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4 de junio de 2019

  • 4.6.19
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 1) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas busca poner fin a la pobreza en todas sus manifestaciones. También tiene como objetivo garantizar la protección social de las personas en situación de pobreza o vulnerabilidad social como, por ejemplo, las personas de avanzada edad, aumentar el acceso a los servicios básicos y ayudar a las personas afectadas por fenómenos climáticos extremos y hacer frente a los problemas económicos, sociales y ambientales.



La erradicación de la pobreza extrema –definida actualmente a través de la línea de 1,25 dólares de ingreso diario–, central en los ODS, está superada en España. Sin embargo, en nuestro país persisten problemas graves de pobreza, que golpean especialmente a la infancia, cuya atención es imperativa.

Por otro lado, el ODS 1 es uno de los principales fundamentos del compromiso de España con la cooperación para el desarrollo. Las últimas estimaciones globales sugieren que el 10,9 por ciento de la población mundial (783 millones de personas) sufren pobreza extrema en el mundo (más de la mitad de ellas, en el África subsahariana).

Este compromiso de España con la erradicación de la pobreza extrema, y en todas sus dimensiones y países, se plasma en la política de cooperación para el desarrollo –recogida en el Plan de Acción como una de las políticas palanca para acelerar el alcance de los ODS– y Andalucía también está comprometida con su política de cooperación al desarrollo en este sentido.

En España, este objetivo se alinea con los recogidos en el Programa Nacional de Reformas (PNR) del Gobierno central a fin de alcanzar el Objetivo 5 de la Estrategia Europea 2020, que establecía disminuir el número de personas en riesgo de exclusión –en el caso de España, situado en 1.400.000 personas, tomando como año base 2008–.

En nuestro país, la crisis económica provocó un aumento de las situaciones de exclusión y desigualdad social y modificó los perfiles de las personas en esas situaciones. Un aumento que se debió a la rápida subida del desempleo durante la crisis.

No obstante, el inicio de la recuperación económica y la creación de empleo no están suponiendo una disminución de las cifras de pobreza y desigualdad. En cualquier caso, esta vuelta a la situación precrisis es una tarea larga, compleja y en la que todos deben aunar esfuerzos: Administración central, autonómica y local y, cómo no, el tercer sector.

Así, el indicador 1.2.1 refleja la población que vive por debajo del umbral nacional de pobreza. En el mismo aparece que un 21,6 por ciento de la población española en 2017 (con datos de ingresos de 2016) vive por debajo del umbral nacional de pobreza (60 por ciento de ingresos medios), y que la crisis lo que ha supuesto es un aumento del porcentaje de personas en todos los grupos de edad que viven por debajo del umbral nacional: 31 por ciento en menores de 16 años; 21,9 por ciento en el tramo de edad de 16 a 64; y 14,8 por ciento para mayores de 65 años. Cabe destacar el aumento de esta tasa para los mayores de 65 años (de 1,8 puntos).

Por su parte, la tasa de riesgo de pobreza para los menores de 16 años se situó en el 28,1 por ciento, siendo 6,5 puntos superior a la del conjunto de la población. El punto álgido para las mujeres fue el año 2017 (22,2%) y para los menores de 18, el 2014, año en el que un 30,5 por ciento de los menores de 18 años se encontraba por debajo del umbral de la pobreza.

Si se considera el nivel de educación, y considerando la población mayor de 16 años, los porcentajes más altos de la tasa de riesgo de pobreza en la serie de encuestas (2008-2017, sobre la base de 2013) correspondieron a los niveles más bajos de Educación Primaria o inferior (26,5%) y Secundaria de primera etapa (27,1%). En la encuesta del año 2017, para el nivel de Educación Secundaria de segunda etapa era del 19,9 por ciento y para el nivel de Educación Superior, desciende a 9,7 por ciento.

Por sexo, la tasa de riesgo es ligeramente menor en las mujeres que en los hombres, menos en la carencia material severa. La edad constituye un factor determinante en cuanto al riesgo de pobreza y exclusión: las personas adultas jóvenes (entre los 16 y los 19 años) son los que presentan la tasa más elevada (37,60%), seguidos por la población infantil (31,70%), ya que cerca de uno de cada tres niños y niñas está en riesgo de pobreza y o exclusión social. Tasa que pese a su elevada magnitud está disminuyendo desde 2015. Además, el 9,9 por ciento de la población menor de 18 años está en pobreza severa.

“No dejar a nadie atrás” es uno de los principios fundamentales de la Agenda 2030. En España, con el objetivo de cumplir con los retos plasmados en la Estrategia Europa 2020, se han adoptado diversas medidas de calado social y económico dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

La Agenda 2030 propone varios indicadores para medir el logro de la meta 1.2. El primero de ellos es el umbral de riesgo de pobreza o tasa de pobreza (fijado en el 60 por ciento de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de todos los hogares a nivel nacional.).

El Instituto Nacional de Estadística (INE) estimó el umbral de riesgo de pobreza de los hogares de una persona en 8.522 euros, un 3,8 por ciento más que el estimado en el año anterior. En hogares compuestos por dos adultos y dos menores de 14 años, dicho umbral fue de 17.896 euros en 2017.

