La Fundación Social Universal (FSU), una organización surgida en Montilla en el año 1993 como respuesta a las alarmantes condiciones de pobreza constatadas en muchas regiones del mundo, ha puesto en marcha en la ciudad peruana de Cusco un ambicioso proyecto de prevención y gestión de desastres sísmicos.
El proyecto, con un presupuesto superior a los 28.500 euros, cuenta con el respaldo financiero del Ayuntamiento de Córdoba y busca reforzar durante un año la preparación de la ciudadanía frente a posibles sismos a través de campañas de sensibilización, estudios técnicos y el fortalecimiento de la participación ciudadana.
"Cusco se encuentra sobre una zona de alta actividad sismotectónica y aunque no ha sufrido un terremoto significativo en los últimos treinta años, los especialistas alertan sobre el riesgo latente", detalla el coordinador general de la FSU, Juan Manuel Márquez, quien ha visitado la zona en numerosas ocasiones.
Y es que, como recuerda el portavoz de la Fundación Social Universal, casi la mitad del territorio nacional peruano presenta condiciones de vulnerabilidad “alta” o “muy alta”, afectando al 36,2 por ciento de la población, lo que equivale a unos 9,8 millones de personas.
"En el valle cusqueño, la amenaza se hace aún más tangible, pues el 42 por ciento de sus habitantes vive en áreas de muy alto peligro por movimientos en masa, y el 47 por ciento de las viviendas enfrenta un riesgo sísmico muy alto", detalla Márquez.
Ante esta preocupante realidad, la Fundación Social Universal ha decidido actuar y con la financiación del Ayuntamiento de Córdoba, está promoviendo acciones de sensibilización, estudios de vulnerabilidad y riesgo sísmico y mejora de los mecanismos de participación ciudadana y de planificación para la gestión de la información.
El proyecto se desarrolla en tres municipios del Cusco y se estructura en torno a tres grandes componentes. "El primero, centrado en la población, tiene como objetivo informar y sensibilizar sobre cómo actuar ante un desastre sísmico", detalla Juan Manuel Márquez.
Para ello, se están llevando a cabo campañas en colaboración con el Instituto Nacional de Defensa Civil y las Plataformas de Defensa Civil locales. "Estas acciones se están desplegando en tres instituciones educativas, tres barrios periféricos y tres mercados de abasto, además de contar con la difusión en medios de comunicación para llegar a una audiencia más amplia", detalla el portavoz de la FSU.
El segundo componente se enfoca en generar información precisa y útil para la toma de decisiones por parte de las autoridades. “Se están realizando estudios de vulnerabilidad y riesgo ante sismos en tres barrios piloto con la participación de las municipalidades y la comunidad”, comenta Márquez, quien añade que esta información técnica "permitirá identificar mejoras urgentes en infraestructuras y diseñar planes de evacuación eficaces, con el objetivo de reducir el impacto de un posible evento sísmico".
Por último, el tercer eje del proyecto busca tender puentes entre la ciudadanía y las instituciones públicas. “Se está colaborando con las Plataformas de Defensa Civil de los tres distritos para mejorar sus instrumentos de planificación y para involucrar a la población en la gestión de riesgos”, explica el coordinador general de la oenegé montillana. Esta parte del trabajo contempla también diagnósticos sobre la capacidad institucional de los gobiernos locales para responder eficazmente a emergencias sísmicas.
La reciente actividad sísmica en la región ha puesto de nuevo sobre la mesa la urgencia de reforzar la cultura de prevención en Cusco. Aunque ya se han activado Centros de Operaciones de Emergencia y se han realizado simulacros, desde la FSU advierten que aún hay importantes debilidades estructurales.
“Se han identificado diversas causas que dificultan la gestión del riesgo de desastres en Cusco: la falta de información en tiempo real, el acceso limitado a información de calidad, el desconocimiento de la vulnerabilidad ante el riesgo de desastres, la capacidad limitada para generar instrumentos de gestión, la fragilidad de los espacios de concertación, la débil acción de las entidades públicas y la pasividad de la ciudadanía”, manifiesta Márquez.
En un país como Perú, donde los fenómenos naturales son parte del día a día, cada acción preventiva cuenta. Este proyecto liderado por la Fundación Social Universal, con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba, no solo busca reducir el riesgo inmediato, sino también sembrar una cultura de resiliencia en las comunidades más expuestas, donde cada segundo puede marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
El proyecto, con un presupuesto superior a los 28.500 euros, cuenta con el respaldo financiero del Ayuntamiento de Córdoba y busca reforzar durante un año la preparación de la ciudadanía frente a posibles sismos a través de campañas de sensibilización, estudios técnicos y el fortalecimiento de la participación ciudadana.
"Cusco se encuentra sobre una zona de alta actividad sismotectónica y aunque no ha sufrido un terremoto significativo en los últimos treinta años, los especialistas alertan sobre el riesgo latente", detalla el coordinador general de la FSU, Juan Manuel Márquez, quien ha visitado la zona en numerosas ocasiones.
Y es que, como recuerda el portavoz de la Fundación Social Universal, casi la mitad del territorio nacional peruano presenta condiciones de vulnerabilidad “alta” o “muy alta”, afectando al 36,2 por ciento de la población, lo que equivale a unos 9,8 millones de personas.

