El nombre de Pablo Picasso es mundialmente conocido, incluso por aquella gente que no tiene un alto conocimiento de la pintura. Sin embargo, si se hiciera una encuesta acerca de su lugar de nacimiento, me temo que muy pocos citarían a Málaga como la cuna de nuestro gran artista.
Y si el lugar de nacimiento es poco conocido, su vinculación con Andalucía en el imaginario colectivo es casi nula. No sucede lo mismo, por ejemplo, con el poeta granadino Federico García Lorca, cuya figura está muy ligada a la tierra andaluza.
Cierto que Pablo Picasso se tuvo que exiliar tras la derrota del Gobierno de la Segunda República ante las fuerzas golpistas y no quiso pisar nuestro país mientras viviera el dictador Francisco Franco.
Esta larga ausencia, junto a que su pintura no tenía raíces populares (si exceptuamos el comienzo y algunos de sus grabados), ya que se adscribió a las corrientes de vanguardias pictóricas que surgieron en el siglo veinte, han dado lugar a que no se le asocie con una tierra a la que deseaba fervientemente volver.
Hemos visto en los tres artículos precedentes (Picasso y la crisis, Picasso y la Segunda República y Picasso y el Surrealismo), tomando como referencia los trabajos de los alumnos, algunos aspectos de una de sus obras más renombradas como fue El Guernica. Sobre su vida poco podemos esbozar, ya que fue larga y prolífica, por lo que solamente daré una breve pincelada de sus orígenes.
Pablo Ruiz Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga. Son sus padres don José Ruiz Blasco y doña María Picasso y López. Como puede comprobarse por los nombres indicados, el artista firmará sus obras con el apellido materno, que es el que adopta y con el que será conocido en todo el mundo.
De pequeño tuvo la suerte de que, junto a sus excepcionales dotes, su padre fuera pintor y maestro de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios “San Telmo” y conservador del Museo Municipal de Málaga.
En 1904, y habiendo cumplido los 23 años, se traslada definitivamente a París, lugar en el que toma contacto con los grandes pintores de aquella época y se produce la carrera ascendente de este genial artista.
Cuando en el aula explico la vida de Pablo Picasso, algunos de los alumnos sienten la necesidad de reivindicar sus raíces andaluzas, pero se encuentran con una dificultad: la ciudad de Málaga, cuna del artista, no posee un monumento emblemático como sucede con Córdoba (la Mezquita), Granada (Alhambra) o Sevilla (la Giralda).
Puesto que la propuesta de reinterpretación de El Guernica es totalmente abierta y libre, da lugar a que algunos de ellos se lancen a establecer una relación del artista con Córdoba o algunos de sus propios pueblos, como sucede con un alumno de Montilla, como veremos en la selección de trabajos que he realizado.
Estas reinterpretaciones, a diferencia de las anteriores, son bastante insólitas, puesto que no hay constancia de esos lazos que ellos se inventan, ya que, como he indicado, Pablo Picasso se afincó en París y durante los años de la dictadura ni pisó nuestro país.
Estos trabajos dan lugar a que, como cierre de esta serie de cuatro artículos, los haya agrupado bajo el título de Picasso y Andalucía. Son, pues, un conjunto diverso de soluciones abiertas e imaginativas, aunque muy alejadas del significado original de la obra.
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Y no hay nada más alejado y singular que transformar a los personajes de un drama bélico en los protagonistas de un tablao flamenco. Esto es lo que hace la autora de la primera composición que presento. Lo cierto es que hay que derrochar imaginación para unir los gritos de dolor de las víctimas en las voces desgarradas de las coplas.
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De igual modo, sorprende la nueva versión que hace otra alumna. Ya sabemos que la Mezquita es el monumento emblemático de Córdoba, siendo visitado todos los años por miles de turistas. Pues bien, ahí tenemos una de ellas en la que un ignoto turista, encuadrado con punto de vista subjetivo, está tomando una fotografía de los arcos de herradura, al tiempo que, en medio de ellos, surgen algunos de los personajes del lienzo junto al caballo y el toro.