Según los estudios de la Fundación Foessa, el riesgo de quedarse atrás también se encuentra relacionado con características sociales y demográficas de las personas:
  • Personas pertenecientes a la etnia gitana, que cuentan con un altísimo riesgo de exclusión social, que asciende al 72 por ciento. Este colectivo tiene importantes déficits de integración social, unidos a persistentes problemas de discriminación.
  • Los desempleados sufren un alto riesgo de exclusión, un 50 por ciento, en el caso de los desempleados de larga duración el porcentaje asciende al 55 por ciento, y en los ocupados con empleos irregulares el riesgo aumenta hasta el 57 por ciento. Es importante incidir en “la cronificación del desempleo” asociada a la numerosa cuota de desempleados de larga o muy larga duración, en la alta tasa de paro juvenil y en la insuficiente protección frente al desempleo.
  • Los inmigrantes de origen no comunitario tienen un 53 por ciento de riesgo de exclusión social, fruto de las dificultades de integración, de las vulneraciones de derechos y de las deficientes redes sociales de apoyo tanto formales como informales.
  • En el caso de los menores de 18 años, el riesgo de exclusión llega al 35 por ciento. Al hablar de menores, además de la problemática de menores no acompañados nos estamos refiriendo a los problemas de las familias con menores y a las insuficientes medidas de protección y de ayuda a la crianza. Es importante enfatizar que las redes sociales de apoyo de familias y amigos constituyen un importante componente básico en la protección de los hogares, y este recurso se encuentra en un 26,1 por ciento de los hogares debilitado tras la crisis. 
  • Es importante destacar que el riesgo de sufrir problemas económicos en las familias con menores es especialmente significativo cuando alguno de ellos tiene discapacidad y es notablemente mayor al de cualquier otra configuración familiar. 
  • La tasa de exclusión social de los hogares en España se multiplica por 1,5 cuando en las familias convive algún menor de 18 años, y por 2,5 cuando estamos ante una familia numerosa. Un problema especialmente grave desde la perspectiva de romper el círculo vicioso de la pobreza. Como manifiesta el informe Transmisión Intergeneracional de la Pobreza, elaborado por Foessa en 2016, ocho de cada 10 personas que vivieron graves dificultades económicas en su infancia-adolescencia, las están reviviendo en la actualidad como adultos.
Como vemos por los datos antes descritos, España precisa todavía trabajar esta temática y existen situaciones de vulnerabilidad que necesitan de políticas públicas a nivel nacional, regional y local para poder paliar esta situación.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

28 de mayo de 2019

  • 28.5.19
España debe aprovechar el impulso que se ha dado en los últimos años a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para construir un modelo de sociedad compartida y responsable, dado que se trata de un proyecto movilizador que precisa del consenso y del esfuerzo de las administraciones, del sector privado, de las organizaciones de la sociedad civil, del sector de las comunicaciones, de la Universidad y de la ciudadanía para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible compartido con las personas y con el medio ambiente.



La incertidumbre y la urgencia de dar respuesta a los grandes desafíos sociales, económicos y ambientales marcan en el presente para las comunidades autónomas y para el conjunto de España como país. En algunos casos, y para grupos amplios de la sociedad, la vulnerabilidad se está haciendo estructural y está produciendo una quiebra del contrato social español.

Los políticos y el Gobierno, pero también la sociedad civil, la Universidad, el sector de las comunicaciones y el sector privado tienen una gran responsabilidad. Deben generar consensos y diálogos constructivos para definir un nuevo proyecto de país que aborde los problemas de mayor urgencia que afectan a la ciudadanía y a la naturaleza.

Para esto es necesario una nueva cultura de relaciones y una política de Estado que trascienda a los intereses de unos y otros y que tenga como foco principal a las personas y al medio ambiente para hacer frente a los desafíos sociales y económicos, garantizando así la sostenibilidad de nuestra sociedad.

El año 2030 está a la vuelta de la esquina y es necesario priorizar y seguir avanzando en lograr una visión compartida del rumbo que se quiere tomar. España dio pasos relevantes el pasado año 2018 para la incorporación de los ODS y su localización en el territorio y todo indica que seguirá en esa dirección.

El Plan de Acción para la Implementación de la Agenda 2030. Hacia una Estrategia Española de Desarrollo Sostenible es muy importante ya que, por primera vez, España aborda, desde la Administración general, la totalidad de la Agenda, mostrando la situación en que se encuentra el país, así como las prioridades políticas, económicas y sociales en las que confía avanzar para integrar y consolidar la integración de la Agenda en nuestro modelo de desarrollo.

Una importante herramienta, las políticas-palanca, tienen como objetivo establecer una serie de prioridades sobre las que consolidar esta transformación, la transición energética y la lucha contra el cambio climático, la prevención y la lucha contra la pobreza y la exclusión social, la Agenda Urbana Española, el Plan Director de la Cooperación Española o el Plan de Gobierno Abierto y se configuran como elementos catalizadores a corto plazo para favorecer la transformación del modelo económico y social.

La creación del Alto Comisionado de la Agenda 2030 supone también un importante paso adelante en materia de coordinación de alto nivel, como lo están haciendo la mayoría de los países iberoamericanos, cada país con su modelo de gobernanza que se adapta a su propia cultura local.

