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Francisco Sierra | Del Capitolio al Foro

Arde Madrid da nombre a una serie que, hoy por hoy, se antoja la definición más apropiada para describir el clima enrarecido de una capital inflamada por los discursos del odio de la supuesta presidenta de la Comunidad y el peor expresidente del mundo.


Desafortunadamente, José María Aznar –obsérvese bien el apellido– y sus peones de la extrema derecha, azuzados por el poder económico y mediático, no forman parte de una entretenida serie de ficción multiplataforma, por más que el discurso parezca delirante y propio de una trama para ver y divertirse.

Más bien representan, escenifican, el lastre pesado que nos impide avanzar y que, atendiendo a razones históricas, hemos de tomarnos muy en serio, si pensamos en la historia de los Pavías improvisados, por más que el tono y fondo de los líderes de la ultraderecha patria, dados a echarse al monte, tengan, como Paca la Culona, un aire evocativo de sainete rancio, impostado y de muy baja calidad retórica y narrativa.

Debemos empezar a pensar por qué ocupan ostensible, persistentemente, nuestras pantallas. Cómo se explica la proyección y visibilidad continua de los portavoces de la internacional de la reacción. No parece justificable, menos aún razonable, el eco informativo de los neofascismos emergentes, como no lo era dar espacios mediáticos, en informativos, a formaciones cuyo propósito no es otro que la violación sistemática de los derechos de la mayoría.

Pero hoy, como antaño, los propietarios del duopolio periodístico, los accionistas del IBEX35 tienen bien claro el sentido de la mediación y ejercen, como es lógico, su poder de decisión. En otras palabras, la agenda informativa de los medios patrios sigue anclada en el franquismo sociológico. Y se prolonga o proyecta en las redes sociales.

Bodegas Robles - Vinos comprometidos con su tierra

La cultura WhatsApp está de hecho dominada por el discurso ordoliberal, entre la nostalgia hispanista y la colonialidad del sector. Y esta dinámica no es exclusiva de España. Véase Argentina. En nuestro país es, si cabe, más grave.

Aunque el 88,1 por ciento de los españoles está, a priori, interesado en las noticias de Latinoamérica, nuestros medios no informan apenas de la región salvo catástrofes, golpes de Estado y crisis varias, siguiendo la agenda del Pentágono. Y aunque es un pueblo solidario, tiene que consumir a diario una dieta informativa que oculta la operación estratégica de exterminio en Palestina.

La desaparición de corresponsales y la dependencia de agencias como AP, UPI o Reuters, por no hablar de Visnews, la CNN y otros big media, definen como resultado una oferta pobre y bárbara. El horizonte cognitivo del apagón informativo es la norma en el orden reinante de nuestro país mientras en las redacciones falta criterio, cultura periodística, conocimiento, calle y mucho background.

Un problema que se origina, en parte, en las facultades de Comunicación y no asumen críticamente los gremios profesionales, de imaginario colonial. No es extraño, por ello, observar cómo se trata el genocidio de Palestina o cómo se cubre la victoria electoral de Milei.

El orden informativo de los Florentino Pérez y Vicente Vallés es el que es: hombres blancos, europeos, de clase alta y firmes convicciones monetarias. Deben pensar que el mundo es como lo imaginan los chicos de Deportes: que el país es Madrid, o que Ama Rosa es el modelo de mujer a seguir.

Bodegas Robles - Vinos comprometidos con su tierra

Nada de la pulsión plebeya y subalterna que explica la vida y potencia la razón –medios al margen– tiene cabida en el universo Meta que nos quieren vender. Así que entre Ferraz y la investidura de Sánchez en sede parlamentaria, cómo cuestionar la ficción en directo de la simulación de la invasión del Capitolio por las hordas de extrema derecha si, desde Reagan, la Casa Blanca es un programa de televisión, con sesiones porno (Bill Clinton) y el show de Bill Cosby (Obama) y el debate que concentra la atención del público es vociferante y afirma que todo es mentira.

Convengamos que lo de Trump resulta bochornoso, un formateo zafio, de televisión basura, a la altura de Fox News. Pero los imitadores y querendones de lo ajeno, nuestras vidas indluidas, en la piel de toro, no le andan a la zaga y proliferan en las pantallas que nos dejan sin aire.

Es lo que tiene cultivar la infoxicación, que la realidad no es que te arruine la noticia, sino que ésta termina por contaminar el medio ambiente social. Es la lógica y tiene una causa: las patologías y desórdenes informativos son constitutivos de los medios mercantilistas. Habrá que desmercificar el oficio más bello del mundo. Por salud pública.

FRANCISCO SIERRA CABALLERO

AYUNTAMIENTO DE MONTILLA


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