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Otro de los monumentos históricos de Córdoba es el puente romano, obra que se encuentra recientemente remodelada y que acaba en la Torre de la Calahorra. Ambos, el puente y la torre, son tomados por el alumno que ha realizado la tercera composición para construir un nuevo contexto para las figuras más significativas de El Guernica.
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Los patios cordobeses son un referente de la cultura popular cordobesa, y tan conocidos que los meses de mayo la ciudad se puebla de visitantes para contemplar el esplendor de las flores en las macetas que llenan las paredes de los mismos. No es de extrañar, por tanto, que en este cuarto trabajo la autora acudiera a la plasmación de un escenario tan alejado de la obra original.
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Córdoba ha sido a lo largo del tiempo un referente del diálogo y la convivencia de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo, dado que hubo un tiempo en el que la población residente en esta ciudad pertenecía a una de estas tres confesiones, como lo atestiguan la sinagoga, la Mezquita y las iglesias que existían en la urbe. Esto es lo que el alumno, autor del quinto trabajo, expresa en su composición, intentando evocar la idea de convivencia como solución a los conflictos bélicos.
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Para cerrar, una pregunta: ¿Estuvo Pablo Picasso en Montilla? Pues parece que para el alumno que ha realizado el sexto trabajo no hay ningún problema que así fuera. A partir de su capacidad de imaginación, crea un escenario en el que aparece la antigua arcada que daba la bienvenida en la entrada de la calle de Puerta Aguilar.
Por otro lado, en la izquierda de la composición, traza unos barriles que sirven de fondo a algunas de las figuras de la obra original. Debajo, como no podría ser de otro modo, símbolos de la identidad vinícola de esta tierra.
Posdata: Con esta cuarta entrega cerramos este recorrido por los trabajos que ha realizado el alumnado dentro del ámbito de Educación Artística, y que, más adelante, serán futuros maestros o maestras. Han derrochado imaginación y entusiasmo; superaron la barrera que he citado de “el dibujo no se me da”; disfrutaron durante el proceso de creación; aprendieron de un hecho que marcó la Historia de nuestro país y se expresaron con total libertad.
Solamente, desde esta página, felicitarles y desearles que en el futuro sean capaces de transmitir ese mismo entusiasmo a los niños y niñas que estén en sus aulas. Esta, sin lugar a dudas, es una de las funciones más importantes de los docentes.
Y si el lugar de nacimiento es poco conocido, su vinculación con Andalucía en el imaginario colectivo es casi nula. No sucede lo mismo, por ejemplo, con el poeta granadino Federico García Lorca, cuya figura está muy ligada a la tierra andaluza.
Cierto que Pablo Picasso se tuvo que exiliar tras la derrota del Gobierno de la Segunda República ante las fuerzas golpistas y no quiso pisar nuestro país mientras viviera el dictador Francisco Franco.
Esta larga ausencia, junto a que su pintura no tenía raíces populares (si exceptuamos el comienzo y algunos de sus grabados), ya que se adscribió a las corrientes de vanguardias pictóricas que surgieron en el siglo veinte, han dado lugar a que no se le asocie con una tierra a la que deseaba fervientemente volver.
Hemos visto en los tres artículos precedentes (Picasso y la crisis, Picasso y la Segunda República y Picasso y el Surrealismo), tomando como referencia los trabajos de los alumnos, algunos aspectos de una de sus obras más renombradas como fue El Guernica. Sobre su vida poco podemos esbozar, ya que fue larga y prolífica, por lo que solamente daré una breve pincelada de sus orígenes.
Pablo Ruiz Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga. Son sus padres don José Ruiz Blasco y doña María Picasso y López. Como puede comprobarse por los nombres indicados, el artista firmará sus obras con el apellido materno, que es el que adopta y con el que será conocido en todo el mundo.
De pequeño tuvo la suerte de que, junto a sus excepcionales dotes, su padre fuera pintor y maestro de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios “San Telmo” y conservador del Museo Municipal de Málaga.
En 1904, y habiendo cumplido los 23 años, se traslada definitivamente a París, lugar en el que toma contacto con los grandes pintores de aquella época y se produce la carrera ascendente de este genial artista.