Los esfuerzos realizados son importantes, pero no son suficientes, ya que es primordial tener una estrategia unificada y enfocada al cambio, que sea coherente con todos los objetivos. Las comunidades autónomas y sobre todo las ciudades y municipios han sido pioneras en la localización e implementación de los ODS, con estrategias de transversalización de los objetivos en el modelo de ciudad y en sus planificaciones estratégicas.

Varias comunidades, gobernadas por diferentes fuerzas políticas, han integrado la Agenda en sus planes a medio y largo plazo, no solo en el tema de la sensibilización, sino también en sus políticas públicas y planes estratégicos, para implementar la Agenda en su territorio, como la Comunidad Valenciana, el País Vasco, Castilla y León o Andalucía.

De este modo, el desafío de los ODS se ha incorporado también en otros sectores: el empresarial tiene sus preocupaciones, ya que quiere avanzar más allá del marketing y la reputación a contribuir de forma activa para el desarrollo sostenible. Cada día son más las empresas y las personas que reflexionan acerca de su papel en el marco de la Agenda 2030 y plantean su integración más allá de relaciones públicas y publicidad y promoviendo su estrategia de competitividad hacia un mundo sostenible.

Queda un largo camino por recorrer y el sector privado –tanto las empresas como los autónomos–puede y debe participar activamente en los esfuerzos de consolidación, desarrollo y localización de la Agenda, no solo por la toma de conciencia o por la responsabilidad económica y social que representa, sino por tratar de conquistar un mercado en el que los consumidores exigen cada vez más niveles de responsabilidad social y ambiental.

Aún queda mucho trabajo por hacer y el Plan de Acción permite tener una ruta a corto plazo. Pero, hasta el momento, los planes anunciados no se han transformado en una nueva orientación de políticas públicas.

Estamos así frente a una gran oportunidad y España debe aprovechar el impulso de la Agenda 2030 para construir una visión de país compartida y responsable. La localización de los ODS debe plantearse en las ciudades, los barrios, los comercios de cercanía, la industria, los mercados de abasto, los mercadillos, los servicios y hogares de todas las poblaciones de este país.

El gran desafío en este momento, entre otros, es poder divulgar la Agenda, sensibilizar a todos y todas, hacer que los nuevos alcaldes se comprometan con la Agenda y apliquen los principios, metas e indicadores nacionales establecidos por los ODS para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Es fundamental que el sector del conocimiento se dedique con su potencial a estudiar y proponer modelos de economías sostenibles, relaciones sociales más pacíficas, mejor calidad en el aire y en los ríos y que ponga a disposición todo su conocimiento para que la Agenda se incorpore lo más rápido posible en la sociedad española.

El sector privado ya está trabajando en pequeña proporción sobre la Agenda y está realizado políticas y acciones que garantizan un mundo más sostenible y productos más ecológicos. Mucho nos falta en este sector y precisamos trabajar diariamente con las diferentes asociaciones empresariales, sector por sector.

En Andalucía, por ejemplo, el comercio y el turismo, el mundo rural, junto con las mujeres y los jóvenes, los inmigrantes, los cuidadores de personas vulnerables, entre otros, deben sumarse a esta dinámica, sin dejar a nadie atrás: nos espera la necesidad de tomar conciencia de la urgencia de la localización de los ODS y cada uno de nosotros es responsable por ello, ya que determina la vida de todos los ciudadanos, presente y futura.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

21 de mayo de 2019

  • 21.5.19
Promover el conocimiento y la apropiación de la Agenda 2030 por parte de la gobernanza del territorio y, en especial, entre la ciudadanía resulta fundamental para la implementación y localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para poder alcanzar este propósito es necesario promover campañas de sensibilización y difusión masiva, entre otros recursos.



Y es que si queremos una estrategia ambiciosa, habrá resistencias que romper y la complicidad con la ciudadanía debe considerarse un importante elemento de cambio. En todos los medios de comunicación –prensa escrita, digital, radio, televisión...– se debe incorporar el avance de los ODS mediante informaciones,  buscando alianzas con los medios privados para la sensibilización y la comunicación de los resultados.

Existe un claro consenso acerca de que uno de los grandes desafíos de la aplicación de la Agenda 2030 es el conocimiento e implicación de la ciudadanía con los ODS. Tanto los gobiernos estatales, autonómicos y locales como los medios de comunicación tienen la responsabilidad de abordar este desafío.

Será necesario, por tanto, que la ciudadanía vea que sus grandes preocupaciones, como el desempleo, la pobreza, la corrupción, el cambio climático, la violencia de género o la sequía, entre otras cuestiones, tienen una solución prevista en la Agenda 2030.

Pero hace falta algo más que buena voluntad para lograr este propósito. Los territorios españoles precisan una estrategia de desarrollo sostenible para un nuevo modelo de sociedad y de país que aborde los problemas más urgentes y que tenga como foco las personas y el planeta, no dejando a nadie atrás.

Los ODS son la hoja de ruta para luchar contra la pobreza y la exclusión social; para mejorar la sanidad; para promover una dieta sana para las personas; para garantizar derechos a todas las personas con independencia de su condición, de la región en la que vivan, de su ideología del color de su piel.

