Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector del primero de los dos artículos del escritor y académico José Antonio Ponferrada sobre La confusión, la última obra del escritor y poeta montalbeño Prudencio Salces Jiménez, que el pasado mes de enero protagonizó un encuentro con el público de la Campiña Sur en la Librería Nobel. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
La confusión (Bohodón Ediciones, Madrid, 2022) es una novela de Prudencio Salces. Viene a contar la historia de un error, una anécdota real de ese escritor, cuando mandó unos libros dedicados: en el sobre de Juan metió el libro de Juana. Y, en el de Juana, el de Juan, claro...
Pero creo yo que esa confusión sencilla es la distracción (el macgufin, diría Hicthcock) para presentarnos la gran confusión, el estado de desasosiego, de enfermiza inquietud, que viven sus personajes. Por ejemplo: "La zozobra le pesaba a Juan en los hombros como un saco de arena y se sentó en la terraza de una cafetería a tomar algo. En esos momentos se le quedó la cabeza en blanco, no sabía qué pensar ni como actuar..." (página 21).
Y esa confusión, la gorda, es la que a todos nos interesa. Porque es general, muchos la han sentido y tratado de resolver parando, tomando algo. A ver si pasa el nublado. En eso insistí este 27 de enero, haciendo su presentación en Montilla.
Dijo John Donne que "ningún hombre es una isla". Yo seré uno, muy mío, pero una hermandad mayor me tiene. Cuando en la Historia se propone la humanidad alcanzar un alto ideal, casi lo logra. También en la "historia", la pequeña, la del libro de Prudencio, por ejemplo.
El sol grande que brilló en el Renacimiento (años de 1500, para nosotros) es fruto del firme propósito de una buena parte de individuos, que se proponen usar la razón y el conocimiento para mejorar su sociedad (mejorándose a sí mismos). Pero, ¡ay!, las guerras de religión, la sinrazón dieron al traste con ese intento. Pero quedó Nebrija, quedó la obra civilizadora del humanismo en el nuevo mundo: quedaron El Quijote, la imprenta, la brújula...
Durante la Ilustración (siglo XVIII), que es la consecuencia directa del Renacimiento, algo más formalista y seca, pero con grandes atractivos ocultos, otra vez brilla la luz humana en nuestra mejor versión. Y esta vez serán las disputas ideológicas (no las religiosas) quienes arruinen el proyecto. Pero quedó Beethoven, el derecho napoleónico y la obra civilizadora de nuestro Carlos III: quedaron el Fausto (con sus tres versiones), lo mejor de las revueltas europeas y americanas, las botánicas del Mutis español y el sueco Linneo...
En otros momentos (en la Historia y en la historia) reina la ansiedad. Nuestro sabio cordobés Maimonides ya escribió, en el siglo XII, una Guía de perplejos.
Todo parece indicar que este siglo XXI, imaginado por los escritores del ayer en sus historias de ciencia ficción, se plantea en su primer cuarto bajo el signo de la aceleración y el ensimismamiento en los hombres (no se libran las mujeres). La angustia de vivir la deshumanización se viste en un Carnaval de risas, bromitas de mal gusto obligatoriamente aceptadas, prisas y "cumpleaños felices"... Que no llegan a ocultar la mala cara que, debajo de la máscara, se le está poniendo a nuestra sociedad. Confusión.
Como en la presentación del libro aquel, les invito a ver y escuchar Epitaph, un tema de 1969, obra de los magníficos King Crimson que deleitaron nuestra juventud. King Crimson eran Robert Fripp (guitarra); Ian McDonald (teclados, voces); Greg Lake (bajo, voz solista); Michael Giles (percusión, voces) y Peter Sinfield (letrista, luces; "words and illumination").
Pues sí: uno de los miembros del grupo no toca ningún instrumento: se encarga de las luces y hace las letras; como esta de Epitafio. El que verán cantando es Greg Lake. Luego se haría famosísimo con su nuevo grupo: Emerson, Lake & Palmer.
La traducción española de Epitafio, que verán en los subtítulos, no es literal; es mejor, muy buena. Habrá que disculpar algunas erratas ("allan" por "hayan", por ejemplo). Verán cómo la belleza del tema (ocho minutos de felicidad), triunfa en música y letra sobre la horrible confusión que Pete Sinfield, el poeta, nos expone.
