:::: MENU ::::
JUNTA DE ANDALUCÍA - Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad

JUNTA DE ANDALUCÍA - Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional

Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de hereje [Rafael Soto]. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de hereje [Rafael Soto]. Mostrar todas las entradas

28 de septiembre de 2023

  • 28.9.23
Cualquiera con las capacidades físicas necesarias puede emitir un grito de angustia. Un grito de angustia que también puede surgir de la frustración, de una necesidad no satisfecha, cuando los malos se salen con la suya, cuando te sientes solo o de una pueril demanda de atención, por poner unos ejemplos. Un grito de angustia es un acto ambivalente, porque lo generan los sentimientos más negativos y, sin embargo, es una liberación que puede concluir con una satisfacción a la demanda de alivio.


Ahora bien, ¿qué ocurre cuando la satisfacción no llega? La psicología e, incluso, los relatos épicos más antiguos conservados nos dan la solución más sensata. Por un lado, aceptar la realidad tal y como es. Por otro, dilucidar entre lo que nos es posible cambiar, lo que no, y actuar en consecuencia. Por desgracia, la mayoría de las personas no es sensata.

Tras el grito de angustia, cuando no viene la satisfacción, llega el silencio. Una ausencia densa, no muy diferente a la que provocan la culpa o el fracaso. Un silencio que se rumia y cuya solidez percibimos, incluso, en el aparato digestivo. Y, preparados o no, llega la acción, o reacción, según se mire.

Cuando la sensatez no se impone llega la irracionalidad o, lo que es peor, la racionalidad mal dirigida –o digerida, que sería más correcto–. Se imponen el llanto, la locura, el odio o, en ocasiones, la peor de las actitudes, la mala sangre. Se trata de esa búsqueda de satisfacción que puede ser vengativa y provocar el acto más imperdonable de todos, que es el que brota de la crueldad.

Albert Camus lo sabía. No en vano, fue contemporáneo de algunos de los mayores horrores que han contemplado los cielos. Y, desde un profundo conocimiento del ser humano, llegó a afirmar que el desprecio acababa desembocando en el fascismo. ¡Cuántos gritos desesperados han acompañado a la esvástica!

En España, donde el desprecio es deporte nacional (Fernando Fernán Gómez dixit), parece que estamos abocados al peor de los radicalismos. En una época de frustración, ira, tabúes y realidades líquidas, la identidad es el último refugio. Los movimientos de extrema derecha vasca y catalana se han salido con la suya, están logrando desmantelar el Estado –ya no es más que una mala sombra–, y están consiguiendo normalizar la injusticia.

Si todo vale, tal como enseña el sanchismo, no hace falta ser muy listo para comprender cómo evolucionará la realidad político-social. ¿Cuánta mala sangre puede provocar la imagen del supremacista Carles Puigdemont burlándose del Estado de Derecho en las plazas de Girona? Mal asunto.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

14 de septiembre de 2023

  • 14.9.23
Quiero compartir y comentar una reflexión que el escritor y periodista Rafael Chirbes (1949-2015) dejó en sus Diarios y que, aparte de resultarme interesante por cuestiones personales, puede facilitar una reflexión sobre la actualidad.


La entrada del diario se corresponde al cinco de agosto de 1995. En un momento de lucidez, reflexiona sobre el mensaje de la trilogía de la Orestíada de Esquilo. Su aplicación a la actualidad me parece debatible, pero interesante.

Como saben, Orestes vuelve a su tierra y se entera de que su madre Clitemnestra y su amante han asesinado a Agamenón, su padre, tras volver de la campaña troyana. Por consejo de Apolo, cuyas profecías inspira el mismo Zeus –no olvidemos este detalle–, Orestes comete un matricidio y, ante tal barbaridad, de acuerdo con las leyes antiguas, es perseguido por las Erinias. El protagonista busca protección en el templo de Apolo y es entonces cuando se produce el momento crucial de la trilogía.

Ante la imposibilidad de invadir el templo, comienza un juicio para dirimir la cuestión. Atenea se convierte en jueza, las Erinias en las acusadoras y Apolo ejerce de abogado defensor. Por último, se escoge un jurado entre los habitantes de Atenas.

Al final, se produce un empate en el jurado y Atenea, en todo un ejercicio de sumisión patriarcal, da su voto de gracia a Orestes, apoyándose en que Apolo fue inspirado por su padre Zeus: “Mi privilegio es votar la postrera. Y yo voy a votar en pro de Orestes. No me parió una madre, y siempre, en todo, salvo en tomar esposo, me he encontrado del lado del varón. Soy, sin reserva, del bando de mi padre”.

Cuando leí esta trilogía con diecisiete años, entendí que era un relato mitológico sobre el paso del clásico ajuste de cuentas al juicio imparcial. Dicho de otra manera, la institucionalización de la venganza. Asimismo, era una legitimación del patriarcado, poniéndose por encima el respeto al lecho conyugal y la supremacía del padre de familia sobre el de la mujer desobediente.

Ahora bien, Chirbes ofrece una interpretación interesante: “Apolo es joven y reclama el olvido. Las Euménides [Erinias] son viejas y exigen memoria y, por tanto, castigo […] La historia como olvido, injusticia sin la que se supone que no se puede vivir”. ¿Para vivir hay que olvidar? ¿Hay que hacer borrón y cuenta nueva?

Chirbes no ignora las consecuencias políticas de este pensamiento: “Este modelo de juicio se repite periódicamente en las leyes de punto final chilenas, argentinas o españolas”. Bonita reflexión en el quincuagésimo aniversario del Golpe de Estado de Chile. En el ámbito español somos más selectivos. ETA es el pasado, hay que olvidarlo, pero a Franco parece que nos lo encontramos ayer en el supermercado.

Desde mi punto de vista, Chirbes ofrece una reflexión interesante, aunque no comparto su conclusión. Como ya he señalado, Esquilo pretendía elogiar al sistema judicial atenienses y promover la supremacía del varón sobre la mujer. Es cierto que existe la prescripción de los delitos, pero es un concepto contemporáneo.

Con respecto a la necesidad del olvido, estoy de acuerdo con Chirbes en que es una injusticia. Como historiador de la comunicación, entre otras cosas, toda mi labor se fundamenta en el recuerdo de los hechos del pasado para su utilidad en el presente. Otra cuestión diferente es el juicio de los mismos.

En el caso chileno, todavía pervive la Constitución que aprobara Augusto Pinochet en 1980, aunque con importantes reformas. Sus hechos son todavía recientes y no pocos represores del régimen siguen con vida. Y, de hecho, la sociedad chilena permanece dividida.

El caso del franquismo es opuesto. En trece años se producirá el centenario de la Guerra Civil, hace cuarenta y ocho años que murió el dictador, llevamos dos leyes de Memoria Histórica… ¡Incluso se le ha sacado de su tumba con toda la atención mediática posible! Y, sin embargo, todavía hay víctimas esperando a ser desenterradas y el fantasma del gallego sigue apareciendo en los discursos del Congreso de los Diputados como un arma arrojadiza.

Chirbes equivoca el análisis: no son los jóvenes los que hablan de olvido. Quizá, no se encontraba en un buen contexto para entenderlo. El asunto estaba aparcado, a la espera de que otros jóvenes, con las heridas menos frescas, lo retomaran. Una pausa necesaria para la convivencia. Un descanso que ya no tenía sentido en la España de los 2000. Quizá, la pregunta sea si todavía lo es en Chile. No tengo la respuesta.

En todo caso, no creo en el olvido, ni puedo estar de acuerdo en que sea imprescindible para vivir. Que lo hagan otros. Yo sigo con mis lecturas y mi memoria que, aunque me falla a menudo, todavía no es selectiva.

Haereticuss dixit

RAFAEL SOTO

31 de agosto de 2023

  • 31.8.23
Los extremismos del Ministerio de Igualdad habían llegado a tal punto que las propias feministas radicales y las hembristas han sufrido profundas divisiones. Sin embargo, el caso de Rubiales ha servido para poner de acuerdo a la mayor parte de la España progresista (que no progre).


Cuando menos es llamativo que un caso de corrupción tan grave como aquel en el que está implicado Luis Rubiales no le llegara a costar el puesto de presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Sin embargo, lo es aún más que sean sus actitudes machistas las que hayan podido conseguir lo que parecía imposible: poner contra las cuerdas al patrón del fútbol español.

Sería necio pensar que sus rivales no han aprovechado su metedura de pata para ajustar cuentas –cosas de la ‘famiglia’–. Sin embargo, lo que podría haberse resuelto con una disculpa se ha visto engrandecido por las acostumbradas actitudes prepotentes del personaje.

Nada sorprende de lo que ha hecho a los que lo seguimos desde hace años pero… ¡Ay! Personas que no han visto un partido de fútbol en su vida se han sumado al carro y han hecho lo que mejor se les da, que es mezclarlo todo con política. Y, en el debate de los asuntos públicos, las formas importan. Y agarrarse la entrepierna delante de una reina está feo tirando a malo de Western.