Sin duda, la Agenda 2030 es una oportunidad inmejorable para cambiar el paradigma en España. Y el momento es ahora. Por eso se precisan acciones rápidas e inminentes en el comportamiento de la ciudadanía, por la magnitud del problema planetario –por ejemplo, el cambio climático– para revertir las consecuencias catastróficas para el medio ambiente y para la vida en el planeta.

Se trata de comprender que la responsabilidad de la aplicación de la Agenda 2030 es del conjunto de la ciudadanía, que deberá sentir el respaldo de las políticas públicas y de las subvenciones a programas que busquen el cumplimiento de las metas establecidas sobre la base de los indicadores definidos por España, tanto por parte del poder público como del sector privado.

No hay más tiempo que perder. Las relaciones sociales, económicas y ambientales precisan ser reconsideradas y verse desde un prisma distinto, en una visión holística, realista y pragmática, que permita los cambios necesarios para evitar las consecuencias de tener resultados ambientales alarmantes, con índices de desarrollo humano por debajo de las potencialidades del capital social de España y de Andalucía en particular que, de no remediarse, se convertirá en una tierra rica con personas pobres.

Es necesario permitir la diversificación y el fortalecimiento de la actividad económica en el territorio andaluz, asegurando la incorporación de personas al campo, especialmente mujeres y jóvenes, y dotar de los servicios necesarios como escuelas, centros de salud, Internet de banda ancha o programas de desarrollo económico local, sin olvidar el fomento de la agricultura familiar, los mercados de abastos, los mercadillos, los comercios de cercanía y la labor de los artesanos. De este modo se potenciará el fortalecimiento del mundo rural.

A partir de 2020, todas las partidas de los Presupuestos Generales del Estado en España deben estar alineadas con las metas y objetivos de la Agenda 2030. De hecho, se deberá llevar a cabo un seguimiento económico de su implementación y, a su vez, se garantizará que los recursos llegan a los más vulnerables y a los grupos con mayor necesidad en cada uno de los territorios de este país.

De este modo, los Presupuestos Generales del Estado deberán contar con partidas dirigidas, por ejemplo, a promover la igualdad de oportunidades de colectivos especialmente vulnerables, como las mujeres, la infancia, la población migrante, los autónomos rurales, los trabajadores pobres, así como a reducir la desigualdad entre los territorios. Por ello hay que cuantificar los umbrales mínimos de inversión dirigidos explícitamente a la consecución de los ODS y monitorizar los resultados de las acciones y la aplicación efectiva de cada una de las subvenciones.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

14 de mayo de 2019

  • 14.5.19
Existe una tendencia a que todos los grandes proyectos multilaterales pasen cuanto antes de la retórica a la acción. Es algo saludable. De hecho, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se deben bajar al campo de la comunicación de manera inmediata, pero sin olvidar que en el orden lógico de los acontecimientos la retórica iría antes. Y que, si estamos implantando acciones y metas que no se han comunicado y que la población desconoce mayoritariamente, tenemos que contar con el riesgo de que el orden de los factores altere el producto.



Acabar con el hambre (ODS número 2) en Andalucía o en Extremadura tiene unas exigencias diferentes que facilitar comida a los habitantes de Córdoba, por ejemplo, o a los olvidados de la crisis en Cádiz. ¿Cómo se va a comunicar este objetivo de desarrollo sostenible de la misma manera a los cordobeses que a los sevillanos, a los argentinos o a los chilenos?

Muy al contrario, los ODS se deben dar a conocer contextualizados social y culturalmente, de forma que sean fácilmente entendibles e, incluso, atractivos para cada población de cada región. Comunicar desde lo local nos permite, para comenzar, cumplir con uno de los fundamentos de los ODS: la inclusión social, hacer realidad el axioma, tantas veces rebajado a desiderátum, de que todo el mundo cuente y que no debemos dejar a nadie atrás.

Esta apuesta por lo local también tiene derivadas en la organización del liderazgo. Los territorios deben asumir un rol mucho más protagonista que el actual. A fin de cuentas, casi el 60 por ciento de la población mundial vive en zonas urbanas, el 80 por ciento en el caso de la población en Andalucía y España.

¿No es en las ciudades y en los pueblos donde más se puede hacer por el cambio climático con políticas de movilidad, calidad del aire o energéticas, entre otras? ¿A dónde huyen los desheredados de la globalización y las víctimas de los conflictos? Sin olvidar lo rural, las ciudades deben jugar un papel principal en la adaptación social y cultural de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y es en ellas donde mejor pueden encargarse de su difusión y de adecuar las expectativas de la población con los mensajes, con los medios y con los contextos.

Los ODS responden a la complejidad del mundo

Es una cuestión pendiente, sin duda, pero ello no obsta para que tengamos alguna idea de cómo se puede trenzar una comunicación compleja para los ODS:
  1. Dando preponderancia a las relaciones humanas (alianzas) antes que a los medios tecnológicos.
  2. Entendiendo la racionalidad humana como un encuentro con el otro, una relacionalidad.
  3. Comprendiendo que la comunicación es una capacidad humana por encima de otras consideraciones.
  4. Sopesando qué actuaciones comunicativas nos permiten pensar y obrar en lo complejo y desde lo complejo.
  5. Identificando el ecosistema de los ODS como una relación continuada entre lo humano y su entorno.
La falta de respuestas no debería hacernos caer en el pesimismo, sino alertarnos de los riesgos que corren los ODS sin una estrategia de comunicación coordinada, integral, compleja, contextualizada social y culturalmente, local y basada en principios diferentes a los cartesianos.

