Montilla se transformó ayer en escenario vivo de historia y tradición con el impresionante desfile de la Asociación de Recreación Histórica "Tercio de Olivares", un singular pasacalles que se enmarcó en los actos programados por el Ayuntamiento de Montilla con motivo de la apertura oficial de la Exposición Permanente de El Gran Capitán, ubicada en el alhorí construido sobre los vestigios del antiguo castillo donde Gonzalo Fernández de Córdoba, figura capital del Renacimiento y símbolo de la estrategia militar moderna, vio la luz el 1 de septiembre de 1453.
La jornada comenzó a las 12.00 del mediodía a las puertas de la Casa Consistorial, enclave cervantino por antonomasia, donde los vecinos y visitantes se congregaron para presenciar el inicio de un pasacalles histórico que, con rigor y solemnidad, llevó a los presentes varios siglos atrás en el tiempo y que realizó su primera parada en la Plazuela de la Inmaculada, donde tuvo lugar la primera ofrenda floral del cortejo al lienzo que preside este céntrico enclave urbano.
Ataviados con vestimentas fieles a la época de los siglos XVI y XVII, los miembros del "Tercio de Olivares" ofrecieron un vistoso recorrido que culminó alrededor de las 13.00 de la tarde en el castillo de Montilla y que sirvió para conmemorar el 522.º aniversario de la Batalla de Ceriñola, un enfrentamiento decisivo librado el 28 de abril de 1503.
En aquella histórica jornada, que tuvo lugar en la villa fortificada de Cerignola —en la actual provincia italiana de Foggia—, las tropas españolas, lideradas por Gonzalo Fernández de Córdoba, derrotaron de manera contundente al ejército francés, marcando el inicio de la hegemonía militar española en Europa.
La batalla supuso una revolución táctica gracias al ingenio de El Gran Capitán. Pero, más allá de la victoria militar, Ceriñola supuso el nacimiento de un nuevo modelo de ejército, basado en pequeñas unidades coordinadas llamadas "coronelías", precursoras de los célebres tercios españoles que dominarían Europa durante décadas.
El pasacalles histórico continuó por el centro de Montilla, pasando por la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila –donde tuvo lugar una nueva ofrenda floral ante la urna que contiene las reliquias del Doctor de la Iglesia universal– y finalizando en el Antiguo Hospital San Juan de Dios, anexo al Ayuntamiento. Cada parada representó una oportunidad para que el público admirase las detalladas recreaciones de los uniformes, las formaciones de combate y el estricto protocolo militar de la época.
La Asociación "Tercio de Olivares" nació en la localidad sevillana de Olivares, profundamente ligada a la figura de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares y valido del rey Felipe IV. Su propósito es claro: rememorar y divulgar la historia de España, especialmente la de los siglos XVI y XVII, con la mayor veracidad posible.
A través de sus recreaciones, los integrantes del colectivo buscan despertar el interés por conocer y valorar su pasado. Y no hay mejor escenario para ello que Montilla, ciudad impregnada de historia, donde la figura de El Gran Capitán ha emergido con fuerza este fin de semana gracias a la apertura de una sala permanente en su honor en el castillo que lo vio nacer.
El desfile sirvió también para rendir homenaje a los Tercios, unidades militares que revolucionaron la forma de hacer la guerra en Europa. Surgidos tras la Batalla de Ceriñola, en el contexto de las guerras italianas entre España y Francia, los Tercios fueron un modelo de profesionalización, meritocracia y disciplina militar.
Integraban soldados de múltiples territorios del Imperio Español y de aliados católicos, como irlandeses e ingleses, combatiendo no sólo en Flandes, sino también en el Mediterráneo contra la amenaza otomana y en el Nuevo Mundo. Su éxito residía en la combinación eficaz de las picas con las armas de fuego, lo que otorgaba a la infantería una capacidad de maniobra y de choque hasta entonces desconocida.
El desfile de ayer no solo llenó de color y solemnidad las calles de Montilla, sino que también logró conectar a generaciones enteras con un pasado en el que valores como la valentía, el ingenio y la fe caracterizaron a aquellos hombres que marcaron la historia militar de España. La Ciudad del Vino volvió a vivir, pues, una jornada inolvidable que constató que la historia no solo se estudia en los libros: también puede sentirse, vivirse y celebrarse.