Incluso dejando de lado la cuestión del beso, Rubiales ha tenido tan malas formas que ha puesto de acuerdo a feministas que, hace unas semanas, estaban calificándose de “vendidas al heteropatriarcado”. Ironía en modo on: propongo que lo hagan diputado en el Congreso. Creo que con dos intervenciones suyas sería capaz de conseguir amplias mayorías parlamentarias en contra. Estarán de acuerdo en que Rubiales es un diputado necesario.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

17 de agosto de 2023

  • 17.8.23
Estoy en el paseo marítimo de un pueblo costero cualquiera, sin más compañía que una cerveza y un cuenco de frutos secos bañados en demasiada sal y pimienta. Cerveza Indian Pale Ale, IPA. Mierda de la buena. Estoy sentado de espaldas al local y de cara a la playa, frente a un sol rojizo que cae como los mentirosos: lento y sin freno. Y como suele ocurrir con ellos, lo veo desplomarse con sumo placer. Solo quedan unos minutos.


Mientras espero, veo pasar a la gente por delante de mí. Gentes de todo tipo y pelaje: familias ejemplares, chulos de playa, putas de las que cobran y de las que no, niños inocentes, adolescentes enamorados, sacerdotes liberados y, en ocasiones, mujeres que parecen ángeles –aunque bien sepa que hace tiempo que cayeron–.

Miro al cielo. No más de un minuto para perder de vista al astro rey. Parece tan grande y tan rojo... Las aguas se disfrazan de un color rojizo, casi rosáceo aunque como todo acto estético, sé que no es más que una ilusión. No hay verdad en la estética, aunque en ocasiones nos ayude a encontrarla. Quizá, por eso sea tan del gusto de los mentirosos, los narcisistas, los artistas y los políticos: la estética es una promesa de verdad que rara vez se cumple.

Tomo un trago y disfruto ese golpe duro, afrutado, que baila en mi paladar y que burbujea mientras explora los secretos de mi garganta. El sol está a punto de tocar las aguas. Me fijo en una adorable señora mayor que, según parece, está dedicando su tarde a pasear al perro. Cánido y dueña que, dicho sea de paso, no parecen tener mucho respeto por el bien público. Mientras que el animalillo deja su bomba en la acera a dos metros de mi persona, me esfuerzo en ignorar este hecho y en disfrutar del espectáculo del cielo.

En menos de un minuto, mientras que el perro deja un oloroso regalo, me esfuerzo en observar cómo desaparece el sol para dar paso a la noche. La dueña se larga sin recoger el paquete y yo pago la cuenta en la barra para irme cuanto antes y no aguantar tan oloroso regalo.

Salgo a caminar por el paseo marítimo y veo jugar a los niños y a los adolescentes en la playa todavía, en un intento de aprovechar los últimos restos de luz que ha dejado el día. La vía pública huele a mar y buñuelos mientras que pienso en la señora y en mi esfuerzo para disfrutar la puesta de sol. En cierto sentido, quizá la vida pueda resumirse en eso, o tal vez en parte: intentar disfrutar del momento a pesar del por culo que te den los demás.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

3 de agosto de 2023

  • 3.8.23
Algunas personas están preocupadas por los actos contra la libertad de expresión y, sobre todo, la libertad artística que se están llevando a cabo en algunos espacios culturales y políticos conservadores. Y hacen bien, pues todo atentado contra la libertad de expresión y la libertad artística es deleznable. Si bien, me hubiera gustado la misma actitud cuando estos actos de represión lo llevaban a cabo sus colectivos afines.


La última polémica ha sido la elección de Najat El Hachmi como pregonera de la Mercè en Barcelona. Su crimen es oponerse a la ‘Ley trans’ y tener una postura crítica con las posiciones más radicales del Islam. Una posición que le ha valido los calificativos de ‘transfoba’ e ‘islamófoba’. A ver cómo acaba el asunto.

Uno de los casos más sonados en los últimos años fue la presentación de un libro contrario a la teoría queer en 2022: Nadie nace en el cuerpo equivocado, de José Errasti y Marino Pérez Álvarez. Los manifestantes se concentraron en la puerta de la librería barcelonesa para impedir el acto.

Es cierto que ambas situaciones se dieron en Cataluña, donde ya no existe la libertad de expresión. Sin embargo, todo el país ha normalizado la represión de las voces discordantes. Yolanda Díaz tuvo que aguantar un escrache al grito de “vendeobreros” en Valencia y todos recordarán el circo que se montó en la Universidad Complutense cuando Isabel Díaz Ayuso fue escogida como “alumna ilustre”.

Vivimos tiempos en los que está bien visto no dejar hablar al otro, según el color de la camiseta. No veo la más mínima diferencia entre el Ayuntamiento que vetó una obra de Virginia Woolf y el Ministerio de Igualdad cuando acusó a Amarna Miller de posicionarse “a favor de la pedofilia y la violación”, sin venir a cuento y con dinero público, por su defensa del trabajo sexual.

La cultura de la cancelación es terrible. Vivimos una época de intolerancia en el que incluso el humor está bajo sospecha. Cualquier día, los reprimidos podemos ser nosotros. Cuidado.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

20 de julio de 2023

  • 20.7.23
Julia salió tarde del trabajo, como de costumbre. En realidad, había terminado su jornada casi tres cuartos de hora antes, pero tenía que dedicarle tiempo al networking, o sea, a trabajar su red de contactos. A diferencia de otras personas, lo hacía sin placer, más por necesidad que otra cosa. Por suerte, sus padres le cuidaban al niño. En especial su madre, que fue quien le hizo el divorcio más llevadero.


La trabajadora se metió en el coche sobre las nueve de la noche. Antes de poner en marcha el motor, tenía la costumbre de revisar el móvil por si había algún mensaje relevante. No era el caso, por suerte. Arrancó el coche y se dirigió deprisa al supermercado, antes de que cerrara.

Había hecho la compra unos días antes pero, a saber por qué, no había semana en la que no se le olvidara algo o no le surgiera alguna necesidad. En esta ocasión, se encontró a sí misma desorientada entre los pasillos del supermercado, sumergida en las pegadizas melodías que el hilo musical transmitía mientras buscaba sobres de levadura y un bloc de dibujo. Bloc que, por cierto, le habían pedido a su hijo hacía una semana en los talleres de verano y que la criatura de su corazón y de sus entrañas no le comunicó hasta el día antes de que expirara el plazo.

Julia se tomaba muy en serio las promesas a Antoñito. En especial, desde que se produjo el divorcio. “Si apruebo todo me haces un bizcocho de los tuyos”, le hizo prometer. Y, en efecto, aprobó quinto de Primaria con notas excelentes pese a la ruptura de sus padres. Como hacía de cocinar para la semana durante el fin de semana, no encontró fuerzas entonces, y menos con el calor. Sin embargo, estaba decidida a hacerle el bizcocho con la amasadora antes de cenar.

Con más prisa que la que exigiría la prudencia, hizo su compra y se dirigió a casa de sus progenitores, tornados en cuidadores no profesionales en beneficio de la conciliación. Llamó al número de su madre, le pidió que hiciera bajar al niño y que, por favor, se diera prisa en hacerlo. Por supuesto, la criatura tardó más de un cuarto de hora en ir al baño y recoger sus cosas. Se subió al coche, le dio un beso a su madre y, mientras la señora conducía hasta casa, este le contaba lo que había hecho durante el día.

Eran las 21:50. Antoñito se dirigió a la habitación mientras que Julia emplataba la cena. Como eran platos fríos, los dejó aparte y empezó a introducir los ingredientes del bizcocho en la amasadora: dos huevos, tres vasos de harina tamizada, dos vasos de azúcar, un vaso de aceite, otro de yogur, ralladura de limón, algo de canela, un sobre de levadura y la pizca de sal, que nunca puede faltar en los dulces de esta naturaleza.

Agotada, Julia engrasaba el molde del bizcocho y echaba un ojo a la amasadora mientras precalentaba el horno. Entonces, llamó a Antoñito a voces y le ordenó que pusiera la mesa. Una costumbre que el hijo reprodujo sin rechistar. “¡Bizcocho!”, gritó el niño emocionado cuando se dio cuenta de lo que su madre estaba haciendo. “Para mañana, que tiene que reposar. Te comes un trocito con la tostada”, le previno su madre.

El hijo cantaba de alegría mientras ponía los platos. Un sonido absurdo y que, sin embargo, su madre disfrutaba en silencio. Se sentaron a la mesa y pusieron la televisión. Él quería sintonizar un canal de dibujos animados mientras comía su plato de ensalada de garbanzos con verduras y atún. Sin embargo, eran las 22:10 y ya había empezado el debate electoral entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Lo sintonizó y le pidió al hijo que se callara.

Antoñito escuchaba sin entender. Julia entendía, pero se le hacía indigesta la ensalada de garbanzos: la estaban poniendo nerviosa. La comida entraba por su boca, la masticaba y, con dificultad, la tragaba entre reproches, mentiras manifiestas por ambas partes, y muy mala educación.

“¿De verdad que no puedo poner los dibujos animados?”, insistió el niño. Julia le mandó callar. El plato no se acababa y le costaba hilar argumentos con tanta interrupción. Por fin aparecieron los moderadores y miró al plato de garbanzos. Bebió agua fresca y, al volver a mirar a la pantalla, sintió un profundo sentimiento de asco, pena y vergüenza ajena.

“Mamá, ¿qué pasa?”, le preguntó Antoñito refiriéndose al debate. “Nada hijo, nada”, respondió mientras miraba al reloj para que no se le pasara el bizcocho, “dos mentirosos discutiendo por si convencen a alguien”.

Julia observó al hijo por un momento, pensativa, y dirigió la mirada al televisor. “Pon los dibujitos si quieres”, decidió por fin, provocando un estallido de júbilo en el pequeño. “Pero no me pongas la mierda esa que ves siempre, ponme algo en condiciones”.