El contenido generado por el usuario es más común hoy en día, y las líneas entre los productores y las audiencias se han borrado. Gracias a Internet, las audiencias actúan casi como "periodistas ciudadanos". De hecho, estos usuarios activos tienen sitios web, blogs y cuentas de redes sociales que son seguidas por millones de personas y que son la principal fuente de información para muchas de ellas.

Uno de los principales objetivos de la Agenda 2030 es promover sociedades pacíficas e inclusivas (ODS 16). Este objetivo reconoce la importancia de la información y reconoce el hecho de que los ataques al personal de los medios de comunicación obstaculizan el logro de este objetivo.

Esto brinda la oportunidad de mejorar el indicador e influir en los procesos de formulación de políticas. Algunas de las acciones que podemos tomar para garantizar que los derechos de todos estén protegidos y ayudar con la transformación de nuestras sociedades incluyen:

1) Trabajar para mejorar los marcos legales nacionales de cara a asegurar que los derechos a la vida y a la libertad de expresión de los ciudadanos periodistas estén garantizados.

2) Contribuir con el fortalecimiento del sistema judicial, la lucha contra la impunidad y la protección de los periodistas ciudadanos iniciando los procedimientos legales correspondientes.

Los medios de comunicación tienen un papel primordial en el proceso de localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de la Agenda Urbana de España. Y desde Andalucía Digital estamos trabajando en esta comunidad para que los actores territoriales conozcan la Agenda 2030 y tengan herramientas concretas para la localización de los ODS en cada uno de los municipios de Andalucía.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

7 de mayo de 2019

  • 7.5.19
Con la aprobación en septiembre de 2015 de la Agenda 2030 por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se han ido incorporando poco a poco a los quehaceres de la clase política española. Pero no han calado en todos los partidos políticos por igual.



Los 193 Estados miembro de Naciones Unidas se comprometieron con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible a erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todas las personas. ¿Qué tiene que ver este plan global con políticas locales como la educación y la sanidad públicas, el empleo y la reforma laboral, el derecho a la vivienda y los desahucios, la violencia de género, los derechos de las personas migrantes y refugiadas, la libertad de expresión, etcétera? ¿Qué políticas y medidas deberían incluir los partidos políticos en sus programas electorales para que la Agenda 2030 sea real y efectiva en España?

Cristina Gallach, del Alto Comisionado de los ODS, ha estudiado los programas electorales de las formaciones políticas de cara a las elecciones municipales de mayo y pide también a las agrupaciones y partidos que articulen sus líneas programáticas fundamentales sobre la Agenda 2030 con el objetivo de trasladar el debate hasta la ciudadanía.

Los principales partidos políticos de España (PSOE, PP, Ciudadanos y la coalición de Unidas Podemos) están de acuerdo en que el cambio climático representa “la mayor amenaza” que tiene el país y el conjunto del planeta en estos momentos y, por eso, reclaman “transformar el modelo” de producción actual y a la forma de consumir para emprender una “transición” hacia una “economía circular” que sea sostenible.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó la Guía de orientación para las organizaciones políticas y la ciudadanía, formulada con el objetivo de servir como una herramienta práctica para que los partidos políticos puedan orientar la construcción de sus programas de gobierno, de manera articulada con la Agenda 2030 y sus 17 ODS.

Las próximas elecciones municipales, que se celebrarán el domingo 26 de este mismo mes, son una coyuntura fundamental para promover la continuidad en la implementación del Pacto y hacer sostenibles los compromisos adquiridos por el país.

Esto será posible si se logra un trabajo colectivo y en alianza para que las agrupaciones políticas que participarán en las elecciones municipales incluyan en sus programas de gobierno los principios y las estrategias para acelerar el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Y estos son los principios que rigen la Agenda y que deberían formar parte de la actuación de los partidos políticos en España.

1) No dejar a nadie atrás: los ODS y sus metas deben ser alcanzadas por todos los países, pero también realizar esfuerzos para llegar primero a aquellas personas que se están quedando atrás, tales como las mujeres, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad, personas adultas mayores, jóvenes, LGTBI, entre otros. Ello implica el análisis de políticas, legislación y estrategias municipales y sectoriales, para la inclusión e impacto, en estos grupos poblacionales.

2) Universalidad: la Agenda 2030 considera el compromiso de todos los países, tomando en cuenta sus realidades nacionales, capacidades y niveles de desarrollo, así como sus políticas y prioridades nacionales y locales. Los esfuerzos para convertir las metas en acciones municipales deben ser guiadas por las aspiraciones globales de la Agenda 2030, pero teniendo en cuenta la propia estrategia de desarrollo del territorio y sus prioridades.

3) Integralidad e indivisibilidad de los ODS: la implementación de la Agenda 2030 debe tomar en consideración la interconexión entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sus metas y las tres dimensiones del desarrollo sostenible de forma integrada (social, económica y ambiental). Ello implica analizar cómo se están diseñando y aplicando las políticas de desarrollo en los territorios para reflejar esa integración e interconexión (no seleccionando cada objetivo de forma aislada) a la luz de las sinergias programáticas, presupuestarias y sectoriales para maximizar recursos y esfuerzos.

