La Parroquia de Santiago Apóstol se vistió ayer de gala para conmemorar el 475.º aniversario del bautismo de San Francisco Solano, custodio de los toreros, evangelizador de las Américas y montillano universal. Las coplas de El Santo volvieron a cobrar sentido en el templo mayor de La Escuchuela, especialmente aquella que proclama "quién tuviera la dicha de un montillano: bautizarse en la pila donde Solano".
Y es que el patrono de su ciudad natal –pero, también, de otras tan importantes como Lima, Potosí, Cartagena de Indias, Santiago de Chile o La Habana– fue bautizado el domingo 10 de marzo de 1549 y en ese mismo lugar por el presbítero Hernando Alonso, siendo apadrinado por Marcos García Panadero y por su segunda esposa, Leonor López de Madrid, junto a Gonzalo Ximénez Maqueda y a su mujer, María Sánchez.
Una efeméride que no impidió la inestabilidad meteorológica pues, finalmente, se pudo celebrar el solemne traslado de las reliquias del Evangelizador del Nuevo Mundo desde la Parroquia de El Santo. La procesión, que en su itinerario de ida contó con el acompañamiento de la Agrupación Musical "María Santísima de la Soledad" de Nueva Carteya, se desarrolló "en rogativa por la lluvia". Y el agua, como estaba anunciado, hizo acto de presencia en la primera parte del itinerario.
Tras tomar la salida desde la Parroquia de San Francisco Solano, la solemne comitiva tomó las calles El Santo, Santa Ana, Corredera, Plaza de la Rosa, Arcipreste Fernández Casado, Iglesia y Parroquia de Santiago donde, a las 12.00 del mediodía, se llevó a cabo una eucaristía en acción de gracias presidida por el vicario general de la Diócesis, Jesús Daniel Alonso, y concelebrada por el párroco de San Francisco Solano, David Reyes; el párroco de Santiago, Fernando Suárez; y los canónigos de la Santa Iglesia Catedral Carlos Jesús Gallardo Panadero y Antonio Llamas Vela.
Al finalizar la santa misa, se retornó de nuevo hacia la Parroquia de San Francisco Solano, lugar donde El Santo vio la luz el 10 de marzo de 1549. La comitiva siguió el mismo itinerario aunque a la inversa y, en este caso, contó con el magistral acompañamiento de la Agrupación Musical La Unión de Montilla.
La iniciativa del templo patronal de "rogar que el Señor para que nos conceda un tiempo favorable, lluvias bienhechoras y abundantes cosechas" permitió admirar en el mismo lugar en el que San Francisco Solano recibió las aguas bautismales la reliquia de su cráneo que se conserva en la Parroquia de El Santo y que, como detalla el historiador Antonio Luis Jiménez Barranco en su blog Perfiles montillanos, fue donada por el franciscano Alonso López de Casas en el siglo XVIII.
Así, tras recorrer el virreinato del Perú entre 1735 y 1746, el franciscano montillano retorna a su ciudad natal para donar la reliquia que procesionó ayer en un pequeño paso portado por los costaleros del Corpus Christi. Además, Alonso López de Casas entregó un fragmento del sayal que vestía El mejor de los montillanos en el momento de su fallecimiento, acaecido en Lima el 14 de julio de 1610.
Para lograr su propósito, Alonso López de Casas obtuvo la autorización del mismísimo procurador general de la causa del Santo Solano, fray Fernando de Herrera, en 1737. "López de Casas entrega las reliquias y su auténtica a la iglesia patronal de Montilla el 11 de julio de 1749", señala Antonio Luis Jiménez.
Para la ocasión, Alonso López de Casas "había adquirido un relicario de plata donde iban alojados ambos vestigios de aquel humilde fraile que llevara la cruz y los evangelios al Nuevo Mundo" y, para certificar el traspaso de aquella joya espiritual, asistió el escribano de la ciudad, Domingo González Domínguez, que levantó acta del histórico momento, documento que puede leerse íntegro en este enlace.
Con todo, el solemne traslado que devolvió ayer las reliquias de El Santo a la Parroquia de Santiago Apóstol tuvo un doble significado añadido que no pasó desapercibido para Antonio Luis Jiménez. Y es que Mateo Sánchez Solano, progenitor del patrón de Montilla, estuvo vinculado a la Cofradía de la Santa Vera Cruz y, además, pidió ser enterrado en el templo de La Escuchuela, sede canónica de la hermandad del Martes Santo montillano.
"Mateo Sánchez eligió ser enterrado en la iglesia mayor del señor Santiago, en la misma sepultura donde estaba su padre, junto al púlpito", detalla Antonio Luis Jiménez, quien recuerda que el padre del patrón de Montilla redactó sus últimas voluntades el 2 de mayo de 1579, falleciendo meses más tarde, el día 24 de diciembre, en la víspera de Navidad.
"El testamento cerrado se abrió unas horas después de su muerte, como era costumbre, a solicitud de su primogénito y albacea, Diego Ximénez Solano", añade el autor de Perfiles montillanos, quien hace hincapié en que entre la relación de las pequeñas deudas que mantenía Mateo Sánchez Solano aparecen reseñadas las limosnas –hoy cuotas– que debía de abonar a las cofradías de las que era hermano y cuyo pago, en aquel tiempo, se efectuaba a final de año.
"Entre ellas se reseñan 280 maravedís que se debían a la cofradía de la Santa Vera Cruz, de la que era miembro", resalta Antonio Luis Jiménez, quien sostiene que "es lógico suponer que su primogénito, Diego Ximénez Solano, relevó a su padre en las filas de la Vera Cruz, continuando así la veneración al Santo Cristo de Indias que había llegado a Montilla en 1576", acontecimiento que la familia Sánchez Ximénez, incluido el santo patrón, "a buen seguro presenció en primera persona".
