Los jefes de Estado y de Gobierno acordaron el 27 de septiembre de 2015 en la Organización de Naciones Unidas los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de alcance mundial y que el Reino de España hace suyos como miembro de este organismo multilateral. Es una decisión histórica sobre un amplio conjunto de objetivos y metas universales y transformadoras, de gran alcance y centralizadas en las personas, la paz y la prosperidad.
Es también un compromiso por trabajar diariamente y sin descanso, a fin de conseguir la plena implementación de estos objetivos de aquí hasta 2030, en los que se reconoce la pobreza en todas sus formas y dimensiones como el mayor desafío al que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible poder erradicarla.
Existe el compromiso de lograr el desarrollo en sus tres dimensiones –económica, social y ambiental– de forma equilibrada e integrada y, al emprender este gran viaje, el compromiso más importante es no dejar a nadie atrás.
Todos los países lo aceptaron, lo que proporciona a la Agenda 2030 un alcance y una importancia sin precedentes. Se aplica a todos los países, a diferencia de los Objetivos del Milenio, pero hay que tener en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada uno y, por supuesto, respetar sus políticas y realidades nacionales.
Los ODS son el resultado de más de dos años de un intenso proceso de consultas públicas y de interacción con la sociedad civil y otras partes interesadas en todo el mundo y España no fue una excepción. Durante ese periodo se tuvo en cuenta especialmente la opinión de los más pobres y vulnerables.
En los objetivos y metas se expone una visión de futuro sumamente ambiciosa y transformadora, que aspira a un mundo sin pobreza, hambre, enfermedades ni privaciones, en el que todas las formas de vida puedan prosperar. Un mundo sin temor ni violencia; donde la alfabetización sea universal, con acceso equitativo y generalizado a una educación de calidad en todos los niveles, a la atención sanitaria y la protección social y donde esté garantizado el bienestar físico, mental y social.
Propone la hoja de ruta establecida en la Agenda 2030 el compromiso sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento, para procurar una mejor higiene y que los alimentos sean suficientes, inocuos, asequibles y nutritivos, con hábitats humanos seguros, resilientes y sostenibles y donde haya acceso universal a un suministro de energía asequible, fiable y sostenible.
Los ODS son un motivo de celebración para los ayuntamientos y gobiernos locales de todo el mundo. La inclusión del Objetivo 11 para hacer de las ciudades y los asentamientos que sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles es, en gran parte, el fruto de una dura campaña de los gobiernos locales, sus asociaciones y la comunidad urbana.
El ODS 11 representa un gran paso hacia adelante en el reconocimiento del poder transformador de la urbanización para el desarrollo y en el papel de sus líderes a la hora de impulsar el cambio global desde el territorio, pues ha entrado a formar parte de la agenda de las ciudades y va a condicionar cada vez más las políticas públicas urbanas. Es, por tanto, un paso necesario y muy positivo. Y es en las ciudades donde nos jugamos dar las respuestas necesarias a los retos globales.
Por otro lado, muchos municipios están entendiendo que la importancia de los ODS no solo reside en contribuir al desarrollo sostenible mundial, sino también a la comunicación de sus historias a escala mundial. La aplicación de políticas innovadoras enfocadas a los ODS puede ser una buena plataforma para presentarse al mundo.
Es fundamental e importante, por ello, que las ciudades de Andalucía están comprometidas con los ODS para poder conseguir mejorar la calidad de vida de sus habitantes y trabajar por un territorio más sostenible y más justo.
Es también un compromiso por trabajar diariamente y sin descanso, a fin de conseguir la plena implementación de estos objetivos de aquí hasta 2030, en los que se reconoce la pobreza en todas sus formas y dimensiones como el mayor desafío al que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible poder erradicarla.
Existe el compromiso de lograr el desarrollo en sus tres dimensiones –económica, social y ambiental– de forma equilibrada e integrada y, al emprender este gran viaje, el compromiso más importante es no dejar a nadie atrás.
Todos los países lo aceptaron, lo que proporciona a la Agenda 2030 un alcance y una importancia sin precedentes. Se aplica a todos los países, a diferencia de los Objetivos del Milenio, pero hay que tener en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada uno y, por supuesto, respetar sus políticas y realidades nacionales.
Los ODS son el resultado de más de dos años de un intenso proceso de consultas públicas y de interacción con la sociedad civil y otras partes interesadas en todo el mundo y España no fue una excepción. Durante ese periodo se tuvo en cuenta especialmente la opinión de los más pobres y vulnerables.
En los objetivos y metas se expone una visión de futuro sumamente ambiciosa y transformadora, que aspira a un mundo sin pobreza, hambre, enfermedades ni privaciones, en el que todas las formas de vida puedan prosperar. Un mundo sin temor ni violencia; donde la alfabetización sea universal, con acceso equitativo y generalizado a una educación de calidad en todos los niveles, a la atención sanitaria y la protección social y donde esté garantizado el bienestar físico, mental y social.
Propone la hoja de ruta establecida en la Agenda 2030 el compromiso sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento, para procurar una mejor higiene y que los alimentos sean suficientes, inocuos, asequibles y nutritivos, con hábitats humanos seguros, resilientes y sostenibles y donde haya acceso universal a un suministro de energía asequible, fiable y sostenible.
Los ODS son un motivo de celebración para los ayuntamientos y gobiernos locales de todo el mundo. La inclusión del Objetivo 11 para hacer de las ciudades y los asentamientos que sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles es, en gran parte, el fruto de una dura campaña de los gobiernos locales, sus asociaciones y la comunidad urbana.
El ODS 11 representa un gran paso hacia adelante en el reconocimiento del poder transformador de la urbanización para el desarrollo y en el papel de sus líderes a la hora de impulsar el cambio global desde el territorio, pues ha entrado a formar parte de la agenda de las ciudades y va a condicionar cada vez más las políticas públicas urbanas. Es, por tanto, un paso necesario y muy positivo. Y es en las ciudades donde nos jugamos dar las respuestas necesarias a los retos globales.
Por otro lado, muchos municipios están entendiendo que la importancia de los ODS no solo reside en contribuir al desarrollo sostenible mundial, sino también a la comunicación de sus historias a escala mundial. La aplicación de políticas innovadoras enfocadas a los ODS puede ser una buena plataforma para presentarse al mundo.
Es fundamental e importante, por ello, que las ciudades de Andalucía están comprometidas con los ODS para poder conseguir mejorar la calidad de vida de sus habitantes y trabajar por un territorio más sostenible y más justo.
SANTIAGO MARTÍN GALLO