La jornada comenzó a las 12.00 del mediodía a las puertas de la Casa Consistorial, enclave cervantino por antonomasia, donde los vecinos y visitantes se congregaron para presenciar el inicio de un pasacalles histórico que, con rigor y solemnidad, llevó a los presentes varios siglos atrás en el tiempo y que realizó su primera parada en la Plazuela de la Inmaculada, donde tuvo lugar la primera ofrenda floral del cortejo al lienzo que preside este céntrico enclave urbano.
Ataviados con vestimentas fieles a la época de los siglos XVI y XVII, los miembros del "Tercio de Olivares" ofrecieron un vistoso recorrido que culminó alrededor de las 13.00 de la tarde en el castillo de Montilla y que sirvió para conmemorar el 522.º aniversario de la Batalla de Ceriñola, un enfrentamiento decisivo librado el 28 de abril de 1503.
En aquella histórica jornada, que tuvo lugar en la villa fortificada de Cerignola —en la actual provincia italiana de Foggia—, las tropas españolas, lideradas por Gonzalo Fernández de Córdoba, derrotaron de manera contundente al ejército francés, marcando el inicio de la hegemonía militar española en Europa.
La batalla supuso una revolución táctica gracias al ingenio de El Gran Capitán. Pero, más allá de la victoria militar, Ceriñola supuso el nacimiento de un nuevo modelo de ejército, basado en pequeñas unidades coordinadas llamadas "coronelías", precursoras de los célebres tercios españoles que dominarían Europa durante décadas.
El pasacalles histórico continuó por el centro de Montilla, pasando por la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila –donde tuvo lugar una nueva ofrenda floral ante la urna que contiene las reliquias del Doctor de la Iglesia universal– y finalizando en el Antiguo Hospital San Juan de Dios, anexo al Ayuntamiento. Cada parada representó una oportunidad para que el público admirase las detalladas recreaciones de los uniformes, las formaciones de combate y el estricto protocolo militar de la época.
La historia detrás del "Tercio de Olivares"
La Asociación "Tercio de Olivares" nació en la localidad sevillana de Olivares, profundamente ligada a la figura de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares y valido del rey Felipe IV. Su propósito es claro: rememorar y divulgar la historia de España, especialmente la de los siglos XVI y XVII, con la mayor veracidad posible.
A través de sus recreaciones, los integrantes del colectivo buscan despertar el interés por conocer y valorar su pasado. Y no hay mejor escenario para ello que Montilla, ciudad impregnada de historia, donde la figura de El Gran Capitán ha emergido con fuerza este fin de semana gracias a la apertura de una sala permanente en su honor en el castillo que lo vio nacer.
El desfile sirvió también para rendir homenaje a los Tercios, unidades militares que revolucionaron la forma de hacer la guerra en Europa. Surgidos tras la Batalla de Ceriñola, en el contexto de las guerras italianas entre España y Francia, los Tercios fueron un modelo de profesionalización, meritocracia y disciplina militar.
Integraban soldados de múltiples territorios del Imperio Español y de aliados católicos, como irlandeses e ingleses, combatiendo no sólo en Flandes, sino también en el Mediterráneo contra la amenaza otomana y en el Nuevo Mundo. Su éxito residía en la combinación eficaz de las picas con las armas de fuego, lo que otorgaba a la infantería una capacidad de maniobra y de choque hasta entonces desconocida.
El desfile de ayer no solo llenó de color y solemnidad las calles de Montilla, sino que también logró conectar a generaciones enteras con un pasado en el que valores como la valentía, el ingenio y la fe caracterizaron a aquellos hombres que marcaron la historia militar de España. La Ciudad del Vino volvió a vivir, pues, una jornada inolvidable que constató que la historia no solo se estudia en los libros: también puede sentirse, vivirse y celebrarse.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR












































































