El incienso volvió a impregnar ayer las calles de Montilla, evocando el recuerdo solemne de la Semana Santa de la mano de los más pequeños. Aunque solo han pasado tres semanas desde que la Hermandad del Resucitado cerrara la Semana Mayor en la Parroquia de Santiago, la ciudad volvió a vibrar con la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, esta vez en miniatura, gracias al entusiasmo de decenas de niños y niñas que protagonizaron el esperado regreso de la Semana Santa Chiquita, una cita que no se celebraba desde hacía seis años.
A partir de las 19.30 de la tarde, el Salón Municipal de San Juan de Dios, anexo al Ayuntamiento de Montilla, fue el punto de partida de este peculiar cortejo cofrade, en el que cerca de 180 pequeños, con edades comprendidas entre los 3 y los 14 años, se enfundaron sus túnicas para formar parte de una procesión que guarda algunos similitudes con el reciente desfile de Cruces de Mayo.
Acompañados por la Centuria Romana Infantil y arropados por un público que llenó algunos puntos del casco histórico, los jóvenes cofrades montillanos pusieron en la calle un total de ocho pasos, elaborados con mimo para reflejar, en pequeño, la grandeza de la Semana Santa montillana.
El recorrido atravesó algunas de las arterias más emblemáticas del centro de Montilla: desde la Puerta de Aguilar, el cortejo siguió por la Corredera, San Fernando, Sánchez Molero, Don Gonzalo, nuevamente la Corredera, San Juan de Ávila, Escuelas, Santa Ana, San Francisco Solano, General Jiménez Castellanos y regresó al punto de partida en el Salón Municipal San Juan de Dios. Las calles se llenaron de ese ambiente que parecía devolver la ciudad a los días grandes de su Semana Mayor.
La Semana Santa Chiquita de Montilla tiene sus raíces en el año 1992. Desde entonces, las hermandades de la Santa Cena, Juventud, Jesús Preso y Resucitado fueron el alma de una iniciativa que, con algunos altibajos, permaneció viva durante más de un cuarto de siglo. Esta celebración infantil nació con un marcado carácter pedagógico y actuó como cantera natural de los futuros cofrades montillanos, muchos de los cuales iniciaron su andadura en estos pequeños cortejos.
Durante sus años de mayor esplendor, especialmente en la pasada década, el desfile infantil llegó a contar con más de veinticinco pasos en la calle, algunos de ellos representando misterios ajenos a la localidad, como la Virgen del Mayor Dolor, de Córdoba, o imágenes procedentes de Sevilla.
Esta expansión se debió, en parte, a la cesión de enseres por parte del municipio vecino de Aguilar de la Frontera, cuya colaboración resultó clave para enriquecer el patrimonio de esta cita en sus primeras etapas. El objetivo entonces, como ahora, era ofrecer a todos los niños que deseaban participar un lugar en la procesión, un propósito que hizo posible, en buena medida, uno de los principales promotores de esta celebración, el empresario panadero Miguel Bellido Mora, pregonero de la Semana Santa de Montilla en 2023.
Una mención especial merece la implicación de artistas y artesanos que, con su trabajo, hicieron posible, a lo largo de los años, que esta experiencia tuviera un respaldo estético y devocional sólido. Destaca el escultor pontanés Luis Sergio Torres, quien en 2006 concibió la imagen del Santísimo Niño de la Alegría, titular de aquellos desfiles infantiles, así como los imagineros Rafael Sánchez García y Ricardo Muñoz Repiso, cuyo esfuerzo resultó fundamental para dotar de contenido simbólico cada uno de los pasos.
En cualquier caso, el renacer de esta edición ha sido posible gracias al impulso de la organización, liderada por Antonio Castilla, que ha querido recuperar el espíritu original de la iniciativa y reactivar este semillero de vivencias cofrades. Con este propósito, la Semana Santa Chiquita de 2024 se planteó como una plataforma para consolidar futuras ediciones y volver a colocar la localidad como un referente de este tipo de celebraciones infantiles.
De este modo, la ciudad acogió con entusiasmo este regreso, convertido ya en una tradición esperada por los más pequeños y sus familias. El ejemplo más reciente de este interés se vivió también el pasado año, cuando la Hermandad de la Santa Cena organizó su propia procesión infantil en el barrio de las Casas Nuevas, cosechando una calurosa acogida entre sus hermanos más jóvenes.
