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Una campaña solo apta para amnésicos

Resulta increíble, incluso en “berrea electoral”, que quienes se han gastado hasta la hijuela en pajareras de diseño para el jardín clamen ahora por las plazas porque no queda en la arcas ni para comprar pan. Pero ese es el eje esencial de la campaña del PSOE que, además, reúne alrededor de Rubalcaba a los barones sin feudo, a esos derrotados condes sin almena, responsables máximos de la ruina para que ahora salgan a ajustar a los palenques en defensa de aquellos a los que han dejado sin recursos.

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La campaña del PSOE solo es apta para amnésicos. Ha de olvidarse, como punto esencial de partida y de manera total y absoluta, que el candidato socialista fue Gobierno hasta ayer, que su partido sigue siéndolo hoy y que gobiernan desde hace siete años España. O logran que eso se olvide o están perdidos.

Porque Rubalcaba está haciendo campaña como si fuera la oposición, pero desde hace la tira vamos, como si no hubiera pisado Moncloa en su vida. Vamos, que puesto, mañana se monta una manifestación contra sí mismo -que es, en el fondo, lo único que le queda por hacer-. Porque si el personal cae en la cuenta de que quienes han gobernado, gobiernan y han de rendir cuentas por ellos es su partido y él mismo -ya que ZP está desaparecido- resulta que se las van a ajustar y muy duramente.

Es un deliro pretender tal grado de desmemoria, pero solo bajo ese prisma puede entenderse la alucinación de proclamar como eje de su propuesta que no va a hacer recortes, ni a congelar pensiones ni a rebajar sueldos a funcionarios. ¡Pero si es quien lo hizo anteayer! ¡Pero si es que ya lo ha hecho!

Pues no. La propaganda socialista afirma que miente quien tal diga, amén de ser un asaltante contra el Estado del Bienestar. Don Alfredo jamás ha participado en semejante felonía y es al PP donde hay que mirar porque esos son los que lo harán. O sea, que lo que se nos exige es que a él y al PSOE no se les juzguen por sus hechos pero sí juzguemos a sus rivales por sus presuntas y perversas intenciones futuras.

La propaganda electoral aguanta mucho y los circos pueden confundir el raciocinio, pero no es demasiado arriesgado suponer que pretender semejante grado de idiotez en los ciudadanos puede resultar el peor de los remedios para las enfermedades socialistas y la huida de sus votantes.

La campaña de Rubalcaba, a pesar de los arrimones mediáticos, ni arranca ni despega. Simplemente no hay quien se la crea. Ni siquiera los que la pregonan. Echarle a los otros la culpa de la situación en que ellos han dejado a España es tan tosco que ni siquiera los más enfebrecidos catecúmenos se atreven a defenderlo más allá de lo que el guión obliga.

Será por ello que cuando apenas quedan ya cincuenta días para ir a las urnas la única apuesta interna es cuál será la magnitud de la derrota. Vamos, que cuando el único alivio es que Cascos se presente por Madrid y le quite tres mil votos a Rajoy es como para hacérselo mirar.
ANTONIO PÉREZ HENARES
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