Peregrinos de la Parroquia de San Juan de Ávila de Linares visitaron Montilla hace unos días para profundizar en la figura del Maestro Ávila y participar en los actos del Año Jubilar. Fue una jornada que dejó impresiones serenas y un poso de emoción contenida entre los asistentes, muchos de ellos llegados también desde otras parroquias mineras y desde la comunidad de San Agustín.
El desplazamiento, organizado el pasado sábado 22 de noviembre, estuvo encabezado por el párroco y vicario parroquial, Jesús Díez del Corral, y llevó al grupo hasta los principales espacios avilistas de Montilla, donde la huella del santo manchego continúa viva casi cinco siglos después.
La visita guiada se detuvo en el convento de Santa Clara, lugar en el que el patrón del clero secular español dirigía espiritualmente a la comunidad de hermanas; en el antiguo palacio de Catalina Fernández de Córdoba, figura decisiva para que el Maestro Ávila llegara a la ciudad; y en la casa donde pasó sus últimos años, un espacio sencillo que conserva el eco de su vida entregada y donde murió el 10 de mayo de 1569 con fama de santidad.
En ese mismo viaje espiritual, el grupo participó en la eucaristía jubilar celebrada en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, templo que custodia el sepulcro y las reliquias del patrón del clero secular español. La misa estuvo presidida por Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba, quien al finalizar hizo entrega a la parroquia linarense de una reliquia "de primer grado" solicitada semanas atrás a la Diócesis de Córdoba. Se trata de un fragmento del esternón del santo, extraído del propio sepulcro y recibido con un hondo respeto por parte del clero y los feligreses desplazados hasta Montilla.
Tras la celebración, el grupo compartió un almuerzo antes de visitar las instalaciones de Bodegas Alvear, santo y seña de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla–Moriles. Allí conocieron de primera mano los procesos de elaboración, maduración y conservación de los vinos que caracterizan esta comarca, en un recorrido que combinó explicaciones técnicas con la curiosidad espontánea de quienes descubren un oficio anclado en la tradición.
Por otro lado, la Basílica también acogió el Retiro-Convivencia de la Adoración Nocturna Femenina de la Campiña, convocado igualmente con motivo del Año Jubilar. Un centenar de adoradoras procedentes tanto de la Campiña como del Alto y Bajo Guadalquivir participaron en un encuentro marcado por el silencio, la oración y la búsqueda de renovación interior.
La cita estuvo dirigida por el obispo emérito Demetrio Fernández, quien ofreció una meditación centrada en la adoración y en la vida del Maestro Ávila. Según recordó la presidenta diocesana, Loli Gómez, “fue una mañana de gracia, en un ambiente de silencio profundo y oración donde varios sacerdotes estuvieron impartiendo el sacramento de la reconciliación, donde casi todas las adoradoras hicieron fila para confesarse”.
La presencia de tantos fieles en la localidad de la Campiña Sur subrayó, una vez más, la vigencia del legado de San Juan de Ávila, un referente espiritual, intelectual y pedagógico del siglo XVI, cuya figura sigue inspirando a creyentes y estudiantes de Teología.
Nacido en Almodóvar del Campo en 1500, el Maestro Ávila desplegó una intensa labor evangelizadora en Andalucía, La Mancha y Extremadura, y fundó centros de formación en ciudades como Baeza, Granada y Córdoba, además de colegios en Jerez de la Frontera, Priego de Córdoba, Montilla, Úbeda, Sevilla, Alcalá de Guadaira, Palma del Río o Écija.
De igual modo, su influencia se extendió a personalidades decisivas del pensamiento y la espiritualidad, como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada, San Francisco de Borja o San Juan de Dios. Su autoridad moral y su dominio de la oratoria quedaron recogidos por Francisco Terrones del Caño, quien lo escuchó predicar en Granada y más tarde, ya como obispo de Tuy, plasmó su experiencia en la obra Instrucción de Predicadores. También preparó memoriales para los concilios de Trento y Toledo y contribuyó a reforzar la relevancia de Montilla como foco religioso e intelectual durante el Siglo de Oro.
El santo murió en Montilla el 10 de mayo de 1569 y fue enterrado en la iglesia de la Encarnación —actual Basílica Menor Pontificia de San Juan de Ávila—, en cuyo altar mayor reposan hoy sus reliquias. El templo, cuya construcción comenzó en 1726 y no concluyó hasta 1949, constituye uno de los principales lugares de peregrinación para quienes desean acercarse a su vida, sus escritos y su mensaje de renovación espiritual.
Su figura alcanzó un reconocimiento universal el 7 de octubre de 2012, cuando el Papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia, un acontecimiento que algunos vecinos de Montilla vivieron en Roma y que reafirmó la importancia del asceta manchego en la historia del cristianismo.
Las comunidades participantes en las actividades de estos días expresaron su gratitud por la experiencia vivida y por la oportunidad de acercarse con más profundidad al Maestro Ávila en un año especialmente significativo. Esta convivencia espiritual dejó, tanto en los peregrinos de Linares como en las adoradoras procedentes de distintos puntos de la Diócesis, un sentimiento de renovación que continuará acompañando a cada grupo en su vida parroquial.
