Hasta que se consumó el divorcio entre parte de la juventud occidental y la iglesia oficial, las letras de la moderna música pop (que entonces se decía "ye-yé") pasan por un periodo en el que son corrientes las alusiones a la divinidad, al rezo, a la fe; mezcladas, eso sí, con los afanes amorosos de la edad.
Pero conforme avanzan los años 60, las referencias cristianas escasean. Lo que hizo la Iglesia (institución bastante más vieja que el rock y que precisamente sobre una roca tiene asentado su poder terrenal) no carece de interés. Adaptó para las misas de los 70 los éxitos de la música juvenil, vertiendo la melodia del Blowin' in the wind dylaniano o la del Mamy blue de los Pop - Tops, en letras más afines al culto (poniendo así las bases del que sería un nuevo género: el "rock cristiano").
Lo que hizo la grey juvenil, ya del todo desencantada tras la ola reaccionaria que siguió a la renovadora del "Papa bueno" (Juan XXIII, † 1963), fue darse a los diablos. Quiere decirse que, con un pistoletazo de salida que podemos situar en la influencia del Their Satanic Majesties Request de los Rolling (1967), se inaugura esa actitud provocadora de simpatía por el diablo de la que el "jevi" es el más asiduo representante (lo que no deja de ser una manera de moverse por el lado rebelde, sin salir de la órbita cristiana, al modo del "no creo en la religión católica, que es la verdadera...", del chiste).
El nombre de Francisco de Asís es de un enorme atractivo juvenil. Que el reciente Papa († 21-IV-25) lo eligiera por divisa fue un gran signo. La vida de san Francisco fue llevada al cine por Rossellini en 1950; pero la versión de Zeffirelli (Hermano Sol, Hermana Luna) en 1972, con la canción de Donovan, lo acercó al mundo pop del Jesus Christ Superstar de 1970.
En fin, la música pop (en el principio, sobre todo) contiene referencias al propio ámbito cristiano, ampliamente representado en nuestra selección (normalmente, ya se dijo, mezcladas con las preocupaciones amorosas del sujeto). Pero andando el tiempo esas inquietudes empiezan a mostrarse desde perspectivas más exóticas, como el inveterado interés por el espiritualismo oriental (de raíz jipi); o las de tipo filosófico, vagamente existencialistas (la eterna desazón del ser en el tiempo)... En fin, que la música pop, como el elemento juvenil que la fundamenta, de ninguna manera es ajena a las inquietudes espirituales, tan propias de la edad (de todas las edades, en realidad).
Ahora, unas breves notas sobre la audición: al sevillano Antonio Luque (Sr. Chinarro), le parece que antes ve al Gran Poder en una persiana que ella le haga caso (y todo esto con fondo de tambor al paso). Lo de Sevilla es grande; casi le hace a uno todo este Especial de la H. M. P. Silvio Fernández Melgarejo (Silvio, el de los Smash,) y el granadino Carlos Cano, toman para sus músicas las de dos marchas procesionales: Virgen de las Aguas (López Ramos) y Pasan los campanilleros (López Farfán), respectivamente.
Por cierto que, a la inversa, se me ocurre que del Wonderful life de Black saldría una marcha "de campanillas". ¡Eh!: los primeros en grabar las estrofas de San Juan de la Cruz fueron Brigada Ligera; más tarde lo haría Silvio (en los dos casos con Pive Amador como autor y baterista).
Lo que canta el gran Bruno Lomas, nuestro Elvis español, es el Don't let me be misunderstood, de los Animals de Eric Burdon. Battiato era profundamente religioso y franciscano; aquí nos cuenta, paso a paso, un paseo de domingo de Resurrección, suavemente irónico, con su característico aire intercultural.
El Stand by me de Ben E. King (1961) fructificó en numerosas ramas, Celentano una de ellas; expliqué parte de la historia en “El espíritu del rock”, mi artículo de colaboración para la revista malagueña Litoral, en Rock español. Poesía e imagen, nº 249, de junio de 2010. El aire góspel en el tema de los exitosos madrileños Pop -Tops se debe a su cantante negro Phil Trim (en realidad, parece que se basa en el famoso canon de Pachelbel). Y Billy Preston, el quinto Beatle, en una de mis canciones preferidas de siempre: su gran éxito (inolvidable en la película del Concierto por Bangladesh) es toda una oración pop.