4) Enfoque inclusivo y participativo: los ODS implican la participación de todos los actores y todas las personas representantes de las poblaciones en mayores condiciones de vulnerabilidad y exclusión de la sociedad en el proceso de planificación, de adaptación de los ODS al contexto nacional, regional y local, de implementación, de monitoreo y de rendición de cuentas.

5) Apropiación municipal: los ODS tendrán que adaptarse al contexto de cada país para definir metas territoriales en función de las circunstancias y prioridades. La Agenda 2030 reconoce explícitamente lo importante que es que los países y sus territorios se apropien de las estrategias de desarrollo abordando vectores estructurales al tiempo que se mantiene un margen de maniobra para establecer políticas y prioridades nacionales.

6) Enfoque basado en Derechos Humanos: los ODS aspiran a liberar a las personas del miedo y la escasez, lo que solo es posible si los gobiernos respetan, salvaguardan y promueven todo el abanico de derechos humanos bajo los principios de universalidad, igualdad y no discriminación.

Nos encontramos ante la posibilidad de que los partidos políticos en sus propuestas para los ayuntamientos se manifiesten sobre la necesidad de aplicar a sus políticas la hoja de ruta de la Agenda 2030 y es necesario que los próximos gestores públicos estén preparados para la aplicación de las mismas.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

30 de abril de 2019

  • 30.4.19
Diez años después del inicio de la denominada "crisis", una de cada tres personas residentes en Andalucía está en riesgo de pobreza o de exclusión social. En concreto, el 37,3 por ciento de la población (más de 3,1 millones de habitantes) se encontraba en esa situación el pasado año 2018. Pese a que en los últimos dos años la tasa se ha reducido en seis puntos porcentuales, las estadísticas y los indicadores de este fenómeno siguen ofreciendo datos sangrantes.



Tanto en lo que respecta a la media nacional como a su valor en el último periodo anterior a la crisis, la realidad de la pobreza en Andalucía ofrece una fotografía de la desigualdad "crítica" en la comunidad autónoma. Entre los datos más destacados sobresalen que un 33 por ciento de las pensiones en Andalucía se sitúan por debajo del umbral de la pobreza; que las mujeres cobran 3.583 euros menos al año que los hombres; o que tres de cada diez trabajadores de Andalucía no superan los 327 euros al mes.

En la Agenda 2030, el Objetivo 1 trata del fin de la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo y, a pesar de que los índices de pobreza extrema se han reducido a la mitad desde 1990 –lo que, sin duda, constituye un logro importante– todavía hoy, una de cada cinco personas de las regiones en desarrollo vive con menos de 1,25 dolares por día. Además, hay muchos más millones de personas que ganan poco más de esa cantidad diaria, a lo que hay que agregar que hay muchas personas, inclusive en España y en Andalucía, en riesgo de recaer en la pobreza.

Debemos considerar que la pobreza es más que la falta de recursos o de ingresos económicos que garanticen una vida sostenible. Entre sus manifestaciones se incluyen también el hambre y la malnutrición, el acceso limitado a la educación y a otros servicios básicos, la discriminación y la exclusión social, como así también la falta de poder influir en la toma de decisiones.

Por ello es importante que el crecimiento económico de los territorios sea inclusivo, con el objetivo de crear empleos sostenibles y que promuevan la igualdad. A ello deben ir dirigidas las políticas de generación de empleo y renta que las comunidades autónomas y los ayuntamientos promuevan en Andalucía y España.

Entre las metas establecidas por el Objetivo 1, es importante destacar –para que los próximos administradores públicos de los ayuntamientos y los diputados provinciales lo tomen en consideración– la necesidad de implementar a nivel nacional y territorial sistemas y medidas de protección social para todos, incluyendo niveles mínimos para que, de aquí hasta 2030, se pueda lograr una amplia cobertura de las personas más pobres y vulnerables.

Por otro lado, la Agenda se propone hasta 2030 reducir a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en situación de pobreza en todas sus dimensiones y garantizar a estos, en particular a los más pobres y vulnerables, que tengan los mismos derechos a los recursos económicos y el mismo acceso a los recursos básicos, la propiedad, el control de la tierra y otros bienes, así como la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías o los servicios financieros, incluida la microfinanciación.

Precisamos políticas públicas y planos de desarrollo local que promuevan la solución de este problema que acecha a Andalucía y es precisamente a través de los ayuntamientos y de los gobiernos autonómicos como podremos trabajar para solventar este problema junto con el sector privado, la sociedad civil y el sector del conocimiento.

Tenemos una oportunidad en Andalucía y en España a raíz de la elección de los nuevos diputados y senadores y, a partir del próximo 26 de mayo, de los nuevos alcaldes y concejales, que deberán trabajar de forma continua y eficiente en el día a día para dar respuesta a esta problemática, junto con otras necesidades básicas que busquen garantizar la justicia social y que, sin duda, son la base para el desarrollo sostenible de los territorios.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

23 de abril de 2019

  • 23.4.19
Los jefes de Estado y de Gobierno acordaron el 27 de septiembre de 2015 en la Organización de Naciones Unidas los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de alcance mundial y que el Reino de España hace suyos como miembro de este organismo multilateral. Es una decisión histórica sobre un amplio conjunto de objetivos y metas universales y transformadoras, de gran alcance y centralizadas en las personas, la paz y la prosperidad.