La madre soportó los dibujitos animados que le gustaban a su hijo en lo que le quedó de cena, que le fue mucho más fácil de tragar y digerir. No es que le gustaran, desde luego, pero eran mejor para su hijo que la bazofia electoral. Ya vería los resúmenes otro día. Lo que le tocaba ahora a Julia era sacar el bizcocho del horno bajo la atenta y excitada mirada de su hijo. Eso, y cobrarse un beso por la faena.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

6 de julio de 2023

  • 6.7.23
Ningún alma con cierta sensibilidad puede ser inmune al acoso mediático electoralista. Ruido, mentiras, medias verdades, hipocresía por doquier y dobles raseros. Hay quien mancha página atacando o defendiendo y, sin embargo, echo en falta la inteligencia. El Régimen del 78 tan sólido a día de hoy como las cuentas del Santander.


Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno vivimos con la agitación propia de unas elecciones generales. Ahora, la población está agotada de tanta infoxicación, de tanta manipulación y de tanta verdad a medias. La polarización política es un hecho desde 2018 –que cada cual eche la culpa a quien quiera–, y muy raro es que alguien no tenga claro su voto a estas alturas, aunque sea en términos de bloque. Su voto o su abstención, claro. No creo que haya trasvases significativos entre bloques a estas alturas.

La posición política del que escribe estas líneas está plasmada con prolijidad desde la primera columna de esta sección. Me niego a sumarme al ruido mediático. Sin embargo, sí quiero indicar algo, por si alguien lo dudaba: lo que nos jugamos en estas elecciones es nada. Nada, y nada más. Como mucho, la evolución de la guerra cultural en la que nos encontramos. No puedo expresarme con más claridad frente a los que, otra vez, nos hablan en términos de cruzada.

Si gana el bloque de la derecha, liderado por Alberto Núñez Feijóo, tendremos a un déspota de los de toda la vida que, después de las barbaridades de Sánchez, se creerá con derecho a ir poco menos que bajo palio. Eso sí, con sindicatos en la calle, que es lo que se echa en falta.

El bloque conservador tratará de contrarrestar la cultura ‘woke’ o ‘de la conciencia’ a través de Vox –el PP no se ensuciará las manos en la trinchera cultural–, y los parásitos de siempre continuarán la lenta descomposición del Estado por las malas. Por no hablar de lo que tengan que hacer por lo que se encuentren bajo las alfombras de Moncloa…

Si el bloque liderado por Pedro Sánchez gana, tendremos a un déspota que va de ilustrado sin un solo sindicato mayoritario en la calle. La ‘progresía’ continuará con sus políticas hipócritas, con la manipulación de instituciones y datos oficiales, y consolidará su sistema clientelar con el beneplácito de sus medios de comunicación afines.

Una victoria del bloque ‘progre’ consolidará la cultura ‘de la conciencia’ por la sopa de letras de Sumar, ya impuesta en las escuelas, y se mantendrá la lenta descomposición del Estado por las buenas. Asimismo, persistirá el maltrato a la Administración de Justicia y al Sector Público en general.

Dicho de otra manera: los extremos se tocan y quienes pagaremos las barbaridades que hagan somos nosotros. Por tanto, votemos según nuestra conciencia y desechemos esa idea absurda de que estamos ante una cruzada. El Régimen del 78 es sólido, por bueno o malo que sea. En Andalucía y Madrid no se ha cantado el ‘Cara al Sol’, ni tampoco se ha llegado a la Revolución Socialista donde han gobernado los de la camisa roja.

Para retroceder, primero hay que haber avanzado hacia algo. Y cada día estamos más cerca del siglo XX. La monarquía y su círculo siguen fuertes y la banca está mejor que nunca. Al final, como siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá, el único ganador de estas elecciones serán los parásitos del Estado.

No habrá cambio real, ni hay otra cruzada que pueda cambiar algo, que la lucha contra el Régimen del 78 y el neoliberalismo que se impone desde Mamá Europa. Sin embargo, parecen más fuertes que nunca…

Salud y República a ti, que quizás te hayas olvidado de lo que significa esta expresión. A ti, que puede que creas con sinceridad que luchas en una cruzada por las libertades, y solo estás escogiendo al tirano menos malo.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

22 de junio de 2023

  • 22.6.23
Philipp Eduard Fugger (1546-1618) estaba acostumbrado a recibir un número ingente de cartas en su oficina de Augsburgo. Su familia había sido una de las precursoras del capitalismo en Europa y había financiado las políticas de la casa Habsburgo desde los tiempos de Carlos V. Aunque los Fugger –o Fúcar en castellano castizo– habían perdido mucha capacidad económica a causa de tanta bancarrota hispánica, seguían siendo respetados en toda Europa.


Los Fugger tenían toda una red de corresponsales que ofrecían información de diversa naturaleza desde las grandes ciudades europeas: Roma, Madrid, París, Sevilla, Praga, Constantinopla… Los Fugger necesitaban información actualizada y, en muchas ocasiones, confidencial para la consecución de sus objetivos comerciales y financieros: posibles bancarrotas, intentos de asesinato, epidemias… los temas que más podían afectar a sus negocios o que fueran relevantes. Noticias que, en no pocas ocasiones, acababan siendo difundidas a través de la imprenta.

Una de estas cartas conservadas le llega a Philip desde Roma con fecha de 1 de junio de 1596. Es un billete breve que hace referencia a una información inexacta o, si se prefiere, descuidada, pero cierta. Así, el corresponsal informa de que, como consecuencia del aumento de libros “heréticos”, las autoridades papales habían elaborado un índice para recogerlos. La finalidad era que la publicación de estos libros fuera prohibida “definitivamente”.

Como ya hemos dicho, es una información inexacta. En realidad, el agente informa de una actualización del Index Librorum Prohibitorum (disponible aquí), que fue publicado por primera vez en 1559. Es una cuestión que viene de lejos, pues el papado se da cuenta ya a finales del siglo XV de que hay que regular la imprenta para evitar la difusión del pensamiento herético o, dicho de otro modo, de las ideas que atacaban o ponían en duda el pensamiento único impuesto desde los púlpitos.

Llama la atención que, hace justo 427 años, alguien decidió que las novedades vinculadas con la censura papal estaban a la altura de un intento de asesinato a Enrique IV de Francia o de una epidemia de peste en Constantinopla. Sin duda, tenía impacto en el negocio editorial, así como en el mundo de la discusión teológica. Sin embargo, mi interpretación personal va algo más allá: este tipo de noticias también sirve para coger el pulso a una época.

La década de 1590 se caracterizó por un empeoramiento de la economía en casi toda una Europa arrasada por la guerra. Felipe II lograba aguantar el tipo en varios frentes, pero el agotamiento continental era evidente. Hubo un aumento de la producción impresa y, de hecho, asistimos a una explosión informativa.

Como curiosidad, quisiera señalar que el monarca español, martillo de herejes, sí que disfrutó de algunos de esos libros prohibidos en su biblioteca de El Escorial. No era él un borrego al uso y, pese a su innegable catolicismo, siempre usó a las instituciones eclesiásticas en su beneficio. Las cosas del poder.

Quisiera pensar que, más allá de la prohibición de libros –el Index Librorum Prohibitorum había sufrido varias actualizaciones hasta entonces–, el corresponsal se diera cuenta de que esta nueva versión del índice era el síntoma de una época tan enferma como el anciano Rey Prudente. Porque, cuanto mayor es la situación de crisis y agotamiento, mayor es la agresividad de los que intentan imponer un pensamiento único.

En aquel mes de junio de 1596, con mucha probabilidad, el buen Fugger comprendió que las autoridades eclesiásticas estaban nerviosas y haría cálculos para aprovecharse de ello. Entonces era más fácil, claro. Los jueces de la moral tenían el detalle de llevar sotana.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

8 de junio de 2023

  • 8.6.23
Estoy sentado en mi escritorio frente al ordenador. Escribo esta columna mientras que escucho en bucle la Sonata para órgano nº4 en E menor, BWV 528 de Johann Sebastian Bach, interpretado por Manuel Tomadin. Una melodía que calma y eleva el espíritu. Giro la mirada hacia la ventana. Un árbol me espía mientras que el viento y las urracas mecen sus ramas acicaladas con su propio verde.


Al pie de una grúa de obra veo pasar a varias personas. Personas que, quizá, buscan amar y ser amadas. Bien pensado, el amor es la única droga con la que no se puede traficar. No te la pueden traer a tu puerta, por mucho que fantasees con la cartera o el butanero.

Quizá, el amor es el único sentimiento que queda incompleto si no se comparte. Por eso, en tiempos de egoísmos y narcisismos, somos más incapaces que nunca de hacer y/o recibir esas inversiones de riesgo, a fondo perdido, que tanto idealizan los poetas y los curas.

Veo pasar a personas que, con toda seguridad, buscan ser felices. Sin embargo, la aspiración a un estado tan efímero me parece ya un deseo lejano. Creo que todos nos conformaríamos con alcanzar cierta serenidad. Empiezo a entender el gran don que supone ser capaz de aceptar lo que no se puede cambiar, tener la energía y el valor para cambiar lo que sí, y gozar de la sabiduría necesaria para poder distinguir entre ambos casos.

