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La hazaña de Griñán

Unas semanas antes de las elecciones municipales que iban a sacudir como un terremoto el panorama político español, en el programa La Mañana de la COPE entrevistamos al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán.

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El presidente andaluz señalaba que, en su región, los socialistas habían ganado siempre y se mostraba confiado en que esa pauta se volvería a repetir. No le tocaban entonces a él las autonómicas y tampoco le tocaron, ya que las retrasó calculando que los duros ajustes castigarían al PP en la debacle general del 20-N, pero ya le tocan. Y ante su alarde de victorias pasadas, la repregunta de aquel entonces sirve muy bien para hoy: “¿Y ha pensado que puede ser usted el primero en perder?”.

Porque Griñán puede ser, precisamente él, quien “consiga” la hazaña de ser el primer socialista que pierde las elecciones en esa comunidad. En realidad, hoy ya sabemos que las va a perder y su única esperanza es que su rival no alcance la mayoría absoluta -y que con los votos de IU pueda seguir en el poder-.

Con la novedad de que, en esta ocasión, esa hipótesis se vea también trastocada por la irrupción de UPyD, que parece tener claro que no va a contribuir a que sus escaños sean la segunda muleta para no acabar de caer. Rosa Díez ya ha expresado su intención, si depende de ellos, de dejar gobernar la lista más votada.

El presidente andaluz ha visto desde aquella entrevista cómo el entramado de poder se iba desmoronando a su alrededor. La perdida de todas las capitales -en particular la de Sevilla, donde aún pensaban resistir- ha sido la prueba más dolorosa del ocaso del PSOE andaluz, que se completó con el desalojo de cinco de las ocho diputaciones provinciales.

En las generales no fue a mejor, siendo barridos por el PP, que dio la vuelta como un calcetín a los resultados, y donde ellos consiguieron -y por un único escaño- la victoria en la provincia de Sevilla.

Pero es peor: el desplome electoral ha ido parejo a la erupción de los escándalos, en particular el de los falsos ERE, donde cada día se pone más al descubierto una cortijera manera de gobernar, donde se desparrama fraudulentamente dinero a los afines con la sensación de impunidad de tantos y tantos lustros de poder sin el mínimo control.

El candidato añade, encima y por propia voluntad, su penosa actuación en el Congreso del PSOE, donde apostó, con trampa y hurtando el cuerpo, por Chacón. Y tras la derrota, le tuvieron que echar un salvavidas y darle un puesto de consolación para que no se notara demasiado y se hundiera definitivamente en el Guadalquivir.

No lo tiene nada bien Griñán. Pero eso no significa que el 24 por la noche (y a expensas de lo que suceda en Asturias, que esa es otra) aun perdiendo y por mucho, pueda convertirse en el superviviente triunfador.

Porque si consigue salvar la Junta de Andalucía, Griñán será el único poder que les quede y la esperanza de la recuperación de las expectativas del PSOE. Algo así como la prueba de que la marea azul ha dejado de crecer y empieza su reflujo. Para él sería un éxito y para su jefe a palos y amigo a la fuerza, Rubalcaba, un balón de oxigeno tras todos estos meses de sinsabores y abismos electorales.

Por el contrario, si las encuestas se hacen votos y Arenas logra su objetivo, al fin y a la cuarta, amén de completar el mapa autonómico y hacerlo ya totalmente del PP, también significará que la acción de Gobierno de Rajoy, aunque duela, es percibida como necesaria e inevitable por la ciudadanía, que sigue considerando que el PSOE debe pagar como responsable de esta penosa situación en la que nos encontramos.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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