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Y colorín colorado... el cuento no ha acabado

En las dos entregas anteriores hemos atisbado, por alguna de las rendijas, el interior de la cueva de Ali Baba y hemos visto parte de los tesoros que encierra (proporciona). Riqueza al alcance de unos privilegiados pertenecientes a la casta política de este País de Nunca Jamás. El antro del tesoro politiqueril encierra aún más alhajas y, con ellas, más sorpresas para los pedestres (llanos) ciudadanos que somos la mayoría de esta Disneylandia chapucera.

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¿Motivos que impulsan este desmadre? Los gobiernos autonómicos -todos, sean del color que sean- están cada vez más empeñados en darse a conocer fuera de nuestras fronteras, para así estar más cerca de sus intereses políticos y económicos, cosa hasta cierto punto lógica, si no fuera por la sangría económica que ocasionan.

Parece ser que entre todas las comunidades autónomas disponen en este momento de unas 189 oficinas en el extranjero. Estos despilfarradores "ministerios de exteriores" regionales cuestan sobre 150 millones de euros. Veámoslo en un rápido vistazo.

El País Vasco -que, además de la de Madrid, dispone de ocho delegaciones en el exterior- está presente en Bruselas, México, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, Estados Unidos y Francia, en cuyo mantenimiento gasta algunos millones de euros. Una cifra a la que se sumará la apertura este año de una nueva oficina en un lugar aún por determinar (Canadá, Berlín o Londres).

Cataluña cuenta con embajadas en Bruselas, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, todas ellas dependientes de la Secretaría de Asuntos Exteriores, órgano que contará con un alto presupuesto de euros. En algunos países tienen varias oficinas.

Así, en Alemania hay cinco; en Estados Unidos, cuatro; tres en México y Reino Unido; y dos en Francia, Rusia, Bélgica y Republica Checa. Los objetivos que pretenden cubrir son la proyección de Cataluña en el exterior y el apoyo a la comunidad catalana residente en esos países. En época del tripartito contaban con 48 “embajadas” para así poder representar a las cuatro provincias catalanas.

La Xunta de Galicia ha elegido Montevideo y Buenos Aires para ubicar sus oficinas debido, dicen, a la fuerte presencia de emigrantes gallegos en ambos países. A ellas hay que añadir la Fundación Galicia-Europa, en Bruselas desde 1988. No descartan abrir nuevas sedes, pero de momento se conforman con las 12 delegaciones que poseen. ¡Gracias por tanta generosidad!

Canarias está presente en Caracas y Bruselas, y ha previsto abrir, para cuando sea posible, delegaciones en Praia (Cabo Verde) y en Agadir (Marruecos), en la que tratará de incluir las oficinas comerciales del Gobierno canario en el país magrebí.

Extremadura dispone de oficina en Bruselas y en Lisboa para potenciar las relaciones y la cooperación internacional con el país vecino. Y digo yo, con lo cerca que está Mérida de Lisboa ¿no les traería más cuenta hacer un viaje de cuando en cuando? Pero se entiende que no es lo mismo mantener relaciones a distancia, puesto que en la distancia corta es donde una colonia (perfume) se la juega. La verdad sea dicha de paso: ¡esto apesta!

Andalucía abrió delegación en Bruselas hace 24 años, que le sirve de órgano promocional de la región en el exterior y para poder seguir de cerca las decisiones comunitarias sin que nadie se lo cuente. Luego tiene repartidas por esos mundos otras 22 delegaciones.

La Comunidad Valenciana dispone desde 1989 de una oficina en Bruselas y cuenta con 28 oficinas del Instituto Valenciano de la Exportación en más de 20 países. "¡Che, es necesario que nos conozcan!", supongo que piensan los políticos valencianos.

Madrid está representada en Bruselas, pero el deseo de captar inversiones le ha llevado a participar, con las cámaras de comercio, en una red de oficinas promocionales en diversos países del mundo. La capital del Reino no podía ser menos.

Murcia ha montado oficina en Bruselas y en Madrid para apoyar a su Gobierno en su relación estatal y comunitaria. Castilla y León, Aragón y Navarra, disponen de cinco “embajadas”, mientras que La Rioja, Baleares, Castilla-La Mancha y Cantabria, poseen dos cada una. Y esa enormidad de autonomía que es Asturias tiene necesidad de trece “embajadas”.

Como podemos apreciar, todas las comunidades autónomas han querido instalarse en Bruselas para conocer de primera mano las políticas comunitarias que les afectan. Para terminar con esta retahíla de despropósitos sólo se me ocurre una pregunta: ¿para qué sirven las embajadas y consulados estatales?

¿Y de diputaciones qué me dices, primo? Contamos en este momento con 38 diputaciones provinciales, con una buena cantidad de dinero dedicado a su funcionamiento, todas ellas con coches oficiales, duplicidad de cargos ostentados y algunas otras canonjías.

No hay que olvidar las delegaciones del Gobierno central existentes con sus flamantes delegados y subdelegados, por supuesto, del partido que esté en el Gobierno central, como no podía ser de otra manera. ¡No vas a meter al enemigo en casa! Por cierto, algunas comunidades tienen delegado en Madrid, capital del Reino.

El puzzle o rompecabezas quedaría así: Gobierno central + Autonomía + Diputación + Delegado de Gobierno + embajadas estatales + consulados + embajadas autonómicas + oficinas comerciales…. Posiblemente se me escape algún que otro organismo oficial porque ya me he perdido entre tanta maraña.

Está claro que la vaca no da tanta leche. A este ritmo media España trabajará para la otra media que beberá de la leche estatal y su producción será nula. ¡Si al menos fabricáramos queso con la poca leche que quede...!

El candidato del PSOE a la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha entrado de lleno en el debate abierto sobre el futuro de las cuestionadas diputaciones provinciales, que tras el 22 de mayo controla en su mayoría el PP. El Sr. Pérez apuesta por “transformarlas” para que presten, de manera más eficaz, servicios a los municipios que no tienen recursos para hacerlo. Se trata, por tanto, de abrir un debate para ver cómo se consigue que “sirvan para lo que tienen que servir”, ha remachado el candidato socialista.

Como en los toros, hay disparidad de opiniones. A diferencia de otros socialistas, como Felipe González y Manuel Chaves, que se han mostrado a favor de eliminar estas instituciones, Blanco y últimamente Zapatero se han decantado por analizar el tema, pero en la próxima Legislatura. Patata caliente para el próximo Gobierno y bronca segura si gana el PP. Nadie quiere renunciar al trozo de pastel…

En estos momentos el PP controla el 75 por ciento de las diputaciones, lo que representa la gestión de 3.823 millones de euros, frente a los algo más de 1.000 millones a cargo del PSOE. Indudablemente, el PP se ha convertido en un defensor entusiasta de las mismas, aunque también, no podía ser menos, ha abogado por mejorar su funcionamiento para lograr una “gestión eficiente de los recursos". El PSOE quiere transformarlas dada la gran pérdida de poder económico que ha sufrido en las municipales.

Las diputaciones son históricamente un preciado bocado para los partidos políticos por la gran cantidad de recursos que gestionan y el escaso poder fiscalizador que se ejerce sobre ellos‍‍. Tenemos un trilema planteado: “suprimirlas, mejorarlas o transformarlas”. Me temo que se quedará sólo en el dilema de “mejorarlas o transformarlas”, descartando la opción de suprimirlas. ¡Güenas vacaciones!
PEPE CANTILLO
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