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Adiós, campeón

Lo anuncié hace ya meses, justo después de conocerse los resultados electorales y la mayoría no-absoluta obtenida por el Partido Popular, que abría la puerta a un gobierno PSOE-IU: Javier Arenas abandonaría la Presidencia del Partido Popular de Andalucía (PP-A) y no volvería a presentarse como candidato a la Junta. Ayer lo hizo público su secretario regional, Antonio Sanz, y pendientes estamos de conocer la carta en la que se explicará ante la Junta Directiva del partido en Andalucía.

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No podía ser de otra forma. Cuatro eran demasiados intentos –por mucho que Mariano Rajoy se pusiese como ejemplo en la perseverancia- y en esta última ocasión había quedado muy claro que entre los andaluces y un Gobierno del PP se interponía la figura de Javier Arenas, con toda seguridad, el personaje político que con más empeño ha recorrido todos y cada uno de los pueblos andaluces, pero que en sus muchos años de trabajo no ha conseguido esa credibilidad personal que hace éxito del liderazgo.

Se marcha el "campeón" –así denominaba él coloquialmente a muchos de los que le rodeaban- pero, como también era previsible, no se va de la vida política. Recuerdo cómo a principios de la pasada década, Javier Arenas manifestaba en una entrevista que su futuro político estaba ligado al de José María Aznar y seguiría la misma suerte.

En 2004, Aznar abandonaba la Presidencia del Gobierno y del propio partido, retirándose de la vida pública. Sin embargo, el todavía hoy presidente del Partido Popular en Andalucía continuaba en la brecha haciendo bueno el dicho de que "en política no existe la memoria histórica".

Se va –lo digo con respeto a pesar de los encontronazos que a lo largo de los últimos quince años hayamos podido tener- un personaje singular del que siempre he admirado su capacidad de trabajo, su don de gentes y su portentosa memoria.

Se va alguien que, en su momento, desempeñó con éxito su trabajo ministerial y que desde sus inicios políticos ha sabido moverse entre bambalinas, como nadie, sobreviviendo a los cambios.

Se retira –en todo caso, de Andalucía- alguien con quien quise encontrarme y no sé por qué motivos –o tal vez sí- decidió hacerse el huidizo y a quien tengo que reprocharle como principal defecto su temor a hacer equipo. Y cuando hablo de "equipo" me refiero a un "gran equipo". Tal vez, por miedo a resultar eclipsado.

¿Tenía que haberse ido antes? Creo que sí. Hoy Andalucía hubiese conocido ya la alternancia. Pero supo rodearse de aquellos que lo han venido sustentando sin capacidad alguna para la crítica. Los mismos que, tal vez, descubran ahora la desnudez de vivir desprotegidos.

Mucho me temo que dada la fecha en la que anuncia su renuncia tenga ya atada y bien atada su sucesión, hurtando al partido la posibilidad de un serio debate en el Congreso Regional que se habrá de celebrar dentro de un mes. No debiera irse cometiendo ese error, aunque tampoco abandonaría la línea que ha seguido el partido en los últimos años.

En todo caso, y allá donde el destino le esté marcado, confío y deseo que su labor sea exitosa. Más ahora, en estos momentos en los que nuestro sistema de representación, encarnado por los partidos, ofrece enormes lagunas y pierde a pasos agigantados credibilidad. Y España precisa de gentes con una gran claridad de ideas a la hora de escoger el camino que habremos de seguir.

ENRIQUE BELLIDO
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