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Buzón del lector | Feliz Saturnalia

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta remitida por Francisco Alcaide sobre el origen pagano de la Navidad. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.



25 de diciembre, Navidad. Los cristianos de todo el planeta celebran la noche del 24 al 25 de diciembre el nacimiento de Jesús en el pesebre de un establo, dando origen al cristianismo. Pero, ¿es esto del todo cierto, el origen de la Navidad procede del nacimiento de Jesús un 25 de diciembre? Intentaré explicar de dónde procede esta fiesta cristiana, su origen y como la Iglesia Católica la convirtió en el punto de partida de la vida del Mesías.

Hay que remontarse a la civilización romana y entender que durante los siete siglos que los romanos dominaron la Hispania muchas de las costumbres, fiestas y adoraciones han transcendido, de una forma u otra, a la sociedad de nuestros días, evidenciando que la Navidad, en su contexto, ha sido una de ellas.

Saturno, dios de la agricultura para los romanos, era venerado, alabado y festejado coincidiendo con la llegada del solsticio de invierno o fin del periodo de menos luz durante el día, que casualmente coincide entre el 17 y el 23 de diciembre.

Esta fecha también correspondía con el final de la época de cosechas y siembras por lo que la civilización romana, honrando al dios Saturno celebraba entre el 17 y el 25 de diciembre unas fiestas paganas cuyo objetivo era el comienzo de los días más largos y ofrendar a Saturno que las cosechas y las siembras dieran sus frutos.

Las saturnalias como así las llamaban, eran unas fiestas paganas en las cuales la sociedad romana invertía sus status haciendo valer todo lo que se prohibía normalmente. Se posponían negocios, guerras, los esclavos eran liberados de sus obligaciones y frecuentemente los patricios les servían a ellos.

Durante esa semana, las casas eran decoradas con plantas verdes, se encendían velas para celebrar la nueva llegada de la luz –días más largos–, y los amigos y familiares se hacían regalos en forma de figuritas de barro o velas. Eran siete días de bulliciosas celebraciones, banquetes y un ambiente de carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales.

Una vez que el cristianismo fue tomando adeptos en la civilización romana y que la Iglesia Católica empezara a implantar su doctrina, no podían consentir que las saturnalias siguieran celebrándose tal cual, unas fiestas paganas donde cabía la lujuria, la gula y los actos que iban en contra de la doctrina religiosa.

El papa Julio I, en el 350 d.C, estableció que estas fiestas, y en concreto el 25 de diciembre, fueran sustituidas por el nacimiento de Jesús, llamándose Navidad (Nativitas en latín) cuyo significado es nacimiento.

La fe y la doctrina cristiana fue tan poderosa e influyente que hizo creer a todos sus adeptos que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en la noche del 24 al 25 de diciembre, dando pie a la necesidad de la recientemente oficializada religión cristiana de imponerse sobre los tradicionales cultos paganos romanos. Ni en los evangelios, ni en documentos de la época, hay pruebas certeras que Jesús naciera ese día, barajándose diversas fechas que hasta el día de hoy no han podido demostrar su certeza.

En la actualidad, siempre desde el respeto y la consideración que cada uno pueda procesar por su fe, la Navidad dicta mucho de lo que realmente y en sus inicios se consideró que fuera, una emotiva fiesta religiosa con adoración al nacimiento del niño Dios, pasando mas a ser una fiesta pagana de regalos, fiestas, derroche y banquetes donde la sociedad de consumo se ha apoderado del verdadero espíritu navideño.

Durante dos semanas (mucho más que los romanos) iniciamos una época de vacaciones, de consumo de todo tipo de productos, de derroche energético desmesurado, regalos, cenas, y un sinfín de desmedidos e innecesarios actos que hacen que esta fiesta "religiosa" se convierta en pagana y mundana.

Por este motivo es conveniente y certero pensar que a un tanto por ciento escaso de la sociedad actual hay que felicitarle las fiestas con una Feliz Navidad; y al resto, casi la gran mayoría, más bien habría que saludarles con una Feliz Saturnalia. Para los menos incrédulos, valdría con unas Felices Fiestas.

FRANCISCO ALCAIDE
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

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