Me unen sinceras relaciones de amistad con algunos de los dirigentes del Sindicato de Enfermería (SATSE), al margen de mi relación con la profesión de Enfermería a través de mi mujer. Por ello, no llegué a comprender alguna información periodística en la que se podía leer una denuncia de esta organización cuestionando el presunto “derroche” de 7,5 millones de euros en salarios pagados a los médicos en concepto de continuidad asistencial o, lo que es lo mismo, de ampliación de la jornada laboral entre las 15 y las 20 horas.
Digo que me extraña porque el criterio que siempre ha defendido dicho sindicato ha sido el de luchar por los intereses de su colectivo sin utilizar para ello la comparación con otros niveles profesionales, sino poniendo en valor los propios derechos.
En esta ocasión, no sé si movidos por alguna extraña inquietud, o tal vez animados desde la propia Administración sanitaria para vete tú a saber qué insondables intereses, SATSE se enfrasca en analizar los ingresos de los facultativos, contabilizar pormenorizadamente hasta la paga de vacaciones para, finalmente, solicitar de las direcciones-gerencias una “profunda reflexión”, se supone que invitándolas a dejar de mantener el gasto generado por este concepto, como fácilmente puede deducirse de las informaciones publicadas.
En el fondo -parece que muy en el fondo, aunque algunos veamos que realmente flota-, lo que el Sindicato de Enfermería persigue es eliminar los turnos para su personal y adscribir al mismo a esta continuidad asistencial lo que, sin lugar a dudas, dispararía de forma insostenible los presupuestos sanitarios, algo que por respeto a la Enfermería no voy tan siquiera a entrar a valorar.
La continuidad asistencial nace de un acuerdo establecido entre las centrales sindicales y el Sistema Andaluz de Salud (SAS), publicado en el BOJA número 146, de 31 de julio de 2006, con el fin de “garantizar la continuidad de la asistencia al margen de la jornada ordinaria, la consecución de los resultados y aquellas otras actividades que dentro de la cartera de servicios de cada unidad o centro sea necesario realizar”.
Junto a ello desaparece el concepto de "guardia médica", sustituyéndolo por el de "jornada complementaria", desapareciendo la mayoría de guardias de presencia física para ser sustituidas por localizadas, a la vez que comenzando estas a partir de las 20 horas y no desde las 15 horas, como hasta entonces. Por tanto, gran parte de la financiación de la continuidad asistencial se hace en base a lo que el facultativo deja de percibir por el concepto de guardias.
A partir de ahí podemos discutir sobre lo que nos apetezca. Lo que no creo que sea correcto es que los médicos entremos a valorar si los enfermeros cobran tanto o cuanto en determinados turnos, cumpliendo o no con los objetivos marcados, o que estos últimos se dediquen a cuestionar la ética laboral de los facultativos calificando como “derroche” lo que perciben, porque para ello están los responsables de cada Unidad, las Direcciones Médicas o las Direcciones-Gerencias que, en base a los objetivos establecidos y a los resultados obtenidos, tendrán suficientes elementos de juicio como para extraer las recomendaciones o adoptar las medidas que consideren oportunas.
Yo creo que todos estaremos de acuerdo en que en momentos como los actuales habrá que llevar a cabo, con suma responsabilidad, todas aquellas correcciones de tipo laboral, económico u organizativo que sean precisas, a las que ni médicos ni enfermeros podremos dar la espalda.
En todo caso, habremos de ser sumamente cuidadosos los unos -la Administración, si lo que finalmente se consigue es una desincentivación de los profesionales a través de la sucesiva pérdida del poder adquisitivo de sus salarios- y los otros -nosotros, los profesionales, procurando que la rentabilidad de lo que percibimos como sueldo y complementos justifique la percepción de los mismos, incrementando, si es posible, aquella-.
¿Que habrá que adoptar una mejor organización de horarios, prestaciones y servicios? Nadie lo duda. Acometámosla conjuntamente. Lo que no es de recibo es entrar en una lucha intestina que no sé si beneficiará a alguien pero claramente perjudica a muchos y, sobre todo, daña al clima de entendimiento que en todo equipo sanitario debiera existir.
No son los mejores logros laborales los que se alzan sobre las ruinas de los alcanzados por otros colectivos sino junto a éstos, generando un todo armónico. Sé que la situación económica es dura pero no por ello debe aprovecharse para intentar sacar tajada de la misma, sobre todo si esa porción pretendes quitársela de la boca a tu vecino.
