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Buzón del Lector | Educar al que quiere y no puede

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una nueva carta abierta del maestro Francisco Llopis Rubio sobre la importante labor que desarrollan los docentes. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.


Si tuviéramos en la retina la imagen que nos ofrecen esos niños y niñas que tantas y tantas veces vemos en los medios de comunicación… Niños harapientos, sucios, con los mocos colgando, con ropas en mal estado y zapatos roídos… Vendiendo lo poco que otros les han proporcionado para aprovecharse normalmente de ellos, caminando hacia la escuela algunos kilómetros para aprender algunas letras y, algunos, a aprender a leer… Pensaríamos que estamos “alucinando” poque eso ya no existe.

Posiblemente, cerca de nosotros tengamos superadas estas situaciones; no así en tantos otros sitios y espacios… Pero, en el fondo, visualizan una realidad que pasa por observar cómo mucho de nuestro alumnado ocupa un lugar en nuestros centros con la única intención de pasar el tiempo, obtener un beneficio sin esfuerzo y siendo conscientes de que, más tarde o más temprano, obtendrán un "papel" que se conoce con el nombre de Título de Graduado en Secundaria que te permitirá pasar el primer filtro como forma de incorporarse al mundo laboral.

Es de reconocer la gran cantidad de alumnado responsable, con motivación y con perspectivas de futuro que se educa en nuestros centros. Ellos, su propio rodaje, sus capacidades y el apoyo del profesorado y las familias le harán plantear su futuro con ciertas garantías de éxito, a pesar de las dificultades en los tiempos que les ha tocado vivir.

Educar al que sí quiere es una tarea apasionante; educar al que no quiere, un reto que necesita de muchas estrategias para saber llegar al corazón de ellos. Pero educar al que quiere y no puede es algo tan exquisito que, solo con ver la motivación, las ganas de superación y el querer, hacen que tu entrega sea aún más de exquisita, si cabe. Son posiblemente distintos, pero debemos tener los medios para que no estén distantes.

La escuela no es el lugar donde se acumula alumnado para que pueda existir conciliación familiar y no solo cumple una función asistencial, que también, sino que es el espacio que las familias deben cuidar para hacer que la educación de sus hijos (todos los referidos anteriormente) sea una educación de calidad.

Para ello es necesario reconocer al profesorado y apoyarlo, no cuestionarlo por lo que pueda decir o no mi hijo o hija, que también, siempre que se verifique con objetividad aquello que se está valorando, sino valorarlo como una pieza esencial en este puzle y que debe llegar motivado porque, entre otras cosas, los demás le reconozcamos el esfuerzo que realiza cada día.

Valoremos el trabajo, pidamos garantías y exijamos a nuestros hijos e hijas que respeten y traten como se merecen a este colectivo, que ya se ve afectado por la falta de autoridad que, entre unos y otros, vamos quitando.

Educar al que quiere, al que no quiere y al que quiere y no puede ya es cosa nuestra. Y si va acompañado del calor de las partes –entre ellas, las familias– seguro que siempre, el trabajo y el esfuerzo serán los que corresponda, entre otras cosas, porque nuestra estima estará al nivel adecuado para darlo todo y en las mejores condiciones posibles, aunque en ocasiones, la nula motivación de parte de nuestro alumnado merme la actitud del propio profesorado.

Educar, enseñar e instruir al que sí quiere pero no puede me hace pensar en un escrito de la Asociación Aprosub del Centro de Educación Especial "El Molinillo", que cayó en mis manos después de una visita al cole y que me confirmó lo que siempre he pensado: y es, sencillamente, como ellos escriben que “lo normal es ser diferente”. Y es algo que no debemos olvidar.

No olvidemos que no importa dónde hayas nacido; no importa el color de tu pelo o de tu piel; no importa si eres de gran altura o poca; si tienes los pies planos o hablas muchos idiomas. Puedes utilizar la mano izquierda o ser hábil con las cuentas; puedes venir de lejos o vivir en la casa de la esquina.

Puedes reírte alto o no escuchar sonidos. Puedes ser veloz o lento; puedes tener muchas cosas o pocas; puedes ver como un lince o tener poca vista como los topos. Puedes escuchar en la noche como los lobos o entender el lenguaje de las manos. Puedes ser hábil como las arañas o inteligente y reflexivo como los búhos. Puedes ser diferente y especial.

Lo importante es que serás lo que tú quieras ser, porque tienes derecho a tener una vida feliz. A lo largo de la vida te encontrarás con cientos de personas distintas, te cruzarás con niños y niñas, con personas, todas diferentes e importantes. Haz que siempre se sientan respetadas y queridas porque, entre otras cosas, tú también eres diferente y eso es lo normal.

En esta escuela que tenemos hay que apostar por los distintos, con los medios adecuados, con el profesorado permanente y necesario, habiendo valoraciones y diagnósticos, así como la aplicación de los programas necesarios con prontitud y eficiencia, no demorando los tiempos y prestando al maestro los apoyos específicos y necesarios para que no aumentemos la distancia y los hagamos más diferentes.

Si no apostamos por ello, no lo vendamos en el mercado como una idea bonita y espléndida porque lo que hacemos es ponernos al servicio de un engaño, sin dar los resultados adecuados y pagar directamente las consecuencias.

Estas personas tienen corazón, tienen sentimientos, tienen vida y, muchas veces, los despreciamos porque son distintos. Nos creemos superiores, importantes, con capacidades y muchas veces, si hurgamos en el interior, somos igualmente diferentes, distintos cada uno.

Por eso el respeto y la tolerancia deben ser la base de la convivencia y en la convivencia caben todos. No somos la verdad y los demás, la mentira. Somos distintos y cada uno con una experiencia que solo cada uno ha vivido y, por eso, debe ser respetada.

A ser maestro se aprende a través de la experiencia, del creer, del querer, del saber y del poder. Por ello, muchos que se aventuran a opinar deberían primero saber que ser maestro no es un juego, es un arte, como tantas veces decimos. ¡Todos distintos pero importantes!

FRANCISCO LLOPIS RUBIO


NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.


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