"En el valle cusqueño, la amenaza se hace aún más tangible, pues el 42 por ciento de sus habitantes vive en áreas de muy alto peligro por movimientos en masa, y el 47 por ciento de las viviendas enfrenta un riesgo sísmico muy alto", detalla Márquez.
Ante esta preocupante realidad, la Fundación Social Universal ha decidido actuar y con la financiación del Ayuntamiento de Córdoba, está promoviendo acciones de sensibilización, estudios de vulnerabilidad y riesgo sísmico y mejora de los mecanismos de participación ciudadana y de planificación para la gestión de la información.
El proyecto se desarrolla en tres municipios del Cusco y se estructura en torno a tres grandes componentes. "El primero, centrado en la población, tiene como objetivo informar y sensibilizar sobre cómo actuar ante un desastre sísmico", detalla Juan Manuel Márquez.

Para ello, se están llevando a cabo campañas en colaboración con el Instituto Nacional de Defensa Civil y las Plataformas de Defensa Civil locales. "Estas acciones se están desplegando en tres instituciones educativas, tres barrios periféricos y tres mercados de abasto, además de contar con la difusión en medios de comunicación para llegar a una audiencia más amplia", detalla el portavoz de la FSU.
El segundo componente se enfoca en generar información precisa y útil para la toma de decisiones por parte de las autoridades. “Se están realizando estudios de vulnerabilidad y riesgo ante sismos en tres barrios piloto con la participación de las municipalidades y la comunidad”, comenta Márquez, quien añade que esta información técnica "permitirá identificar mejoras urgentes en infraestructuras y diseñar planes de evacuación eficaces, con el objetivo de reducir el impacto de un posible evento sísmico".
Por último, el tercer eje del proyecto busca tender puentes entre la ciudadanía y las instituciones públicas. “Se está colaborando con las Plataformas de Defensa Civil de los tres distritos para mejorar sus instrumentos de planificación y para involucrar a la población en la gestión de riesgos”, explica el coordinador general de la oenegé montillana. Esta parte del trabajo contempla también diagnósticos sobre la capacidad institucional de los gobiernos locales para responder eficazmente a emergencias sísmicas.

La reciente actividad sísmica en la región ha puesto de nuevo sobre la mesa la urgencia de reforzar la cultura de prevención en Cusco. Aunque ya se han activado Centros de Operaciones de Emergencia y se han realizado simulacros, desde la FSU advierten que aún hay importantes debilidades estructurales.
“Se han identificado diversas causas que dificultan la gestión del riesgo de desastres en Cusco: la falta de información en tiempo real, el acceso limitado a información de calidad, el desconocimiento de la vulnerabilidad ante el riesgo de desastres, la capacidad limitada para generar instrumentos de gestión, la fragilidad de los espacios de concertación, la débil acción de las entidades públicas y la pasividad de la ciudadanía”, manifiesta Márquez.
En un país como Perú, donde los fenómenos naturales son parte del día a día, cada acción preventiva cuenta. Este proyecto liderado por la Fundación Social Universal, con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba, no solo busca reducir el riesgo inmediato, sino también sembrar una cultura de resiliencia en las comunidades más expuestas, donde cada segundo puede marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: FUNDACIÓN SOCIAL UNIVERSAL
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