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Carmen Giménez Alvear | Antonio García Urbano (Pavito Blanco): maestro de los Drake Alvear (1)

El próximo sábado 5 de octubre queremos celebrar un concierto para homenajear a un montillano ilustre, Antonio Garcia Urbano, más conocido como Pavito Blanco. No es el primer concierto-homenaje que se hace en Montilla a este gran músico, pero sí queremos destacar que, en este caso, incluirá recuperaciones históricas de partituras del autor, muchas de ellas inéditas, fruto del trabajo de investigación de Joaquin Drake García, descendiente de la rama melómana de la familia Alvear. El personaje y la fecha forman parte de las “historias de Montilla” y de la familia Alvear.


A Pavito Blanco lo descubrí gracias a mi madre, Carmen Alvear Zubiria, cuando ella recordaba con entusiasmo los conciertos que organizaban sus primos Drake Alvear (Joaquín, Andrés, Jose María y Jaime), los nietos “mayores” del Conde la Cortina, en la casa familiar en la calle Diego de Alvear. El profesor de música de los Drake Alvear era Antonio García Urbano, Pavito Blanco, que no sólo era un gran profesor y pianista sino que, además, era un magnífico compositor.

El Maestro Garcia Urbano nació en Montilla el 15 de enero de 1904, según nos relata su hija María Joaquina García Ramírez en una breve reseña biográfica que hace de su padre. Y se inició en la música a muy temprana edad, en casa, con su tío Manuel Urbano Enríquez, “que era diplomado en Solfeo, Armonía, Violín y Piano, además de organista de la Parroquia de Santiago”. Manuel Urbano se había hecho cargo de la educación de su sobrino cuando éste quedó huérfano a muy temprana edad. Literalmente, su tío lo recogió del hospicio.


Pronto empezó a destacar y así se dijo en El Defensor: “Llamó poderosamente la atención el niño Antonio Garcia Urbano de 9 años de edad (…). Ha demostrado ser hábil artista, interpretando en referida noche delicadas y difíciles composiciones con el violín pulsado como lo pudiera hacer un afamado maestro (…). Y lo digo porque este niño al que todos conocerán como 'Pavo Blanco', en el futuro será el dueño de todos los escenarios habidos y por haber en esta nuestra pequeña y doméstica patria".

Pavo Blanco completó brillantemente sus estudios musicales en el Conservatorio Oficial de Córdoba y, tras el servicio militar, continuó perfeccionando el piano. Este virtuosismo le permitiría suceder a su tío como organista en la Parroquia de Santiago Apóstol, tras su fallecimiento en 1934.


Dos años antes, Antonio se había casado con su prima Elena Ramírez y tuvieron cuatro hijos. La familia vivió en Montilla hasta 1973, año en que se trasladó a Córdoba, según cuenta su hija, ya "delicado de salud". En el año 1979, don Antonio Gómez, el recordado párroco de Nuestra Señora de la Asunción de Montilla, le organizó un homenaje "por toda una vida dedicada al culto divino".

El Maestro fallecería en Córdoba en 1985. En Montilla, su vida y su trabajo siempre estuvieron vinculados a la música: como organista, como compositor, organizando la Banda... También impartiendo clases de piano y violín a niños y niñas de Montilla, entre otros, a los hermanos Drake Alvear. Pero esa historia y otras sobre sus principales obras la contaremos próximamente.

CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: ARCHIVO

BODEGAS ALVEAR

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