Cuando en el aula explico la vida de Pablo Picasso, algunos de los alumnos sienten la necesidad de reivindicar sus raíces andaluzas, pero se encuentran con una dificultad: la ciudad de Málaga, cuna del artista, no posee un monumento emblemático como sucede con Córdoba (la Mezquita), Granada (Alhambra) o Sevilla (la Giralda).
Puesto que la propuesta de reinterpretación de El Guernica es totalmente abierta y libre, da lugar a que algunos de ellos se lancen a establecer una relación del artista con Córdoba o algunos de sus propios pueblos, como sucede con un alumno de Montilla, como veremos en la selección de trabajos que he realizado.
Estas reinterpretaciones, a diferencia de las anteriores, son bastante insólitas, puesto que no hay constancia de esos lazos que ellos se inventan, ya que, como he indicado, Pablo Picasso se afincó en París y durante los años de la dictadura ni pisó nuestro país.
Estos trabajos dan lugar a que, como cierre de esta serie de cuatro artículos, los haya agrupado bajo el título de Picasso y Andalucía. Son, pues, un conjunto diverso de soluciones abiertas e imaginativas, aunque muy alejadas del significado original de la obra.
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Y no hay nada más alejado y singular que transformar a los personajes de un drama bélico en los protagonistas de un tablao flamenco. Esto es lo que hace la autora de la primera composición que presento. Lo cierto es que hay que derrochar imaginación para unir los gritos de dolor de las víctimas en las voces desgarradas de las coplas.
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De igual modo, sorprende la nueva versión que hace otra alumna. Ya sabemos que la Mezquita es el monumento emblemático de Córdoba, siendo visitado todos los años por miles de turistas. Pues bien, ahí tenemos una de ellas en la que un ignoto turista, encuadrado con punto de vista subjetivo, está tomando una fotografía de los arcos de herradura, al tiempo que, en medio de ellos, surgen algunos de los personajes del lienzo junto al caballo y el toro.
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Otro de los monumentos históricos de Córdoba es el puente romano, obra que se encuentra recientemente remodelada y que acaba en la Torre de la Calahorra. Ambos, el puente y la torre, son tomados por el alumno que ha realizado la tercera composición para construir un nuevo contexto para las figuras más significativas de El Guernica.
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Los patios cordobeses son un referente de la cultura popular cordobesa, y tan conocidos que los meses de mayo la ciudad se puebla de visitantes para contemplar el esplendor de las flores en las macetas que llenan las paredes de los mismos. No es de extrañar, por tanto, que en este cuarto trabajo la autora acudiera a la plasmación de un escenario tan alejado de la obra original.
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Córdoba ha sido a lo largo del tiempo un referente del diálogo y la convivencia de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo, dado que hubo un tiempo en el que la población residente en esta ciudad pertenecía a una de estas tres confesiones, como lo atestiguan la sinagoga, la Mezquita y las iglesias que existían en la urbe. Esto es lo que el alumno, autor del quinto trabajo, expresa en su composición, intentando evocar la idea de convivencia como solución a los conflictos bélicos.
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Para cerrar, una pregunta: ¿Estuvo Pablo Picasso en Montilla? Pues parece que para el alumno que ha realizado el sexto trabajo no hay ningún problema que así fuera. A partir de su capacidad de imaginación, crea un escenario en el que aparece la antigua arcada que daba la bienvenida en la entrada de la calle de Puerta Aguilar.
Por otro lado, en la izquierda de la composición, traza unos barriles que sirven de fondo a algunas de las figuras de la obra original. Debajo, como no podría ser de otro modo, símbolos de la identidad vinícola de esta tierra.
Posdata: Con esta cuarta entrega cerramos este recorrido por los trabajos que ha realizado el alumnado dentro del ámbito de Educación Artística, y que, más adelante, serán futuros maestros o maestras. Han derrochado imaginación y entusiasmo; superaron la barrera que he citado de “el dibujo no se me da”; disfrutaron durante el proceso de creación; aprendieron de un hecho que marcó la Historia de nuestro país y se expresaron con total libertad.
Solamente, desde esta página, felicitarles y desearles que en el futuro sean capaces de transmitir ese mismo entusiasmo a los niños y niñas que estén en sus aulas. Esta, sin lugar a dudas, es una de las funciones más importantes de los docentes.
AURELIANO SÁINZ
