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Juan Navarro | La siesta

¡Qué buena es la siesta en verano! De pequeño, cuando todavía vivía en Montilla, mi padre madrugaba mucho en esta época del año y el pobre sudaba la gota gorda en el trabajo. Cuando llegaba a casa, almorzaba y se echaba la siesta. Muchas veces hacía que me acostara con él para así no darle la lata a mi madre.



Por aquel entonces mi padre –al que apodaban cariñosamente El Coca– aún tenía la tienda a la que acudían todos los zapateros de Montilla y la zapatería en la que hacía calzado a medida: botas enterizas, buchacos para el campo y botas altas de mujer para ir a coger aceituna. También hacía sandalias, zapatos de señora y toda clase de calzado. Tenía a siete hombres trabajando en la zapatería.

En aquellos años cincuenta es lo que había. Mi padre madrugaba en verano porque cuando se ponía a aplantillar el calzado sudaba la gota gorda y, por la tarde, después de su siesta, ese trago era más llevadero.

A toro pasado, creo que si mi padre hubiese sido catalán hubiera triunfado en su empresa. Él era un artesano de los que en aquellos tiempos no había; sin embargo, le faltó la picardía que tienen los catalanes para las empresas. También el hecho de que un comercial le engañara en la liberación de los curtidos influyó, al igual que la revolución de las máquinas en el campo. Todo tuvo que ver.

De aquellos pocos años de mi niñez en Montilla tengo muy buenos recuerdos. Fue una infancia muy feliz. Después se vio truncada con la emigración a Cataluña, pero esa es otra historia. Una cosa que no se me olvida es cómo corría por la calle Costal –entonces de adoquines– a las seis de la mañana, cuando mi padre se levantaba, para coger grillos. Después los metía en una caja de cartón y les ponía lechuga. La mayoría de ellos se morían, pero aquello me divertía. Es lo que había entonces: no teníamos videoconsolas ni PlayStation para jugar al fútbol.

Y por las tardes era el momento de los partidos de fútbol interminables, hasta la noche, en la calle de La Paz donde, una vez le quitaron el empedrado y la asfaltaron, se jugaba de maravilla. Eso ya pasó, pero aún lo recuerdo con mucha nostalgia.

JUAN NAVARRO COMINO
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