Respeto las reivindicaciones de los enfermeros, las respeto y las conozco, pero no comparto que entren en confrontación con los derechos de los facultativos porque no existen motivos objetivos para ello.
Digo que me extraña porque el criterio que siempre ha defendido dicho sindicato ha sido el de luchar por los intereses de su colectivo sin utilizar para ello la comparación con otros niveles profesionales, sino poniendo en valor los propios derechos.
En esta ocasión, no sé si movidos por alguna extraña inquietud, o tal vez animados desde la propia Administración sanitaria para vete tú a saber qué insondables intereses, SATSE se enfrasca en analizar los ingresos de los facultativos, contabilizar pormenorizadamente hasta la paga de vacaciones para, finalmente, solicitar de las direcciones-gerencias una “profunda reflexión”, se supone que invitándolas a dejar de mantener el gasto generado por este concepto, como fácilmente puede deducirse de las informaciones publicadas.
En el fondo -parece que muy en el fondo, aunque algunos veamos que realmente flota-, lo que el Sindicato de Enfermería persigue es eliminar los turnos para su personal y adscribir al mismo a esta continuidad asistencial lo que, sin lugar a dudas, dispararía de forma insostenible los presupuestos sanitarios, algo que por respeto a la Enfermería no voy tan siquiera a entrar a valorar.
La continuidad asistencial nace de un acuerdo establecido entre las centrales sindicales y el Sistema Andaluz de Salud (SAS), publicado en el BOJA número 146, de 31 de julio de 2006, con el fin de “garantizar la continuidad de la asistencia al margen de la jornada ordinaria, la consecución de los resultados y aquellas otras actividades que dentro de la cartera de servicios de cada unidad o centro sea necesario realizar”.
Junto a ello desaparece el concepto de "guardia médica", sustituyéndolo por el de "jornada complementaria", desapareciendo la mayoría de guardias de presencia física para ser sustituidas por localizadas, a la vez que comenzando estas a partir de las 20 horas y no desde las 15 horas, como hasta entonces. Por tanto, gran parte de la financiación de la continuidad asistencial se hace en base a lo que el facultativo deja de percibir por el concepto de guardias.
A partir de ahí podemos discutir sobre lo que nos apetezca. Lo que no creo que sea correcto es que los médicos entremos a valorar si los enfermeros cobran tanto o cuanto en determinados turnos, cumpliendo o no con los objetivos marcados, o que estos últimos se dediquen a cuestionar la ética laboral de los facultativos calificando como “derroche” lo que perciben, porque para ello están los responsables de cada Unidad, las Direcciones Médicas o las Direcciones-Gerencias que, en base a los objetivos establecidos y a los resultados obtenidos, tendrán suficientes elementos de juicio como para extraer las recomendaciones o adoptar las medidas que consideren oportunas.
Yo creo que todos estaremos de acuerdo en que en momentos como los actuales habrá que llevar a cabo, con suma responsabilidad, todas aquellas correcciones de tipo laboral, económico u organizativo que sean precisas, a las que ni médicos ni enfermeros podremos dar la espalda.
En todo caso, habremos de ser sumamente cuidadosos los unos -la Administración, si lo que finalmente se consigue es una desincentivación de los profesionales a través de la sucesiva pérdida del poder adquisitivo de sus salarios- y los otros -nosotros, los profesionales, procurando que la rentabilidad de lo que percibimos como sueldo y complementos justifique la percepción de los mismos, incrementando, si es posible, aquella-.
¿Que habrá que adoptar una mejor organización de horarios, prestaciones y servicios? Nadie lo duda. Acometámosla conjuntamente. Lo que no es de recibo es entrar en una lucha intestina que no sé si beneficiará a alguien pero claramente perjudica a muchos y, sobre todo, daña al clima de entendimiento que en todo equipo sanitario debiera existir.
No son los mejores logros laborales los que se alzan sobre las ruinas de los alcanzados por otros colectivos sino junto a éstos, generando un todo armónico. Sé que la situación económica es dura pero no por ello debe aprovecharse para intentar sacar tajada de la misma, sobre todo si esa porción pretendes quitársela de la boca a tu vecino.
Respeto las reivindicaciones de los enfermeros, las respeto y las conozco, pero no comparto que entren en confrontación con los derechos de los facultativos porque no existen motivos objetivos para ello.
ENRIQUE BELLIDO