La tradición espiritual oriental, por la que atravesaron numerosos grupos, viene representada por el álbum Love, Devotion, Surrender, de Carlos Santana y John Mc Laughlin (el de la Mahavishnu Orchestra, que vimos en directo en Marbella, año 75). Y por Harrison y su himno a Krishna, muy influido musicalmente por He's so fine (1963) de las Chiffons. Cohen es apellido de casta sacerdotal entre los judíos; don Leonardo el canadiense dejó constancia de su fe ancestral no solo en el popular Aleluya; busquen la canción You want it darker, su despedida de 2016 ("Hineni Hineni"), cuya confiada entrega contrasta con la desesperanza (no menos poética ni respetable) que emana del Songs of a lost world, el nuevo gran disco de Robert Smith y The Cure.
Amaral, como el Fausto de Goethe, lanzaría un conjuro "al mismísimo ángel negro" (¡ejem..., ya saben quién!) con tal de conseguir a su amor. Y Rosalía nos lleva por el largo camino de una experiencia extracorporal, como parte de A través de la luz, la notabilísima ópera flamenca del cordobés Fernando Vacas.
El pop francés es poco dado a movidas religiosas; aquí lo representamos con Johny Holiday, que solo llega a tener "una experiencia religiosa" a lo Enrique Iglesias; o sea, si ella lo mira. Quiénes consigan aguantarlo recibirán como premio la explosión sonora de SuperHendrix, mientras los dioses hacen el amor.
Pero conforme avanzan los años 60, las referencias cristianas escasean. Lo que hizo la Iglesia (institución bastante más vieja que el rock y que precisamente sobre una roca tiene asentado su poder terrenal) no carece de interés. Adaptó para las misas de los 70 los éxitos de la música juvenil, vertiendo la melodia del Blowin' in the wind dylaniano o la del Mamy blue de los Pop - Tops, en letras más afines al culto (poniendo así las bases del que sería un nuevo género: el "rock cristiano").
Lo que hizo la grey juvenil, ya del todo desencantada tras la ola reaccionaria que siguió a la renovadora del "Papa bueno" (Juan XXIII, † 1963), fue darse a los diablos. Quiere decirse que, con un pistoletazo de salida que podemos situar en la influencia del Their Satanic Majesties Request de los Rolling (1967), se inaugura esa actitud provocadora de simpatía por el diablo de la que el "jevi" es el más asiduo representante (lo que no deja de ser una manera de moverse por el lado rebelde, sin salir de la órbita cristiana, al modo del "no creo en la religión católica, que es la verdadera...", del chiste).

El nombre de Francisco de Asís es de un enorme atractivo juvenil. Que el reciente Papa († 21-IV-25) lo eligiera por divisa fue un gran signo. La vida de san Francisco fue llevada al cine por Rossellini en 1950; pero la versión de Zeffirelli (Hermano Sol, Hermana Luna) en 1972, con la canción de Donovan, lo acercó al mundo pop del Jesus Christ Superstar de 1970.
En fin, la música pop (en el principio, sobre todo) contiene referencias al propio ámbito cristiano, ampliamente representado en nuestra selección (normalmente, ya se dijo, mezcladas con las preocupaciones amorosas del sujeto). Pero andando el tiempo esas inquietudes empiezan a mostrarse desde perspectivas más exóticas, como el inveterado interés por el espiritualismo oriental (de raíz jipi); o las de tipo filosófico, vagamente existencialistas (la eterna desazón del ser en el tiempo)... En fin, que la música pop, como el elemento juvenil que la fundamenta, de ninguna manera es ajena a las inquietudes espirituales, tan propias de la edad (de todas las edades, en realidad).
Ahora, unas breves notas sobre la audición: al sevillano Antonio Luque (Sr. Chinarro), le parece que antes ve al Gran Poder en una persiana que ella le haga caso (y todo esto con fondo de tambor al paso). Lo de Sevilla es grande; casi le hace a uno todo este Especial de la H. M. P. Silvio Fernández Melgarejo (Silvio, el de los Smash,) y el granadino Carlos Cano, toman para sus músicas las de dos marchas procesionales: Virgen de las Aguas (López Ramos) y Pasan los campanilleros (López Farfán), respectivamente.
