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Rafael Soto | Rubiales, al Congreso

Los extremismos del Ministerio de Igualdad habían llegado a tal punto que las propias feministas radicales y las hembristas han sufrido profundas divisiones. Sin embargo, el caso de Rubiales ha servido para poner de acuerdo a la mayor parte de la España progresista (que no progre).


Cuando menos es llamativo que un caso de corrupción tan grave como aquel en el que está implicado Luis Rubiales no le llegara a costar el puesto de presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Sin embargo, lo es aún más que sean sus actitudes machistas las que hayan podido conseguir lo que parecía imposible: poner contra las cuerdas al patrón del fútbol español.

Sería necio pensar que sus rivales no han aprovechado su metedura de pata para ajustar cuentas –cosas de la ‘famiglia’–. Sin embargo, lo que podría haberse resuelto con una disculpa se ha visto engrandecido por las acostumbradas actitudes prepotentes del personaje.

Nada sorprende de lo que ha hecho a los que lo seguimos desde hace años pero… ¡Ay! Personas que no han visto un partido de fútbol en su vida se han sumado al carro y han hecho lo que mejor se les da, que es mezclarlo todo con política. Y, en el debate de los asuntos públicos, las formas importan. Y agarrarse la entrepierna delante de una reina está feo tirando a malo de Western.

Incluso dejando de lado la cuestión del beso, Rubiales ha tenido tan malas formas que ha puesto de acuerdo a feministas que, hace unas semanas, estaban calificándose de “vendidas al heteropatriarcado”. Ironía en modo on: propongo que lo hagan diputado en el Congreso. Creo que con dos intervenciones suyas sería capaz de conseguir amplias mayorías parlamentarias en contra. Estarán de acuerdo en que Rubiales es un diputado necesario.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO
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