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Peor podía haber sido

Es de imaginar que nos vamos a pasar lo que queda de semana dilucidando si es “rescate”, “rescate dulce”, “préstamo” o “inyección financiera”, y quizás, semánticas o intereses políticos aparte, eso sea lo que menos interese, aunque los unos quieran no quedar estigmatizados por la palabra y a los otros les convenga señalarlo. Lo que importa es si eso resuelve el problema y cuáles son las condiciones.

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Lo primero que hay que señalar era la necesidad de la medida y su urgencia. Una parte de la banca, en especial un buen número de las cajas, necesitaba ese capital por sus agujeros inmobiliarios.

El Estado no podía inyectarlo por sus propios medios so pena de caer en la ruina más total si, para conseguir los fondos, tenía que acudir al mercado de deuda donde el interés sobrepasa (la famosa prima de riesgo) el 6 por ciento.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) dictaminó que la cantidad mínima sobrepasaba los 37.000 millones de euros y que podían darse mucho peores escenarios. El Eurogrupo ha ido al alza y ha puesto a disposición hasta un tope de 100.000 millones para curarse en salud y prever las más adversas contingencias.

La segunda cuestión es si esos fondos suponían la intervención global y unas nuevas condiciones de ajustes a España. La respuesta en este sentido es neta. Es solo a la banca que lo necesite y serán esas entidades las que tengan que soportar nuevas condiciones y condicionantes.

No se hará directamente, sin embargo, a las entidades, sino a través del FROB lo que significa que la deuda adquirida queda garantizada por el Estado. El monto global se determinará cuando acaben las auditorías independientes en cada uno de los casos.

Pero lo trascendental y en lo que lógicamente se pone todo el énfasis por parte del Gobierno es que eso no conlleva otras vueltas de tuerca al conjunto de España, ni troika que, en definitiva, las imponga. Y eso, en efecto, es lo que nos separa de los precedentes de Grecia, Portugal e Irlanda.

La negociación que ahora ha emergido puede definirse como positiva por parte del Ejecutivo. Porque, dentro de la gravedad, de que no les quedaba otro remedio que recurrir a esa ayuda europea –que por otro lado reclamaban y que han tenido que pedir formalmente-, esta era la única salida posible y, por otro lado, aceptable.

De Guindos señalaba que las condiciones del préstamos son muy favorables, desde luego mucho más que si hubiéramos tenido que conseguirlo en la subasta de deuda. Y subrayaba una y otra vez que no había más condiciones. Y eso sí que habrá que comprobarlo y marcará en verdad el listón del éxito o no de esta negociación.

Una parte de la banca española no podía mantenerse así. No podía seguir contaminando a los sanos. No podía tampoco seguir manteniendo la apariencia cuando se había quedado con las vergüenzas al aire. Tampoco podía dejarse caer y quebrar con lo que eso significaría para los impositores.

Lo de este fin de semana ha sido una salida. Que no es buena, desde luego. Haber llegado a esa situación y a ese agujero es traumático y los responsables habrán de dar cuentas de ello. Ante la sociedad y ante la justicia.

Y los políticos, todos, dejar de meter mano en las cajas de una vez por todas –y esto ya no es metáfora-. Pero, a bote pronto, lo sucedido y lo acordado parece ser la mejor de las posibles.

Que suponga una solución definitiva. Si, además, como prometía el ministro, ello significa que el crédito puede volver a fluir a familias y empresas pequeñas y medianas, podamos un día recordar la fecha como algo positivo y que marcó el punto de despegue hacia mejores futuros. Verlo para creerlo. Pero, hoy por hoy, lo prudente será decir que peor sí que podía haber sido. Mucho peor. De habernos "matao", que se dice. Aunque, a lo peor, estamos muertos y aún no lo sabemos.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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