En definitiva, el regreso de la Semana Santa Chiquita confirma que la devoción en Montilla no tiene edad y que el futuro de sus hermandades se sigue forjando entre incienso, música y pequeños pasos que, aunque diminutos en tamaño, caminan con paso firme hacia un futuro cofrade más sólido.
A partir de las 19.30 de la tarde, el Salón Municipal de San Juan de Dios, anexo al Ayuntamiento de Montilla, fue el punto de partida de este peculiar cortejo cofrade, en el que cerca de 180 pequeños, con edades comprendidas entre los 3 y los 14 años, se enfundaron sus túnicas para formar parte de una procesión que guarda algunos similitudes con el reciente desfile de Cruces de Mayo.
Acompañados por la Centuria Romana Infantil y arropados por un público que llenó algunos puntos del casco histórico, los jóvenes cofrades montillanos pusieron en la calle un total de ocho pasos, elaborados con mimo para reflejar, en pequeño, la grandeza de la Semana Santa montillana.
El recorrido atravesó algunas de las arterias más emblemáticas del centro de Montilla: desde la Puerta de Aguilar, el cortejo siguió por la Corredera, San Fernando, Sánchez Molero, Don Gonzalo, nuevamente la Corredera, San Juan de Ávila, Escuelas, Santa Ana, San Francisco Solano, General Jiménez Castellanos y regresó al punto de partida en el Salón Municipal San Juan de Dios. Las calles se llenaron de ese ambiente que parecía devolver la ciudad a los días grandes de su Semana Mayor.
La Semana Santa Chiquita de Montilla tiene sus raíces en el año 1992. Desde entonces, las hermandades de la Santa Cena, Juventud, Jesús Preso y Resucitado fueron el alma de una iniciativa que, con algunos altibajos, permaneció viva durante más de un cuarto de siglo. Esta celebración infantil nació con un marcado carácter pedagógico y actuó como cantera natural de los futuros cofrades montillanos, muchos de los cuales iniciaron su andadura en estos pequeños cortejos.
Durante sus años de mayor esplendor, especialmente en la pasada década, el desfile infantil llegó a contar con más de veinticinco pasos en la calle, algunos de ellos representando misterios ajenos a la localidad, como la Virgen del Mayor Dolor, de Córdoba, o imágenes procedentes de Sevilla.
Esta expansión se debió, en parte, a la cesión de enseres por parte del municipio vecino de Aguilar de la Frontera, cuya colaboración resultó clave para enriquecer el patrimonio de esta cita en sus primeras etapas. El objetivo entonces, como ahora, era ofrecer a todos los niños que deseaban participar un lugar en la procesión, un propósito que hizo posible, en buena medida, uno de los principales promotores de esta celebración, el empresario panadero Miguel Bellido Mora, pregonero de la Semana Santa de Montilla en 2023.
Una mención especial merece la implicación de artistas y artesanos que, con su trabajo, hicieron posible, a lo largo de los años, que esta experiencia tuviera un respaldo estético y devocional sólido. Destaca el escultor pontanés Luis Sergio Torres, quien en 2006 concibió la imagen del Santísimo Niño de la Alegría, titular de aquellos desfiles infantiles, así como los imagineros Rafael Sánchez García y Ricardo Muñoz Repiso, cuyo esfuerzo resultó fundamental para dotar de contenido simbólico cada uno de los pasos.
En cualquier caso, el renacer de esta edición ha sido posible gracias al impulso de la organización, liderada por Antonio Castilla, que ha querido recuperar el espíritu original de la iniciativa y reactivar este semillero de vivencias cofrades. Con este propósito, la Semana Santa Chiquita de 2024 se planteó como una plataforma para consolidar futuras ediciones y volver a colocar la localidad como un referente de este tipo de celebraciones infantiles.
De este modo, la ciudad acogió con entusiasmo este regreso, convertido ya en una tradición esperada por los más pequeños y sus familias. El ejemplo más reciente de este interés se vivió también el pasado año, cuando la Hermandad de la Santa Cena organizó su propia procesión infantil en el barrio de las Casas Nuevas, cosechando una calurosa acogida entre sus hermanos más jóvenes.
En definitiva, el regreso de la Semana Santa Chiquita confirma que la devoción en Montilla no tiene edad y que el futuro de sus hermandades se sigue forjando entre incienso, música y pequeños pasos que, aunque diminutos en tamaño, caminan con paso firme hacia un futuro cofrade más sólido.
ÁLVARO CARRASCO / J.P. BELLIDO
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