Sin embargo, como decía el gran Antonio Gala –que en paz descanse el sabio–, la serenidad requiere sentir que, aunque minúsculo y confuso, estás en tu sitio, como la tesela de un mosaico. ¿Quién puede decir hoy en día que siente tal cosa? ¿Lo pueden decir esas criaturas que, desde mi ventana, veo tan descolocadas como yo mismo?

Estas cuestiones me planteo mientras que me descubro ajeno a mi columna. Vuelvo la mirada a la pantalla del ordenador y me pregunto, como Karmelo G. Iribarren, qué hago mirando la lluvia, si no llueve.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

25 de mayo de 2023

  • 25.5.23
Las diferencias entre el sanchismo y la derecha política son tan reducidas que dificultan el argumentario de los populares. Resultaría obsceno que criticaran al Kennedy español por su autoritarismo cuando ellos mismos lo llevan en el ADN. Y, aun así, no deja de haber mononeuronales que lo hagan.


Resultaría extraño que los populares criticaran su absoluta falta de escrúpulos, tratándose de un partido que culpó a ETA de un atentado terrorista para que no le afectara en las elecciones. Y alguno hay… Gracioso, eso sí, es cómo los dos partidos mayoritarios se acusan de corrupción. Tanto, como hilarante que sus fieles discutan por quién ha robado menos. Mejor que llorar, ¿no? Los dos se acusan de mangonear a la Justicia, cuando tanto unos como otros han exclamado el tan nefasto “ahora nos toca a nosotros”.

Ha sido gracioso ver a Sánchez marcarse un ‘Anzar’, dándose golpes de pecho por su foto con Biden. ¿Alguien se imagina a Julio Anguita, último gran político de izquierdas, haciendo algo así? Fuimos muchos los que, durante el 15M, criticamos a los partidos mayoritarios al grito de “PSOE, PP, la misma mierda es”. Por desgracia, muchos progresistas de bote parecen haberlo olvidado. O peor, han necesitado creer que el sanchismo ha supuesto algún cambio real y para bien. Más bien lo contrario.

La manipulación obscena de los datos oficiales ya no nos escandaliza, y vemos con naturalidad que se usen las instituciones del Estado para hacer campaña o el abuso en el uso de la publicidad institucional para manipular a los medios de comunicación. Todo vale. Todo.

Quizá por eso, el único argumento válido que les queda son los socios de cada uno. La extrema derecha resulta rancia, paleta y peligrosa, pero es leal al Estado por definición —o debería de serlo—. Por el contrario, los pactos con los supremacistas vascos, con su tufo etarra, y catalanes, traidores al Estado desde el punto de vista en que se mire, y con orgullo, resultan de muy difícil justificación, tanto desde un punto de vista ideológico como práctico.

Casi tanto como los acuerdos con la sopa de letras de la extrema izquierda. Ya no hay auténtica argumentación ideológica que sostenga tanto chiringuito particular. Vemos a una integrante del Partido Comunista sumando en un proyecto al que, más allá de la palabrería, no se le encuentra una sola diferencia de calado con el proyecto de Podemos.

Un Podemos que cada día ofrece una excentricidad diferente. Todo esto, por no hablar de un Más País que es como Ayuso y la Mahou —solo gustan en Madrid, pero los tenemos en todas partes—, y al que tampoco se le encuentran diferencias ideológicas de calado con respecto a la vieja Izquierda Unida.

Solo los niños tienen las manos limpias, no cabe duda. Sin embargo, siento cierta aversión contra lo caricaturesco, en especial, por su carácter grotesco. Y no cabe duda de que ver al presidente del Gobierno de España prometiendo entradas de cine a dos euros es grotesco de narices.

No sé de dónde saldrá el dinero con que pagarán tanta promesa electoral —si es que no tiene trampa— y, sobre todo, lo que harán cuando se jueguen el pellejo en las generales. Quizá le impongan una tasa a la respiración o un impuesto verde a la cerveza. A saber la tontuna con las que nos salen ahora. Solo hay algo seguro: gobiernen unos u otros, el que va a pagar sus imbecilidades es usted.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

11 de mayo de 2023

  • 11.5.23
Observo una pseudoacacia desde la ventana de mi estudio. Rondan las once de la mañana y, aunque trabajo en el turno de tarde, lo cierto es que ya llevo bastante adelantado: tareas domésticas, lecturas, etcétera. Ya hace meses que el árbol se engalanó con hojas verdes y con racimos de flores de color crema. En este entorno, una pareja de urracas instaló su nido, cuya construcción tuve el privilegio de contemplar desde la distancia.


Rama en pico, las aves montaron su vivienda sin que se les pidiera tasa alguna. Por su parte, las tórtolas engulleron las flores con la misma voracidad con la que la tierra absorbe el agua brindada por el cielo. Por suerte, la naturaleza no entiende de impuestos indirectos, y los animales pueden disfrutar de este ecosistema urbano, sí, pero donde la vida sabe abrirse paso sin miedo a Hacienda.

Reconozco que asomarme a la ventana era una oportunidad de reposo, que derramaba sobre mi memoria, siempre frágil, los manidos versos de Fray Luis de León: “Vivir quiero conmigo, / gozar quiero del bien que debo al cielo, / a solas sin testigo / libre de amor, de celo, / de odio, de esperanzas, de recelo”.

La naturaleza siguió su curso en el nido, regalando al mundo nuevas aves que, quizá, acaben recorriendo la ciudad para recordarnos que no podemos vivir ajenos a la vida. Las hojas del árbol disfrutan del sol de las mañanas y las flores han compartido el destino de todo lo bello, que es desaparecer sin dejar rastro.

Por desgracia, un alcalde ha decidido montarme una obra a pocos metros del árbol. Un espacio público que, si no fuera por un accidente en Semana Santa, hubiera estado listo para antes de las elecciones. Y como buen político postmoderno –llamémoslo así, por no llamarlo de otra manera–, ni siquiera hoy sabe explicar para qué va a servir este lugar, más allá de un par de balbuceos preparados por su gabinete de comunicación. Hasta los sábados llegaron a trabajar los obreros…

Cada vez tengo menos pájaros a la vista y el ruido ha llegado a afectar a los nervios de algún vecino, que ha gritado desde su ventana a unos señores que no tienen culpa ni posibilidad alguna de escucharlos con tanta maquinaria en marcha.

Me esfuerzo en mantener la serenidad. No es un día demasiado ruidoso, dentro de lo que cabe. Escribo en mi cuaderno de notas mientras que, detrás de la ventana, el árbol me observa agazapado. Con el bolígrafo azul en la mano, busco alguna cita ingeniosa para lamentar mi paz frustrada. Sin embargo, no hay Bukowski para tanto hijo de puta suelto. Así que me conformo con una queja mediocre y sigo escribiendo unas reflexiones que, quizá, nunca lleguen a nadie. Y mejor que así sea.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

27 de abril de 2023

  • 27.4.23
Nunca se ha leído tanto ni, aunque resulte paradójico, ha habido tanto desprecio a la cultura. Por suerte, las bibliotecas siguen constantes en su labor de fomento de la lectura. De acuerdo con los datos ofrecidos por la Federación de Gremios de Editores de España, el número de personas que lee por ocio ha aumentado un 5,7 por ciento en nuestro país en la última década. Solo un tercio de la población prescinde del placer de la lectura.


Por desgracia, Andalucía sigue estando entre las regiones con peores índices. La población lectora se encuentra un 5,1 por ciento por detrás de la media, si bien ha aumentado un 4,6 por ciento en la última década.

Hay razones para estar contentos, a pesar de todo: jamás se ha leído tanto. Aunque es cierto que ha habido tanta preocupación por que la gente leyera que nadie ha hecho mucha incidencia en el tipo de libros que lee o en la actitud que se mantiene hacia el mundo editorial.

Este sector es el único negocio bien visto en este país, y siempre y cuando no se gane mucho dinero. Quizá, porque hay para quien aunar las palabras ‘dinero’ y ‘cultura’ es un acto de mal gusto.

Lo que más me inquieta es el creciente desprecio, explícito o implícito, que genera la cultura. Un ejemplo: las redes sociales están llenas de jóvenes –y no tan jóvenes– que desprecian de manera abierta la lectura. Hay quien, incluso, ofrece consejos para salir del paso en trabajos académicos o escolares a través del uso de la inteligencia artificial. Vivimos sumergidos en la cultura del éxito a la española: todos quieren reconocimiento sin esfuerzo.

Por desgracia, hay quien considera que la cultura es una pérdida de tiempo. Esta semana se ha entregado el Premio Cervantes en Alcalá de Henares, máximo galardón de la lengua castellana. Y, sin embargo, otro año más, el presidente del Gobierno ha considerado que era buen día para descansar. De hecho, su agenda institucional estaba libre ese día. De Atocha a Alcalá de Henares se tardan cuarenta minutos en Cercanías. Imaginémonos en coche gubernamental…

Por suerte, existe el Día del Libro para fomentar la lectura –y, con ella, otras manifestaciones culturales–, sin dependencias políticas. Un día que, bien es cierto, corre el peligro de entrar en la categoría de los sanvalentines. Para evitarlo, y sin que esto reste un ápice de importancia a la gran labor de las librerías, quisiera poner en valor el trabajo de las bibliotecas públicas.

Da igual la fecha, los cuentacuentos y los clubes de lectura son, entre otras actividades de extensión bibliotecaria, instrumentos de fomento de la lectura imprescindibles para animar a leer a personas de todas las edades y al intercambio libre de ideas y conocimientos. Casi todas las zonas rurales cuentan con una biblioteca y, donde no llegan los mostradores, suelen llegar los bibliobuses.

