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Accidentes con víctimas

A lo largo de nuestra vida como conductores, seguramente nos hemos visto implicados en algún accidente de circulación o, sin estar implicados directamente en ellos, sí que hemos sido testigos de alguno. Las cifras de accidentes de tráfico han descendido en los últimos años debido a unas campañas acertadas de la Dirección General de Tráfico (DGT). Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer y, desgraciadamente, se siguen produciendo siniestros en todo el territorio nacional.



Debemos diferenciar entre accidente con víctimas o con daños materiales. Y en este artículo nos centramos en el caso de accidentes con víctimas. Hay que tener presente siempre una máxima: tratar de mantener la calma. Por ello, se debe proceder en primer lugar a proteger la zona del siniestro para evitar agravar aún más los daños ocasionados o para evitar otros accidentes, haciéndolo con las garantías necesarias para nuestra seguridad y para la de terceros.

Es indispensable el uso de los chalecos reflectantes, así como de los triángulos de señalización, que recordamos son de obligatoriedad llevarlos en nuestro vehículo. Seguidamente, se procederá a alertar a los servicios sanitarios a través del 112, teniendo en cuenta que este sistema de coordinación de emergencias conlleva unos tipos de protocolo establecidos por los cuales se nos requerirá, aunque nos parezcan innecesarios, una serie de datos que debemos facilitar, tales como número de personas heridas y estado general de éstas, vehículos implicados, lugar y situación del accidente y posibles testigos del mismo.

Nuestra comunicación con este sistema de coordinación debe ser clara y concisa, hablando para ello en voz alta y nunca debemos de colgar el teléfono hasta tanto no den por finalizada la llamada desde el sistema de emergencias, ya que en caso de que quieran ampliar la información o recabar nuevos datos, no podrían hacerlo.

Seguidamente hay que socorrer a los lesionados hasta la llegada de los equipos de emergencias, haciéndolo para ello, y aunque no tengamos conocimientos de primeros auxilios, con total tranquilidad, ya que de nuestra primera intervención puede depender que se puedan salvar vidas.

Asistiremos en primer lugar a aquellas personas lesionadas que no gritan, no se mueven o no lloran, al ser éstas las más graves. Debemos acercarnos con cuidado para evitar producirle otras lesiones, no moviéndolas del lugar en el que se encuentren, comprobando si responden a nuestros estímulos o requerimientos, observando si respiran o si tienen pulso para, en caso contrario, comenzar con la maniobra de reanimación cardio pulmunar (RCP).



La RCP se practica colocando el talón de una de nuestras manos en el centro del tórax de la víctima y el talón de la otra mano paralelamente, sobre la mano situada en el centro del pecho, entrelazando sus dedos y sin que toquen el tórax y con los brazos ligeramente flexionados comenzaremos la reanimación, procediendo a descender el esternón unos 5 o 6 centímetros para volver a la posición normal del pecho, a un ritmo de 100 por minuto, realizando 30 maniobras y dos insuflaciones de aire.

Para ello procederemos a abrir la vía aérea, pinzando la nariz de la víctima con nuestros dedos, sellando nuestra boca con los labios de ella; insuflaremos aire suavemente durante aproximadamente un segundo, comprobando que el pecho se eleva. Repetiremos la secuencia hasta comprobar que la víctima ha recuperado la consciencia o hasta la presencia en el lugar del personal sanitario, siempre y cuando todo ello sea posible y se trate de una víctima adulta o mayor de 8 años, ya que en caso contrario, si se trata de un niño entre 1 y 8 años, la presión a ejercer sobre el tórax será menor, de unos 3 o 4 centímetros de hundimiento, mientras que para lactantes es de 2 o 3 centímetros.

Informaremos de todo aquello que hayamos realizado a los equipos de emergencias y permaneceremos por la zona para el caso de que sea necesario colaborar con ellos. Hay que tratar de tranquilizar a las víctimas que están conscientes, no dando información alguna del estado en el que se encuentran otras víctimas inconscientes y, sobre todo, en el caso de fallecidos, para no alterar aún más el estado emocional de los heridos, lo que podría influir de forma negativa sobre la víctima consciente.

FRAN GALLEGO
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