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El problema educativo en España

Cuántos litros de demagogia barata se han vertido estas últimas semanas en torno al tema de la Educación en nuestro país es la incógnita que sólo se desvelará en el próximo informe PISA que nos vuelva a dejar a la altura de boñigas de vaca en comparación con el resto de países del mundo. Por un lado y por otro, todos intentando acusar al contrario –o los contrarios, que ya no se sabe cuántos bandos hay en esto- en medio de una rara mezcla entre precampaña electoral y situación crítica de las finanzas públicas.

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No es cierto, como desde algunas consejerías de Educación se ha dejado caer en una especie de "a ver si me entiendes" que los profesores españoles trabajen poco. Ciertamente, es un error grave de algunos políticos, como la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, confundir el culo con las témporas; o sea, decir que sólo trabajan 18 horas a la semana, cuando se sabe a ciencia cierta que éstas son sólo las horas lectivas.

Tampoco es cierto, y me ha parecido una reacción electoralista y exageradamente malintencionada, que pedir ese pequeño aumento de horas lectivas equivalga automáticamente a la manida expresión "recortes en Educación". Tan sólo se trata de pedir a un grupo de funcionarios muy bien pagados que hagan un pequeño esfuerzo suplementario de manera que no sea necesario contratar nuevo personal.

Claro, que en este país pedir un esfuerzo a alguien es como mentar la bicha. A todos se nos llena la boca de palabras bonitas –"solidaridad", "equidad", "justicia"- hasta que nos tocan nuestro bolsillo o nuestro tiempo libre. Entonces, mi solidaridad acaba justo donde empieza el horario de trabajo, O, mejor dicho, cuando acaba.

No es mi intención atacar al gremio de profesores. Conozco a muchos de ellos y, para ser justos, reconozco que hay buenísimos profesionales en el mundo de la enseñanza tanto desde Educación Infantil hasta la Universidad. Pero también es cierto que me preocupa profundamente el número de ellos que conozco que son prácticamente unos catetos integrales.

Por ponerles un ejemplo, el otro día asistía anonadado a una conversación entre una profesora de Educación Especial (licenciada en Psicopedagogía) española y una chica polaca que trabaja como cocinera en un colegio de mi localidad. La profesora estaba preguntando a la cocinera polaca sobre su hermana y el lugar en que trabaja. Al contestarle ésta que tanto su hermana como su marido trabajan el Ayuntamiento de la ciudad, la profesora española insistía preguntando: “¿en el Ayuntamiento? ¿pero del mismo Polonia?” (¿) Si además tuviera que enumerar la cantidad de anécdotas que me han ocurrido con los profesores que sucesivamente van teniendo mis hijos, no me daría suficiente con una columna ni dos a la semana.

O sea, que luego algunos van y se sorprenden de que los niños hoy día no tengan ni puñetera idea de nada. ¿Cómo la van a tener? Si les digo que mi hija de siete años habla y se expresa mejor que la mayoría de profesores que ha tenido, me llamarán "exagerado" –o incluso, mis queridos detractores acérrimos, "presuntuoso"- pero les aseguro que es rigurosamente cierto.

Si les cuento que en cinco años que lleva yendo al colegio he tenido que disfrazar de lapsus errores graves en conceptos que le han enseñado en clase... ¿No estarán conmigo en que algo está fallando? Si los alumnos que terminan ESO y Bachillerato son los peor formados de la historia de España, ¿cómo podemos creer que en la Universidad adquirirán los conocimientos necesarios para instruir a una nueva generación de españoles? Aún más ¿quién nos garantiza que nuestros hijos están aprendiendo las cosas correctamente?

El primer paso para arreglar el sistema educativo es, por tanto, un riguroso examen de conciencia: ¿de verdad nuestros profesores están bien preparados para enseñar? La respuesta, desde mi experiencia, es categórica: no. Arreglemos esto, pues, y luego ya discutiremos qué y cómo enseñar. Y si en lugar de dos meses de vacaciones, habrá que tener treinta días como todo hijo de vecino y los otros treinta dedicarlos a reciclarse.
MARIO J. HURTADO
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