Ahora que tanto gusta hablar de igualdad, quisiéramos destacar que las bibliotecas son las instituciones que más fomentan la justicia social y el trato igualitario. Da igual si eres rico o pobre, todo el mundo puede solicitar un carné y llevarse ejemplares en préstamo: un libro, una película, un cómic… Incluso suelen ofrecer la lectura gratuita de prensa dentro de sus instalaciones.

Las bibliotecas públicas garantizan el acceso de todos a la cultura. Quizá, puede ser buen momento para que algún político o ‘polítique’ las visite.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

13 de abril de 2023

  • 13.4.23
Es inevitable que llegue un mal día y te dé por tomarte un par de whiskeys en el local de siempre, sin los de siempre. Remueves esos cubitos de hielo que casi siempre están de más en la copa y haces como si los observaras cuando, casi siempre, la mente se encuentra ocupada en lamentar las ocasiones perdidas de siempre.


Con la política ocurre algo parecido. Hay momentos históricos que permiten ciertos debates que, cuando no se tratan de manera adecuada, se convierten en ocasiones perdidas. Lo de siempre. Una de esas oportunidades llegó en 2018. Fuera por error o buena fe, la aprobación de un sindicato de trabajadoras sexuales pudo ser un reto para un gobierno que se autodenominó ‘feminista’ desde antes de gobernar.

El debate entre las posturas abolicionistas y regulacionistas no se produjo ni en el Congreso ni en la calle. Se buscó una cabeza de turco –en este caso, la directora general de Trabajo, Concepción Pascual– y ambas ‘almas’ del gobierno dictaminaron que el feminismo debía ser abolicionista, so pena de excomunión para los herejes. Lo de siempre.

Otra de esas difíciles oportunidades históricas llegó con la covid-19. Los fondos europeos y la extraordinaria inversión pública española podrían haber permitido un debate sobre el modelo económico español, demasiado ensimismado en sectores precarios como el turismo o el ladrillo. Sin embargo, en plena dicotomía progre-facha, ninguno de los dos partidos del Régimen del 78 mostró interés alguno en debatir la cuestión. Oportunidad perdida, otra vez y como siempre.

Sí reconozco que haya habido un debate. Debate que, por lo demás, no entendió la mayor parte de la población: la denominada ‘ley trans’. El conflicto dentro del feminismo fue atroz y deterioró a toda una ministra como fue Carmen Calvo. Y para un debate que hubo, lo cierto es que la mayor parte de la población quedó ajena al mismo. Entre otras cosas, porque no entendía sus implicaciones y se sorprendía con sus consecuencias más extremas. Obra y gracia de los partidos, pero también de una prensa que parecía titubear ante una cuestión tan delicada. Nadie quería ser ‘cancelado’. Al final, se aprobó por obra y gracia de la disciplina de partido. Lo de siempre.

La última oportunidad perdida ha sido la cuestión de la gestación subrogada. Admito en público y por escrito que es una cuestión en la que me es muy difícil posicionarme. Sobre todo, porque es una cuestión que no se puede reducir a una simple venta de niños y, menos todavía, al símil de la esclavitud (Puig dixit). Cuestión complejísima que ha sido reducida a un posicionamiento partidista y reaccionario, como suele ocurrir siempre con esta izquierda de bote.

No tengo whiskey en la mesa, ni tampoco agua. Estoy frente a un documento Word que tengo que rellenar con lo que reflexiono y, como suele ocurrir cuando pienso en la realidad político-social, me invade la melancolía. Me entristece pensar en las oportunidades perdidas y en los imbéciles de turno. Quizá, lo más triste es que la estupidez y la crueldad siempre ganen. Casi siempre. Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

30 de marzo de 2023

  • 30.3.23
El pasado martes 28 de marzo se presentaron los resultados del proyecto Historia Crítica del Periodismo Andaluz (HI[C]PAN) en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. En ella, tuve el honor de ofrecer un breve resumen de mi capítulo En los orígenes del Periodismo Andaluz. El gaceterismo en el Siglo de Oro, dentro del libro colectivo Historia Crítica del Periodismo Andaluz: Trayectorias y Memorias para una relectura desde la periferia (siglos XVI-XX) (2023), editado por María Eugenia Gutiérrez Jiménez.


El objetivo de esta jornada era transmitir los resultados del esfuerzo de diferentes investigadores andaluces para reconstruir la Historia del Periodismo de nuestra región desde una perspectiva crítica y periférica. En lo que a mí respecta, quisiera ofrecer aquí un breve resumen del citado capítulo, en tanto que considero que puede ser interesante para reconstruir nuestra Historia.

El Periodismo surge en Europa en el siglo XV, y se consolidará en los siglos XVI y XVII. Durante este período, se desarrolla una red de intercambio informativo en el que se integrarán, que sepamos, al menos nueve nodos informativos andaluces hasta 1629.

Durante todo este período, Andalucía se constituyó como la región informativa más activa de la Península Ibérica. Ni en Portugal, ni en el resto de Castilla, ni en los territorios del Reino de Aragón hubo un desarrollo regional con tales dimensiones.

La información impresa se transmitía en verso y en prosa, redactada por auténticos artesanos de la palabra –si es que los periodistas han dejado de serlo alguna vez–, que solían quedar en el anonimato. Unos redactores que ofrecieron información de actualidad difundida a través de diferentes prácticas de lectura colectiva.

Sevilla fue el nodo más productivo de Castilla hasta la década de 1590, y mantuvo un rol relevante hasta el final del período. Es en la Ciudad del Betis donde se publica la primera publicación informativa de la que tengo constancia hacia 1497. Como es común en el período, el título del texto es larguísimo. Modernizamos el texto para facilitar su lectura:

Obra hecha por Hernando Vázquez de Tapia, escribiendo en suma algo de las fiestas y recibimiento que se hicieron al tiempo que la muy esclarecida y excelente princesa nuestra señora doña Margarita de Flandes hija del emperador Maximiliano desembarcó en la villa de Santander, y así mismo de cómo fue festejada del señor condestable de Castilla, y de cómo vinieron el rey, y príncipe nuestros señores a su alteza, y de como el reverendísimo señor patriarca en un lugar que se dice Villasevil tomo las manos al príncipe y princesa nuestros señores, y de cómo llegaron todos juntamente sábado de Ramos (19 de marzo de 1497) a la ciudad de Burgos adonde los príncipes nuestros señores fueron suntuosamente recibidos, &. Sevilla, Meinardo Ungut y Estanislao Polono, [c. 1497].

Hay quien considera que hubo textos anteriores, y quizá sea así. Un error común es datar en la década de 1470 la siguiente publicación postincunable (o sea, posterior a 1499 y anterior a 1521), que autores como Julián Martín Abad o Alexander Wilkinson datan hacia 1508:

Tratado en que se contiene el recibimiento que en Sevilla se hizo al rey don Fernando, en el cual se contienen los rótulos de los aros triunfales y todas las invenciones que sacaron las iglesias y la ciudad. Sevilla, Jacobo Cromberger, [c. 1508].

En cualquier caso, aquí comienza el primer período del gaceterismo o primer periodismo andaluz. Este período se caracterizará por la rápida consolidación del verso, como consecuencia de su carácter folclórico y popular. Asimismo, la información tendrá en numerosas ocasiones un fuerte componente propagandístico, e informará sobre hechos acontecidos en la Corte. Aunque no siempre, como evidencia la primera muestra de periodismo de sucesos conservado (disponible aquí):

Coplas hechas sobre un caso acontecido en Jerez de la Frontera de un hombre que mató veinte y dos personas a traición. [Sevilla], [Jacobo Cromberger], [c. 1515].

Un segundo período lo ubicamos entre 1530 y la década de 1550. Surge en Sevilla el primer impresor especializado en obras menores o ‘menudencia’, Bartolomé Pérez. Este naipero será el primero en aplicar diferentes prácticas informativas que hoy nos parecen normales, como el uso de imágenes elaboradas de manera expresa para ilustrar una noticia o la utilización de mapas sencillos para mostrar avances militares.

Por otro lado, como herencia de la retórica epistolar, se consolidan dos familias de publicaciones en prosa. Por un lado, textos monotemáticos que ofrecían en detalle un acontecimiento. Por otro, publicaciones politemáticas que ofrecían compilaciones de diferentes noticias y avisos. Esta familia es muy importante porque reflejará noticias de diferentes nodos del sistema de intercambio de información europeo y, además, será la familia de la que provendrá la gaceta, último antecedente del periódico. Con mucha probabilidad, la primera publicación politemática andaluza es la siguiente:

Nuevas de Italia venidas de Bolonia a Madrid, sábado 15. de enero año de Mil y quinientos y treinta, después de Pascua, que las trajo un criado del conde de Oropesa, las escribió el mayordomo mayor de su Majestad a la señora doña Inés Manrique. Sevilla, Bartolomé Pérez, 1530.

En la década de 1550 aparecen nuevos nodos andaluces. En especial, en el Oriente andaluz. Granada ya cuenta con imprenta mucho antes de esta década. Sin embargo, ya sea por retraso o por pérdida de lo publicado, no encontramos publicaciones informativas de este nodo hasta mediados del siglo XVI. Antequera y Baeza también tendrán su relevancia por estas fechas, aunque la mayor parte de las publicaciones de este período se ha perdido. Por otro lado, Córdoba se incorpora a través de la publicación de diferentes textos.