Por cierto que, a la inversa, se me ocurre que del Wonderful life de Black saldría una marcha "de campanillas". ¡Eh!: los primeros en grabar las estrofas de San Juan de la Cruz fueron Brigada Ligera; más tarde lo haría Silvio (en los dos casos con Pive Amador como autor y baterista).

Lo que canta el gran Bruno Lomas, nuestro Elvis español, es el Don't let me be misunderstood, de los Animals de Eric Burdon. Battiato era profundamente religioso y franciscano; aquí nos cuenta, paso a paso, un paseo de domingo de Resurrección, suavemente irónico, con su característico aire intercultural.
El Stand by me de Ben E. King (1961) fructificó en numerosas ramas, Celentano una de ellas; expliqué parte de la historia en “El espíritu del rock”, mi artículo de colaboración para la revista malagueña Litoral, en Rock español. Poesía e imagen, nº 249, de junio de 2010. El aire góspel en el tema de los exitosos madrileños Pop -Tops se debe a su cantante negro Phil Trim (en realidad, parece que se basa en el famoso canon de Pachelbel). Y Billy Preston, el quinto Beatle, en una de mis canciones preferidas de siempre: su gran éxito (inolvidable en la película del Concierto por Bangladesh) es toda una oración pop.
La tradición espiritual oriental, por la que atravesaron numerosos grupos, viene representada por el álbum Love, Devotion, Surrender, de Carlos Santana y John Mc Laughlin (el de la Mahavishnu Orchestra, que vimos en directo en Marbella, año 75). Y por Harrison y su himno a Krishna, muy influido musicalmente por He's so fine (1963) de las Chiffons. Cohen es apellido de casta sacerdotal entre los judíos; don Leonardo el canadiense dejó constancia de su fe ancestral no solo en el popular Aleluya; busquen la canción You want it darker, su despedida de 2016 ("Hineni Hineni"), cuya confiada entrega contrasta con la desesperanza (no menos poética ni respetable) que emana del Songs of a lost world, el nuevo gran disco de Robert Smith y The Cure.
Amaral, como el Fausto de Goethe, lanzaría un conjuro "al mismísimo ángel negro" (¡ejem..., ya saben quién!) con tal de conseguir a su amor. Y Rosalía nos lleva por el largo camino de una experiencia extracorporal, como parte de A través de la luz, la notabilísima ópera flamenca del cordobés Fernando Vacas.
El pop francés es poco dado a movidas religiosas; aquí lo representamos con Johny Holiday, que solo llega a tener "una experiencia religiosa" a lo Enrique Iglesias; o sea, si ella lo mira. Quiénes consigan aguantarlo recibirán como premio la explosión sonora de SuperHendrix, mientras los dioses hacen el amor.
Audición
- Sr. Chinarro: El Gran Poder (2008).
- Bruno Lomas: Comprensión (1965).
- Silvio y Sacramento: La Pura Concepción (1988).
- Franco Battiato: Scalo a Grado (1982).
- Carlos Santana & John MacLaughlin: Meditation (1973).
- Carlos Cano: Pasan los campanilleros (1987).
- Rosalía: Un largo viaje (2018).
- Amaral: Te necesito (2002).
- Brigada Ligera: Las criaturas (1985).
- Pop - Tops: Oh Lord, why Lord (1968).
- Adriano Celentano: Pregherò (disco dance edit de 1977, la original es de 1966).
- The Cure: Alone (2024).
- Leonard Cohen: Hallelujah (1984).
- George Harrison: My sweet Lord (1970).
- Billy Preston: That's the way God planned it (1969).
- Johny Halliday: Ma religion dans son regard (2005).
- Jimi Hendrix: And the Gods made love (1968).
© JOSÉ ANTONIO PONFERRADA
ILUSTRACIÓN: © JOSÉ ANTONIO PONFERRADA
ILUSTRACIÓN: © JOSÉ ANTONIO PONFERRADA

