Montilla vivió anoche una de esas jornadas que quedarán grabadas en la memoria colectiva de sus vecinos. La Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor protagonizó un cambio histórico en su estación de penitencia, al iniciar por primera vez la tradicional Procesión del Silencio desde la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y no desde el Colegio Salesiano "San Francisco Solano", un cambio que permitió a la corporación salesiana recorrer las calles del Barrio de las Casas Nuevas, un enclave por el que no pasaba desde hacía casi tres décadas.
Tal y como avanzó Montilla Digital, la decisión respondía a la firme voluntad de la hermandad de acercar su paso a diferentes barrios de Montilla, una filosofía que ha marcado su recorrido en los últimos años. No obstante, el compromiso de la cofradía por facilitar la participación de hermanos con dificultades de movilidad hizo necesario replantear el itinerario, que anoche se materializó en un recorrido alternativo con salida desde el templo mayor de las Casas Nuevas.
A las 23.00 de la noche, la Cruz de Guía, realizada en madera y escoltada por dos faroles de orfebrería, emergió entre la penumbra para dar paso a esta cofradía fundada oficialmente el 9 de marzo de 1941 por iniciativa de Manuel Luque Velasco, abuelo del actual hermano mayor, Carlos Raigón Luque. La hermandad salesiana volvía a reunir un nutrido cortejo, sobrio y recogido, fiel al espíritu de la Procesión del Silencio.
La imagen del Cristo del Amor, realizada en 1944 por el escultor Amadeo Ruiz Olmos, fue la gran protagonista de la noche junto a la lluvia, que acompañó a la cofradía durante buena parte del recorrido, obligándola incluso, en su tramo final, a resguardarse en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, dando así lugar a otra estampa insólita, que quedará en el recuerdo de muchos cofrades de la localidad.
El crucificado, que puede abatirse gracias a un mecanismo oculto en su peana —obra de Antonio Herrador Navarro, conocido como Antonio El Carpintero, quien falleció el pasado 28 de noviembre a los 91 años—, es una talla de gran valor artístico y espiritual. Y, anoche, en una estampa inédita, se situó frente a la urna que custodia las reliquias de san Juan de Ávila, patrón del clero secular español, Hijo Adoptivo de Montilla y Doctor de la Iglesia universal.
Restaurado en 2006 por Antonio Bernal Redondo, el Cristo de Ruiz Olmos responde a los postulados contrarreformistas del Barroco, donde la expresividad dramática y la anatomía detallada invitan a la contemplación y al recogimiento. “Jesús se presenta muerto en una cruz arbórea, sujeto por tres clavos. Su rostro se inclina sobre el pecho, arrastrando la cabellera por el movimiento de la cabeza”, describe Elena Bellido, doctora en Historia por la Universidad de Córdoba (UCO) y directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, quien resalta que "la herida del costado, signo del sacrificio redentor, recuerda al fiel el precio del amor incondicional".
Amadeo Ruiz Olmos, autor también de otras imágenes muy queridas en Montilla como Jesús Preso o Nuestra Señora de las Viñas, dejó una profunda huella en la imaginería andaluza del siglo XX. Su legado se extiende por toda la geografía nacional, especialmente en Jaén, Córdoba y Montoro, donde varias hermandades procesionan imágenes salidas de su gubia.
A pesar de la lluvia, la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, que estuvo acompañada por una representación de la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas, no solo escribió anoche una nueva página en la historia de la Semana Santa montillana, sino que también cumplió una promesa: llevar la devoción a todos los rincones posibles de la ciudad, sin renunciar al recogimiento, al compromiso con sus hermanos y al respeto por su propia identidad. Una Procesión del Silencio que volvió a estar marcada por la sobriedad, el recogimiento y la fe de un pueblo que no deja de mirar al Cristo del Amor como símbolo de esperanza y redención.
Tal y como avanzó Montilla Digital, la decisión respondía a la firme voluntad de la hermandad de acercar su paso a diferentes barrios de Montilla, una filosofía que ha marcado su recorrido en los últimos años. No obstante, el compromiso de la cofradía por facilitar la participación de hermanos con dificultades de movilidad hizo necesario replantear el itinerario, que anoche se materializó en un recorrido alternativo con salida desde el templo mayor de las Casas Nuevas.
A las 23.00 de la noche, la Cruz de Guía, realizada en madera y escoltada por dos faroles de orfebrería, emergió entre la penumbra para dar paso a esta cofradía fundada oficialmente el 9 de marzo de 1941 por iniciativa de Manuel Luque Velasco, abuelo del actual hermano mayor, Carlos Raigón Luque. La hermandad salesiana volvía a reunir un nutrido cortejo, sobrio y recogido, fiel al espíritu de la Procesión del Silencio.
La imagen del Cristo del Amor, realizada en 1944 por el escultor Amadeo Ruiz Olmos, fue la gran protagonista de la noche junto a la lluvia, que acompañó a la cofradía durante buena parte del recorrido, obligándola incluso, en su tramo final, a resguardarse en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, dando así lugar a otra estampa insólita, que quedará en el recuerdo de muchos cofrades de la localidad.
El crucificado, que puede abatirse gracias a un mecanismo oculto en su peana —obra de Antonio Herrador Navarro, conocido como Antonio El Carpintero, quien falleció el pasado 28 de noviembre a los 91 años—, es una talla de gran valor artístico y espiritual. Y, anoche, en una estampa inédita, se situó frente a la urna que custodia las reliquias de san Juan de Ávila, patrón del clero secular español, Hijo Adoptivo de Montilla y Doctor de la Iglesia universal.
Restaurado en 2006 por Antonio Bernal Redondo, el Cristo de Ruiz Olmos responde a los postulados contrarreformistas del Barroco, donde la expresividad dramática y la anatomía detallada invitan a la contemplación y al recogimiento. “Jesús se presenta muerto en una cruz arbórea, sujeto por tres clavos. Su rostro se inclina sobre el pecho, arrastrando la cabellera por el movimiento de la cabeza”, describe Elena Bellido, doctora en Historia por la Universidad de Córdoba (UCO) y directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, quien resalta que "la herida del costado, signo del sacrificio redentor, recuerda al fiel el precio del amor incondicional".
Amadeo Ruiz Olmos, autor también de otras imágenes muy queridas en Montilla como Jesús Preso o Nuestra Señora de las Viñas, dejó una profunda huella en la imaginería andaluza del siglo XX. Su legado se extiende por toda la geografía nacional, especialmente en Jaén, Córdoba y Montoro, donde varias hermandades procesionan imágenes salidas de su gubia.
A pesar de la lluvia, la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor, que estuvo acompañada por una representación de la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas, no solo escribió anoche una nueva página en la historia de la Semana Santa montillana, sino que también cumplió una promesa: llevar la devoción a todos los rincones posibles de la ciudad, sin renunciar al recogimiento, al compromiso con sus hermanos y al respeto por su propia identidad. Una Procesión del Silencio que volvió a estar marcada por la sobriedad, el recogimiento y la fe de un pueblo que no deja de mirar al Cristo del Amor como símbolo de esperanza y redención.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: ÁLVARO CARRASCO GONZÁLEZ
FOTOGRAFÍA: ÁLVARO CARRASCO GONZÁLEZ

















































