El Ayuntamiento de Montilla última los trámites para que la Plaza de las 88 Viviendas pase a denominarse Rafael Pérez Tejada 'El Niño Ríos', un gesto que pretende vincular este espacio urbano con la memoria de una de las sagas familiares más queridas de la Barriada de Pedro Ximénez.
La propuesta, que se ha sometido a información pública durante un mes desde su publicación en el Tablón de Edictos el pasado 25 de agosto, podrá ser consultada por cualquier persona interesada en la Secretaría del Consistorio y se admitirán alegaciones o sugerencias durante ese plazo.
El procedimiento sigue las estipulaciones del Reglamento Municipal de Honores y Distinciones y cuenta como instructora del expediente con Rosa María Rodríguez Ruz, portavoz del Grupo Municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Montilla. En ese sentido, el cambio de denominación de la plaza busca rendir tributo a Rafael Pérez Tejada, conocido popularmente como El Niño Ríos, cuya familia ha estado estrechamente ligada a la vida social, política y cultural de Montilla.
La iniciativa llega más de un año después de que el enclave estrenara una nueva imagen tras las obras de regeneración urbana impulsadas por el Ayuntamiento, con un presupuesto de 97.000 euros y según el proyecto de la arquitecta Rosa Cruz Gálvez.
Gracias a la apertura de una escalinata accesible y a la creación de un talud verde, el espacio ha dejado atrás el muro de hormigón que lo mantenía aislado del barrio, dotándose ahora de una mayor integración y permeabilidad peatonal.
Durante la inauguración de la nueva plaza, el alcalde de Montilla, Rafael Llamas, aseguró que "esta actuación avanza en la integración de este espacio en el resto del barrio y contribuye a transformar una antigua carretera en una avenida más amable y accesible para la ciudadanía".
El nombre de Rafael Pérez Tejada evoca inevitablemente la figura de su padre, Luis Pérez Baena, conocido también como El Niño Ríos. Tabernero, militante comunista y referente social en la Montilla del siglo XX, abrió hace más de seis décadas, en la confluencia de las avenidas de Santa María y del Marqués de la Vega de Armijo, una taberna que pronto se convirtió en lugar de encuentro de jornaleros, vecinos y forasteros.
"Estaba en la acera de enfrente del Niño Ríos actual, en lo que hoy es el Bar Guerra", detalla Pepa Polonio Armada, doctora en Historia Contemporánea por la Universidad de Córdoba, quien aclara que "los Guerra son la familia Tejada, la familia de su mujer".
Según Pepa Polonio, "si se hiciera una encuesta sobre familias con compromiso político, entre los cinco primeros estarían los Niño Ríos y los Guerra" porque, tal y como advierte en este artículo publicado en 'El Común', "si hay una característica que lo distingue, además del mejor café del pueblo y del coloraíllo, es la de ser un lugar de acogida: nadie que vaya por allí se siente desplazado, sea hombre, mujer, viejo, joven, forastero, gitano, inmigrante… o guardia civil".
Allí, entre cafés cargados, aguardientes de guindas y charlas interminables, se gestaron amistades, se compartieron problemas y se tejió comunidad. Porque la taberna de El Niño Ríos no era un simple establecimiento: era, como recordaba Pepa Polonio Armada, "un refugio para todo aquel que lo necesitara".
En sus mesas se sentaban hombres y mujeres, jóvenes y mayores, vecinos e inmigrantes. La filosofía de Luis era sencilla pero profunda: dar calidad a precios justos, porque las ganancias —decía— debían estar repartidas. Esa generosidad discreta lo llevó a prestar dinero a quienes no podían amueblar sus casas en los nuevos barrios de Montilla, siempre con la certeza de que devolverían lo prestado cuando pudieran.
Luis Pérez Baena vivió la dureza de la Guerra Civil, la clandestinidad política y la lucha social en años de dictadura. Su figura fue clave en la fundación de la Cooperativa Agrícola La Unión y en momentos de movilización, como la huelga del campo de 1976.
Nunca abandonó el compromiso con los más desfavorecidos, ni siquiera cuando su militancia pudo costarle la vida. "Enseñó a sus hijos su amor al trabajo, su honradez y su militancia", destaca Pepa Polonio, quien resalta que la saga de Los Niños Ríos, los tres hermanos, han estado presentes en todos los momentos importantes de la historia reciente de Montilla. "Rafael ya no está, pero todos lo recordamos. José y Luis siguen en la brecha, honrando la memoria de su padre", añade.
Luis Pérez Baena murió una madrugada de finales de noviembre de 1987 cuando iba desde su casa a la taberna para abrirla. "Fue atropellado y abandonado en la cuneta", rememora la historiadora montillana, quien hace hincapié en que "hasta el día de hoy no se sabe quién fue, ni en qué circunstancias: si fue un accidente o fue otra cosa. Es uno de esos sucesos sin resolver que se llevó por delante a un hombre querido y respetado".
Levantada entre 1992 y 1994 sobre el solar de las antiguas Bodegas Tomás García, la Plaza de las 88 Viviendas simboliza ahora un punto de encuentro para un vecindario —encabezado por su Asociación Pedro Ximénez— que había reclamado durante años una intervención que mejorara su uso. Con la remodelación, el espacio ha ganado accesibilidad y se ha transformado en un lugar más acogedor para la convivencia.
El homenaje a El Niño Ríos pretende añadir a esa nueva etapa un valor intangible: la memoria colectiva. Al llevar su nombre, la plaza no solo recordará a un vecino concreto, sino a toda una historia familiar marcada por el trabajo, la honradez y la entrega a los demás. Y es que, en palabras de quienes los conocieron, los Niños Ríos fueron —y siguen siendo— algo más que una familia: representan un símbolo de compromiso con Montilla.
