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Los antecedentes del agua de Montilla

Aguas de Montilla cumple 15 años. Fue en 2005 cuando el Ayuntamiento de Montilla e Hidralia, empresa medioambiental de gestión del ciclo integral del agua, crearon esta compañía con el firme compromiso de garantizar en todo momento el suministro de agua de calidad, implantando prácticas sostenibles. Una labor que comienza con los pasos dados por otros antes, quienes diseñaron e iniciaron unas infraestructuras que aún hoy siguen funcionando.


El trabajo desarrollado a lo largo del siglo XIX ha permitido crear unas redes para llevar el agua a cada casa de Montilla. Unas infraestructuras que Aguas de Montilla ha ido mejorando en sus 15 años de vida y que seguirá perfeccionando en busca del equilibrio hídrico y para adaptarlas a las necesidades de la población.

Montilla tiene un término municipal rico en captaciones de agua. En el municipio existen gran cantidad de fuentes y pozos, que de una forma u otra suplieron la necesidad de un sistema de abastecimiento que abarcase a toda la población. Así, se tiene constancia de que los residentes en Montilla se abastecían de distintas fuentes como las de Santa María o Pozo Dulce, entre otras.

No obstante, en el siglo XIX esa agua no era suficiente para abastecer a toda la población, y es cuando la distribución de agua toma un nuevo impulso, debido, por un lado, a las mayores demandas de agua y, por otro, apoyado por la Revolución Industrial, la máquina de vapor, la electricidad, etc.

Este salto a la modernización permitió dar un paso más allá de lo que hasta entonces se podía realizar, donde los posibles sistemas de elevación de agua estaban formados por la noria, el tornillo de Arquímedes y otros similares, que no podían mover grandes volúmenes del recurso ni a elevadas alturas, salvo casos excepcionales.

En el siglo XIX, Montilla tenía 13.224 habitantes, por lo que se la consideraba una ciudad de tamaño medio Había 1.840 casas en 84 calles, anchas, limpias y muy bien empedradas, como describen varios tratados, destacando las calles Corredera, Sotollón, Ancha, Enfermería, Torrecilla, San Fernando, Santa Brígida y Puerta de Aguilar, así como tres plazas: Constitución, Palacio y Sileras, además del Llano de San Agustín.


En la segunda mitad del siglo XIX, José María Sánchez Molero, militar que acudió a Montilla a reconocer los campos donde tuvo lugar la Batalla de Munda, realizó una serie de diseños y canalizaciones para subir el agua al casco urbano desde el manantial de El Cuadrado hasta los depósitos situados en la llamada Casa de las Aguas.

El conocimiento de la topografía y entorno de Montilla le hacen proponer a la Corporación municipal en 1868 un proyecto de traída de agua a la ciudad desde el manantial de El Cuadrado. Proyecto que, aunque no fue el primero porque se intentó hacer un par de años antes, sí fue el que finalmente se aprobó por su viabilidad técnica y económica.

Según la documentación revisada, el Ayuntamiento de Montilla, adjudica la concesión y explotación del Servicio Público de Abastecimiento de Agua de esta ciudad a José María Sánchez Molero. El proyecto, aprobado por el Gobierno y la Diputación Provincial de Córdoba, finaliza su ejecución en el año 1871.

Tras complejas obras de conducción desde el manantial, el agua llegaba por gravedad a la llamada "máquina del agua", desde donde se impulsaba mediante una tubería de hierro hasta el depósito central que consta de dos depósitos de unos 242.000 litros cada uno, y que están colocados en un edificio de la calle de San Fernando.

Junto a los depósitos, Sánchez Molero reconstruye un palacete adyacente, que desde entonces será conocido como la Casa de las Aguas, en la que establece su residencia junto a su esposa, y dependencias propias del servicio como las oficinas.


Finalmente, el agua era conducida por redes de menor sección a diferentes calles de la localidad para el abastecimiento de las casas y a una serie de fuentes públicas en los puntos más convenientes, según las condiciones marcadas por el Reglamento de 1872 para el Servicio y Distribución de las Aguas de la Fuente de El Cuadrado, en el que se establecen los términos de las concesiones de agua a particulares, corporaciones o establecimientos del Estado.

Tanto en el contrato como en el reglamento existen datos curiosos, por ejemplo, se fija que el abastecimiento de agua a la ciudad se hará bajo las bases de 15 litros por habitante y día, y además se establecen, de acuerdo con el Ayuntamiento, fuentes públicas en los puntos que sean más convenientes.

La insuficiencia del manantial de El Cuadrado hizo que se recurriera a las aguas del Río de La Hoz (Rute) y, más tarde, a las del pantano de Iznájar. En los años 70, Montilla vio expandirse por su territorio una red de tuberías y cañerías que llevaban el agua desde el embalse de Iznájar hasta los domicilios, lo que eliminó el trabajo diario del acarreo interminable de agua potable en cántaros desde las distintas fuentes públicas. La gestión actual del agua ha hecho olvidar por completo ese penoso trabajo, convirtiéndola en algo muy cercano al ciudadano.

REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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