“A ver por dónde salen los de la Abuela este año. Como son tan amigos de las antiguallas, lo mismo les da por acordarse de los antepasados de Miguel Ríos o vete tú a saber. Que estos en plan rescate de reliquias son capaces de eso y más. Pero mira, me acabo de enterar que van a hacer las cosas bien. Por una vez. Sin que sirva de presidente, digo de precedente.
Así es que dicen los muy rancios, que son unos retrógrados, que esta vez, como cosa excepcionalmente moderna, van a tener un detalle con el Loquillo ese. Sí, con el larguirucho estirado ese, que no cabe por la puerta. No sé lo que van a tener que hacer para meterlo a empujones aunque sea en las “arrecías” naves de Ciatesa. Que por allí se pone a hacer frío y se congela hasta el de la caldera.
Pero a lo que vamos. Que me parece a mí que van a tener que hacer un boquete de lo altísimo que es el gachón, polaco este, de Barcelona. No sé, lo mismo tienen que improvisar un portalón. Para que sobre. Como esos enormes desproporcionados de cojones que tienen en Málaga para sacar las procesiones tan grandísimas que tienen por allí, con la Legión. Y la cabra.
Pero los que están como una cabra son los pirados estos de La Abuela con tanto rock y tanta leche. Que no te puedes imaginar la que se forma allí cada año. En el cacho naves multiusos que hay por donde está el poli que sirven para todo. Y que, mira tú, se ponen de pelusones y de calvos feísimos, que no te lo puedes ni imaginar, hasta el techo. Que yo los he contado.
Y eso que la uralita, que digo yo que será uralita, está que no la alcanza con las manos nadie. Ni el altísimo Loquillo ese del tupé y la chamarreta negra que da susto de lo gigante que es. Pero ni por esas. Por mucho que diga. Con lo chulo que es. A ver cómo se las apaña para ver, si cómo alardea que se pasa, es más grande y más cantante que nadie.
Los de la Abuela, que son unos pesados que te mueres, venga a quejarse, los muy desgraciados, que no le dan ni un euro de subversión, digo de subvención, que es que ya no sé lo que digo. Por los nervios. Con lo mal que están las cosas, que no hay en la cartera para pagar tanto jubilado y tanto fresco como hay, que son todos unos aprovechaos. Y los de la Abuela, más.
En fin, que como me amuermo una cosa espantosa por los fines de semana, me parece que me tiraré para los Cuatro caminos. Carretera abajo. Para ver si me entono con un buen cubata. Que de eso, de hartarse de vender cacharros, saben un montón los impresentables esos de la Abuela. Con tanto rock. Y tanto rollo. Venga ya”.
Sacado, como lo cuento, de un blog de Internet. Menudo palabrajo tecnológico.
Así es que dicen los muy rancios, que son unos retrógrados, que esta vez, como cosa excepcionalmente moderna, van a tener un detalle con el Loquillo ese. Sí, con el larguirucho estirado ese, que no cabe por la puerta. No sé lo que van a tener que hacer para meterlo a empujones aunque sea en las “arrecías” naves de Ciatesa. Que por allí se pone a hacer frío y se congela hasta el de la caldera.
Pero a lo que vamos. Que me parece a mí que van a tener que hacer un boquete de lo altísimo que es el gachón, polaco este, de Barcelona. No sé, lo mismo tienen que improvisar un portalón. Para que sobre. Como esos enormes desproporcionados de cojones que tienen en Málaga para sacar las procesiones tan grandísimas que tienen por allí, con la Legión. Y la cabra.
Pero los que están como una cabra son los pirados estos de La Abuela con tanto rock y tanta leche. Que no te puedes imaginar la que se forma allí cada año. En el cacho naves multiusos que hay por donde está el poli que sirven para todo. Y que, mira tú, se ponen de pelusones y de calvos feísimos, que no te lo puedes ni imaginar, hasta el techo. Que yo los he contado.
Y eso que la uralita, que digo yo que será uralita, está que no la alcanza con las manos nadie. Ni el altísimo Loquillo ese del tupé y la chamarreta negra que da susto de lo gigante que es. Pero ni por esas. Por mucho que diga. Con lo chulo que es. A ver cómo se las apaña para ver, si cómo alardea que se pasa, es más grande y más cantante que nadie.
Los de la Abuela, que son unos pesados que te mueres, venga a quejarse, los muy desgraciados, que no le dan ni un euro de subversión, digo de subvención, que es que ya no sé lo que digo. Por los nervios. Con lo mal que están las cosas, que no hay en la cartera para pagar tanto jubilado y tanto fresco como hay, que son todos unos aprovechaos. Y los de la Abuela, más.
En fin, que como me amuermo una cosa espantosa por los fines de semana, me parece que me tiraré para los Cuatro caminos. Carretera abajo. Para ver si me entono con un buen cubata. Que de eso, de hartarse de vender cacharros, saben un montón los impresentables esos de la Abuela. Con tanto rock. Y tanto rollo. Venga ya”.
Sacado, como lo cuento, de un blog de Internet. Menudo palabrajo tecnológico.
MANUEL BELLIDO MORA
