Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un ensayo sobre educación escolar remitido por una lectora de la página, Sandra Badillo, diplomada en Turismo y licenciada en Administración y Dirección de Empresas. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Como montillana y docente llevo siendo testigo, desde hace unos años, de que el sistema educativo actual deja mucho que desear. Me “maravillo” al ver cómo alumnos y alumnas llegan a 4º de la ESO sin apenas molestarse en estudiar y cómo este sistema educativo les permite pasar de curso con asignaturas suspensas cuando el alumno ya ha repetido dos veces en total, entre Primaria y Secundaria.
Es decir, un alumno que haya repetido una vez en Primaria tan solo podrá repetir en otra ocasión antes de terminar la Secundaria. Esto hace que, en ocasiones, un alumno que haya suspendido cinco o más asignaturas, pero que ya haya agotado estas dos posibilidades de repetición, pueda pasar de curso con esas grandes carencias.
Por supuesto que ese alumno pasa de curso pero no consigue terminar la Educación Secundaria Obligatoria de manera satisfactoria porque no posee las bases ni los conocimientos necesarios que ha debido adquirir en su momento. ¡Y muchas personas se sorprenden del fracaso escolar existente!
Hemos vivido inmersos dentro de otros sistemas educativos donde se vinculaba la superación o el paso de un curso a otro con el hecho de la superación de esos conocimientos básicos o pilares necesarios (tales como la asignatura de Matemáticas o Lengua)… Pero esto ha cambiado.
Y por ello, y ante la similitud a esta situación, me planteo si aprobaríamos a un arquitecto que no sabe interpretar un plano. ¿Confiaríamos en las viviendas que construya? Yo creo que no. Más bien exigiríamos un nivel alto de conocimiento que redundaría, a largo plazo, en la calidad de su trabajo.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, aboga por la calidad de la enseñanza y, sobre todo, en sus últimas entrevistas, por la calidad de la formación de los docentes. Sin embargo, me planteo que la calidad de la formación de los docentes no corregirá, a priori, este sistema educativo (aunque siempre será positivo) si el sistema no es el primero que cambia de manera intrínseca (desde dentro) y, por propia iniciativa del Gobierno, al ver los penosos resultados que se obtienen.
Como montillana y docente llevo siendo testigo, desde hace unos años, de que el sistema educativo actual deja mucho que desear. Me “maravillo” al ver cómo alumnos y alumnas llegan a 4º de la ESO sin apenas molestarse en estudiar y cómo este sistema educativo les permite pasar de curso con asignaturas suspensas cuando el alumno ya ha repetido dos veces en total, entre Primaria y Secundaria.
Es decir, un alumno que haya repetido una vez en Primaria tan solo podrá repetir en otra ocasión antes de terminar la Secundaria. Esto hace que, en ocasiones, un alumno que haya suspendido cinco o más asignaturas, pero que ya haya agotado estas dos posibilidades de repetición, pueda pasar de curso con esas grandes carencias.
Por supuesto que ese alumno pasa de curso pero no consigue terminar la Educación Secundaria Obligatoria de manera satisfactoria porque no posee las bases ni los conocimientos necesarios que ha debido adquirir en su momento. ¡Y muchas personas se sorprenden del fracaso escolar existente!
Hemos vivido inmersos dentro de otros sistemas educativos donde se vinculaba la superación o el paso de un curso a otro con el hecho de la superación de esos conocimientos básicos o pilares necesarios (tales como la asignatura de Matemáticas o Lengua)… Pero esto ha cambiado.
Y por ello, y ante la similitud a esta situación, me planteo si aprobaríamos a un arquitecto que no sabe interpretar un plano. ¿Confiaríamos en las viviendas que construya? Yo creo que no. Más bien exigiríamos un nivel alto de conocimiento que redundaría, a largo plazo, en la calidad de su trabajo.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, aboga por la calidad de la enseñanza y, sobre todo, en sus últimas entrevistas, por la calidad de la formación de los docentes. Sin embargo, me planteo que la calidad de la formación de los docentes no corregirá, a priori, este sistema educativo (aunque siempre será positivo) si el sistema no es el primero que cambia de manera intrínseca (desde dentro) y, por propia iniciativa del Gobierno, al ver los penosos resultados que se obtienen.
SANDRA BADILLO CANO
