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Aureliano Sáinz | Castillos de la Orden de Santiago

Tiempo atrás, escribí acerca de los castillos extremeños que habían pertenecido a la Orden del Temple, una de las más poderosas junto con las de Santiago, Alcántara y Calatrava. Ahora me parece oportuno hablar un poco acerca de los que pertenecieron a la Orden de Santiago, a la que, como bien sabemos, perteneció don Álvaro de Luna tras ser nombrado maestre de esta Orden por el rey Juan II de Castilla y también conde de Alburquerque, de ahí que la portada sea una imagen del castillo de esta villa.


Dado que en estos artículos intento ser lo más breve posible, quisiera indicar que la Orden de Santiago, de carácter religioso y militar, recibe el nombre del patrón de España. Se crea en el siglo XII en el reino de León con el objetivo de proteger a los peregrinos que transitaban por el Camino de Santiago e, igualmente, para combatir contra los reinos peninsulares musulmanes.

El signo distintivo de la Orden era el de una cruz roja que se asemejaba a una espada que tenía la forma de flor de lis en la empuñadura y en los brazos. Esta insignia aparecía en los estandartes y en las capas blancas de los caballeros.

Como detalle, recordemos que el único cuadro que se conserva de don Álvaro de Luna, encargado por su hija María una vez fallecido, aparece en posición orante portando la capa de la Orden, de modo que se aprecia claramente la insignia al ser maestre durante una etapa de su vida.


Antes de describirlas, quiero apuntar que las referencias a la historia de estas fortalezas las he extraído, aparte de los libros de Edward Cooper, de Castillos y cenobios extremeños, obra muy documentada cuyo autor es Juan Moreno Aragoneses.

De la poderosa Orden de Santiago solo está en muy buen estado de conservación el castillo de Segura de León (Badajoz) y, aceptablemente conservado, el de Montánchez (Cáceres). También se encuentran cuidadas las murallas Llerena que permanecen en pie.

No así, las antiguas fortalezas de Villagarcía de la Torre, Puebla del Maestre y Azuaga, que son ejemplos del abandono que sufrieron muchos castillos peninsulares, una vez que su función defensiva declinó cuando apareció la artillería.


Como portada el artículo, he utilizado una fotografía del castillo de Segura de León, pequeña localidad de 1.921 habitantes, ubicada en el sur de la provincia de Badajoz y cercana a Fregenal de la Sierra. Antes de la conquista por el rey Fernando III, Segura de León estaba defendida por medio de un castillo árabe. Una vez tomada la villa en 1248, el monarca la cede a los caballeros de la Orden de Santiago, quienes fundan en ella una próspera encomienda.

Posteriormente, en el siglo XIV, se construye el actual castillo con el fin de que sirviera de residencia y seguro refugio. Tal como he apuntado, ha llegado hasta nuestros días en buen estado de conservación, por lo que es objeto de numerosas visitas.


Pasamos a Cáceres para acercarnos a Montánchez, pequeño pueblo de 1.702 habitantes que se encuentra en el centro de la provincia. En la Edad Media fue un enclave musulmán –etapa de la que solo se conservan algunos aljibes– que cambió de manos en diversas ocasiones en el siglo XII.

En el año 1230 fue conquistada por Alfonso XI con la ayuda de los caballeros de la Orden de Santiago y también de los de Alcántara. El monarca donó el castillo y la villa los santiaguistas, que la hacen encomienda al tiempo que emprenden su repoblación, ya que se encontraba en una posición privilegiada en Extremadura. Más tarde, a partir del siglo XV, la fortaleza sirve de prisión de presos ilustres.


Regresamos al sur de la provincia de Badajoz para hablar del recinto amurallado de Llerena –del que se conserva gran parte– ya que esas murallas fueron levantadas por los caballeros de la Orden de Santiago. Quienes conocen esta localidad, con una población similar a la de Alburquerque, habrán podido comprobar que una parte importante de ese recinto está siendo liberado de las construcciones que se habían adosado a él. Esto, para los habitantes de Alburquerque, se antoja como un sueño casi imposible.


Muy cerca de Llerena está situado el pueblecito de Villagarcía de la Torre, que cuenta con una población que no llega al millar de personas. Allí se encuentra la fortaleza, del siglo XV, que perteneció a la Orden de Santiago.

El recinto principal es de planta cuadrada, con torres también cuadradas en los ángulos, siendo una de ellas la torre del homenaje. El estado del castillo lo podemos calificar de parcialmente arruinado, puesto que una población tan pequeña no puede acometer con sus recursos proyectos de restauración.


Otra pequeña villa cercana a Llerena es Puebla del Maestre. Fue adquirida, en 1475, por la máxima autoridad de aquella época de la Orden de Santiago, don Alonso de Cárdenas, que la convierte en señorío particular mediante privilegio de los Reyes Católicos.

Su pequeño castillo fue edificado, en 1483, sobre un cerro cercano a la villa. Del conjunto solo se conserva la torre de planta cuadrangular, que estaba realizada a base de mampostería con algunas verdugadas de ladrillo dispuestas en tres bandas.


Acercándonos ya a la provincia de Córdoba, se encuentra Azuaga, cuyo nombre procede de los bereberes de la etnia de Zuwaga. Originalmente, la villa contaba con una gran alcazaba construida sobre los restos de un castro romano. Tras la conquista de la villa, en 1236, por Pelay Pérez Correas, maestre de Santiago, se refuerza la alcazaba con una torre central y varios torreones semicirculares de mampostería. A partir de 1734, la fortaleza entra en franca decadencia, de modo que, lamentablemente, de aquella magnífica alcazaba solo se conservan un maltrecho lienzo de tapial y dos ruinosos torreones semicirculares.

AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍAS: AURELIANO SÁINZ / JOSÉ ANTONIO AGUILAR / ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE AMIGOS DE LOS CASTILLOS

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