Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta abierta de Francisco Llopis Rubio, responsable de la gestión de ayuda alimentaria de la Parroquia de Santiago Apóstol de Montilla, sobre la labor que ha desarrollado en Montilla Manuela Andrades Ramos, la Hermana Manoli, religiosa de las Hermanas del Rebaño de María. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Cuando una persona, siendo ella misma –con sus virtudes y sus defectos; sus habilidades y sus manías; sus creencias y sus convencimientos; habiendo andado con unos zapatos que nadie nunca utilizó–, consigue dejar huella en un lugar, haber tomado de la mano a muchos, haberles abierto la mente y haber tocado corazone, es porque su trabajo, su empeño, su dedicación y su perseverancia, basada en el mensaje de Jesús, ha dejado huella y ha hecho camino al andar.
Eso es lo que ha ocurrido con Manuela Andrades Ramos, la Hermana Manoli, religiosa de las Hermanas del Rebaño de María que ha contagiado vida y ha puesto vida a sus años y a los años de otros. Algo que ha sido posible porque el trabajo incesante, acompañado de la fe, ha sido uno de los factores clave de una tarea que revierte en haber hecho en cada momento lo que en justicia así se consideraba que había que hacer, a pesar de que algunos no pudieran incluso entender.
Dar respuesta al mensaje “tuve hambre y me disteis de comer; y tuve sed y me disteis de beber” es algo que sólo ella lo sabe, aún a pesar de las muchas dificultades –conocidas unas y otras nunca conocidas– que tuvo que afrontar quien se entregó por entero, siendo un “traste” a veces escuchado en boca suya.
Persona que supo combinar perfectamente los cuatro pilares que sustentan y han sustentado su vida, conocida y no conocida aquí y en muchos lugares donde ha estado. Ha sido una mujer que ha creído, ha querido, ha sabido y ha podido llevar a cabo un encaje de bolillos entre un numeroso grupo de personas voluntarias y, de forma diaria, un grupo de usuarios, cada uno "de su padre y de su madre".
Y, como se dice, “quien la lleva, la entiende”. Una labor nada fácil en el día a día pero que, teniendo esperanza en la Providencia y gracias al esfuerzo de muchos, siempre ha salido adelante. Jesús ha sido su motor y su fe ha hecho de ella el instrumento para sacar adelante el reto del Comedor Social San Juan de Ávila de Montilla, junto al grupo de voluntarias y voluntarios que lo han dado todo para cubrir los objetivos de cada día y a quienes también es necesario reconocer por su dedicación, desprendimiento, constancia y saber hacer.
Consciente de la engañifa, de los vericuetos, de las falsas verdades, la Hermana Manoli ha sido capaz de ser solidaria de forma justa, dentro del papel que ella juega en todo este proceso. Ha sabido dar a cada persona una palabra de humanidad y, al mismo tiempo, un mensaje de amor y un mensaje basado en el Evangelio.
No se trataba de dar de comer; no se trataba de alimentar el cuerpo –que también– sino de alimentar el espíritu, el corazón, dando posibilidades, abriendo caminos, buscando trabajo, pagando y cubriendo necesidades… Nunca renunció a ser ella misma. Carácter donde los haya, genio implacable en frasco pequeño del que también tuvo que hacer uso, al igual que esa sonrisa amable y sincera para quienes buscaban un poco más de aliento.
Las palabras que te llevas de todos nosotros y nosotras es "¡gracias, muchas gracias!". Hasta de aquellos que no aceptaron o comprendieron tus decisiones, porque cuando uno conoce el global no es lo mismo que cuando uno conoce solo su parcela.
Hermana Manoli, las decisiones de comunidad se acatan desde la obediencia, como así lo tenéis profesado en vuestras comunidades y reglas de funcionamiento. El trabajo que te queda por hacer es mucho, en favor siempre de los más necesitados, lugar al que te envían igualmente para este futuro más inmediato en Cádiz.
Seguro que el ser humano nos lleva a sentir, a tener sentimientos de tristeza, de melancolía, de cierta pena… Pero el mensaje al cual te agarras hace que el sentido del optimismo prevalezca sobre lo demás, mires hacia adelante y tengas la seguridad de que todo irá bien.
Los buenos entrenadores siempre dejan todo preparado para que el relevo se produzca sin incidencias, aunque siempre los cambios producen cambios. De todos modos, hay que seguir con una tarea de la que fuiste la cabeza, las manos y el corazón. Una tarea que debe continuar para seguir dando respuesta a las personas que así lo demanden y tengan derecho a ello, desde la solidaridad unida a la justicia.
Me voy a arriesgar a hacer de mis palabras el sentimiento de quienes te han conocido, han trabajado contigo y han compartido muchas experiencias para decirte nuevamente "¡gracias, muchas gracias!". En la parte que aquí me corresponda, ha sido un placer trabajar contigo desde el Área de Gestión de la Ayuda Alimentaria, aprendiendo contigo, agradeciendo en todo momento y viendo cómo lo das todo por todos, dando respuesta al mensaje, antes mencionado de “tuve hambre y me disteis de comer; y tuve sed y me disteis de beber”.
Siempre te vamos a desear lo mejor, desde el corazón. Y siempre tendrás aquí tu casa, tu gente y nuestro corazón. Comienza un nuevo caminar donde tienes que seguir dejando huella como hasta ahora lo has hecho. Gracias, muchas gracias, Hermana Manoli.
