La Fundación Social Universal (FSU) ha puesto en marcha un nuevo proyecto en Cusco, con el respaldo del Parlamento de Andalucía, para impulsar el desarrollo infantil temprano en comunidades con altos niveles de vulnerabilidad en Cusco (Perú). La iniciativa beneficiará directamente a familias de los barrios Ciudad Inca, Chinchaysuyo y Puerto Rico, en el distrito de Poroy, donde la infancia se ve afectada por múltiples carencias estructurales.
El objetivo es claro: dotar a madres, padres y cuidadores de herramientas prácticas y conocimientos útiles para ofrecer una crianza más consciente, afectiva y saludable desde los primeros años de vida. “Queremos promover un entorno que favorezca el crecimiento integral de los niños y niñas, desde lo emocional y social hasta lo físico y cognitivo”, ha manifestado Juan Manuel Márquez, coordinador de la Fundación Social Universal.
Y es que la situación de la infancia en esta zona de Perú está lejos de ser ideal. La desnutrición, la falta de espacios adecuados para el juego y el aprendizaje, la baja calidad educativa y los episodios de violencia y abuso conforman un entorno hostil para el crecimiento.
A esto se suma la sobrecarga de responsabilidades sobre las mujeres y la limitada implicación de los hombres en las tareas de cuidado. Según ha explicado Márquez, muchas veces son los hermanos mayores quienes asumen el rol de cuidadores sin contar con la formación necesaria, o las madres se ven obligadas a llevar a sus hijos a los mercados donde trabajan como comerciantes ambulantes.
En este contexto, el proyecto contempla tres grandes líneas de actuación. Por un lado, se impartirán talleres de capacitación para familias y cuidadores, centrados en la estimulación temprana y el desarrollo infantil. Por otro, se habilitarán rincones de juego, aseo y pequeños espacios de cultivo de alimentos saludables que permitan fomentar hábitos positivos en el entorno doméstico. Y, finalmente, se articulará una red de colaboración institucional que involucre a los servicios de Salud y Educación, a la propia Municipalidad, así como diversos programas sociales y a las organizaciones vecinales.
De igual modo, se desarrollará un diagnóstico participativo en cada comunidad para identificar las necesidades específicas de la infancia y las condiciones de vida en las que se desenvuelven. Este enfoque permitirá ajustar las acciones a la realidad concreta de cada barrio y asegurar una intervención más eficaz.
Se prevén también actividades comunitarias para sensibilizar y movilizar a las familias en torno a la salud y el bienestar infantil, reforzando el papel de las autoridades locales en la vigilancia de la alimentación escolar y la salubridad en el expendio de alimentos.
“Entendemos que el desarrollo infantil temprano no solo mejora el presente de los niños, sino que define en gran medida su futuro. Por eso es fundamental invertir en sus primeros años de vida”, ha defendido Juan Manuel Márquez. La Fundación insiste en que promover la igualdad de oportunidades desde la infancia contribuye a reducir la brecha social y económica, y a construir sociedades más justas, cohesionadas y sostenibles.
La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, nació en 1993 con la vocación de luchar contra la pobreza global. A lo largo de su trayectoria, ha tejido alianzas sólidas con instituciones públicas y privadas para desarrollar proyectos de cooperación al desarrollo en América Latina, África y Asia. Con esta nueva actuación en Cusco, la oenegé montillana reafirma su compromiso con la infancia y con las comunidades más vulnerables del planeta.
El objetivo es claro: dotar a madres, padres y cuidadores de herramientas prácticas y conocimientos útiles para ofrecer una crianza más consciente, afectiva y saludable desde los primeros años de vida. “Queremos promover un entorno que favorezca el crecimiento integral de los niños y niñas, desde lo emocional y social hasta lo físico y cognitivo”, ha manifestado Juan Manuel Márquez, coordinador de la Fundación Social Universal.
Y es que la situación de la infancia en esta zona de Perú está lejos de ser ideal. La desnutrición, la falta de espacios adecuados para el juego y el aprendizaje, la baja calidad educativa y los episodios de violencia y abuso conforman un entorno hostil para el crecimiento.
A esto se suma la sobrecarga de responsabilidades sobre las mujeres y la limitada implicación de los hombres en las tareas de cuidado. Según ha explicado Márquez, muchas veces son los hermanos mayores quienes asumen el rol de cuidadores sin contar con la formación necesaria, o las madres se ven obligadas a llevar a sus hijos a los mercados donde trabajan como comerciantes ambulantes.
En este contexto, el proyecto contempla tres grandes líneas de actuación. Por un lado, se impartirán talleres de capacitación para familias y cuidadores, centrados en la estimulación temprana y el desarrollo infantil. Por otro, se habilitarán rincones de juego, aseo y pequeños espacios de cultivo de alimentos saludables que permitan fomentar hábitos positivos en el entorno doméstico. Y, finalmente, se articulará una red de colaboración institucional que involucre a los servicios de Salud y Educación, a la propia Municipalidad, así como diversos programas sociales y a las organizaciones vecinales.
De igual modo, se desarrollará un diagnóstico participativo en cada comunidad para identificar las necesidades específicas de la infancia y las condiciones de vida en las que se desenvuelven. Este enfoque permitirá ajustar las acciones a la realidad concreta de cada barrio y asegurar una intervención más eficaz.
Se prevén también actividades comunitarias para sensibilizar y movilizar a las familias en torno a la salud y el bienestar infantil, reforzando el papel de las autoridades locales en la vigilancia de la alimentación escolar y la salubridad en el expendio de alimentos.
“Entendemos que el desarrollo infantil temprano no solo mejora el presente de los niños, sino que define en gran medida su futuro. Por eso es fundamental invertir en sus primeros años de vida”, ha defendido Juan Manuel Márquez. La Fundación insiste en que promover la igualdad de oportunidades desde la infancia contribuye a reducir la brecha social y económica, y a construir sociedades más justas, cohesionadas y sostenibles.
La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, nació en 1993 con la vocación de luchar contra la pobreza global. A lo largo de su trayectoria, ha tejido alianzas sólidas con instituciones públicas y privadas para desarrollar proyectos de cooperación al desarrollo en América Latina, África y Asia. Con esta nueva actuación en Cusco, la oenegé montillana reafirma su compromiso con la infancia y con las comunidades más vulnerables del planeta.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: FUNDACIÓN SOCIAL UNIVERSAL
FOTOGRAFÍA: FUNDACIÓN SOCIAL UNIVERSAL