Es también un compromiso por trabajar diariamente y sin descanso, a fin de conseguir la plena implementación de estos objetivos de aquí hasta 2030, en los que se reconoce la pobreza en todas sus formas y dimensiones como el mayor desafío al que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible poder erradicarla.

Existe el compromiso de lograr el desarrollo en sus tres dimensiones –económica, social y ambiental– de forma equilibrada e integrada y, al emprender este gran viaje, el compromiso más importante es no dejar a nadie atrás.

Todos los países lo aceptaron, lo que proporciona a la Agenda 2030 un alcance y una importancia sin precedentes. Se aplica a todos los países, a diferencia de los Objetivos del Milenio, pero hay que tener en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada uno y, por supuesto, respetar sus políticas y realidades nacionales.

Los ODS son el resultado de más de dos años de un intenso proceso de consultas públicas y de interacción con la sociedad civil y otras partes interesadas en todo el mundo y España no fue una excepción. Durante ese periodo se tuvo en cuenta especialmente la opinión de los más pobres y vulnerables.

En los objetivos y metas se expone una visión de futuro sumamente ambiciosa y transformadora, que aspira a un mundo sin pobreza, hambre, enfermedades ni privaciones, en el que todas las formas de vida puedan prosperar. Un mundo sin temor ni violencia; donde la alfabetización sea universal, con acceso equitativo y generalizado a una educación de calidad en todos los niveles, a la atención sanitaria y la protección social y donde esté garantizado el bienestar físico, mental y social.

Propone la hoja de ruta establecida en la Agenda 2030 el compromiso sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento, para procurar una mejor higiene y que los alimentos sean suficientes, inocuos, asequibles y nutritivos, con hábitats humanos seguros, resilientes y sostenibles y donde haya acceso universal a un suministro de energía asequible, fiable y sostenible.

Los ODS son un motivo de celebración para los ayuntamientos y gobiernos locales de todo el mundo. La inclusión del Objetivo 11 para hacer de las ciudades y los asentamientos que sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles es, en gran parte, el fruto de una dura campaña de los gobiernos locales, sus asociaciones y la comunidad urbana.

El ODS 11 representa un gran paso hacia adelante en el reconocimiento del poder transformador de la urbanización para el desarrollo y en el papel de sus líderes a la hora de impulsar el cambio global desde el territorio, pues ha entrado a formar parte de la agenda de las ciudades y va a condicionar cada vez más las políticas públicas urbanas. Es, por tanto, un paso necesario y muy positivo. Y es en las ciudades donde nos jugamos dar las respuestas necesarias a los retos globales.

Por otro lado, muchos municipios están entendiendo que la importancia de los ODS no solo reside en contribuir al desarrollo sostenible mundial, sino también a la comunicación de sus historias a escala mundial. La aplicación de políticas innovadoras enfocadas a los ODS puede ser una buena plataforma para presentarse al mundo.

Es fundamental e importante, por ello, que las ciudades de Andalucía están comprometidas con los ODS para poder conseguir mejorar la calidad de vida de sus habitantes y trabajar por un territorio más sostenible y más justo.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

16 de abril de 2019

  • 16.4.19
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las 169 metas de la Agenda 2030 demuestran la magnitud de esta ambiciosa nueva Agenda universal y estimulan para los próximos 11 años a la acción en temas de importancia crítica para la humanidad y para el planeta y, en particular, para el lugar donde vivimos: nuestros territorios.



En relación a las personas, la Agenda propone el fin de la pobreza y el hambre en todas sus formas y dimensiones y velar para que todos los seres humanos puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un medio ambiente saludable.

Con el planeta se establece un pacto de protección contra la degradación, con un consumo y una producción sostenibles, una gestión responsable de los recursos naturales y medidas urgentes para hacer frente al cambio climático, de modo que puedan satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras.

A la prosperidad la Agenda le concede la importancia de velar por que todos los seres humanos puedan disfrutar de una vida prospera y plena y por que el progreso económico, social y tecnológico se produzca en armonía con la naturaleza.

Establecen los objetivos que los estados miembros de la ONU están decididos a propiciar sociedades pacíficas, justas e inclusivas, que estén libres del terror y de la violencia, pues no hay desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible.

Finalizando el quinto tripe de la Agenda, las alianzas establecen la necesidad de movilizar los medios necesarios para implementar los ODS mediante una alianza mundial para el desarrollo sostenible. Es importante destacar que los 17 objetivos tienen un vínculo entre ellos y si conseguimos lo que se ambiciona en cada uno de los aspectos de la Agenda, mejorarán notablemente las condiciones de vida de todas las personas y nuestro mundo se transformará en un lugar mejor.

