No hay bicefalia porque no hay Gobierno. Zapatero no existe y sus ministros ya actúan como si no lo fueran. Carmen Chacón es la prueba más directa. Ministra de Defensa contra el uso de la lengua del Estado y pidiendo que no se cumplan las sentencias de los tribunales. Se ha invalidado de manera clamorosa como futura cabeza del socialismo. Puede aspirar a encabezar al nacionalista PSC, pero a nada más desde ahora.
Pero todo el Gobierno es lo mismo, el desgobierno y el "sálvese quien pueda". Pero los salvavidas están muy solicitados. Porque hay pocos para tanto naúfrago. Sondeos internos del propio PSOE los dejan por debajo de los cien diputados. La sima después del precipicio por el que cayeron en las municipales.
Almunia sacó 125 en su debacle y el famoso "techo de Fraga" estuvo en los 105 escaños. El PSOE corre riesgos de descomposición acelerada. Hasta al propio periódico amigo no le queda más remedio que reconocer que no hay efecto que valga (El PP, a más de 14 puntos y pon encima de la mayoría absoluta) y que ni siquiera están ya seguros de salvar los muebles.
La peligrosa deriva de echarse al monte con los “indignados” es la peor receta suicida que pudiera abrazar pero es a la que se entregan, como puso de manifiesto su destrozado y desnortado partido en Guadalajara, negándose incluso a condenar que se viole la libertad de expresión y se reviente, con la inanición de la subdelegada del Gobierno, el pregón de las fiestas.
En Moncloa mandan un día Merkel y cuando no, Rubalcaba. Un día, la orden llega de Bruselas y otro, de Ferraz. Un día es aprobar una reforma constitucional para establecer por ley que no se gaste más de lo que se ingresa y otro, restablecer el Impuesto de Patrimonio que ellos mismos abolieron. Vamos, que el único que ni pinta ni manda allí es Zapatero.
Pero lo mejor es la pantomima a la que se entregan y nos retransmiten cotidianamente; ese teatrillo que han montado tan reiterativo y romo que por repetir ya repiten hasta los figurantes. Fray Rubalcaba hace como si él no hubiera estado ni mandado nunca en el convento y ofrece susurrados y piadosos sermones a una cofradía que hace como que se anima con la prédica. El uno les habla, hace como que les escucha y los otros como que se convencen.
Todo sería hasta gracioso si no fuera porque el país se nos cae a cachos. Que no estamos para sainetes ni para cuadrilleros. Que el barco va a la deriva, sin capitán, sin timonel y sin jefe de máquinas y todos viajamos dentro. En este Titanic nuestro ya no toca ni la orquesta.
Pero todo el Gobierno es lo mismo, el desgobierno y el "sálvese quien pueda". Pero los salvavidas están muy solicitados. Porque hay pocos para tanto naúfrago. Sondeos internos del propio PSOE los dejan por debajo de los cien diputados. La sima después del precipicio por el que cayeron en las municipales.
Almunia sacó 125 en su debacle y el famoso "techo de Fraga" estuvo en los 105 escaños. El PSOE corre riesgos de descomposición acelerada. Hasta al propio periódico amigo no le queda más remedio que reconocer que no hay efecto que valga (El PP, a más de 14 puntos y pon encima de la mayoría absoluta) y que ni siquiera están ya seguros de salvar los muebles.
La peligrosa deriva de echarse al monte con los “indignados” es la peor receta suicida que pudiera abrazar pero es a la que se entregan, como puso de manifiesto su destrozado y desnortado partido en Guadalajara, negándose incluso a condenar que se viole la libertad de expresión y se reviente, con la inanición de la subdelegada del Gobierno, el pregón de las fiestas.
En Moncloa mandan un día Merkel y cuando no, Rubalcaba. Un día, la orden llega de Bruselas y otro, de Ferraz. Un día es aprobar una reforma constitucional para establecer por ley que no se gaste más de lo que se ingresa y otro, restablecer el Impuesto de Patrimonio que ellos mismos abolieron. Vamos, que el único que ni pinta ni manda allí es Zapatero.
Pero lo mejor es la pantomima a la que se entregan y nos retransmiten cotidianamente; ese teatrillo que han montado tan reiterativo y romo que por repetir ya repiten hasta los figurantes. Fray Rubalcaba hace como si él no hubiera estado ni mandado nunca en el convento y ofrece susurrados y piadosos sermones a una cofradía que hace como que se anima con la prédica. El uno les habla, hace como que les escucha y los otros como que se convencen.
Todo sería hasta gracioso si no fuera porque el país se nos cae a cachos. Que no estamos para sainetes ni para cuadrilleros. Que el barco va a la deriva, sin capitán, sin timonel y sin jefe de máquinas y todos viajamos dentro. En este Titanic nuestro ya no toca ni la orquesta.
ANTONIO PÉREZ HENARES