Hasta la segunda entrega de Confusión, que puede encontrarse en este enlace. Salud y saludos.
La confusión (Bohodón Ediciones, Madrid, 2022) es una novela de Prudencio Salces. Viene a contar la historia de un error, una anécdota real de ese escritor, cuando mandó unos libros dedicados: en el sobre de Juan metió el libro de Juana. Y, en el de Juana, el de Juan, claro...
Pero creo yo que esa confusión sencilla es la distracción (el macgufin, diría Hicthcock) para presentarnos la gran confusión, el estado de desasosiego, de enfermiza inquietud, que viven sus personajes. Por ejemplo: "La zozobra le pesaba a Juan en los hombros como un saco de arena y se sentó en la terraza de una cafetería a tomar algo. En esos momentos se le quedó la cabeza en blanco, no sabía qué pensar ni como actuar..." (página 21).
Y esa confusión, la gorda, es la que a todos nos interesa. Porque es general, muchos la han sentido y tratado de resolver parando, tomando algo. A ver si pasa el nublado. En eso insistí este 27 de enero, haciendo su presentación en Montilla.
Dijo John Donne que "ningún hombre es una isla". Yo seré uno, muy mío, pero una hermandad mayor me tiene. Cuando en la Historia se propone la humanidad alcanzar un alto ideal, casi lo logra. También en la "historia", la pequeña, la del libro de Prudencio, por ejemplo.
El sol grande que brilló en el Renacimiento (años de 1500, para nosotros) es fruto del firme propósito de una buena parte de individuos, que se proponen usar la razón y el conocimiento para mejorar su sociedad (mejorándose a sí mismos). Pero, ¡ay!, las guerras de religión, la sinrazón dieron al traste con ese intento. Pero quedó Nebrija, quedó la obra civilizadora del humanismo en el nuevo mundo: quedaron El Quijote, la imprenta, la brújula...
Durante la Ilustración (siglo XVIII), que es la consecuencia directa del Renacimiento, algo más formalista y seca, pero con grandes atractivos ocultos, otra vez brilla la luz humana en nuestra mejor versión. Y esta vez serán las disputas ideológicas (no las religiosas) quienes arruinen el proyecto. Pero quedó Beethoven, el derecho napoleónico y la obra civilizadora de nuestro Carlos III: quedaron el Fausto (con sus tres versiones), lo mejor de las revueltas europeas y americanas, las botánicas del Mutis español y el sueco Linneo...
En otros momentos (en la Historia y en la historia) reina la ansiedad. Nuestro sabio cordobés Maimonides ya escribió, en el siglo XII, una Guía de perplejos.
Todo parece indicar que este siglo XXI, imaginado por los escritores del ayer en sus historias de ciencia ficción, se plantea en su primer cuarto bajo el signo de la aceleración y el ensimismamiento en los hombres (no se libran las mujeres). La angustia de vivir la deshumanización se viste en un Carnaval de risas, bromitas de mal gusto obligatoriamente aceptadas, prisas y "cumpleaños felices"... Que no llegan a ocultar la mala cara que, debajo de la máscara, se le está poniendo a nuestra sociedad. Confusión.
Como en la presentación del libro aquel, les invito a ver y escuchar Epitaph, un tema de 1969, obra de los magníficos King Crimson que deleitaron nuestra juventud. King Crimson eran Robert Fripp (guitarra); Ian McDonald (teclados, voces); Greg Lake (bajo, voz solista); Michael Giles (percusión, voces) y Peter Sinfield (letrista, luces; "words and illumination").
Pues sí: uno de los miembros del grupo no toca ningún instrumento: se encarga de las luces y hace las letras; como esta de Epitafio. El que verán cantando es Greg Lake. Luego se haría famosísimo con su nuevo grupo: Emerson, Lake & Palmer.
La traducción española de Epitafio, que verán en los subtítulos, no es literal; es mejor, muy buena. Habrá que disculpar algunas erratas ("allan" por "hayan", por ejemplo). Verán cómo la belleza del tema (ocho minutos de felicidad), triunfa en música y letra sobre la horrible confusión que Pete Sinfield, el poeta, nos expone.
Hasta la segunda entrega de Confusión, que puede encontrarse en este enlace. Salud y saludos.
JOSÉ ANTONIO PONFERRADA
FOTOGRAFÍA: LIBRERÍA NOBEL
FOTOGRAFÍA: LIBRERÍA NOBEL
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.