Y es que el patrono de su ciudad natal –pero, también, de otras tan importantes como Lima, Potosí, Cartagena de Indias, Santiago de Chile o La Habana– fue bautizado el domingo 10 de marzo de 1549 y en ese mismo lugar por el presbítero Hernando Alonso, siendo apadrinado por Marcos García Panadero y por su segunda esposa, Leonor López de Madrid, junto a Gonzalo Ximénez Maqueda y a su mujer, María Sánchez.
Una efeméride que no impidió la inestabilidad meteorológica pues, finalmente, se pudo celebrar el solemne traslado de las reliquias del Evangelizador del Nuevo Mundo desde la Parroquia de El Santo. La procesión, que en su itinerario de ida contó con el acompañamiento de la Agrupación Musical "María Santísima de la Soledad" de Nueva Carteya, se desarrolló "en rogativa por la lluvia". Y el agua, como estaba anunciado, hizo acto de presencia en la primera parte del itinerario.
Tras tomar la salida desde la Parroquia de San Francisco Solano, la solemne comitiva tomó las calles El Santo, Santa Ana, Corredera, Plaza de la Rosa, Arcipreste Fernández Casado, Iglesia y Parroquia de Santiago donde, a las 12.00 del mediodía, se llevó a cabo una eucaristía en acción de gracias presidida por el vicario general de la Diócesis, Jesús Daniel Alonso, y concelebrada por el párroco de San Francisco Solano, David Reyes; el párroco de Santiago, Fernando Suárez; y los canónigos de la Santa Iglesia Catedral Carlos Jesús Gallardo Panadero y Antonio Llamas Vela.
Al finalizar la santa misa, se retornó de nuevo hacia la Parroquia de San Francisco Solano, lugar donde El Santo vio la luz el 10 de marzo de 1549. La comitiva siguió el mismo itinerario aunque a la inversa y, en este caso, contó con el magistral acompañamiento de la Agrupación Musical La Unión de Montilla.
La iniciativa del templo patronal de "rogar que el Señor para que nos conceda un tiempo favorable, lluvias bienhechoras y abundantes cosechas" permitió admirar en el mismo lugar en el que San Francisco Solano recibió las aguas bautismales la reliquia de su cráneo que se conserva en la Parroquia de El Santo y que, como detalla el historiador Antonio Luis Jiménez Barranco en su blog Perfiles montillanos, fue donada por el franciscano Alonso López de Casas en el siglo XVIII.
Así, tras recorrer el virreinato del Perú entre 1735 y 1746, el franciscano montillano retorna a su ciudad natal para donar la reliquia que procesionó ayer en un pequeño paso portado por los costaleros del Corpus Christi. Además, Alonso López de Casas entregó un fragmento del sayal que vestía El mejor de los montillanos en el momento de su fallecimiento, acaecido en Lima el 14 de julio de 1610.
Para lograr su propósito, Alonso López de Casas obtuvo la autorización del mismísimo procurador general de la causa del Santo Solano, fray Fernando de Herrera, en 1737. "López de Casas entrega las reliquias y su auténtica a la iglesia patronal de Montilla el 11 de julio de 1749", señala Antonio Luis Jiménez.
Para la ocasión, Alonso López de Casas "había adquirido un relicario de plata donde iban alojados ambos vestigios de aquel humilde fraile que llevara la cruz y los evangelios al Nuevo Mundo" y, para certificar el traspaso de aquella joya espiritual, asistió el escribano de la ciudad, Domingo González Domínguez, que levantó acta del histórico momento, documento que puede leerse íntegro en este enlace.
Con todo, el solemne traslado que devolvió ayer las reliquias de El Santo a la Parroquia de Santiago Apóstol tuvo un doble significado añadido que no pasó desapercibido para Antonio Luis Jiménez. Y es que Mateo Sánchez Solano, progenitor del patrón de Montilla, estuvo vinculado a la Cofradía de la Santa Vera Cruz y, además, pidió ser enterrado en el templo de La Escuchuela, sede canónica de la hermandad del Martes Santo montillano.
"Mateo Sánchez eligió ser enterrado en la iglesia mayor del señor Santiago, en la misma sepultura donde estaba su padre, junto al púlpito", detalla Antonio Luis Jiménez, quien recuerda que el padre del patrón de Montilla redactó sus últimas voluntades el 2 de mayo de 1579, falleciendo meses más tarde, el día 24 de diciembre, en la víspera de Navidad.
"El testamento cerrado se abrió unas horas después de su muerte, como era costumbre, a solicitud de su primogénito y albacea, Diego Ximénez Solano", añade el autor de Perfiles montillanos, quien hace hincapié en que entre la relación de las pequeñas deudas que mantenía Mateo Sánchez Solano aparecen reseñadas las limosnas –hoy cuotas– que debía de abonar a las cofradías de las que era hermano y cuyo pago, en aquel tiempo, se efectuaba a final de año.
"Entre ellas se reseñan 280 maravedís que se debían a la cofradía de la Santa Vera Cruz, de la que era miembro", resalta Antonio Luis Jiménez, quien sostiene que "es lógico suponer que su primogénito, Diego Ximénez Solano, relevó a su padre en las filas de la Vera Cruz, continuando así la veneración al Santo Cristo de Indias que había llegado a Montilla en 1576", acontecimiento que la familia Sánchez Ximénez, incluido el santo patrón, "a buen seguro presenció en primera persona".
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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