Así, llegamos al final del siglo XVI con una situación económica muy compleja, empeorada por la consolidación de Madrid como capital y gran nodo informativo de la Península. Se produce una situación de hipercompetitividad que obligará a varios impresores a buscar nuevos mercados. También se experimentará, encontrándonos así con un primer intento de serialidad por parte del impresor Rodrigo de Cabrera.

En este cuarto período del gaceterismo andaluz, diferentes impresores sevillanos imprimirán en la provincia de Cádiz, destacando Fernando Rey –Hernando en algunas fuentes–, primer impresor oficial de Jerez de la Frontera y principal referencia de la Provincia. También vemos la consolidación como imprentas informativas de Córdoba, Baeza y Antequera.

Por último, en 1618 comienza la Guerra de los Treinta Años y se produce una explosión informativa en toda Europa. Se multiplican las publicaciones, aumenta el número de imprentas y se empieza a desarrollar la periodicidad.

En poco tiempo aparecen las imprentas de Málaga y Montilla, que imprimirán información desde el primer momento y con una importante difusión. También nos encontraremos las luminarias del Periodismo Andaluz y del Periodismo Español. Juan Serrano de Vargas imprimirá y redactará información en Sevilla y Málaga, ofreciéndonos la primera gaceta española (disponible aquí):

Gaceta romana, y relación general, de avisos de todos los reinos y provincias del mundo. Sevilla, Juan Serrano de Vargas, 1618.

Surgirán grandes editores de noticias como Juan René o Juan de Cabrera. También el primer periodista estrella, Andrés Almansa y Mendoza. Luminarias que dejarían a Andalucía como cabeza de lanza del Periodismo en Castilla, a pesar de la mayor productividad del nodo madrileño.

Así, llegamos al año 1629 con, al menos, nueve nodos informativos a los que se les sumarían Écija y Marchena, entre otras localidades, en muy poco tiempo. Un desarrollo regional único en toda la Península Ibérica que es desconocido incluso por numerosos especialistas.

En la década de 1630 comenzará la decadencia de ese primer periodismo andaluz en beneficio del relato impuesto desde la Corte. Sin embargo, todavía tendrá relatos locales que ofrecer durante varias décadas, dejando numerosas publicaciones periódicas y eventuales.

Cierro aquí con la pena de no poder desarrollar más esta cuestión. En cualquier caso, invito a todos a consultar el citado libro que, en mi opinión, es un hito en la reconstrucción de la Historia del Periodismo desarrollado en Andalucía.

RAFAEL SOTO

16 de marzo de 2023

  • 16.3.23
Manuel cuenta con tres despertadores. El primero es la radio, que suena a las 05:30 para sugerir que, quizá, podría irle bien despertarse. A las 05:35 suena la alarma de verdad en el móvil para indicarle que no tiene derecho a dormir más. Por último, existe una tercera advertencia que resulta, casi, una amenaza: una aplicación que suena a las 05:40 y que obliga a escanear un código de barras determinado para dejar de sonar.


Por suerte, la amenaza casi nunca llega a cumplirse porque el interesado se levanta a su hora y la desconecta antes de tiempo. Tras un breve remoloneo con su mujer entre las sábanas, Manuel comienza su ritual matutino. Los preliminares consisten en dirigirse al baño, asearse y enfundarse la ropa de calle. Ana, su mujer, hace lo mismo y a otro ritmo, lo que facilita la convivencia matrimonial.

Como todos los días, Manuel consulta si tiene mensajes en el móvil, abre la aplicación de marras y escucha las noticias de la mañana. Antes de desayunar, mientras que su mujer está cerrando sus propios asuntos, aprovecha para poner el lavavajillas con el sonido de la información de fondo.

Entre noticia y noticia, Manuel aprovecha para pensar en sus complicaciones cotidianas. En especial, en un gilipollas del trabajo que lo saca de quicio. Y lo que es peor: parece que es mutuo. El tipo es uno de esos que van por la vida como si no hubieran roto un plato. Manuel recordaba las palabras de su madre: “Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me libraré yo”. No sabe cómo actuar.

Mientras que Manuel se ocupaba en estos pensamientos, el lavavajillas iba llenándose de platos y la cocina de malas noticias. Ahora no sé qué de unos bancos estadounidenses en bancarrota. El hombre deja de darle vueltas a la cabeza y se para a pensar en lo de los bancos. Decide hacer como si nada y sigue a lo suyo. Hacía días que hablaban del asunto.

¿Qué debía de hacer con el capullo? Quizá, lo mejor sería dejar que se caiga él solo con todo el equipo. ¿Para qué meterse en problemas? Las palabras mínimas y ya está. Los tontos acaban cayendo por sí mismos. La locución continúa: nuevas leyes progresistas que nos devuelven al Medievo, nuevos impuestos y los criminales de siempre en la calle, con corbata o sin ella…

Manuel ha terminado de poner el lavavajillas y, tras lavarse las manos, concluye que ha llegado la hora del momento más feliz de la mañana: el desayuno. Dos cafés manchados y dos tostadas con aceite y aguacate. Y el vasito de agua para cada uno, por supuesto.

El olor del café siempre le produce un inmenso placer, así como la textura de una tostada calentita bien hecha. Ana llega justo a tiempo para escuchar cómo el podcast insiste en el problema de los bancos estadounidenses. “¿Y si es cosa seria?”, consulta con su marido mientras que se sienta en la mesita de la cocina.

Lo cierto es que Manuel había leído sobre el tema el día anterior y los expertos de sus medios de comunicación de referencia lo habían tranquilizado. Así se lo reconoce a su mujer, aunque sigue poco convencida: “Hablamos de los mismos que dijeron que lo de la Crisis era mentira, que la covid-19 era cosa de fachas, que la reforma eléctrica nos beneficiaría a todos y que la Tercera Guerra Mundial era inminente”.

La tostada no evita el mal cuerpo. Muy temprano para esas profundidades. Manuel toma un sorbo de café y centra todos sus esfuerzos en salvar la cuestión lo mejor posible. “Lo más probable es que no sea nada. Sin embargo, ¿y si de verdad pasara algo? ¿Podría cambiarlo? ¿Podemos prever algo, más allá de sacar el dinero del banco?”, insiste Manuel sin demasiado convencimiento.

Están hartos de la situación, cada año algo nuevo: se sienten impotentes. Lo peor es la sensación de que no tienen control alguno sobre sus vidas. Todo lo contrario: son esclavos de un sistema que los explota y que los hace cómplices. Lo saben, y no pueden hacer nada para evitarlo.

Ana agacha la cabeza y retoma el café: “Que sea lo que tenga que ser”. Ambos se terminan el desayuno mientras que piensan en sus cosas. Cada uno en silencio, como parte del ritual diario que precede al trabajo. Tienen por delante un día que se les hará muy largo.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

2 de marzo de 2023

  • 2.3.23
La Guerra Civil es una de las cuestiones más controvertidas, si no la que más, en la Historia de España. Tanto, que todavía andamos colgando con sus difuntos en conflicto o después del mismo. Sabemos que no todos tuvieron el mismo valor entonces, ni tampoco parece que lo tengan ahora.


La fosa común de Pico Reja, en el cementerio hispalense de San Fernando, es una de las más grandes de España y su reciente exhumación es la más ambiciosa que se ha llevado a cabo en todo el país. Más de 1.700 personas exhumadas, lo que la hace la fosa común abierta más grande de Europa desde Srebrenica, en Bosnia Herzegovina.

El acto que cerró la exhumación se celebró con solemnidad con la presencia del alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz Martínez. Se echó en falta al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, que envió en su lugar al viceconsejero de Turismo y Cultura, Víctor González. Una torpeza de difícil justificación, no cabe duda.

Como dato relevante, habría que señalar que los responsables esperaban encontrar en Pico Reja a alrededor de 1.103 personas, casi 600 personas menos, lo que da una idea de la magnitud de la tragedia. Solo en Andalucía, de acuerdo con datos oficiales, hay un total de 709 fosas, donde se cree que pueden encontrarse 45.569 víctimas del franquismo. De ellas, solo 359 han sido exhumadas, dignificadas o ambas, lo que representa un total de 23.938 personas.

Si atendemos a estos datos, rechina la actitud de la prensa generalista. No hace tanto, se produjo la exhumación de Queipo de Llano y otros franquistas que descansaban en la Macarena. La finalidad de esta acción no fue otra que esconder las vergüenzas del Ministerio del Interior en relación a la Comisaría del Polígono Sur de Sevilla –ya expresamos nuestra postura al respecto aquí–, y fue un escándalo mayúsculo. Al finalizar el proceso, todos pudimos conocer detalles como dónde se había incinerado Queipo y hasta quién pagó la factura.

Sin embargo, una deuda pendiente tan relevante como el de Pico Reja ha pasado casi inadvertida para la agenda informativa nacional. Un hecho así apenas ha ocupado un lugar discreto en los medios, si es que ha tenido alguno. Una contradicción, sin duda: se le ha dado menos publicidad a más de 1.700 personas ejecutadas que al responsable de las ejecuciones.

Hay quien disfruta más arreando que reparando. Es más fácil y da más rédito político. En un momento en el que los ejecutores están bajo tierra, la única auténtica deuda que tenemos con el pasado es la exhumación y dignificación de las víctimas del franquismo. Lo demás es palabrería y rédito político. Y, sin embargo, esta cuestión ha demostrado ser irrelevante para nuestros dirigentes –con independencia del color político– y, por ende, para sus medios de comunicación afines.

