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Juan Pablo Bellido | Nuevas audiencias

En unos tiempos en los que la información fluye con una rapidez abrumadora, resulta innegable que la población menor de 35 años muestra un escaso interés por la información que ofrecen los medios tradicionales de comunicación, un fenómeno que se encuentra estrechamente relacionado con el papel preponderante que han adquirido las redes sociales a la hora de informarse. O de desinformarse, según se mire.


Con todo, es importante dejar por sentado que el desinterés que los jóvenes muestran hoy día por la información tradicional no es exclusivo de esta generación. A lo largo de la historia, cada nueva generación ha buscado su propio medio de comunicación y ha mostrado un menor interés por los canales informativos de sus predecesores. Sin embargo, lo que diferencia la actualidad de épocas pretéritas es, probablemente, la velocidad y la magnitud del cambio.

Los jóvenes de hoy crecieron en un mundo en el que las redes sociales ya eran una parte integral de la sociedad. Desde edades tempranas han estado expuestos a una avalancha constante de información fragmentada, titulares sensacionalistas y opiniones polarizadas. Esta sobreexposición a contenido rápido y superficial ha llevado a una pérdida de paciencia y a una falta de interés por los medios de comunicación tradicionales, que se caracterizan por un enfoque más lento y detallado.

Las redes sociales, con su inmediatez y personalización, han captado la atención de los jóvenes de una manera sin precedentes. Plataformas como Twitter, Facebook, Tik Tok e Instagram se han convertido en la principal fuente de noticias e información –o desinformación– para este segmento de la población.

La posibilidad de seguir cuentas afines a sus intereses, recibir notificaciones instantáneas y participar en debates en tiempo real ha generado una sensación de conexión y participación que los medios tradicionales no han logrado igualar.

No obstante, no debe perderse de vista que las redes sociales se basan en algoritmos que priorizan la relevancia y la viralidad, lo que puede conducir a la formación de burbujas de desinformación en las que los usuarios solo reciben contenido afín a sus propias opiniones. Esto limita la exposición a diferentes perspectivas y puede terminar reforzando posiciones extremas o polarizadas.

Además, el contenido en las redes sociales tiende a ser más superficial y propende a la desinformación. Los titulares destacados y las imágenes impactantes dominan los feeds de noticias, lo que dificulta la obtención de una comprensión completa y precisa de los acontecimientos. La falta de verificación de los hechos y la propagación de noticias falsas son problemas comunes que minan la confianza en la información proporcionada a través de estos canales.

En contraste, los medios de comunicación tradicionales, a pesar de sus imperfecciones, siguen siendo una fuente más confiable y rigurosa de información. Los periodistas profesionales, comprometidos con la verificación de los hechos y el análisis profundo, desempeñan un papel fundamental en la sociedad al informar de manera objetiva y contextualizada. Sin embargo, la falta de interés de los jóvenes por este tipo de información amenaza con socavar el periodismo de calidad y debilitar la democracia.

Es necesario, por tanto, fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización mediática en la población joven. Es fundamental que los jóvenes comprendan la importancia de acceder a diferentes fuentes de información, contrastar datos y comprobar la fiabilidad de las noticias que consumen. Las instituciones educativas y los propios medios de comunicación deben trabajar para promover la importancia de la información veraz y rigurosa.

No obstante, también es responsabilidad de los medios de comunicación tradicionales adaptarse a los nuevos tiempos y explorar formas de llegar a la audiencia joven. La transformación digital y la presencia en las redes sociales son aspectos clave para mantenerse a flote en el tormentoso panorama mediático actual. Además, los medios deben ser más ágiles y flexibles en la presentación de la información, ofreciendo formatos más atractivos y accesibles para las nuevas generaciones.

En conclusión, el escaso interés que la población menor de 35 años muestra por la información que ofrecen los medios de comunicación tradicionales es una realidad innegable en la sociedad actual. Las redes sociales se han convertido en la principal fuente informativa para esta generación, presentando desafíos y consecuencias que deben ser abordados.

Es necesario, por tanto, fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización mediática entre los jóvenes, al tiempo que los medios de comunicación tradicionales deben adaptarse y reinventarse para mantener su relevancia en un entorno digital en constante evolución. Solo así podremos garantizar una sociedad informada, comprometida y capaz de afrontar los desafíos del siglo XXI.

JUAN PABLO BELLIDO
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