Cuando una persona, siendo ella misma –con sus virtudes y sus defectos; sus habilidades y sus manías; sus creencias y sus convencimientos; habiendo andado con unos zapatos que nadie nunca utilizó–, consigue dejar huella en un lugar, haber tomado de la mano a muchos, haberles abierto la mente y haber tocado corazone, es porque su trabajo, su empeño, su dedicación y su perseverancia, basada en el mensaje de Jesús, ha dejado huella y ha hecho camino al andar.
Eso es lo que ha ocurrido con Manuela Andrades Ramos, la Hermana Manoli, religiosa de las Hermanas del Rebaño de María que ha contagiado vida y ha puesto vida a sus años y a los años de otros. Algo que ha sido posible porque el trabajo incesante, acompañado de la fe, ha sido uno de los factores clave de una tarea que revierte en haber hecho en cada momento lo que en justicia así se consideraba que había que hacer, a pesar de que algunos no pudieran incluso entender.
Dar respuesta al mensaje “tuve hambre y me disteis de comer; y tuve sed y me disteis de beber” es algo que sólo ella lo sabe, aún a pesar de las muchas dificultades –conocidas unas y otras nunca conocidas– que tuvo que afrontar quien se entregó por entero, siendo un “traste” a veces escuchado en boca suya.
Persona que supo combinar perfectamente los cuatro pilares que sustentan y han sustentado su vida, conocida y no conocida aquí y en muchos lugares donde ha estado. Ha sido una mujer que ha creído, ha querido, ha sabido y ha podido llevar a cabo un encaje de bolillos entre un numeroso grupo de personas voluntarias y, de forma diaria, un grupo de usuarios, cada uno "de su padre y de su madre".
Y, como se dice, “quien la lleva, la entiende”. Una labor nada fácil en el día a día pero que, teniendo esperanza en la Providencia y gracias al esfuerzo de muchos, siempre ha salido adelante. Jesús ha sido su motor y su fe ha hecho de ella el instrumento para sacar adelante el reto del Comedor Social San Juan de Ávila de Montilla, junto al grupo de voluntarias y voluntarios que lo han dado todo para cubrir los objetivos de cada día y a quienes también es necesario reconocer por su dedicación, desprendimiento, constancia y saber hacer.
Consciente de la engañifa, de los vericuetos, de las falsas verdades, la Hermana Manoli ha sido capaz de ser solidaria de forma justa, dentro del papel que ella juega en todo este proceso. Ha sabido dar a cada persona una palabra de humanidad y, al mismo tiempo, un mensaje de amor y un mensaje basado en el Evangelio.
No se trataba de dar de comer; no se trataba de alimentar el cuerpo –que también– sino de alimentar el espíritu, el corazón, dando posibilidades, abriendo caminos, buscando trabajo, pagando y cubriendo necesidades… Nunca renunció a ser ella misma. Carácter donde los haya, genio implacable en frasco pequeño del que también tuvo que hacer uso, al igual que esa sonrisa amable y sincera para quienes buscaban un poco más de aliento.
Las palabras que te llevas de todos nosotros y nosotras es "¡gracias, muchas gracias!". Hasta de aquellos que no aceptaron o comprendieron tus decisiones, porque cuando uno conoce el global no es lo mismo que cuando uno conoce solo su parcela.
Hermana Manoli, las decisiones de comunidad se acatan desde la obediencia, como así lo tenéis profesado en vuestras comunidades y reglas de funcionamiento. El trabajo que te queda por hacer es mucho, en favor siempre de los más necesitados, lugar al que te envían igualmente para este futuro más inmediato en Cádiz.
Seguro que el ser humano nos lleva a sentir, a tener sentimientos de tristeza, de melancolía, de cierta pena… Pero el mensaje al cual te agarras hace que el sentido del optimismo prevalezca sobre lo demás, mires hacia adelante y tengas la seguridad de que todo irá bien.
Los buenos entrenadores siempre dejan todo preparado para que el relevo se produzca sin incidencias, aunque siempre los cambios producen cambios. De todos modos, hay que seguir con una tarea de la que fuiste la cabeza, las manos y el corazón. Una tarea que debe continuar para seguir dando respuesta a las personas que así lo demanden y tengan derecho a ello, desde la solidaridad unida a la justicia.
Me voy a arriesgar a hacer de mis palabras el sentimiento de quienes te han conocido, han trabajado contigo y han compartido muchas experiencias para decirte nuevamente "¡gracias, muchas gracias!". En la parte que aquí me corresponda, ha sido un placer trabajar contigo desde el Área de Gestión de la Ayuda Alimentaria, aprendiendo contigo, agradeciendo en todo momento y viendo cómo lo das todo por todos, dando respuesta al mensaje, antes mencionado de “tuve hambre y me disteis de comer; y tuve sed y me disteis de beber”.
Siempre te vamos a desear lo mejor, desde el corazón. Y siempre tendrás aquí tu casa, tu gente y nuestro corazón. Comienza un nuevo caminar donde tienes que seguir dejando huella como hasta ahora lo has hecho. Gracias, muchas gracias, Hermana Manoli.
FRANCISCO LLOPIS RUBIO
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Andalucía Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.