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Los bienes de los políticos

Determinados platos han de servirse fríos. La crítica es uno de ellos, pues si se toma caliente puede achicharrarnos las pajarillas y, desde luego, ser indigesta. La información de hoy está ya obsoleta si nos atenemos a la huidiza caducidad de las noticias y a que hace más de un mes que se produjo.

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El mundo de la información es un torbellino que engulle todo lo que se mueve en su tolvanera. ¿Fugacidad frente a permanencia para que no nos percatemos de nada? La noticia siempre es efímera, como las palomillas que acuden al foco de luz. Con toda intencionalidad he dejado este tema aparcado hasta que se enfriaran un poco los ánimos. O ¿ni tan siquiera nos hemos enterado de este asunto? ¡Pudiera ser!

Es éste un negocio que exige tranquilidad mental y una búsqueda de la objetividad más rigurosa para no ser acusado de ejercer la demagogia barata. Estamos ante un asunto que debe ser examinado con la perspectiva que da la lejanía temporal. Estamos ante un problema de todos los políticos. ¡Vamos al toro!

Hablamos del patrimonio de los políticos. El problema no es saber cuántos bienes tienen los políticos, sino cuánto poseían antes de entrar en la política. Todo el revuelo que en su día se levantó sobre dicho patrimonio me suena a programa de televisión torticero y chusco. ¡Más añagaza para la plebe! Perdonen la expresión con la que no pretendo ofender a nadie. ¿Más juego al escondite?

¿Acaso somos una jauría hambrienta de carnaza? Mientras desgarramos los intoxicados trozos de información, que nos han arrojado a la arena de la prensa, no pensamos en otra cosa y, de paso, se justifican ellos, alegando que tomaron medidas. ¡Siempre estamos de charanga y pandereta! ¡Siempre de “reality show” con Princesa del pueblo incluida! Lo importante son los fuegos artificiales para evitar que pensemos.

Los políticos entran en la “plaza pública” con una determinada cantidad de patrimonio (vivienda, acciones, coches, barco o cualquier otra propiedad) y sueldo. Hasta ahí, estupendo. Algunos ni eso porque les salió el bigote “politiqueando”. El problema no es con cuánto entran sino con cuánto se marchan. ¿Cuánto les queda de sueldos? Completen datos, si les parece, con algún comentario de artículos anteriores.

Salen de la política -el caso es que en este país nadie abandona el ruedo- con un valor añadido no superior al que debiera corresponder por los años trabajados. ¡Viva la Pepa! (cito la primera gran Constitución del pueblo español cuyo centenario vamos a celebrar en breve, porque ella aglutinaba todas las ilusiones del pueblo). Salen indecentemente enriquecidos: ¡a crucificarlos legalmente! Pero... ¡las leyes las hacen ellos!

Una pregunta más sutil aún: ¿lo que declaran es lo que tienen realmente o encubren sus propiedades tras un testaferro? Alguien me dirá que eso es hilar muy fino y que, a priori, todo el mundo está inocentemente limpio, mientras no se demuestre lo contrario. La pregunta sólo tiene la intencionalidad de hacernos reflexionar. ¿Existen inocentes?

¿Realmente se podría demostrar esa transparencia? Los bolsillos del político deberían ser de cristal translúcido. Lamentablemente, tenemos muchos motivos para desconfiar de nuestros próceres y su posible honradez. Los oscuros dislates salpican constantemente nuestras resignadas y sufridas entendederas. A veces por una nimiedad (¡un empujón a lo mío!), pero la erótica del poder es superior a la solidez moral. ¡Cómo mando!

Es evidente que por una manzana podrida no tiraremos todo el cesto, pero también resulta claro que la podredumbre se contagia con facilidad al resto de manzanas. No quiero decir con ello que todos nuestros políticos sean unos deshonrados: sería una injusticia y una clara maledicencia. ¡Pero haberlos, haylos!

Según noticias de prensa dadas con motivo de la disolución de las Cortes “un diputado base recibe lo siguiente: 3.126,52 + 1.823,86 euros(libres de impuestos) + avión y tren por todo el territorio nacional + 250 euros para taxi si no es de Madrid. A esto se suma el ordenador y el móvil. Eso si no tiene ningún puesto específico en la Mesa del Congreso, en su grupo parlamentario o en cualquiera de las comisiones que hay”.

Si “se agarra a algún honor”, a lo anterior citado, añadiríamos: “un presidente de Mesa recibe los siguientes complementos mensuales por razón del cargo: 3.605,38 euros por la Presidencia; más 3.915,16 por gastos de representación y 3.210,08 en gastos de libre disposición”.

De aquí para abajo están los vicepresidentes, secretarios, portavoces titulares y adjuntos, presidentes y vicepresidentes de Comisión, secretario, portavoz de Comisión y adjunto, y todos ellos cobran suculentamente. Es cuestión de hacer números, sumar cantidades y quedarse boquiabiertos de admiración... ¡Quizás de envidia!

Otro tema que escuece al personal: ¿por qué muchos políticos gozan de un voluminoso pluriempleo remunerado? Preocupa y mucho, que dichos “servidores públicos” tengan dos, tres o más sueldos, llámense Cospedal, Pajín, Barreda, Chaves o Arenas. Porque digo yo, si cobran más de un “jornal” es que trabajan en más de un sitio y salvo que tengan el don de la ubicuidad no pueden estar en varios puestos a la vez. ¡Algo falla! ¿O solamente cobran por poner la cara? Siendo así, tienen la conciencia muy opaca y el rostro muy duro.

Que los padres de la patria deben vivir dignamente, no lo pongo en duda. Que realizan una labor por el bien general, posiblemente sí, la mayoría de ellos -o va a ser que no, en bastantes casos-. Pero, ciertamente, deben vivir holgadamente.

Y para delirium tremens de beodos mentales, salta la noticia de que el futuro expresidente del Gobierno cobrará de por vida (¡vitalicio!) un sueldo de 71.000 euros anuales, más lo que pueda percibir como miembro del Consejo de Estado al que tiene derecho por ley (al sueldo y al puesto). ¡Otros tantos miles por este otro concepto!

¡Échale guindas al pavo! A eso se le llama una suculenta prebenda. Se me olvidaba: dispondrá de oficina con dos personas en labor de secretariado, un jefe de gabinete de nivel 30 y categoría de director general, coche oficial con chófer y escolta. ¡Paga papá! Por derecho propio, asumirá la Presidencia de la Fundación Ideas, perteneciente al PSOE. También supongo que no será gratis et amore.

Me da igual que el expresidente sea del partido A, B o Z. Lo que no da igual es que cobre aproximadamente 12.000 euros al mes, de momento. ¡Dos millones de pesetas mensuales! Ya sé que a algún lector le molesta la conversión a la vieja moneda, pero la cifra parece resultar más pequeña en euros. Psicología de grandes almacenes: no es lo mismo 99 que 100, sea en la moneda que sea...

Algunos enlaces de interés

Adjunto unas direcciones de Internet por si a algún lector le apetece curiosear un poco la información que aportan. Hay material para pasar un rato entretenido.
PEPE CANTILLO
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