Las metas y los indicadores que se establecen en la Agenda 2030 son realizados y recolectados en los barrios, en las comunidades, villas, municipios... en el lugar donde viven las personas el día a día. Es aquí donde es importante realizar la localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para poder comprometernos con lo establecido en los ODS es importante conocer cada uno de ellos para poder empoderar a los lectores de esta nueva agenda universal y su impacto en nuestros territorios, nuestras ciudades, nuestros pueblos y nuestros barrios. Nuevos paradigmas, nuevos comportamientos, nuevas acciones y formas de vivir de los ciudadanos que serán necesarios para el cumplimiento de las metas, de ahí que precisemos prepararnos para ello.

SANTIAGO MARTÍN GALLO

9 de abril de 2019

  • 9.4.19
La Agenda 2030 es un plan de acción en favor de las personas, del planeta y de la prosperidad. El 25 de septiembre de 2015, los Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible como parte de la agenda de desarrollo Post 2015: la Agenda 2030.



La pobreza, el hambre, la vida sana, la educación, el género, el agua y el saneamiento, la energía, el crecimiento y el trabajo decente, las infraestructuras, las desigualdades, las ciudades, el consumo y la producción, el cambio climático, los océanos, los ecosistemas, las sociedades pacificas e inclusivas y la alianza mundial global son las bases del nuevo contrato social para un mundo sostenible, ratificado por 169 países.

Todos estos temas que forman parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible cuentan a su vez con acciones, programas, proyectos, recursos y metas directa o indirectamente relacionadas con el trabajo diario de los ayuntamientos y de los gobiernos regionales, que son responsables políticos, catalizadores del cambio y del nivel de administración en mejor situación para estructurar los objetivos globales con las comunidades locales. Esa es una misión esencial para los próximos diputados y alcaldes que habrán de ser elegidos en las próximas semanas.

La inclusión del Objetivo 11 en la Agenda 2030, que es hacer que las ciudades y los asentamientos urbanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, es una oportunidad y un desafío para las comunidades locales por la necesidad de la constitución de un modelo de gobernanza que posibilite el ejercicio de manifestación de los diversos sectores de la sociedad con estas temáticas, que corresponden al día a día de las personas en todos los pueblos de Andalucía, de la Península Ibérica y de Europa.

Reconoce la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones como condición sine qua non para el desarrollo, siendo éste el mayor desafío al que se enfrenta el mundo. En momentos históricos como los actuales es importante reconocer el valor que la Agenda proporciona a la misión de liberar a la humanidad de la tiranía de la pobreza y de las privaciones, a sanar y proteger nuestro planeta, condición básica para el mantenimiento de las libertades fundamentales.

La hoja de ruta de esta última oportunidad de salvar la humanidad está en el tablero de juego desde 2015 y ya pasaron casi cinco años desde que comenzó, pero todavía queda mucho por hacer. ¡Adelante, Europa! ¡Entre todos podemos conseguirlo!

SANTIAGO MARTÍN GALLO

2 de abril de 2019

  • 2.4.19
El origen del concepto de "desarrollo sostenible" está asociado a la preocupación creciente existente en la comunidad internacional y en los países, en las últimas décadas del siglo XX, al considerar el vínculo existente entre el desarrollo económico y social y sus efectos más o menos inmediatos sobre el medio natural.



El desarrollo sostenible satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. El desarrollo sostenible ha emergido como el principio rector para el desarrollo mundial a largo plazo. Consta de tres pilares y trata de lograr, de manera equilibrada, el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.

La primera Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, adoptó como objetivo político el concepto de desarrollo sostenible y dio paso a un conjunto de acuerdos internacionales llamados a afrontar varios problemas ambientales. Numerosos países, entre ellos Cuba, incluyeron dicho objetivo en su Constitución u otros cuerpos legales, y han creado ministerios, agencias o institutos que promueven este propósito, como es el caso de España.

Tanto en Naciones Unidas como en sus agencias especializadas, al igual que en los gobiernos europeos y en otros organismos internacionales, como el caso de la Unión Europea, la agenda ambiental ha ganado un espacio mucho más amplio, de modo que el flujo de recursos financieros y las acciones de divulgación sobre los recursos naturales y el medio ambiente se han multiplicado.

En septiembre de 2015, los jefes de Estado y de Gobierno, incluidos todos los países de la Unión Europea, acordaron reconducir al mundo por el camino del desarrollo sostenible, a través de la adopción de la Agenda 2030. Esta agenda para el desarrollo mundial consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, que plantean medidas cuantitativas en las dimensiones económica, social y ambiental.

La Agenda 2030 se compromete a alcanzar estos objetivos en once años, hasta 2030, y hacerlo para todos, en todo el mundo, asegurando que "nadie se quede atrás". Los objetivos nos proporcionan un plan de acción en favor de las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas.

La adopción de los ODS hace que en España y algunas ciudades en Andalucía se están planteando interrogantes con respecto a la implementación y localización de dichos objetivos. ¿Cómo ponemos en práctica estos ambiciosos objetivos mundiales? ¿Qué papel desempeñan los ayuntamientos? ¿Cuál es el papel de la sociedad civil, los colectivos, los inmigrantes, el sector del conocimiento y los empresarios en la localización de los ODS? Este es el mayor desafío que España y Andalucía tienen para los próximos años: salvar el mundo y reducir las desigualdades. ¡Manos a la obra!

SANTIAGO MARTÍN GALLO

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