagrados titulares de la Cofradía Penintencial de la Vera Cruz recibieron la visita de muchos fieles que se acercaron hasta el templo de la Escuchuela para rezar ante ellos.

En el otro extremo de la ciudad, en la barriada de El Gran Capitán, la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas, decidía suspender su estación de penitencia, tras haber solicitado treinta minutos de cortesía a la Agrupación de Cofradías para tratar de dilucidar sobre la viabilidad de una procesión que había previsto atravesar las instalaciones de Bodegas Alvear, como recuerdo de aquella salida extraordinaria que la cofradía realizó hace diez años, tras el colapso de la nave lateral de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.


El templo del Barrio de las Casas Nuevas congregó también a decenas de montillanos que no quisieron perder la oportunidad de arropar a esta hermandad fundada en 1956 por un grupo de personas relacionadas con las bodegas, las vides y el vino.

Una cofradía que, este año, hubiera protagonizado uno de los estrenos más esperados de la Semana Santa 2024: la bambalina frontal del palio, que fue bendecida el pasado 8 de marzo por el consiliario de la cofradía, Rafael Gabriel Castro Flores, durante la segunda jornada del Solemne Triduo que la corporación del Martes Santo dedicó a sus sagrados titulares.

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Por último, la casa natal de San Francisco Solano, patrono de Montilla, se vistió de gala para arropar a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Caridad en sus Tristezas, una cofradía de inequívoco carácter franciscano que fue la única que pudo echarse finalmente a la calle, a pesar de las inclemencias meteorológicas.

La cofradía, que había contratado los servicios de la empresa Andaluza de Meteorología (Andalmet), solicitó una hora de cortesía a la Agrupación de Cofradías para, finalmente, abandonar su sede canónica a las 21.15 de la noche, aunque con un itinerario sensiblemente más reducido para tratar de evitar los estragos de la lluvia.


Al son de la Agrupación Musical La Unión de Montilla, la cuadrilla de costaleros de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia –una sobrecogedora imagen que representa a un Cristo humillado y coronado de espinas– dedicó algunas de sus levantás al consiliario perpetuo y fundador de la cofradía, Rafael Cerrillo, y a uno de sus hermanos mayores más recordados, Francisco Tejedera, fallecido hace casi dos décadas en un trágico accidente de tráfico. Lamentablemente, este año también estuvo en la memoria de todos Miguel Ángel Sastre García, el joven electricista montillano que perdió la vida el pasado 3 de octubre mientras trabajaba en una empresa de Puente Genil.

Pese a las cautelas que adoptó la Junta de Gobierno que dirige Tomás Jiménez Polo desde el pasado 30 de octubre, una leve llovizna sorprendía a la hermandad cuando el Señor giraba hacia la calle Hermanos Garnelo, mientras el palio de la Virgen de la Caridad se encontraba a la altura de la calle Herradores. En ese momento, la corporación franciscana decidió emprender el camino de regreso por la calle Escuelas, dando así por finalizado un Martes Santo de claroscuros en el que, no obstante, se pudo disfrutar del singular aroma que desprenden las cofradías en su discurrir por las calles de Montilla.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

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