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Víctor Barranco | 'Memento' se despide

A todos ustedes, gracias. Por leer cada uno de mis trabajos. Por esperar al siguiente. Por darme ánimo y fuerza para emprender con ilusión nuevos viajes por la historia de mi ciudad, que es nuestra a fin de cuentas.



Juan Pablo Bellido me dio hace un año la posibilidad de colaborar en Montilla Digital. “Lo que se te ocurra, tienes vía libre y una columna a tu disposición”, fue su ofrecimiento. No lo dudé. Tendré por bien recibido cualquier ofrecimiento que me permita compartir algo con mis vecinos y amigos. Contribuir, siquiera de manera anecdótica, a engrandecer la belleza de esta tierra que amo y se deja querer cada día. Por eso, Memento. Recordemos nuestro pasado para comprender el presente y afrontar el futuro.

Un Memento puede ocupar una o dos páginas de un documento Word. A veces, incluso cinco. Pero lleva detrás una ardua e interesante labor de investigación que en alguna ocasión me ha obligado a ausentarme durante varios días del resto de mis obligaciones.

Este año pasado he emprendido algunos proyectos que me han ido restando tiempo para estas investigaciones. Sigo entendiendo los años como cursos escolares, y ahora, en pleno octubre, afronto un nuevo año que me promete nuevos desafíos que no quiero rechazar. Intuyo, por tanto, que cada vez será más complicado ese nuevo Memento

Pero no voy a engañarles. No es cuestión de tiempo. Podría buscarlo. Y encontrarlo. Todos podemos si lo necesitamos. El caso es que últimamente ando un poco desconcertado y, por qué no asumirlo, desencantado con ustedes. Se me hace tremendamente complicado, sobre todo desde hace algunos meses, entrar a cualquier noticia a leer sus respuestas y no ver más de un cinco o un diez por ciento de comentarios responsables.

Y por responsable me refiero a un comentario crítico, por supuesto. Pero consecuente. Que sume valor a la noticia y no sea un simple vómito fruto de frustraciones o desacuerdos. Intenté formar parte de un proyecto con el objetivo de crear un debate sano y ofrecer soluciones a pequeños problemas que puedan surgir en el día a día de nuestras calles. Y, sin embargo, día a día me encuentro un foro cargado de odios y rencores que libre e impunemente se profesan ustedes, ciudadanos cuyos caminos se entrelazan a diario.

Desencantado, como les decía. A veces se tergiversan buenas intenciones y se tuercen caminos cuya meta era, simplemente, la libertad. Para mí, esa libertad era conseguir un clima de concienciación en la ciudadanía. La política local puede ser impresionantemente satisfactoria cuando nos olvidamos de las siglas. Pero trágicamente contraproducente cuando nos olvidamos del contenido y nos limitamos a asentir como borregos a preceptos absurdamente autoimpuestos.

No entiendo sus comentarios. Detesto esos vómitos de frustración escondidos tras el anonimato más asqueroso. Me niego a aceptar los rencores expresados tras la excusa más pueril. Desconfío en cada momento de sus buenas intenciones. Decía un cantautor que la ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante, y yo creo que la ciudad desaparece cuando sus habitantes sólo se profesan odios.

Yo me marcho. No soporto esos odios, ese clima de crispación por el hecho de pensar diferente, ilógica conclusión de hipótesis insostenibles. Sé lo que pienso, sé lo que creo. Sé distinguir cuando algo huele mal y alejarme de lo que me resta libertad y me crea falsas ilusiones.

Me tienen a su disposición, no lo duden. Para cualquier proyecto que sume valor y se convierta en punto de encuentro de buenas intenciones. Para cualquier puesta en marcha de nuevas experiencias que demuestren que dos opiniones contrapuestas no tienen por qué ser incompatibles. Para cualquier fin, en definitiva, que pretenda hacer de Montilla una ciudad de ciudadanos.

Para crear frustraciones, odios, rencores, rumores, no. Para buscar tacañamente la excusa idónea para desmontar al vecino, no. Para obtener anónimamente en cada noticia el argumento perfecto para despotricar contra un ciudadano que se parte la cara por su ciudad, por el mero hecho de pertenecer a uno u otro partido político, por supuesto, no. Para esto no me busquen. Para esto, mejor, llamen a algún programa de los viernes por la noche.

Mientras tanto, yo me marcho. Dejo Montilla Digital, a quien agradezco enormemente la posibilidad de mi Memento. Dejo también mi labor como redactor, timidísima y casi inexistente durante unos meses, que se ha reducido a publicar varios anuncios de actividades de colectivos montillanos. Dejo, por el momento, la ilusión de entender sus propósitos.

Les dejo. Pero, no lo duden, aquí me tienen. Agradecido y desencantado. Sin rencores. Siempre suyo.

VÍCTOR BARRANCO
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