Es lamentable que el presidente de la Junta de Andalucía no se presentara al acto de Pico Reja, así como la escasa cobertura recibida por los medios de comunicación generalistas. Quizá, porque la Memoria Histórica solo conviene cuando renta.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

16 de febrero de 2023

  • 16.2.23
Manuel García Fernández intervino en el congreso como investigador de la Universidad de Macondo. Sus palabras fueron escuchadas con atención por los miembros de un público ávido de novedades hasta que, llegado el momento, aprovecharon un descanso para dirigirse a la cafetería de la Facultad.


Manuel observó a su alrededor encantado. Habían asistido los mayores sabios de su campo, y había alguna investigadora de buen ver… Quizá una oportunidad para rehacer su vida, tras un divorcio mal llevado. Pero bueno, eso habría que verlo. Lo primero era tomar asiento y conversar con sus colegas.

El investigador de la Universidad de Macondo tomó asiento en una mesa poblada de rostros serios y se dirigió a ellos con naturalidad. Sin embargo, para su sorpresa, ignoraron sus palabras. “Son británicos, sin duda alguna”, se dijo. Así que empezó a dirigirse a ellos en inglés. En esta ocasión, los doctos investigadores le dirigieron una mirada de desprecio y continuaron hablando como si no hubiera pasado nada. “¡Oigan! ¡Les estoy hablando! I’m talking with you!”, gritó. Desde otra mesa, un académico enchaquetado agarró una pieza de pan y se lo tiró al rostro.

Los niñatos se reían a carcajadas. El conocido como el ‘loco del parque’ se retorcía de dolor mientras gritaba palabras en inglés al aire. Un señor con una enfermedad mental que le impedía tener una vida normal.

Manuel García Fernández es un personaje ficticio, investigador de la también ficticia Universidad de Macondo –patria de los enfermos mentales y de los amantes de la literatura de Gabriel García Márquez–, y vive sin más techo que el cielo. Sin embargo, no hace falta tirar de imaginación. Les invito a que salgan a la calle y observen las vías públicas, las estaciones y, en especial, los parques. Encontrarán otras personas sin hogar y con importantes problemas de salud mental sin apoyo social alguno.

De acuerdo con el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, la esquizofrenia es uno de los trastornos mentales más graves y que causa mayor grado de discapacidad, coste económico y sufrimiento individual y familiar. Una enfermedad que afecta aproximadamente a 400.000 españoles, según la institución.

Sin embargo, no hace falta referirse a enfermedades tan graves para tratar la cuestión de la salud mental. Piense en su entorno. Estoy convencido de que convive o, al menos, tiene una persona cercana que padece una tristeza que no se va, ansiedad o que está quemada con su trabajo o una oposición. Son los males de nuestro tiempo, en un momento en que somos dependientes de psicópatas y tiranos, y en el que la productividad y la formación nunca son suficientes. ¡Autoexigencia continua!

Sí, es cierto. Pocas cosas dan más salud mental que un trabajo digno y un salario decente. Sin embargo, quizá le dé a usted por dirigirse a su cuarto de baño y, mirándose al espejo, encuentre a una persona con un problema de salud mental, por leve que sea. Si es así, le invito a que se ponga en contacto con un profesional lo antes posible. No es ninguna debilidad.

El pasado fin de semana hubo una serie de manifestaciones –en exceso politizadas, como siempre–, en las que se defendió una salud pública de calidad. Una salud pública que también incluyera la salud mental. En concreto, para que pueda usted ir a su médico de cabecera a contarle su problema y que, desde allí, pueda enviarle a un especialista, con un tratamiento efectivo, a tiempo y gratuito.

Estaremos de acuerdo con que, en un momento en el que la tasa de suicidios está en máximos, es necesario derivar más recursos que nunca a la sanidad pública y a la atención de la salud mental en todos los niveles.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

2 de febrero de 2023

  • 2.2.23
Desde la navaja de Un perro andaluz (1929) hasta la última explosión en Ese oscuro objeto del deseo (1977), el genial Luis Buñuel (1900-1983) se integró con orgullo en el movimiento surrealista. Una corriente artística que, en tiempos de cambio, defendía la provocación y el compromiso político como modo de vida.


El pope de este movimiento fue el polémico André Breton (1896-1966), autor del Manifiesto Surrealista (1924) y de sus posteriores revisiones. Combatió contra todos y contra todo, con mayor o menor acierto. Se alineó con los movimientos comunistas de la época, y acabó tarifando con los mismos: “La ruptura definitiva se explica finalmente si se piensa que el marxismo pedía la sumisión de lo irracional, mientras que los surrealistas se habían levantado para defender lo irracional hasta la muerte”, analizaría Albert Camus (1913-1960) en El hombre rebelde (1951).

Rondaría los 59 años cuando este hombre enérgico y abierto a la controversia se reencontraría con su amigo Buñuel en 1955. Como él mismo menciona en su autobiografía Mi último suspiro (1982), Breton se le apareció “con una expresión de profunda tristeza y desamparo”. Su lamento: el escándalo ya no era posible.

Esta idea me resulta interesante. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ofrece hasta cinco acepciones para la palabra “escándalo”, y todas son negativas. Me quedo con la segunda: “Hecho o dicho considerados inmorales o condenables y que causan indignación y gran impacto públicos”.

Para que algo sea escandaloso tiene que ser inmoral o condenable. Esta apreciación tiene que ser compartida por un sector mayoritario de la sociedad y, teniendo en cuenta lo resabiados que estamos, tiene que ser una línea roja muy clara y unánime. Por otro lado, debe causar indignación pública. Un requisito de fácil cumplimiento en estos tiempos.

Por último, tiene que generar un “gran impacto público”. Volviendo a tirar de diccionario, “un golpe emocional producido por un acontecimiento o una noticia desconcertantes” que debe ser público y de enorme intensidad.

No creo que tuviera las mismas razones. Sin embargo, tras este breve análisis, he llegado a la conclusión de que el lamento de Breton mantiene toda su vigencia. Tenemos el estómago demasiado acostumbrado a las digestiones pesadas. Nada hay ya sagrado.

¿Un productor es acusado de abusar de una actriz? Te indignas, pero no tiene gran impacto. Entre el movimiento #Metoo y películas como Nina Wu (2019), la ciudadanía se ha acostumbrado a este tipo de barbaridades. Esa noticia es enterrada por otra al día siguiente.

¿Una estudiante la grita verdades a la cara a su rector y a la presidenta de la Comunidad de Madrid? Más allá de las formas que, por supuesto, no compartimos, lo cierto es que no ha escandalizado a nadie. Nos hemos acostumbrado a energúmenos gritando a todas horas, con razón o sin ella. Mañana le tocará a otro.

¿Se produce un asesinato por motivaciones religiosas en Algeciras? Te indignas, te inquietas incluso. Sin embargo, el impacto público se relativiza tras tanto atentado yihadista. Y en cuanto a los comentarios absurdos de los líderes del Partido Popular sobre el asunto... a eso también estamos habituados.

Ni las informaciones aberrantes que nos están llegando sobre el Rey Emérito y su nieto Felipe Juan Froilán en Abu Dabi nos impactan. Sabemos que habrá más. Para que un hecho tenga “gran impacto público” tiene que haber poca costumbre de que ocurra o, al menos, debe de causar extrañeza. Y, por desgracia, estamos tan curados de espanto que ya es casi imposible escandalizarnos.

Parece que hoy nada es más provocador y revolucionario que la moderación y la sobriedad. Seamos revolucionarios, pues, aunque solo sea por estética.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

19 de enero de 2023

  • 19.1.23



La çemana paçá tube conoçimiento de que er çîttema de trâccrîççión del andalûh ‘EPA’ çe ençeña en Berlín. Êh argo poco conoçío y creo que bale la pena tratâh el açunto. Como bien êh çabío, el andalûh êh un dialêtto der câtteyano que, cá bêh, gana mâh independençia çobre el êppañôh êttándâ. Aunque no puedo açêttâh la idea de que el andalûh çea un idioma, puêtto que no êççîtten diferençiâ gramaticalê çeriâ, çí êh çierto que me pareçe intereçante la búqqueda de un êttándâ pa la trâccrîççión der dialêtto.

‘Escribe bien. Escribe en andaluz’. Fotografía tomada en 2019 en los alrededores de la estación de Santa Justa, Sevilla

La primera pregunta que puede çurjîh ar lêttôh êççéttico êh çi êh neçeçaria. Lo çierto êh que no çon pocô lô autorê que an intentao trâccribîh er dialêtto andalûh. En êppeçiâh, en lô êttilô dirêttô. Por tanto, no me pareçe una barbaridá la búqqueda de un êttándâ de trâccrîççión.

Er çegundo planteamiento raçonable çería que reçurta impoçible agrupâh toâ lâ ablâ andaluçâ en un çolo çîttema de trâccrîççión. Dêdde çierto punto de bîtta, çe podría pençâh que la gran flêççibilidá del êttándâ propuêtto y çû benefiçiô çuperan lô poçiblê defêttô. Por otro lao, combiene recordâh que el eûkkera âttuâh no êh mâh que la fuçión de diferentê bariantê. Çi pa eyô no fue un problema unificâh dialêttô pa elaborâh un idioma artifiçiâh, no beo raçón pa que noçotrô no fuçionemô ablâ pa trâccribîh un dialêtto.