El desplazamiento, organizado el pasado sábado 22 de noviembre, estuvo encabezado por el párroco y vicario parroquial, Jesús Díez del Corral, y llevó al grupo hasta los principales espacios avilistas de Montilla, donde la huella del santo manchego continúa viva casi cinco siglos después.
La visita guiada se detuvo en el convento de Santa Clara, lugar en el que el patrón del clero secular español dirigía espiritualmente a la comunidad de hermanas; en el antiguo palacio de Catalina Fernández de Córdoba, figura decisiva para que el Maestro Ávila llegara a la ciudad; y en la casa donde pasó sus últimos años, un espacio sencillo que conserva el eco de su vida entregada y donde murió el 10 de mayo de 1569 con fama de santidad.
En ese mismo viaje espiritual, el grupo participó en la eucaristía jubilar celebrada en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, templo que custodia el sepulcro y las reliquias del patrón del clero secular español. La misa estuvo presidida por Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba, quien al finalizar hizo entrega a la parroquia linarense de una reliquia "de primer grado" solicitada semanas atrás a la Diócesis de Córdoba. Se trata de un fragmento del esternón del santo, extraído del propio sepulcro y recibido con un hondo respeto por parte del clero y los feligreses desplazados hasta Montilla.
Tras la celebración, el grupo compartió un almuerzo antes de visitar las instalaciones de Bodegas Alvear, santo y seña de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla–Moriles. Allí conocieron de primera mano los procesos de elaboración, maduración y conservación de los vinos que caracterizan esta comarca, en un recorrido que combinó explicaciones técnicas con la curiosidad espontánea de quienes descubren un oficio anclado en la tradición.
Por otro lado, la Basílica también acogió el Retiro-Convivencia de la Adoración Nocturna Femenina de la Campiña, convocado igualmente con motivo del Año Jubilar. Un centenar de adoradoras procedentes tanto de la Campiña como del Alto y Bajo Guadalquivir participaron en un encuentro marcado por el silencio, la oración y la búsqueda de renovación interior.
La cita estuvo dirigida por el obispo emérito Demetrio Fernández, quien ofreció una meditación centrada en la adoración y en la vida del Maestro Ávila. Según recordó la presidenta diocesana, Loli Gómez, “fue una mañana de gracia, en un ambiente de silencio profundo y oración donde varios sacerdotes estuvieron impartiendo el sacramento de la reconciliación, donde casi todas las adoradoras hicieron fila para confesarse”.
La presencia de tantos fieles en la localidad de la Campiña Sur subrayó, una vez más, la vigencia del legado de San Juan de Ávila, un referente espiritual, intelectual y pedagógico del siglo XVI, cuya figura sigue inspirando a creyentes y estudiantes de Teología.
Nacido en Almodóvar del Campo en 1500, el Maestro Ávila desplegó una intensa labor evangelizadora en Andalucía, La Mancha y Extremadura, y fundó centros de formación en ciudades como Baeza, Granada y Córdoba, además de colegios en Jerez de la Frontera, Priego de Córdoba, Montilla, Úbeda, Sevilla, Alcalá de Guadaira, Palma del Río o Écija.
De igual modo, su influencia se extendió a personalidades decisivas del pensamiento y la espiritualidad, como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada, San Francisco de Borja o San Juan de Dios. Su autoridad moral y su dominio de la oratoria quedaron recogidos por Francisco Terrones del Caño, quien lo escuchó predicar en Granada y más tarde, ya como obispo de Tuy, plasmó su experiencia en la obra Instrucción de Predicadores. También preparó memoriales para los concilios de Trento y Toledo y contribuyó a reforzar la relevancia de Montilla como foco religioso e intelectual durante el Siglo de Oro.
El santo murió en Montilla el 10 de mayo de 1569 y fue enterrado en la iglesia de la Encarnación —actual Basílica Menor Pontificia de San Juan de Ávila—, en cuyo altar mayor reposan hoy sus reliquias. El templo, cuya construcción comenzó en 1726 y no concluyó hasta 1949, constituye uno de los principales lugares de peregrinación para quienes desean acercarse a su vida, sus escritos y su mensaje de renovación espiritual.
Su figura alcanzó un reconocimiento universal el 7 de octubre de 2012, cuando el Papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia, un acontecimiento que algunos vecinos de Montilla vivieron en Roma y que reafirmó la importancia del asceta manchego en la historia del cristianismo.
Las comunidades participantes en las actividades de estos días expresaron su gratitud por la experiencia vivida y por la oportunidad de acercarse con más profundidad al Maestro Ávila en un año especialmente significativo. Esta convivencia espiritual dejó, tanto en los peregrinos de Linares como en las adoradoras procedentes de distintos puntos de la Diócesis, un sentimiento de renovación que continuará acompañando a cada grupo en su vida parroquial.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: DIÓCESIS DE JAÉN
FOTOGRAFÍA: DIÓCESIS DE JAÉN















































