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Aguas de Montilla retira del alcantarillado más de 55 kilos de toallitas al día

Aguas de Montilla ha lanzado un llamamiento a la ciudadanía para tratar de frenar el grave impacto que las toallitas húmedas están causando en la red de saneamiento del municipio. La empresa, que gestiona el ciclo integral del agua en la ciudad, ha querido recordar que este residuo cotidiano, tan extendido en los hogares por su comodidad, esconde un problema ambiental y económico cada vez más difícil de contener.


"Aunque puedan parecer inofensivas, las toallitas húmedas han terminado convirtiéndose en uno de los enemigos silenciosos del alcantarillado urbano" sostienen desde la empresa, para añadir que su aparente "cara amable" —suavidad, olor agradable y eficacia de limpieza— ha ido alimentando una "falsa sensación de sostenibilidad" que no se corresponde con la realidad.

Según los responsables de la firma, esta estrategia de apariencia ecológica —conocida como greenwashing— "ha extendido la idea de que las toallitas húmedas pueden eliminarse fácilmente por el inodoro cuando, en realidad, sucede todo lo contrario".

AGUAS DE MONTILLA

En Montilla, el volumen habla por sí solo: los operarios de la empresa que gestiona el ciclo integral retiran cada día más de 55 kilos de toallitas del alcantarillado municipal, que forman los temidos fatbergs, auténticos bloques de fibras, polímeros, grasa y otros residuos —como bastoncillos o productos de higiene— que se compactan bajo las calles y crecen rápidamente. De hecho, los propios trabajadores de Aguas de Montilla han adoptado la expresión de "el monstruo" para referirse a estas acumulaciones de residuos, que llegan a bloquear bombas, colapsar estaciones de bombeo y generar averías cuya reparación representan un gran coste para las arcas municipales.

El problema no es local. Estudios internacionales, como el elaborado en Reino Unido bajo el nombre Water UK, apuntan a que este tipo de productos están detrás del 93 por ciento de los bloqueos en estaciones de bombeo y depuradoras. Las consecuencias no solo se miden en reparaciones millonarias, sino también en desbordamientos e inundaciones que afectan directamente a la vida de los ciudadanos. "Cuando estos residuos se fragmentan, el daño se multiplica, ya que generan microplásticos que viajan hasta ríos y mares, dejando una huella ambiental cada vez más visible", recuerdan desde Aguas de Montilla.

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En ese contexto, la empresa mixta formada por Hidralia y el Ayuntamiento de Montilla lleva años librando una batalla diaria contra un fenómeno que no deja de crecer. Por este motivo, la red municipal, con más de 95 kilómetros de conducciones y más de 2.000 pozos distribuidos por todo el municipio, es monitorizada de forma continua para anticipar incidencias, evitar plagas y reducir daños en las infraestructuras hidráulicas.

Sin embargo, el foco vuelve una y otra vez al mismo punto: el mal uso del inodoro como cubo de basura. A pesar de que algunos envases sigan indicando que las toallitas son "desechables", la naturaleza tarda más de 600 años en descomponerlas. Su mezcla de algodón, poliéster y productos químicos impide que se disuelvan, por lo que acaban llegando enteras a las tuberías, solidificándose junto a grasas y detergentes, y bloqueando colectores y estaciones de bombeo.

El recorrido es, según alerta Aguas de Montilla, "silencioso pero devastador": de cada hogar pasan a los desagües comunitarios; de ahí al subsuelo y, luego, a alguna de las seis estaciones de bombeo que impulsan las aguas hasta la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) ubicada en el paraje de Tintín.

SUMINISTROS AGRÍCOLAS LUQUE

El resultado se nota en la calle. Aguas de Montilla registra más de un centenar de intervenciones al año por atascos en distintos puntos del municipio, con un coste medio de unos 350 euros por actuación. El total ronda los 35.000 euros anuales, una cifra que recae en buena parte sobre las propias comunidades de vecinos cuando el atasco se produce en zonas interiores.

A esto se añaden los olores, las incomodidades y el mal funcionamiento del servicio que sufren los residentes. Y, además, las advertencias por parte de Aguas de Montilla se repiten: "una simple papelera en el cuarto de baño evitaría buena parte de estos episodios".

Por otro lado, el problema no se limita a las toallitas. El vertido de aceites por el fregadero o el inodoro sigue siendo un gesto habitual. Sin embargo, el contacto de estos aceites con la sosa cáustica de los detergentes provoca reacciones químicas que generan tapones de jabón extremadamente duros, capaces de bloquear tuberías enteras.

HORNO Y ACEITES BELLIDO

Frente a este escenario, Aguas de Montilla trabaja en dos direcciones: mejorar la gestión del saneamiento y reforzar la concienciación ciudadana. Para la primera línea de acción, la empresa ha apostado por la innovación tecnológica: sistemas de monitorización, algoritmos de predicción, sensores, automatización y modelos de simulación que permiten anticiparse a los episodios de atasco y optimizar los recursos. Todo ello, según explican, ayuda a frenar el avance de "el monstruo" antes de que provoque un daño mayor.

La otra vía es la educativa. Cada año, Aguas de Montilla impulsa campañas en colegios, instalaciones municipales y diferentes puntos de la ciudad, enviando cartelería y recordatorios que insisten en un mensaje sencillo: las toallitas deben ir a la papelera, nunca al inodoro. Esta labor de sensibilización se extiende durante todo el año y se acompaña de un informe final sobre niveles de infestación, incidencias y actuaciones correctivas, además de la atención continua a los avisos vecinales.

JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

EVA LARA - ASESORA PERSONAL INMOBILIARIA

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