Un çerio intento de propuêtta fue la publicaçión de Er Prinzipito por Juan Porrâ çobre 2017. Dêdde mi punto de bîtta, el autôh fue demaçiao lejô, puêtto que pretendió açêh paçâh por andalûh errorê gramaticalê y de êppreçión comunê. En cuarquiêh caço, fue un anteçedente intereçante y polémico.

‘No es lo mismo “iyo” que “iyo iyo iyo”’. Fotografía tomada en 2022 en el Polígono de San Pablo de Sevilla

Dêppuêh bino la propuêtta EPA en 2018, dîpponible aquí, que pareçe la mâh çeria realiçá âtta êtte momento. Êççîtte, incluço, un trâccrîttôh, dîpponible aquí, y que a çido la baçe de êtta colûnna, çarbo unâ pocâ modificaçionê.

Quiçá, el radicalîmmo y poçiçionamiento político de argunô de çû prinçipalê promotorê –çobretó, AndaluGeeks– a exao a mâh de uno pa atrâh a la ora de abordâh êtta propuêtta. Çin embargo, mâh ayá de lâ ideâ políticâ de muxô de çû defençorê, me pareçe intereçante er conoçimiento y difuçión de êtta propuêtta.

‘¡Vivan las señoras del barrio!’. Fotografía tomada en 2022 en la Plaza de la Toná de Sevilla.

Una poçible ofiçialiçaçión de êtte êttándâ puede çerbîh pa que muxô andaluçê pierdan er complejo por el uço de çu dialêtto. Bien êh conoçida la açoçiaçión del andalûh a la incurtura y tó lo que ayude a combatîh êtte dîpparate debe de çêh biembenío.

No çé çi e êccrito con corrêççión tó lo que an leío. Pío dîccurpâ çi no. Çin embargo, creo que balía la pena el intento. La recôttrûççión del andaluçîmmo requiere recuperâh nuêttra curtura. Y parte indîppençable de eya êh nuêttro dialêtto. Y caçi tó lo que baya en eça dirêççión êh poçitibo. Caçi.

Haereticus dixit

* * * * *

Experimento en andaluz

La semana pasada tuve conocimiento de que el sistema de transcripción del andaluz ‘EPA’ se enseña en Berlín. Es algo poco conocido y creo que vale la pena tratar el asunto. Como bien es sabido, el andaluz es un dialecto del castellano que, cada vez, gana más independencia sobre el español estándar. Aunque no puedo aceptar la idea de que el andaluz sea un idioma, puesto que no existen diferencias gramaticales serias, sí es cierto que me parece interesante la búsqueda de un estándar para la transcripción del dialecto.

‘Escribe bien. Escribe en andaluz’. Fotografía tomada en 2019 en los alrededores de la estación de Santa Justa, Sevilla

La primera pregunta que puede surgir al lector escéptico es si es necesaria. Lo cierto es que no son pocos los autores que han intentado transcribir el dialecto andaluz. En especial, en los estilos directos. Por tanto, no me parece una barbaridad la búsqueda de un estándar de transcripción.

El segundo planteamiento razonable sería que resulta imposible agrupar todas las hablas andaluzas en un solo sistema de transcripción. Desde cierto punto de vista, se podría pensar que la gran flexibilidad del estándar propuesto y sus beneficios superan los posibles defectos. Por otro lado, conviene recordar que el euskera actual no es más que la fusión de diferentes variantes. Si para ellos no fue un problema unificar dialectos para elaborar un idioma artificial, no veo razón para que nosotros no fusionemos hablas para transcribir un dialecto.

Un serio intento de propuesta fue la publicación de El Principito andaluz por Juan Porras sobre 2017. Desde mi punto de vista, el autor fue demasiado lejos, puesto que pretendió hacer pasar por andaluz errores gramaticales y de expresión comunes. En cualquier caso, fue un antecedente interesante y polémico.

‘No es lo mismo “iyo” que “iyo iyo iyo”’. Fotografía tomada en 2022 en el Polígono de San Pablo de Sevilla

Después vino la propuesta EPA en 2018, disponible aquí, que parece la más seria realizada hasta este momento. Existe, incluso, un transcriptor, disponible aquí, y que ha sido la base de esta columna, salvo unas pocas modificaciones.

Quizá, el radicalismo y posicionamiento político de algunos de sus principales promotores –sobretodo, AndaluGeeks– ha echado a más de uno para atrás a la hora de abordar esta propuesta. Sin embargo, más allá de las ideas políticas de muchos de sus defensores, me parece interesante el conocimiento y difusión de esta propuesta.

‘¡Vivan las señoras del barrio!’. Fotografía tomada en 2022 en la Plaza de la Toná de Sevilla.

Una posible oficialización de este estándar puede servir para que muchos andaluces pierdan el complejo por el uso de su dialecto. Bien es conocida la asociación del andaluz a la incultura y todo lo que ayude a combatir este disparate debe de ser bienvenido.

No sé si he escrito con corrección todo lo que han leído. Pido disculpas si no. Sin embargo, creo que valía la pena el intento. La reconstrucción del andalucismo requiere recuperar nuestra cultura. Y parte indispensable de ella es nuestro dialecto. Y casi todo lo que vaya en esa dirección es positivo. Casi.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO
FOTOGRAFÍAS: RAFAEL SOTO

5 de enero de 2023

  • 5.1.23
Todo demócrata español tiene el deber de combatir el autoritarismo sanchista. Ahora bien, esta obligación ética no puede derivar en un giro hacia la derecha, pues sería entrar en el juego de la trinchera, que tanto gusta a los radicales. Todo ello, si se nos permite seguir hablando en términos ya anacrónicos como ‘izquierda’ o ‘derecha’ política, por supuesto...


No voy a explicar las razones por las que hay que combatir al sanchismo. Ya le he dedicado mucho espacio a ello en nuestra sección. Hemos llegado a ese punto en el que, si el lector se considera de izquierdas y apoya este estado de cosas, debemos dejarlo ir. Pierde el tiempo en esta sección. Respetamos su opinión, pero ya no vamos a justificar ciertos planteamientos. Imperfecta y mejorable, la democracia española está en severo peligro de decrepitud. Y no vamos a perder el tiempo con debates estériles.

El sanchismo y la pseudoizquierda española son un cáncer para un sistema que, por lo demás, tampoco es sostenible: el Régimen del 78. Sin embargo, tan poco hacemos justificando la lucha contra el cáncer que se ha instalado en la pseudoizquierda española como haríamos quejándonos al aire.

Tanto el cambio de régimen como la lucha activa contra el autoritarismo sanchista deben tener su base en un serio replanteamiento de la izquierda. Nuevos partidos, nuevas ideas, nuevas organizaciones.

Por ello, celebramos la aparición de un incipiente partido político de izquierdas que reniega de esta situación. Antes de seguir, desearíamos hacer dos aclaraciones. Por un lado, no tenemos contacto ni relación con la agrupación a la que vamos a hacer referencia. En segundo lugar, a pesar de apoyar casi todas sus propuestas, nuestro ideario andalucista nos invita a mantener cierta distancia con sus planteamientos. Sin embargo, todo cambio y propuesta hacia la dirección correcta es bienvenida.

El autodenominado ‘think tank’ de El Jacobino ha anunciado que se constituirá en partido político de cara a las próximas elecciones europeas. Todo parece apuntar a que no llegarán a las Generales, aunque habrá que verlo. Desde postulados clásicos y, en ocasiones, olvidados de la izquierda, propone un modelo que combata la actual dinámica político social a través de un retorno a la razón como guía de actuación.

El ‘think tank’ nació de un proyecto audiovisual y, de hecho, los vídeos de El Jacobino se pueden encontrar en Youtube. Hasta donde sabemos, su principal promotor es Guillermo del Valle, abogado en activo y colaborador en varios medios de comunicación. En cuanto a sus ideas esenciales, se pueden encontrar en su web: Estado social, reindustrialización, nacionalización de sectores estratégicos, etc.

Como andalucista en su vertiente más regionalista, la única pega que le pondría sería su radicalismo centralizador: “España debe ser un Estado unitario, centralizado políticamente, formado por provincias o departamentos, es decir. por unidades administrativas racionales que no respondan a otro interés que al bien común”.

Una cosa es la necesaria recentralización de la Sanidad y la Educación, entre otras competencias, y otra es perdernos en un centralismo radical de difícil implantación. Sin embargo, hasta donde sé, todavía no se ha constituido como partido y, por ello, habrá que esperar al programa que presentan.

No creo que las propuestas de El Jacobino sean las mejores posibles, la verdad. Sin embargo, la lucha contra el sanchismo y el Régimen del 78 exigen una profunda revisión de la izquierda. Y, aunque imperfecto, cualquier avance en esa dirección debe ser celebrado. Ha llegado la hora de actuar.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

CULTURA (PUBLICIDAD)


GRUPO PÉREZ BARQUERO

CULTURA (NOTICIAS)



CULTURA - MONTILLA DIGITAL

DEPORTES (PUBLICIDAD)

AGUAS DE MONTILLA

DEPORTES (NOTICIAS)



DEPORTES - MONTILLA DIGITAL

COFRADÍAS (PUBLICIDAD)

AYUNTAMIENTO DE MONTILLA - CANAL WHATSAPP

COFRADÍAS (NOTICIAS)



MONTILLA COFRADE

Montilla Digital te escucha Escríbenos