La propuesta, que se ha sometido a información pública durante un mes desde su publicación en el Tablón de Edictos el pasado 25 de agosto, podrá ser consultada por cualquier persona interesada en la Secretaría del Consistorio y se admitirán alegaciones o sugerencias durante ese plazo.
El procedimiento sigue las estipulaciones del Reglamento Municipal de Honores y Distinciones y cuenta como instructora del expediente con Rosa María Rodríguez Ruz, portavoz del Grupo Municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Montilla. En ese sentido, el cambio de denominación de la plaza busca rendir tributo a Rafael Pérez Tejada, conocido popularmente como El Niño Ríos, cuya familia ha estado estrechamente ligada a la vida social, política y cultural de Montilla.
La iniciativa llega más de un año después de que el enclave estrenara una nueva imagen tras las obras de regeneración urbana impulsadas por el Ayuntamiento, con un presupuesto de 97.000 euros y según el proyecto de la arquitecta Rosa Cruz Gálvez.
Gracias a la apertura de una escalinata accesible y a la creación de un talud verde, el espacio ha dejado atrás el muro de hormigón que lo mantenía aislado del barrio, dotándose ahora de una mayor integración y permeabilidad peatonal.
Durante la inauguración de la nueva plaza, el alcalde de Montilla, Rafael Llamas, aseguró que "esta actuación avanza en la integración de este espacio en el resto del barrio y contribuye a transformar una antigua carretera en una avenida más amable y accesible para la ciudadanía".
Una herencia marcada por la memoria de su padre
El nombre de Rafael Pérez Tejada evoca inevitablemente la figura de su padre, Luis Pérez Baena, conocido también como El Niño Ríos. Tabernero, militante comunista y referente social en la Montilla del siglo XX, abrió hace más de seis décadas, en la confluencia de las avenidas de Santa María y del Marqués de la Vega de Armijo, una taberna que pronto se convirtió en lugar de encuentro de jornaleros, vecinos y forasteros.
"Estaba en la acera de enfrente del Niño Ríos actual, en lo que hoy es el Bar Guerra", detalla Pepa Polonio Armada, doctora en Historia Contemporánea por la Universidad de Córdoba, quien aclara que "los Guerra son la familia Tejada, la familia de su mujer".
Según Pepa Polonio, "si se hiciera una encuesta sobre familias con compromiso político, entre los cinco primeros estarían los Niño Ríos y los Guerra" porque, tal y como advierte en este artículo publicado en 'El Común', "si hay una característica que lo distingue, además del mejor café del pueblo y del coloraíllo, es la de ser un lugar de acogida: nadie que vaya por allí se siente desplazado, sea hombre, mujer, viejo, joven, forastero, gitano, inmigrante… o guardia civil".
Allí, entre cafés cargados, aguardientes de guindas y charlas interminables, se gestaron amistades, se compartieron problemas y se tejió comunidad. Porque la taberna de El Niño Ríos no era un simple establecimiento: era, como recordaba Pepa Polonio Armada, "un refugio para todo aquel que lo necesitara".
En sus mesas se sentaban hombres y mujeres, jóvenes y mayores, vecinos e inmigrantes. La filosofía de Luis era sencilla pero profunda: dar calidad a precios justos, porque las ganancias —decía— debían estar repartidas. Esa generosidad discreta lo llevó a prestar dinero a quienes no podían amueblar sus casas en los nuevos barrios de Montilla, siempre con la certeza de que devolverían lo prestado cuando pudieran.
Luis Pérez Baena vivió la dureza de la Guerra Civil, la clandestinidad política y la lucha social en años de dictadura. Su figura fue clave en la fundación de la Cooperativa Agrícola La Unión y en momentos de movilización, como la huelga del campo de 1976.
Nunca abandonó el compromiso con los más desfavorecidos, ni siquiera cuando su militancia pudo costarle la vida. "Enseñó a sus hijos su amor al trabajo, su honradez y su militancia", destaca Pepa Polonio, quien resalta que la saga de Los Niños Ríos, los tres hermanos, han estado presentes en todos los momentos importantes de la historia reciente de Montilla. "Rafael ya no está, pero todos lo recordamos. José y Luis siguen en la brecha, honrando la memoria de su padre", añade.
Luis Pérez Baena murió una madrugada de finales de noviembre de 1987 cuando iba desde su casa a la taberna para abrirla. "Fue atropellado y abandonado en la cuneta", rememora la historiadora montillana, quien hace hincapié en que "hasta el día de hoy no se sabe quién fue, ni en qué circunstancias: si fue un accidente o fue otra cosa. Es uno de esos sucesos sin resolver que se llevó por delante a un hombre querido y respetado".
Una plaza con nuevas raíces
Levantada entre 1992 y 1994 sobre el solar de las antiguas Bodegas Tomás García, la Plaza de las 88 Viviendas simboliza ahora un punto de encuentro para un vecindario —encabezado por su Asociación Pedro Ximénez— que había reclamado durante años una intervención que mejorara su uso. Con la remodelación, el espacio ha ganado accesibilidad y se ha transformado en un lugar más acogedor para la convivencia.
El homenaje a El Niño Ríos pretende añadir a esa nueva etapa un valor intangible: la memoria colectiva. Al llevar su nombre, la plaza no solo recordará a un vecino concreto, sino a toda una historia familiar marcada por el trabajo, la honradez y la entrega a los demás. Y es que, en palabras de quienes los conocieron, los Niños Ríos fueron —y siguen siendo— algo más que una familia: representan un símbolo de compromiso con Montilla.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR


















































