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La independencia eclipsada

El eclipse de luna alcanzó este domingo al separatismo. Mas y Junqueras no solo no han conseguido la mayoría absoluta que ya tenían (71 escaños), sino que la han perdido (62 escaños). Ahora, para sumar, dependen de la CUP –sin ley, sin UE, sin euro, anarquía y desobediencia como declaración de principios– para llegar a los 72 en total. Dos menos que los que tenían juntos en el actual Parlamento (74 escaños).



Las matemáticas son implacables con Mas. Comenzó con CIU y 72 escaños en 2010, perdió 12 en 2012, y ahora Convergencia solo tiene 30 escaños de los suyos en el Parlament. ¡Sendero triunfal! Pero los datos son igualmente crueles para los “sumados”, Convergencia y ERC. Nunca desde el 1984 (77 escaños) habían dejado conseguir entre ambos la absoluta, con el pico de los 81 en el año 1992. Con respecto a las pasadas elecciones, han perdido en conjunto nueve escaños y un 5 por ciento de los votos.

Pero si se cuentan los votos en vez de los escaños, es donde ya no cabe hablar de victoria pírrica sino de derrota sin paliativos. El separatismo ha perdido el plebiscito que pretendía como legitimación y que era su apuesta definitiva. Se ha quedado, a pesar de ventajismo, agitprop mediático del “régimen”, comienzo en Diada y finalización en “puente” en un 47,8 por ciento de los votos.

No ha conseguido ni siquiera la mayoría de votos emitidos. Ni siquiera ha llegado a los dos millones de votos sobre un total de 5,5 millones de catalanes con derecho a ejercerlo. O sea, un exiguo 36,50 por ciento del censo. Y un elemento añadido y trascendental: Barcelona, tanto provincia como ciudad (58-42/ 55/45), por un amplio margen, como Tarragona (51/49), han votado no a la independencia, mientras que las rurales Lérida y Gerona sí lo han hecho mayoritariamente por el sí.

¿Tiene cada cual también “derecho a decidir”? El voto urbano en general ha sido mayoritariamente antiseparatista. La participación récord ha sido la responsable. Sin ella, hoy el escenario sería verdaderamente endiablado y mucho más preocupante. Los amordazados por el independentismo han hablado en las urnas y han resultado ser más que los que gritan. El separatismo –después de tan desaforada parafernalia– no solo se estanca, sino que retrocede.

A los separatistas, está claro, se les dan mejor los desfiles y las encuestas que las urnas. Pretender proclamar una independencia con tales argumentos y sin mayoría de votos se antoja ahora aún más disparate que ayer y seguro que menor que mañana. Por carecer de legitimidad electoral, por las alianzas con la extrema izquierda antisistema, por el conglomerado de Juntos por el Sí que ni siquiera sabe ni cómo ni con quién podrá formar gobierno, que esa es la primera, ni quién habrá de encabezarlo.

No es nada descabellada, a corto plazo, la dimisión de Mas, pedida por Inés Arrimadas, ni que haya que ir a otras elecciones, éstas para hablar de programas y gobierno en Cataluña, tras unas generales donde ¿se volverán a presentar juntos Convergencia y ERC en vista del fiasco cosechado? Pues habrán de decidirlo ya mismo, porque están a la vuelta de la esquina.

El triunfo en estas elecciones ha sido el de Ciudadanos. Se ha convertido en segunda fuerza con 25 escaños, que aunque alejado del conglomerado JxSí en solitario, queda a un suspiro de Convergencia. Triplica resultados, se hace con la primacía de los constitucionalistas, superando tanto a PP como a PSC y da un paso trascendental como partido decisivo no solo para el futuro de Cataluña sino también para el de España, dentro de unos meses. Una garantía de estabilidad, lealtad constitucional y centralidad democrática.

El PSC ha seguido perdiendo muebles. De aquellos 50 escaños que un día llegó a tener ha pasado a 16, su peor resultado de siempre. Y aunque no tan mal en la serie histórica pero aún peor en lo inmediato le ha ido al PP, que se ha quedado con 11 escaños (y gracias, que aún eran más bajas sus expectativas con Camacho, mínimamente restañadas por Albiol) su más bajo resultado desde 1992.

Los dos saben muy bien dónde se han ido sus votos. A los populares, además y sin duda, esto les supone una complicación añadida para las generales, que además ha de cuidarse muy mucho de no agredir al único que puede ser su único y casi exclusivo aliado. La alegría de los socialistas y Sánchez solo se explica porque se lo esperaban peor y porque Podemos se ha pegado el más sonoro batacazo.

Lo de Pablo Iglesias ha sido de menos dos. Porque eso es lo que le ha restado a Iniciativa que sola, sin el “Coleta Morada” haciendo el indio, obtuvo la vez anterior 13 escaños y ahora se ha quedado en 11. O sea, que en vez de sumarle, le ha mermado. Un desastre podemita que incide en un declive cada vez más pronunciado y que alegra sobremanera a los socialistas.

Su hegemonía en la izquierda cada vez peligra menos. Lo que peligra es Podemos, sus pactos del embudo y la soberbia y fatuidad de su líder. Con un añadido: en su fiasco, además, está la verdadera clave de que el separatismo haya alcanzado mayoría de escaños. Porque los votos que no ha sumado son los que han engordado a la CUP.

De haber cumplido mínimamente sus expectativas y haber alcanzado al menos los 16 escaños, algo que se daba muy por superado hace tan solo semanas, esa mayoría parlamentaria ni siquiera existiría. Podemos no ha servido ni para ello en esta ocasión. De “Coleta Morada” ha pasado a Pablo “Menos dos escaños”. Tic-tac, tic-tac... “Macho Alfa”.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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